La mujer de mi hermano

No dejes de pasar por mi mejor post

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No te vas a arrepentir!


LA MUJER DE MI HERMANO

Familia de cuatro hermanos varones, yo soy el mayor y le llevaba al menor una decena de años.
Digo llevaba porque el falleció a los quince, era un bohemio que se divertía andando en su maldita motocicleta a toda velocidad, solo para molestar a todos los vecinos con el ruido de su escape libre, hasta que un día la fortuna no estuvo de su lado, se accidentó golpeando la cabeza contra el piso y fin de la historia, ese escape libre se silenció para siempre.

En fin, la vida siguió adelante, formamos familias, llegaron esposas, hijos y el mundo siguió girando.
Mis padres son de raíces italianas y mantienen tradiciones familiares, como por ejemplo que los domingos se almuerza en familia, y aunque parezca raro en estos tiempos, mi madre amasa sus exquisitos tallarines a mano, todo casero, y casi infaliblemente una vez a la semana nos juntamos en derredor de una mesa en medio del campo, en una casa de fin de semana que tienen mis padres.

Así nos reuníamos con papá y mamá, mi esposa Laura con nuestros cuatro hijos, el segundo, mi hermano Julián con su esposa Nilda, y sus hermosas niñas y Tomás, el tercero en cuestión con Sofía, su esposa, quienes no tenían niños y nunca los tendrían.
Parecíamos la familia perfecta, esa familia de películas que se sentaban en derredor de una gran mesa donde por supuesto papá ocupaba la cabecera. Nos habíamos conocido todos de jóvenes con una veintena de años y juntos transitamos una vida de relaciones.
Los cincuenta años nos recibían mas viejos, con canas, con menos pelos, con anteojos, con arrugas, y con algunas enfermedades, con mas kilos, la vida inevitablemente iba pasando.
Y todos envejecíamos naturalmente, las mujeres se ocultaban con tinturas sus cabellos plateados, ya no tenían los mismos cuerpecitos de princesas de la juventud, mi esposa había aumentado treinta kilos, y ya era toda una mujer madura, como todas.

Pero siempre hay una excepción a la regla, Sofía, mi cuñada.
Junto a Tomás, mi hermano, llevaban años de pareja, como dije no tenían hijos puesto que como sabíamos ella se oponía, siempre decía que no tenía paciencia para ser madre y solíamos bromear con ella solo para molestarla, se suponía que toda mujer alguna vez desearía tener hijos. Ella era un tanto rara en esos temas y se notaba que las cosas se hacían a su manera.
Sofía era una mujer especial, con el correr de los años se ponía mas bonita, mas mujer, más interesante, para ella el tiempo no pasaba, apenas algunas arrugas incipientes a los lados de los ojos pero no mucho más.

Era llamativa por naturaleza, sus ojos con mirada de pecado, cabellos castaños rojizos que siempre usaba como una provocativa melena y algunos flequillos muy sexis, con una naricita chata y unos labios muy marcados.
Tenía una armonía física llamativa, unas piernas muy bien torneadas, una cola respingona y generosa, al igual que unas hermosas ancas que hacían suspirar, de vientre plano, tal vez lo único que rompía la perfección de sus líneas fueran sus pequeños pechos, cosa que remediaría pasados los treinta años con una operación de busto conveniente, que le caería como anillo al dedo, un tamaño justo, ni poco ni demasiado.

Con el correr del tiempo sentí que la perfecta comunión familiar sufría algunas fracturas, previsibles por cierto. Laura y Nilda - mi mujer y mi otra cuñada - empezaron a distanciarse de Sofía, aunque lo negaban se molestaban al verse poco a poco opacadas por la belleza de Sofía en todo lo que hacía o decía, ellas dos parecían complotarse para fastidiarla a su espalda.
A mi personalmente me molestaba esa falsedad - y perdonen si incomodo a alguien - tan típica de mujeres, que terminan pareciendo brujas despellejando viva a la otra, solo por ser mas bonita y llamar la atención. Muchas veces discutía a solas al respecto con mi esposa, porque esas cosas poco a poco me arrastrarían a mi, y a mi hermano, y mi otro hermano y como suele suceder, todos terminaríamos peleados con todos.

