Mi vecino

Alejandra vivía una etapa especial, desde primer grado de secundaria la buscaban sus compañeros, se sabía bonita. Pero cuando ingresó a la preparatoria su cuerpo se transformó. Se moldearon sus tetas, su culo se puso redondo, ya no solo sus compañeros, todos los días en todos lados los hombres de todas las edades la miraban con morbo. Dejó de usar los calzones de algodón, los cambio por tangas que al principio le molestaban, pero termino por acostumbrarse. Igual se acostumbro a qué quisieran mirar debajo de su falda. 
Incluso el vecino, un señor de más de cuarenta que ahora la saludaba.

—hola Ale, que grandota estás—le decía cada que la veia, clavando su mirada en su culo que con los jeans ajustados se marcaba más.
Pero a ella la tenía loca Juan, un chico mayor por una año. Se conocieron en vacaciones y comenzaron a salir apenas unas semanas atrás. Juan quería tener sexo, pero a ella le daba miedo. Aunque le encantaba que en los lugares obscuros el la manosear y le dijera cosas sucias.

—ya te quiero meter la verga mi amor, estás bien sabrosa. 
—¡Ya se!
—¿Cuando me vas a dejar meterte mi verga mamita? Te quiero empinar y darle bien duro, nalgadas para dejarte marcadas esas nalgas que te queden rojas mamacita.

Fue tanta la insistencia que Alejandra acepto y el viernes que sus padres salieron a comer, cito a Juan. Apenas tenían un par de horas así que limpio su cuarto, lo perfumo y se puso su ropa de encaje, esa que se compró a escondidas de su mamá. Tenía todo planeado, incluso preservativos por si a su novio se le olvidaban.
Cuando sonó el timbre, Alejandra se miró al espejo para cerciorarse de que estaba perfecta. Apenas abrió la puerta, su novio se abalanzó sobre ella. Arrancándole el vestido, besándola por todas partes. No tuvo tiempo de nada, el la llevo hasta el sillón y ahí ambos se desnudaron entre besos, las manos de Juan recorrían su cuerpo, solo que ahora apretaba fuerte sus tetas y metía sus dedos por donde podía. 

Alejandra quería decirle que fueran a la habitación, pero de su boca solo salían gemidos. Y el ya estaba sobre ella a punto de penetrarla.

—¡ponte condón! —Dijo fuerte y el molesto sacó de su pantalón uno, en cuanto se lo puso, le separó las piernas y la beso.
—Te amo nena —Un dolor indescriptible le invadió el interior, luego fue cediendo y comenzó a sentir placer con el ir y venir de su novio.
—Aaaah aaaaah aaah
—Ves que rico y tú no querías—ambos se miraban, compartiendo gestos, gemidos y saliva. 

Alejandra miró como el se descomponía en pujidos y espasmos, estaba terminando. Fue muy rápido pero ella estaba feliz y satisfecha. Se besaron un largo rato mientras a,vos se frotaban sus partes. Y luego el salió por el patio, pues sus padres habían regresado
El lunes Juan se portó indiferente, ni siquiera la acompañó a casa. Ella se sentía triste, pensó que el sexo mejoraría su relación, pero no fue así. Camino al borde del llanto hasta su casa, antes de doblar la esquina, su vecino el que la veía con morbo le hablo. 

—Hola Alejandra —dijo sonriente.
—Buenas tardes señor—respondió ella.
—Mira, quiero hacer negocios contigo.
—¡¿negocios?! —Alejandra sintió un poco de miedo y se paró en seco.

Su vecino sacó su teléfono y le mostró un video de ella y su novio. 

—ahí abres la puerta y luego... ya sabemos qué pasa luego—guardo su teléfono y la tomó por el hombro.
—¿y cuál es el negocio? —preguntó ella, asustada y llena de rabia.
—Pues, podría llegarles este video a tus papás...
—No tengo dinero—corto ella tajantemente.
—No me interesa el dinero, quiero... digamos... lo mismo.
—¡¿lo mismo?! —le temblaban los labios mientras trataba de entender que era lo que le pedía aquel señor. 
—Incluso quiero que te pongas ese vestido, te veías divina. El viernes... entró por el jardín. 

Ella se quedó un buen rato ahí congelada, preguntándose ¿como se metió en esto? Y en su mente solo daba vueltas al cómo saldría. 

Para el miércoles Juan ya la había terminado, su excusa fue que no tenía tiempo para niñas, el buscaba una novia más madura. Con un vacío en el estómago, el viernes se puso el vestido floreado, corto que dejaba ver sus piernas. Se sentó en el sofá cuando sus padres salieron y espero. 

No pasó ni un minuto cuando escucho que abrían la puerta del patio. Era su vecino, se veía aún más grande ahí, apenas cabía por la puerta. 

