Mi esposa se coge al carnicero y al verdulero

Este fue un año difícil, en todo sentido, pero económicamente nos pegó duro. Tenemos dos hijos y no estuvo sencilla la cosa, tuvimos que hacer varios recortes de gastos. Una de las primeras cosas que tuvimos que ajustar fue el consumo de carne. Antes comíamos varias veces a la semana, asadito del domingo incluido, pero ahora no pasábamos de una o dos veces por semana.

En la esquina de casa tenemos una carnicería y verdulería, donde compramos habitualmente. El lugar está manejado por un encargado, un señor mayor, y hay un empleado en la parte de carnicería y otro en la parte de verdulería. Pasamos siempre por la puerta, pero ya no entrábamos tanto y entre charla va, charla viene, supieron de nuestra situación económica, motivo por el cual ya no íbamos tan seguido a comprar. Tanto el señor mayor, como los dos empleados, muchachos de unos treintipico, altos, morochos y de buen físico, son muy macanudos y nos atienden muy bien. Sobre todo a Mariana, con quien siempre intercambian algún comentario, chiste, buscando sacarle una sonrisa. Nada fuera de lo común.

Acostumbrados como estamos a las fantasías, al morbo y a los cuernos, en alguna que otra ocasión, los personajes del carnicero y del verdulero aparecían en nuestra imaginación mientras hacíamos el amor. Pero luego se esfumaban porque mi esposa me decía que no eran "su tipo".

Una noche llego del trabajo y para mi sorpresa había una fuente llena de milanesas, un plato de puré y churrasquitos de lomo para los chicos. "Epa, ¿qué pasó?", pregunté contento y sorprendido. "Pusieron unas ofertas tremendas en la carnicería de la esquina y aproveché para comprar de todo, y puse en el freezer más cortes de carne", me respondió Mariana eufórica de alegría. Yo nunca fui muy bueno con los precios así que no podía saber qué significaba realmente una oferta de carne...

Pocos días después, misma sorpresa pero con las verduras. Apareció Mariana con un bolsón cargado. Pensé que era de esos bolsones orgánicos de alguna sociedad de fomento o de alguna Unidad Básica. Pero no, Mariana me dijo que también eran ofertones del negocio de la esquina. Claramente no les debe estar yendo bien con la crisis y decidieron bajar los precios para tratar de zafar, pensé.

Todo se aclaró una noche, hace pocas semanas. Volvía del trabajo un poco más tarde que de costumbre, ya con el negocio de la esquina cerrado, con las persianas bajas. Me llamó la atención la cumbia a todo lo que da que se escuchaba hasta la vereda. Pero bueno, estarían limpiando todo y tienen derecho a escuchar música para animarse, pensé.

Subí al departamento y me encuentro con mi suegra cuidando a los chicos. "¿Qué hace acá, Clara? ¿Y Mariana?", pregunté. "Me pidió que viniera a cuidar a los chicos un rato mientras ella iba a la carnicería, con esto de las ofertas se ve que hay mucha gente porque se fue hace como una hora", me contestó mi suegra. Estuve a punto de decirle que el negocio estaba cerrado, pero no quise asustarla. Además, ya había empezado a sospechar que pasaba algo raro...

Bajé y fui directo al negocio. Pero no fui al frente, donde estaba la persiana baja, sino que fui hacia un costado donde hay un pequeño tragaluz a unos dos metros de altura, que da hacia el interior del local. Paso todos los días por ahí y recordaba ese detalle. La cumbia seguía a todo lo que da. Busqué a mi alrededor y encontré en un contenedor, a media cuadra, un cajón de verduras. Decidí usarlo para poder elevarme y espiar.

La escena va a quedar por siempre grabada en mi memoria. Las luces del negocio estaban apagadas, pero el parlante con la cumbia tenía unas luces led, que iban cambiando de color, e iluminaba el lugar. El verdulero estaba acostado en el piso boca arriba. Mariana montada arriba de él, claramente con la pija bien adentro. Y el carnicero estaba como de cuclillas, atrás de mi esposa, penetrándola por la cola. El movimiento del carnicero pedía un aplauso, por la destreza física y el ritmo. Casi parecía que bailaba mientras le cogía el culo a Mariana. El verdulero gozaba no solo teniendo su pija clavada hasta el fondo de la concha empapada de mi mujer, sino también manoseando y chupándole las tetas con una voracidad fenomenal. Ella alternaba movimientos de su cabeza. Pasaba de levantarla hacia el cielo con los ojos en blanco y gimiendo; a comerle la boca al verdulero; y giraba luego para besarse apasionadamente con el carnicero.