Sin embargo Laura tenía su posición tomada al respecto, es cierto, Tomás el tercero de mis hermanos tenía un trasnporte de larga distancia y solía ausentarse algún tiempo de su hogar, eso motivaba los rumores, que Sofía estaba todo el día sola, que una mujer tan bonita, que no hacía nada en todo el día, y que la habían visto salir, y que seguramente ella tenía algún amante por ahí, y que era una vaga, una holgazana y muchas cosas que no hacían mas que llenarme la cabeza.
Yo solía molestarme con ese nido de víboras que habían formado, muchas veces increpaba a mi esposa por hablar sin fundamentos de la mujer de mi hermano, y ella solía responder en tono amenazante que solo yo solo la defendía porque en el fondo era uno mas de los tantos que estaba caliente con ella.
Yo negaba todo pero era cierto que la miraba discretamente, era imposible no mirarla, era la esposa de Tomás, mi hermano, pero yo era hombre y ella mujer.

Yo tenía como hobby dibujar, hacer caricaturas, de todo tipo, en blanco y negro, en colores, siempre en papel, a mano, y lo curioso es que cada tanto me sorprendía a mi mismo trazando las perfectas curvas de mi cuñada, su rostro, a veces con ropas provocativas, a veces en ropa interior, a veces con lencería erótica, a veces la dibujaba teniendo sexo, imaginando su cara de placer, como sería, como lo disfrutaría, como lo haría, y solo me perdía en deseo.
Todo terminaba cuando el rostro de mi hermano se cruzaba en mi cabeza, mi hermano, no podía con la mujer de mi hermano, entonces arrancaba la hoja y la rompía toda en pequeños pedazos, solo por si de casualidad Laura, mi señora, tuviera la ocurrencia de hurgar en la papelera para rearmar el rompecabezas. Así pasaban mis días, entre verdades y fantasías...

Una tarde nos cruzó el destino, casualidades, estaba en una casa de compra y venta de antigüedades, mi mujer había puesto el ojo en un candelabro y necesitaba mi opinión al respecto. Estaba en el local esperando mi turno pues había algunas personas antes, mirando un poco de todo. Calle de por medio había un bar un tanto avejentado, y como dije, haciendo tiempo miré a través de las ventanas que separaban a ambos locales. Dudé si era ella, pero si, Sofía parecía muy contenta y efusiva hablando con un caballero que no era mi hermano.
Dejé de lado el motivo por el cual estaba en ese sitio, a mi turno le dije a la vendedora que solo estaba de paso mirando algunas cosas y seguro ya se me ocurriría algo que responderle a mi mujer.

Me transformé en un detective privado, de improviso, solo aguardé a que ellos salieran del bar y por las dudas tomé algunas fotos a la distancia, rápidamente se subieron a un auto bastante moderno y emprendieron la marcha, los seguí lo suficientemente lejos como para que ella no me viera pero también lo suficientemente cerca como para no perderles de vista. Poco a poco nos alejamos del casco urbano y pronto se confirmarían mis sospechas, la luz de guiño a la derecha llegando a un hotel alojamiento.
Mi cuñada tenía un amante, mi hermano era un gran cornudo y mi esposa y mi otra cuñada al fin de cuentas tenían razón.
Solo me aseguré de tomar todas las fotos necesarias para incriminarla.

En los siguientes días me debatiría en un sin numero de preguntas, hablando con mi conciencia, la magia se había desvanecido y como un naufrago, mis preguntas sin respuestas se ahogaban en un rincón de la habitación.
No podía hablarlo con mi esposa, hubiera sido una carnicería como en los viejos tiempos del circo romano, la hubiera entregado para que la devoraran viva y yo tendría mi parte por haberla defendido, tampoco podía contárselo a Tomas, mi hermano porque... porque sencillamente no podría mirarlo a los ojos.
Solo pensaba y pensaba que hacer, mi mesa de trabajo se llenaba de bocetos imaginándola con ese extraño, como lo hacía, que era lo que hacía, sexo oral? vaginal? anal? tenía secretos? tenía fantasías? gritaba? le gustaba romántico? o era ruda? palabras dulces? o que la trataran como puta? y si le gustaban los juguetes? los látigos? la lencería? solo me llenaba de preguntas...

