Relato padre e hija (parte III)

 Recapitulando… Estaba de pie delante de ella y la acción de ver como mi semen seco impregnado en las sábanas era olfateado con insistencia por Cam provocó una erección a todo vapor en mí. Y ella no pudo evitar darse cuenta.
Fueron esos momentos en que diez segundos parecieran que duran horas. Como si estuviera la muerte delante de mi y se me pasara la vida entera por delante antes de dejar esta vecindad y mudarme al barrio eterno. A través de los ojos verdes de Cami me pude ver a mi mismo dentro de un laberinto del que no iba a poder salir, como aquellos desdichados que eran ofrecidos en tributo al Rey Minos para satisfacer la sed desangre de su hijo el Minotauro. Pero Cam en este caso se transformó en una auténtica Ariadna millenial y me ofreció el hilo que me iba a sacar de ese lío.
-Dale papá. ¿Te vas a quedar parado sin decir una palabra o vas a agarrarlas sábanas de una vez?
-Sisi amor, dame las sábanas que en cuanto me ponga algo de ropa las llevo hasta el lavadero. ¿Estás bien vos?
-Si papá. ¿Por que habría de no estarlo? Recién comienza el día y hay mucho por hacer
-Bien..!!En un momento nos vemos nuevamente entonces
Cerré la puerta de mi habitación y sentí que las rodillas estaban a punto de ceder. Me deje caer en la cama boca abajo y sentí que mi erección no había cedido todavía.
Uffff…Mi cerebro estallaba por la arremetida de mil cosas distintas. Tenía el glande a punto de explotar y comencé a acariciarme muy ricamente. Debo confesar que las últimas dos pajas que me clavé en el término de diez horas fueron tan intensas que me tuve que remontar muy atrás en mi pasado para encontrar un punto de comparación.
Obviamente que cerré la puerta de mi cuarto para entregarme a satisfacer tanto deseo. Estaba a esas alturas acostado boca arriba en la cama y con los pies apoyados en el piso y comencé a masajearme la pija en toda su extensión. Primero en forma lenta y luego cada vez más rápido. Estuve jalándomela hasta que acabe hacia los aires de mi habitación en un chorreo generoso de esperma que terminó llegando hasta mi pecho. Y así seguí pajeándome hasta que obtuve el ansiado relajamiento corporal.
Cuando me incorporé vi por el ojo de la cerradura una sombra y luego una luz, como si alguien hubiera estado observándome desde el otro lado de la puerta. Asimismo sentí unos pasos sordos por el corredor que une las habitaciones, como si un observador que no quiere ser descubierto se retirara a pie puntillas tratando de hacer el menor ruido posible.
Ya no me cabían dudas, Cam me había estado espiando por la cerradura de la puerta de acceso al cuarto matrimonial mientras le dedicaba la más caliente de las pajas. ¿Habrá imaginado que la estaba pensando a ella? ¿Habrá observado todo y concluido que su padre era un depravado? ¿Se habrá excitado? Todo tipo de interrogantes me asaltaban y no podía parar de maquinar mi mente.
Una vez más centrado en mí mismo y después de limpiarme de semen con las mismas sábanas que unos minutos antes Cam había llevado a su cara, salí de la habitación con cuidado y sin hacer mucho ruido. Con la excusa de preguntar algo me acerqué hasta su cuarto y antes de llegar allí escuché unos gemidos contenidos y apenas audibles que salían del lugar. Me quedé petrificado sin poder moverme, lo que me permitió escuchar con más atención. Verdaderamente ella se estaba tocando otra vez. No podía creer que esta vez sucediera después que ella me viera en la misma actividad emuladora de Onán.
No pude resistir la idea de intentar verla nuevamente de ese modo. Aúna riesgo de ser descubierto me acerqué para ver a través de su cerradura y entonces la vi. Ella estaba en la misma posición en la cama en que estuve yo mismo minutos atrás. Completamente desnuda con sus tetas elevadas hacia el cielo y sus pezones muy duros. Una delicia de verdad. Con una mano tapaba su cara, pues estaba llegando al orgasmo al parecer, y la otra mano cerca de su conchita que no podía ver con claridad. Tenía dos dedos adentro de su cuerpo y gemía cada vez más fuerte. Esos dedos que pretendían ser dos finos penes, pero que unidos hacían que fueran uno real entraban y salían de su sexo con mucha intensidad. De un momento a otro el ritmo del vaivén fue muy rápido y su cuerpo comenzó a experimentar el temblor apenas perceptible por mi, previo al orgasmo. Antes de acabar, Cam sacó la mano de la cara y la llevó a uno de sus pechos que comenzó a apretar con fuerza, hasta que terminó por oprimir con tres dedos uno de sus pezones con mucha fuerza. Al ver esto ya me sentía muy caliente otra vez y la erección llegó a mi con la inevitabilidad con que se suceden las noches y los días.
Mi mano se posó en mi pija y la apretó con fuerza en el instante en que ella llegó al orgasmo dando un grito apenas contenido y casi imperceptible para el oído humano. Cami quedó tendida en la cama con sus dedos relajados adentro suyo, como si no quisiera sacarlos nunca de tan cálido sitio, y con los ojos cerrados y el cuerpo casi inerte.
