Segundo relato: Dana y su amiga

Esta vez la historia no es mía, pero si está escrita y adaptada por mí. También tengo una propia, pero quedará para más adelante.Aclaro que es una transcripción de hechos narrados por la protagonista y serán contados en primera persona, como me llegaron a mí. Yo solo hago de intermediaria entre ella y los lectores.
 
Por último, a quienes lean y deseen participar, les dejo una pregunta que me gustaría que respondan en los comentarios.
 
¿Les gustaría que el próximo relato sobre mi sea acerca de mi primera vez, o que cuente mi primera experiencia con una chica?  
 
Sin más preámbulos, les dejo la historia de mi amiga Dana.
 
Dana y su amiga
 
Me llamo Dana y les cuento que soy una chica promedio. Vivo en el sur de Argentina, y mi piel es morena, mis ojos grandes y oscuros, aunque a pesar de ser grandes, también son un poco achinados. Me considero baja de estatura (1.57m) y siempre fui un poco rellenita, aunque desde hace un tiempo me convencí de que lo compenso con mis voluptuosos y redondos pechos y mi gran culo.  
 
Esta historia sucedió durante unas vacaciones de invierno,hace tres años.
 
Tengo una amiga muy, muy cercana, que se llama Romina. Nos conocimos en la secundaria, cuando ella entró a mi escuela en primer año. Nació en La Plata, Provincia de Buenos Aires y por cuestiones de trabajo de sus padres se mudó acá. Ella siempre tuvo un buen pasar económico y nunca le faltó nada, pero también tiene un corazón enorme y mucha humildad, lo que hace que su estatus no se note a la par de las otras personas.
 
Sin entrar en más detalles que no hacen a la cuestión,necesito aclarar que Romina es rubia y también alta, mide 1.75 y tiene un cuerpo envidiable, el que tal vez la mayoría de mujeres quisiéramos tener. Unos pechos grandes y redondos, un abdomen plano y marcado. Sus piernas son largas y tiesas, y también posee una cola grande y parada, todo producto de su constante actividad deportiva.
 
Para sumar, su cara también es linda. Con facciones similares a las de una japonesa, pero con grandes ojos celestes profundos que resaltan en una piel totalmente blanca, tan blanca como la nieve.
 
Esta chica a su vez tenía un novio, Matías, con el que vivían viajando de acá para allá ni bien se presentara la ocasión. Sin embargo,previo a ese receso estival, los padres del chico organizaron un viaje exclusivo al exterior, solo con miembros de la familia, excluyendo de este a Romi.
 
Como les mencioné, en donde vivo, las temperaturas suelen ser bajas, pero, eso no quita de que se pueda disfrutar de la nieve (que es tan común por estos lares) en algún destino, tal vez ese fenómeno meteorológico sea de las pocas cosas de las que una persona no se cansa en la vida, aunque forme parte habitual de ella.
 
Planteado esto, mi amiga me invitó a pasar una semana con ella en una ciudad turística del sur argentino. Ella se hacía cargo de todos los gastos, ya que era algo que tenía planeado hacer con su novio, entonces, yo solo tenía que hacerme cargo de mis gastos particulares. Nos iríamos en cinco días, y yo apenas tenía unos ahorros que había juntado en lo que iba del año.
 
A mí la noticia me vino como anillo al dedo. Dada la situación en la que me encontraba en ese entonces, no podía permitirme hacer viajes tan seguido, mucho menos similares a los que hacía comúnmente Romina. Claramente acepté, pero con la condición de que ella me ayude con el armado de la valija,para saber que tanto llevar, ya que para mí, era algo casi nuevo.
 
Sonó el timbre de casa. Era ella. Lo sorprendente era que en poco más de media hora ya tenía todo resuelto. No podía creer como esta chica tenía todo tan finamente calculado. Incluso, ya me había llevado mi boleto para viajar. Así que estaba todo.
 
El momento del viaje llegó y nos fuimos en colectivo. El trayecto no era largo, y como llevábamos auriculares, entre música y siesta se pasó en un santiamén.
 
Cuando llegamos al hotel, que por cierto era bastante lujoso, nos registramos. Bah, en realidad lo hizo ella, y yo solo escoltaba.
 
-Listo, ya tenemos nuestra habitación, vamos a llevar las valijas y salgamos ya a pasear, te voy a llevar a un montón de lugares. –Dijo con una sonrisa que le abarcaba casi todo el rostro.
 
Subimos unas escaleras y llegamos a la puerta. “Esperá que abro”, dijo con la llave magnética en la mano.
 