Y necesitaba respuestas, y esas respuestas no me las daría mi mujer, ni mi hermano, tan solo ella, Sofía, podría desatar los nudos de mis pensamientos.
La llamé una tarde, sabiendo que mi hermano estaba de viaje, seguramente llegando a Chile, le dije que tenía que hablar con ella a solas, fuera de su casa, la invité a tomar una copa, por un tema personal, serio, privado.
Pasé por su casa en forma puntual, ella estaba exquisita como siempre, con un pantalón blanco adherido a su silueta y una camisa amplia y holgada en tonos de verdes que la hacía ver sensual como siempre.
Yo había meditado que hacer, paso a paso y solo quise que ella abriera la boca, así que fuimos al bar donde la había visto y nos sentamos en la misma mesa donde había estado con su amante.
Ensayé el discurso que tenía preparado para la ocasión, pero Sofía era muy astuta y parecía no inmutarse de tantas casualidades.
Evidentemente moriría en su silencio así que solo seguí avanzando, volvimos al coche y repetí el mismo camino hacia el hotel alojamiento, ella solo reía y preguntaba por el incierto destino y llegó el momento en que se me terminaron las indirectas puesto que no pensaba llegar al final con ella.

Paré el coche a un lado del camino, en una salida lateral, apartada, bajo un árbol, ella seguía desentendiéndose de todo entonces fui directo al hueso, le conté todo de punta a punta, sin mas rodeos, sin pelos en la lengua, pero a pesar de todo ella me trataba de loco, así que solo saqué mi celular y una a una pasé las fotos que tenía guardadas.
Entonces ella cambió de estrategia, y empezó a darme explicaciones, acerca de su soledad, de los viajes prolongados de mi hermano y que una cosa y que la otra, con los ojos enjuagados en lágrimas se acercó lentamente a la butaca de mi lado, llevando una mano a mi nuca para acariciarme dulcemente, yo me quedé mudo sin saber que reaccionar, mi deber se oponía a mis deseos pero ella era tan hábil como irresistible, pronto su mano derecha se había posado en mi pierna y me miraba fijo a los ojos, con esa mirada que me quemaba y me decía que pronto pecaría para quemarme en el infiero, cerré los ojos como tratando de no ver a los ojos a la diabla que me tentaba.

Previsiblemente la mano de mi cuñada llegó a mi verga y notó cuan dura estaba y como el círculo se cerraba, solo empezó a masajearme mas y mas, una y otra vez, buscó entonces soltar mi pantalón para desnudar mi sexo y me dejé llevar. Solo se agachó un poco, entre el volante y mi cintura para sentirla llegar, Sofía empezó a lamer mi sexo en una forma muy rica, muy profunda, con constancia, con cadencia, mis ojos ahora solo veían sus hermosos cabellos y su cabeza subiendo y bajando una y otra vez, en un dejo de cordura imploré algo así como

-Basta Sofía, esto está mal, sos la mujer de mi hermano, basta...

Pero como detener a esa mujer? como detener algo que tanto había deseado? como detener mis fantasías que tantas veces había llevado a un papel?
Ella seguía dando lo mejor de si y en el silencio de ese lugar solo se escuchaban los constantes chasquidos de sus labios golosos devorando mi verga. Llegaría mi segundo intento, ya sobre el límite de lo tolerable

-Por favor debemos parar esta locura! me voy a acabar!!!!