Decidí entonces batirme en retirada, alucinado por todo lo que estaba pasando. Nunca hubiera imaginado nada de esto, ni en la más delirante de mis fantasías sexuales de adolescente.
Imagino que si Cam estaba al menos con alguno de los sentidos en alerta habrá percibido mis pasos en retirada. No lo supe nunca, pero por como siguió todo unas cuantas horas después intuyo que sí. Tenía que hacer algunas cosas en la calle, así que luego de asearme me vestí y salí al duro pavimento a tratar de ordenar mis ideas que estaban bastante trastocadas. Adicionalmente le daba la oportunidad a ella de hacer lo mismo y también que tuviera un espacio para transitar por la casa a solas o que se contacte con amigas y salga un rato de allí.
Por la noche la cena transcurrió sin mayores novedades, ella estaba con un vestido corto que le quedaba precioso, pero logré mantener la compostura y no ver ni un centímetro más allá de lo que mis ojos percibían. Es decir, no intenté saber si llevaba tanga o estaba sin ella, ni saber de que color era el corpiño que llevaba. Me propuse tener acciones y actitudes conductuales que pudieran dar celos hasta al más ferviente de los monjes monásticos regulares de la Edad Media. Obviamente nada de eso se concretó en el mediano plazo, ya que mis intenciones naufragaron miserablemente ante la debilidad de mi carne.
Luego de la cena y ante una lluvia pertinaz que se precipitaba por toda Buenos Aires, acordamos ver algo de televisión en la sala que hace las veces de living. No tuve mejor idea que proponerle comenzar a ver un capítulo de la serie Spartacus. Posta que no sabía que era una de alto contenido erótico, a medida que algunas escenas (muy bien logradas) se sucedían, mi incomodidad podía apenas disimularse. Le pregunté:
-Cam…¿Querés que ponga otra cosa? No sabía que la serie tenía estas características
-Nada que ver papá. Ya no soy menor y puedo interpretar que nada pecaminoso está sucediendo en la TV. No me tenés que cuidar de este tipo de escenas
Entonces redobló la apuesta…
-¿A vos te incomoda ver esto conmigo? Cambiá si querés
-Para nada amor, solo no quiero que estés alterada y esperando que pase de una escena erótica a una de acción
Nada. Seguimos así y en diversos tramos no pude evitar tener alguna que otra erección. Uno no es de madera después de todo. Calculo que ella se dio cuenta ya que estaba en diagonal a mí, sentada en un cómodo sillón, y yo llevaba un pantalón que me quedaba suelto, por lo que podía ver si se levantaba una carpa en el living… ja
Como pude logré que la noche terminara sin mayores novedades dignas de mencionar, por lo que a las 0,30 hs más menos cada uno se fue hacia su habitación. Suponía que ella seguiría hablando con amigas y amigos o viendo cosas en Internet, y yo trataría de dormir rápidamente para evitar ceder ante cualquier tipo de manifestación instintiva. Mi esposa llegaría ese mismo día hacia el mediodía, según me había dicho horas antes por teléfono.
La lluvia afuera no paró en ningún momento y se escuchaba a través de mi ventana el golpe de las gotas y el viento. No había otros sonidos en la casa, por lo que me dormí a los minutos. En medio de la madrugada escucho que desde la puerta de mi cuarto Cam me estaba llamando y me dice que se había cortado la energía eléctrica en todo el barrio. Lo cual es algo habitual en Buenos Aires, por lo que el lector que es de aquí entenderá rápidamente, mientras que a alguien del interior del país o del exterior pueda parecerle un poco inverosímil.
La verdad es que en medio del apagón apenas podía divisar la silueta de Cami en la puerta. Me di cuenta a pesar de esto que ella ya llevaba su ropa de dormir.
-Papá, está muy oscuro en todo el barrió y hay tormenta eléctrica afuera. ¿Te molesta si duermo aquí por esta noche?
-Para nada amor, es cierto que está muy oscuro todo. No me molesta para nada, al contrario
(Si hubiera estado despierto del todo me hubiera caído de narices o bajado la presión, pero no fue este el caso)
Se acostó al lado mío y le pedí que se ponga debajo de la manta para que no pase frío, ya que había bajado un poco la temperatura. Se acostó al lado mío y la abracé, le di un beso y me despedí hasta la mañana.
Cam me dio la espalda y se dispuso a dormir, entonces me quedé mirando el cielorraso en la oscuridad pensando en nada. Ya estaba casi dormido otra vez a la media hora y sentí que ella se acercó hacia mi y apoyó su cola en mi costado. No me pareció nada fuera de lo normal, ya que asumí que estaría dormida. Lentamente comenzó a moverse, no lo podía creer. Mi hija me estaba meneando suavemente el culo en mi cuerpo…


Pronto seguiré con el relato de lo sucedido

1 comentario - Relato padre e hija (parte III)

sobralargo
Muy bueno!! Pero...eso...faltan las dos primeras partes...y continua las otras!!