Yo no podía dejar de ver esa bellísima y ardiente escena de desnudo total y pasión, iluminada por las luces led fucsias, turquesas y verdes del parlante, y musicalizada con lo mejor de la cumbia villera a todo volúmen.

Empecé a sentir que mi cuerpo evidenciaba el placer que yo también estaba sintiendo, porque mi pija quería explotar.

Tras un buen rato de esa danza caliente y sincronizada, el carnicero se puso en pie, el verdulero también, y Mariana se arrodilló para poder recibir lo que había ido a buscar. Ellos de pie, dándome la espalda, apuntaron sus pijas hacia la cara de mi mujer. Ella las tomó con sus manos y comenzó a pajearlos y a chupar esas dos vergas, que recién en ese momento pude comprobar que eran de un tamaño muy interesante, hasta que todo culminó con la boca de Mariana llena de leche tanto del carnicero como del verdulero. Leche que ella tragó sin dudar. Después se puso en pie y comenzó a besarlos apasionadamente, a uno y a otro, mientras comenzaban a vestirse.

El verdulero fue hasta el parlante y apagó la música. Eso me hizo despertar como de un sueño y me di cuenta que estaba con mi pija en la mano y que había acabado, chorreando de semen toda la pared. Sentí sorpresa, miedo, nervios, todo junto y caí del cajón con gran estruendo. Seguro que adentro habían escuchado.

Salí corriendo a casa. Todavía agitado le dije a mi suegra que había mucha gente en el local pero que ya la estaban atendiendo, que yo me quedaba con los chicos y que podía irse. Le pedí un taxi y se fue.

Diez minutos después llegó Mariana, con grandes bolsas llenas de mercadería y una sonrisa que se le salía de la cara.

Yo la miré, sonrojado, sin poder ocultar las emociones que me invadían. Ella apoyó dejó las bolsas en la cocina, se acercó, me dio un beso con mordida de labio y me dijo picaronamente, adivinando todo lo había sucedido: "¿Qué te parecieron las ofertas que me hacen en la esquina?".

"Me encantan", contesté.

14 comentarios - Mi esposa se coge al carnicero y al verdulero

Ulilegui +1
Una genia Mariana!!!!
Que buena es para las compras!!!!
Felicitaciones capo!!!
JuanElCuernos
Ahorramos bocha
javi808 +1
Muy excitante dame la diré que la mando a mí mujer jaja
JuanElCuernos
JAJAJAJAJA
leloir2010 +1
Me dejaste al palo. Van puntitos
JuanElCuernos
Me alegro. Imaginate como me pude al palo yo que ví toda la escena
esperanzatito +1
Muy bueno ! Me gustaría saber cómo fue del lado de Mariana . Como se dió ?
JuanElCuernos +1
Le pregunto y te digo
esperanzatito +1
@JuanElCuernos Gracias Juan , o si quiere y se anima haga un relato ella desde su perspectiva jeje . Un abrazo y gracias 😉
Corneliotelechea +1
menos mal que no eran su tipo, que putita hermosa que es mariana, y vos alto capo que la compartis tan bien
JuanElCuernos -1
Gracias, amigo
Corneliotelechea +1
la proxima juan conseguite una go pro 4k, comprale una ropita de colegiala a marianita, con dos colitas todo el look, labios de rojo, pollerita escocesa y te invitas a un poringuero piola bien pijon y hagan alta partuza.
PretorianoSX
Genial, impresionante esa mujer, cuidala, ya no vienen de esas. +10
JuanElCuernos +1
Es lo más
LAEMMEDEMYRIAM
Siempre hay que aprobechar ese tipo de ofertas jajajajajja 👏👏👏👏
JuanElCuernos +1
¡Pero claro! HAHAHA
mecha63 +1
Te felicito!! Q lindo es ver como se cogen a la mujer de uno!!X eso tengo vídeos de mi puta cogiendo!!abrazo cornudo!!Lazorrita231977 es el perfil de mi putita!!!
leloir2010
Con tu relatos me dejas al palo.Me encanto tu relato. Van puntos
JuanElCuernos
¡Gracias!
parejacba16
Te felicito ojalá mi esposa hiciera lo mismo
JuanElCuernos +1
Es lo mejor del mundo, ojalá se te de
parejacba16
@JuanElCuernos muchas gracias