La mujer de mi hermano


Pero sabía que ella no se detendría e íntimamente no quería que lo hiciera.
Sentí subir el semen como si fuera lava en un volcán, imponente, impetuoso, incontenible, y ella solo hacía lo suyo, me aferré al asiento clavando mis dedos, la sentí gemir en gozo a medida que yo eyaculaba, y solo seguía adelante, imparable, perfecta.
Cuando todo había terminado y mi pene ya estaba flácido, mi cuñada recuperó la postura en su asiento, noté que aun degustaba el amargor de mi semen e incluso de su labio inferior pendía un delgado hilo blancuzco mezcla de leche y saliva.
Solo respiró como aliviada, contenta, con su objetivo cumplido, con una risa de pecado en los labios, encogiéndose de hombros me dijo

-Bueno Marcelo, al menos ahora somos cómplices, cierto?

Era verdad, lo hecho hecho estaba y no podía volver atrás, había intimado con mi cuñada, con la mujer de mi hermano y eso cambiaba mi rol de acusador a acusado, ya no podría hablar frente a frente con Tomás, sería esclavo de mis actos.
Volvimos sin hablar demasiado, bueno, ella hablaba pero yo no la escuchaba, solo fingía hacerlo porque estaba abrumado por todo lo que terminaba de pasar y me dolía imaginar cosas que aun no habían pasado, pero que pasarían.

No volvimos a hablar del tema, ella siguió adelante con su vida, como si nada hubiera pasado, y me di cuenta que su único interés había sido comprar mi silencio con una buena mamada, y la maldije, y me maldije.

Pasaron dos meses, un nuevo domingo, una nueva reunión familiar, esta vez ellos asistirian, mi hermano estaba de licencia y todo se mezclaría, santos y pecadores.
Recuerdo esa jornada, imposible olvidarla, Sofía estaba espectacular como siempre, radiante, con una musculosa un tanto escotada y una falda bastante corta dejando notar sus pechos por un lado y sus ricos muslo por otro. A pesar de la cordialidad y risas del encuentro, eran evidentes las lenguas afiladas de mi mujer y mi otra cuñada con respecto a ella, y ella solo lo dejaba pasar.
También era evidente que la comía con la mirada y ella trataba de evadirme, y yo solo recordaba lo que había sucedido en el coche poco tiempo atras.
Mientras almorzábamos mis ideas se fueron acomodando, caí en la cuenta que Sofía solo había jugado conmigo y solo me había hecho su cómplice para sellar mis labios, era la única intención y me sentí muy estúpido.
Tomé mi celular y empecé a chatear con ella, a presionarla, a arrinconarla, ella se resbalaba de mis manos como un jabón mojado.

Después del postre le dije que fuera a un viejo galpón que estaba detrás de la casa principal, cuando nadie viera, cuando nadie sospechara, tenía cosas que decirle.
La vi alejarse entonces y poco después fui tras sis pasos, el galpón era un sitio abandonado, a media luz, polvoriento y sucio donde se amontonaban cosas que ya nadie utilizaba y morían en el olvido.
Mi cuñada pensaba hablar conmigo pero no teníamos mucho tiempo así que la tome a la fuerza y le di un enorme beso en la boca, invadí su espacio con mi lengua y busqué llegar a su garganta, ella me separó y me recriminó

-Que haces? estas loco? que estás pensando inconsciente????

No respondí, volví a atacar y en un par de movimientos bruscos levanté casi a la fuerza su remera y su sostén, sus preciosos pechos quedaron desnudos, con unas amarronadas y gigantes aureolas bordeando los pezones, ella ofrecía una tenue resistencia que se desvanecía conforme yo seguía atacándola, empece a chupárselos y le chupé las tetas como a ninguna se las había chupado, ella era el mismo demonio y era imposible detenerse, iba de una en una y sus pezones se afilaron conforme a mis estímulos, sentí sus jadeos contenidos, su respiración agitada y todo sus cuerpo entregándose a lo que yo estaba haciendo, solo me animó a seguir.
La tenía con fuerza. estaba un tanto encorvado y ella con los ojos cerrados disfrutaba como lamía sin cesar sus pechos, se contrajo involuntariamente y sospeché que le había arrancado en pequeño e inesperado orgasmo.