—Ven, yo si quiero hacerlo en tu habitación —Le dijo tomándola de la mano. 

Las manos de su vecino eran enormes y toscas como el, con una sola mano le tocaba ambas nalgas por completo. Se sentó en su cama, que rechinó enseguida y la puso de pie frente a el, le bajo el vestido hasta dejar descubiertas su tetas, con un solo movimiento sacó su brasier y comenzó a lamer.

—¡Deliciosa pinche chamaca! 
—mmm—con asco y cerrando los ojos Alejandra sintió como esa lengua áspera resbalaba por sus pezones que se habían endurecido al contacto. Llena de saliva sentía como su vecino con una mano le sobaba la panochita y ponía un dedo justó en su colita. 
—Incate que me vas a mamar la verga con esa boquita chiquita.
Ella obedeció, a Juan le chupo la verga varias veces, no era tan difícil, aunque ahora era desagradable.cerro los ojos y se arrodilló. Escuchando como su vecino se bajaba el pantalón. 
—Abre los ojos—dijo dandole una bofetada que le movió las muelas.
—¡Haaaay! —la sorpresa se la llevó cuando vio el tamaño de su verga, era más gruesa que un brazo de ella y grande. Se la recargo en la cara y le llegaba de la barbilla a la frente. El vecino le dio otra bofetada, leve pero suficiente para sacarla del transe. 
—¡a mamar pendeja! —Alejandra abrió la boca pero era imposible meterla, así que desesperado el vecino le tomó la nuca y empujó.
—haaaaghhaaaag! No cabehaaaagaaagh! No!
—Cállate y chupame la verga pequeña puta—dijo levantando la mano a punto de dar otra bofetada, así que Alejandra lamió la punta y abriendo lo más que pudo la boca metió apenas una mínima parte de aquel tronco enorme. Pero el empujó su nuca e hizo que entrara hasta el fondo.
—haaaaghhhaaagggaaahhh! —le dolió la mandíbula, lágrimas de esfuerzo escurrían por sus mejillas, mezclándose con la gran cantidad de baba que salía por la comisura de sus labios.
—Eso es putita trágatela toda—apenas la dejaba respirar un poco, la obligaba a tragar de su verga.
—haaaghaaaahagggaggg yaagggaah yaaaaghhhh nooaaaaggg—otra bofetada sonó.
—Cada que te quejes o cierres los ojos te voy a dar una igual. A mamar pequeña puta mamame la verga de una vez. 

Con un esfuerzo enorme, Alejandra mantenía los ojos abiertos mientras recibía de manera brutal su verga en su boca.

—haaahaaaag haaaaghh haaaagh.
—Me toca—Dijo girándola, hasta que ella quedó boca abajo sobre el, la jalo hasta que su panocha quedó sobre su cara y arrancó su tanga, la lengua comenzó a pasar sobre su clitoris y ella comenzó a gemir. Aún se limpiaba la baba de la cara, uno de los enormes dedos entró en su colita y la hizo gritar de dolor.

—¡HAAAAAY! 
—cállate puta—le dijo sonándole ahora una nalgada fuerte que le movió hasta las ideas. 

Mientras seguía chupandole la panocha, su dedo avanzaba y estaba ya bien dentro de su cola, aunque no lo quería aceptar, Alejandra estaba excitada así que se estiró para lamer la verga que estaba frente a su cara.

—¡eso es putita chupa! 
—Mmm aaaah
Colocó su boca sobre la cabeza enorme en forma de hongo de aquella verga y comenzó a girar suavemente su lengua, el sabor era diferente al de su novio. Recordó que la primera vez que chupo una verga le dio asco el sabor salado. Ahora le gustaba ese sabor y la sensación de tener su boca llena de un trozo de carne. 

—¡eso putita saborea mi verga! 
—mmm mmmm ahhhmmmm aaah

Su vecino metió otro dedo en su panochita y ahora, con sus dos hoyitos ocupados, su lengua lamia solo su delicado clitoris. Con fuerza balanceaba sus dedos, Alejandra respondía con gemidos intensos. Además buscaba meter en su boca la mayor porción posible de la enorme verga de su vecino, dándose el tiempo pa jadear.

—Aaaah siii aaahhh
—¿te gusta peque puta?
—Siii aaah es ricoooaaahh!

Alejandra sentía que sus piernas se doblaban, esta teniendo un orgasmo, el cual celebró su vecino con sonoras carcajadas. Mientras ella temblaba completamente, con el cuerpo vencido por el placer, su vecino empujaba su cabeza para su verga chocará en la pequeña garganta de ella.
Cuando más al fondo sentía ese enorme trozo de carne, que parecía le reventaría los labios. Su vecino la giro. Ahora, ella estaba sobre el, boca abajo tratando de recuperar el aliento. 

—Quiero ver tu pequeña cara de puta cuando en te mi verga.