No lo podía creer. Una suite matrimonial enorme, con grandes placares para guardar ropa, caja de seguridad, un televisor de alta definición,calefacción, frigobar y una cava con vinos. La cama era de dos plazas, con unas impecables sábanas blancas que hacían que el acolchado azul eléctrico resalte por sobre el resto de objetos de la habitación.
 
Mi asombro llegó cuando miré como era el baño. No tenía ducha. En su lugar, había un jacuzzi, con varios tarros de esencias para ponerle al agua. Era un poco raro, pero era de ensueño. No podía creer que esto me estuviera pasando a mí. Era como ser rica.
 
El primer día se nos pasó volando, entre los lugares que recorrimos, el viaje, y demás, llegamos muertas a nuestra posada. Así que decidimos no cenar esa noche, comer tal vez alguna cosa que haya en la pequeña heladera y acostarnos a dormir.
 
- ¿vamos a dormir juntas? –Le cuestioné incrédula. Recién me había percatado de la situación.
 
- Si, obvio boluda. ¿Qué tiene de malo? ¿Nunca dormiste con una amiga? –Me respondió con cara de asombrada.
 
- No, la verdad no. Y la verdad, me da un poco de vergüenza–Retruqué con evidente rubor en la cara.
 
-No pasa nada boluda, basta que no me quieras manosear mientras duermo –Decía con un tono pícaro mientras se acariciaba los pechos y bajaba su mano por el resto del cuerpo.
 
Nos reímos por la situación, nos pusimos la ropa que cada una usaba para dormir y nos acostamos.
 
Al otro día, me despertó cerca del mediodía, habíamos dormido como dos osos. “Doy una ducha, después te bañas vos, y salimos, ¿Te parece?” me sugirió mientras se metía al baño y sin esperar mi respuesta.
 
Pasaron como treinta minutos hasta que salió, lista para marcharse. Entonces yo entré a ducharme. Sin previo aviso, Romina abrió la puerta del baño.
 
-Tomá, pasate esto por favor, que me pinchaste todas las piernas anoche. –Gritó desde la puerta mientras me aventaba una máquina de afeitar de color rosa.
 
Del mismo modo que entró sin previo aviso, se fue.Sinceramente me había molestado su actitud, yo no tenía las piernas depiladas,porque no pensaba mostrarme a nadie, ni andar suelta de ropa, ni tenía ninguna cita, ni nada. Mucho menos esperaba tener que compartir la cama con alguien durante el viaje. Sin embargo, le hice caso, ya que me había invitado y estaba siendo amable conmigo, me hice un tiempo y me afeité.
 
Cuando Salí del baño, ella esperaba completamente lista. Así que nos dispusimos a salir. Afuera estaba horrible. Así que esperamos un rato para salir, para esto, ya se había pasado media tarde. Cerca de las cinco de la tarde, logramos salir y fuimos a una tienda de ropa. Ahí, Romi se probó un montón de prendas y de eligió algunas mientras yo esperaba. Todo lo que se ponía le quedaba bárbaro. Y notando mi aburrimiento (y mi envidia, sana pero envidia al fin), se me acercó y me dijo que me pruebe algo, que ella me regalaba lo que quisiera.
 
-Estás loca boluda, es re caro todo acá. –Protesté.
 
- ¿Qué importa? Yo te regalo lo que quieras. –Respondió
 
- Además, las cosas de acá me van a quedar horribles. No van conmigo. –Contesté un poco inquieta.
 
- ¡No seas pelotuda! – Dijo casi gritando- Hoy te vi en el jacuzzi, y espero no te lo tomes a mal, sé que no tenés un cuerpo como el mío,pero tampoco te sacrificas para tenerlo como yo.
 
Eso me entristeció, porque era verdad, yo no le llegaba ni a los talones a esa chica, todos y absolutamente todos, hombres, mujeres, viejos y chicos la miraban de arriba abajo por delante y por detrás, era una modelo sacada de una revista. Sin embargo, por otro lado, era chocante lo que decía,por muy cierto que fuera. Ya estaba preparada para romper en llanto, cuando siguió con su discurso:
 
-No te pongas mal, no lo dije con mala intención. Igual, si le pones un poco de empeño podés lograr lo que quieras, además, tenés con qué defenderte, sos re bonita, el culo se te nota con cualquier pantalón y hoy te vi en tetas, cuando te bañabas y también son hermosas, mucho mejores que las mías. Así que ahí vengo con cosas y te probas. Punto y se acabó.
 