Llevé una de mis manos bajo su falda para llegar a sus enormes glúteos que estaban completamente desnudos, apenas una tanga casi hilo dental se interponía en mi camino, Sofía con su mano trababa de sacar mi brazo para impedir mi avance, pero su resistencia era demasiado débil, creo que ella luchaba contra sus propios deseos y seguía negando con la boca lo que su propio cuerpo pedía, en un abrir y cerrar de ojos había corrido la tanga y estaba acariciándole el culito, en derredor, sin dejar de lado mi principal objetivo, comerme sus tetas.
En unos segundos mis falanges se habían colado por detrás, la puta lo tenía tan abierto que naturalmente se fueron adentro, sin resistencia y era todo muy erótico.
Mi cuñada parecía seguir debatiéndose entre deseos prohibidos, me decía que me detuviera, que parara, que era una locura, pero nada sonaba convincente, ella permitía que yo siguiera avanzando, y yo no me detendría.

Caí en cuenta que deberíamos volver pronto para no levantar sospechas, no había mucho tiempo, la giré y puse sus manos contra la pared, su enorme trasero quedó a mi merced, levanté la pollera, terminé de correr la tanga, saque mi verga y se la enterré de un golpe arrancándole un gemido contenido, al punto de pararse ella en puntas de pies ante mi embate.
Su concha estaba tan mojada que mi pija salió del agujero, tuve que darle una nalgada para que estuviera quieta y volver a hacerlo, solo la cogí, con fuerza, tan rico, nos fundimos en uno, estaba en su interior moviéndome sin parar, salvaje, abrazándola por la cintura, acariciando sus tetas, ella solo se dajaba poseer, me rogaba que no me detuviera, sentía sus jadeos y giraba su rostros buscando juntar sus labios con los míos.
Bajé una de mis manos y la colé bajo el frente de la tanga, acaricié todos los bellos de su pubis y empecé a masturbarla con fuerza, Sofía empezó a contraerse y me sentí venir, los jadeos pasaron a ser gritos contenidos y solo terminé dejando mis jugos en su interior.

Había pasado demasiado tiempo, no habíamos cruzado palabra pero todo estaba claro, acomodamos nuestras prendas, le arreglé los cabellos y volvimos por separado a la reunión familiar, quienes estaban al margen de lo ocurrido.
Ella estaba con mi hermano, yo con mi mujer, la perra me escribía a mi whatsapp, que le había gustado, que sentía mi semen en su interior, que se le estaba chorreando y que hasta se había quedado con ganas que le hiciera la cola, ella era única.
Esa tarde me llevó al borde de la locura, sus escritos me excitaban y ella jugaba con eso.

En adelante, Sofía y yo nos transformaríamos en amantes, una locura, mi cuñada, la mujer de mi propio hermano, pero ella era una tentación imposible de resistir. Ella poco a poco se fue alejando de la familia, un poco empujada por la situación ya insostenible que proponían Laura mi esposa y Nilda mi otra cuñada, donde siempre terminaban en conflictos por tratarla de puta. Y hasta se lo dijeron en la cara, que era una puta cuando mi hermano la descubrió con el otro tipo en la cama, el mismo tipo con el que estaba ese día e el bar.
Por suerte no fui yo, podría haber sido yo.
Se divorciaron, cada uno siguió su camino.
Hoy en día Sofía ya no está presente en el entorno familiar, ella es parte del pasado, mi hermano re hizo su vida, pero a espaldas de mi mujer seguimos siendo amantes, ahora tengo mi modelo personal para hacer mis bocetos, me gusta hacerla posar desnuda para retratarla, pero claro, es imposible plasmar en un papel toda su belleza


Si te gustó la historia, puedes escribirme con título LA MUJER DE MI HERMANO a dulces.placeres@live.com

5 comentarios - La mujer de mi hermano

leloir2010 +1
Que fuerte tu relato. Si te descubria tu hermano esto pasaba a mayores y se pudria con tu mujer y la familia. Van puntitos
robby13 +1
Otra de tus historias imperdibles...
dulces-placeres
Gracias! Trato siempre de sorprender a mis lectores
Yanina187 +1
Guauu me encanto como siempre.
Creo q voy a empezar a ir al Gym jajaja