Con ambas manos le agarro las nalgas como si quisiera partir la en dos y la monto en su verga. 

—Aaaaah aaaah haaaaay
—Pendeja, todavía ni entra 

La punta de su verga forcejeaba con la pequeña cavidad de Alejandra , ella sentía un ardor inexplicable cada que entraba un poco más de aquella verga, la lubricación ayudaba pero no evitaba que el dolor aumentará. Poco a poco la fue dejando caer para sola emvonara sobre el. Efectivamente los gestos de dolor eran evidentes. 

—mueve ese culo perritauevete.
—haaaay
Una nalgada tan enfurecida sono, provocando el ardor inmediato en
Una nalgada tan enfurecida sono, provocando el ardor inmediato en el culo de ella que aflojó el cuerpo y cayo, dejando entrar casi por completo aquella verga.

—haaaaaay haaaaay hayyy —el dolor era indescriptible, pensaba que la partiría en dos en cualquier momento. Su vecino disfrutaba del rictus de dolor que en el rostro era evidente. 

—me duele mucho
—mueve el culo de una vez putita mueve ese culo.

Las nalgadas seguian, sus nalgas enrojecidas temblaban y el las sujetaba para mover su pequeño pero delicioso culo arriba y abajo
La cama rechinaba, ella pujaba y su vecino no soltaba sus nalgas. 

—Eso putita así, que rico culito tienes
—Haaaau huuuuy aaaah siii 
—Ven acá—la levantó como si fuera un bebé y la colocó sobre la cama mientras el se levantaba. 

Boca abajo la levantó por la cintura hasta dejarla empinada. Separó sus nalgas y apuntó con su verga mochada por la excitacion.

—Te miró el culo todos los días, ahora por fin te lo voy a desmadrar con mi verga. 
—haaay haaay—de nuevo el dolor al paso de la verga por sus entrañas. 
—haaay haaay
—¡toma eso pequeña perra! —las nalgadas comenzaron y no paraban. Ella tratando de evitarlas terminó con la cabeza hundida en su colcha de princesas y el culo bien arriba. 
—Haaaa haaaa haaa mmm
Hundió su verga y un grito de dolor salió de Alejandra que quiso salir corriendo pero las enormes manos de su vecino la sujetaron por la cintura y la jalaron atrás, para que la verga se hundiera bien al fondo. 

—Noooo sácala es muy grande nooo 
—Pequeña ramera—Gruñó jalándola una y otra vez hasta que los sollozos se transformaron en quejidos sonoros al compás de sonido que hacía al chocar con sus nalgas
La diminuta figura de ella era casi imperceptible con el enorme cuerpo de su vecino encima.

—Así mamona, que rico culo tienes chamaca puta 
—aaahaahhh mmmaaahh!
Dos dedos entraron bruscamente en su culito, los gemidos eran literalmente gritos, mezclados el “clap” de las nalgadas. 

—Creo que ya está listo ese culo
—Aaah ahhh ¿para que? Haaaay

De un movimiento sacó su verga de la panocha y la metió en su cola. 

—Putita cabrona, te cabe toda, debí cogerte antes perra
—ñññññggggaaaah aaah yaaa yaaaa mmmm

Con ambas manos apretaba las sábanas, mientras apretaba los dientes para resistir los embates. Además, la manera en que le hablaba le gustaba de una manera extraña. 

—Hija deuda me voy a venir 
—Haaaaaaay aaaah —ella acababa por tercera vez, sus ojos en blanco perdían la orientación. Mientras el vecino se aferraba ahora a su cabello maldiciéndola como loco
—Estoy a punto pequeña perra
—aaaauy Huy aaaah 
—Vas a ser mi perra, mi putita, este culo es mío, ¿me oyes?
—mmmmm aaah 
—¿que si me escuchas putita cabrona responde?
Otra bofetada le movió las muelas y respondió de inmediato.
—Siiii aaahh siii
—¿si que pendeja? ¿Si que putita? —Otra bofetada le sacó las palabras. 
—¡SOYTU PERRA! AAAH! COGEME FUERTE!
—Sigue
La jalo del cabello y la colocó frente a él de rodillas, ella quizo mamar, pero unos chorros de semen salieron disparados en su pequeña cara roja de tantas bofetadas. 

—Levanta la cara puta
—Hiuggg Haaag 

Era la primera vez que le terminaban en la cara, sentía el calor del líquido sobre sus mejillas, resbalando. El cosquilleo hizo que quisiera limpiarse pero su vecino la detuvo.

—Manos atrás pendeja
—huuug que asco

Las últimas gotas de semen seas embarraba en la frente.

—que chulada, te miras perfecta pinche escuincla.

2 comentarios - Mi vecino

Marucojs37
Muy bueno pero faltó el final
nermad
Excelente relato preciosa me dejo recalienta besos preciosa 😘😘😘😘