Giró sobre sí misma y empezó a manotear prendas de todo tipo. Mientras tanto, mis lágrimas pasaron de ser de tristeza, a contentarme.Tal vez, yo me veía peor de lo que realmente era. Esta mujer había pasado de hacerme estar en el abismo más profundo a llevarme al cielo en pocos segundos.
 
Levanté la cabeza y la vi con un montón de ropa en los brazos.
 
-Te probas ya todas estas cosas y yo te voy a puntuar.Decidimos entre las dos y yo te regalo lo que quieras. –Aseveraba mientras me tiraba las prendas encima.
 
Después de mucho elegir, terminé comprando un vestido ajustado, de los que nunca me hubiera imaginado ponerme, mucho menos con lo que costaba.
 
De ahí, nos fuimos a un bar a comer algo y tomar unas copas,aunque es una formalidad, porque más que copas, eran pintas.
 
Terminamos súper borrachas en el bar, cantando canciones a los gritos y hablando de cosas sin sentido como si creíamos en extraterrestres y otro tipo de teorías conspirativas, cosas que hace la gente cuando bebe en exceso. En fin, cuando decidimos que ya no dábamos más, nos volvimos al hotel.
 
Entramos a la habitación y nos sentamos en la cama.
 
- ¡Qué asco el olor a cigarrillo y a alcohol que tenemos!Mañana la resaca va a ser inaguantable. –Balbuceaba Romina mientras se sacaba los zapatos.
 
- Es verdad, me voy a bañar de nuevo. Así no me acuesto ni loca, además, de esta forma se me va a pasar el pedo un poco. –Contestaba yo, mientras hacía equilibrio para ir descambiándome.
 
Entonces mi amiga, me pasó la mano por la pierna.
 
- ¡Ah! ¡Te depilaste las piernas al final! Mejor, así esta noche no me pinchás como ayer. –Dijo con tono de ebria buena onda.
 
Yo le clavé cara de culo y le dije: “Si, igual re atrevida como entraste al baño, podrías haber tocado la puerta, algo, no sé, un poco más de respeto con la privacidad ajena”.
 
-Ah, cállate boluda, ¿Qué te crees? ¿Qué me voy a asustar de verte sin ropa? –Expresó tumbándose para un costado.
 
La miré sin decir nada, preparé la ropa para dormir y me disponía a entrar cuando escuché su voz: “Apurate, que yo también me quiero bañar”.
 
Estaba por terminar de asear mi cuerpo, acostada en el jacuzzi con los ojos cerrados, intentando que se me pase un poco la borrachera,cuando sentí la puerta abrirse. Vi a Romina entrar corriendo y sentarse en el inodoro.
 
-No aguantaba más boluda. –Dijo mientras terminaba sus necesidades. - ¿Te molesta si entro con vos? Así hacemos más rápido, me quiero acostar.
 
Yo no tenía mucha noción de las cosas, pero era una situación rara. De todos modos, no tenía nada de malo. ¿Qué podría pasar?Realmente era como lo que ella había dicho a la tarde, no se iba a asustar de verme y yo tampoco. Ninguna iba a ver algo que no haya visto.
 
De todos modos, se ve que mis pensamientos eran más lentos que lo que yo pensaba y para cuando reaccioné, sin haber respondido algo aún,ya la tenía adentro de la bañadera conmigo.
 
-Tardaste mucho y decidí por vos. –Aseveró con tono risueño.
 
Era extraño para mí, nunca había compartido la ducha con nadie, y si esperaba hacerlo alguna vez, imaginaba algo más romántico y con un chico. De igual manera, sentía extrañeza por ver tan detalladamente el cuerpo desnudo de otra persona, ya que siempre fui pudorosa y siempre había tenido relaciones a oscuras o con una penumbra que poco dejaba ver.
 
Aunque hasta el día de hoy me considero completamente heterosexual, tengo que admitir, que ver el cuerpo de esta chica me dejaba perpleja y no podía parar de observar todo. Sus curvas, la perfección de su abdomen, su cuerpo totalmente depilado, sin un vello a la vista más que sus cejas y su cabellera rubia. La suavidad de su piel se notaba claramente. Y ella, como adivinando lo que pasaba por mi cabeza, me dijo: “Boluda, ¿me pasas el jabón por la espalda?”
 
Está más que claro que acepté, con la misma rapidez que lo había hecho cuando me ofreció viajar. “A ver, Arrodillate”, le dije, porque acostada en el agua se me hacía imposible.
 
Romina se arrodilló y a pocos centímetros mios, estaba su perfecto culo. No podía prestar atención a lo que hacía en la espalda por veraquellas nalgas, que finalmente, decidí tocar.
- ¡Epa! –Exclamó exaltada.
- Quería comprobar si era tan turgente como parecía. –Contesté avergonzada.
 
Soltó una carcajada y me dijo que a mí también me iba atener que pasar el jabón, que no me haga la viva. Entonces le aclaré:
 
-Bueno, te toca a vos pasarlo. –Estirando la mano con el jabón.
 
-Dale. Date vuelta, a ver. –Respondió desafiante.
 
Me arrodillé frente a ella, de espaldas para que me pase por la espalda, y sin haberme pasado ni una vez, me agarró el culo con ambas manos,lo que provocó que yo me moviera para adelante.
 
-Quería ver que se sentía tocar un culo tan grande. –Dijo deforma espontánea y risueña. -ahí te paso, ahí te paso, era una joda.
 
Me volví a acomodar, y me empezó a pasar, pero sentía como se iba acercando a mi espalda lentamente, hasta que, en un movimiento brusco,pegó su pecho a mi espalda y pasó sus brazos para mi parte frontal y me agarro los pechos. Yo permanecí inmóvil por un segundo, hasta que giré mi cabeza y sin pensar la besé.
 
Sus labios eran suaves como la seda, era una delicia sentir su lengua tocando la mía, como si se fundieran en un abrazo de momentos que parecían eternos. Por otro lado, también sentía una sensación rara de saber que lo que había apoyado contra mi espalda era un par de tetas y que no había bulto que rozara contra mis glúteos.
 
Mientras estábamos en ese apasionado beso, bajó su mano hasta mi entrepierna, que, por cierto, tampoco había depilado, ni antes del viaje, nia un cuando me había facilitado la máquina de afeitar.
 
Con su mano, tomó la mata de pelos de mi pubis con fuerza y dijo: “Esto me gusta, desde que te vi hoy estoy pensando en esto. Me atrae. No lo puedo evitar”. El jalón había sido fuerte, pero yo estaba en trance, no podía desconectarme de lo que pasaba, y a la vez, no emitía ni un sonido. Solo me concentraba en besarla.
 
Acto seguido, soltó mis pelos púbicos y comenzó a hundir el dedo mayor por la cavidad entre mis labios vaginales. Mientras me besaba,interrumpía los besos para decir “Me encanta, me encanta tu concha”.
 
Yo no podía más de la calentura que me provocaba esa situación y procedí a voltearme, por supuesto que sin dejar de besarla. El frotamiento de nuestras lolas durante el beso provocaba un estremecimiento, tanto en mi cuerpo, como en mi mente. Los pezones duros de esas tetas bien puestas apenas tocando mi piel me hacía estallar.
 
No tuve otra opción que empezar a meter mano yo también. Acariciaba su cuerpo entero, su espalda húmeda, sus tersas nalgas y su pelo mojado, hacían insignificante la entrada de sus dedos en mi cavidad vaginal.
 
-Vamos a la cama –Soltó entre suspiros.
 
Obedecí levantándome rápidamente del agua. Salimos casi corriendo y nos tiramos en la cama, de costado y nuestras bocas se fundieron en un beso que parecía interminable. Por mi parte, me animé a hacer lo que no había hecho hasta el momento: Tocar su sexo.
 
No fue nada sensual, directamente, bajé la mano hasta ahí y comencé a estimular su clítoris. Sus partes estaban húmedas, supongo que, en parte por el baño y en parte por la situación en la que nos encontrábamos.
 
Romina puso sus manos sobre mis hombros, y me pegó un pequeño tirón para abajo. Sabía lo que quería, y yo, estaba dispuesta a hacerlo.
 
Ella se puso boca arriba con las piernas abiertas, y yo me mantuve a un costado, mientras seguía masturbándola. Ella estaba ahí, entregada a mí y sentía que no podía defraudarla. Así que dejé de besar sus labios, para seguir por las mejillas, llegar al lóbulo de su oreja, detenerme en el cuello.Cosas que sucedían, mientras comenzaba a meter uno de mis dedos en su empapada vulva.
 
El besuqueo siguió por su pecho y por supuesto que me detuve un rato a besar sus senos. Tan blancos, tan suaves. Esos pezones duros que se ponían aún más rígidos con el pasar de mi lengua y de fondo podía escuchar leves gemidos que me elevaban la temperatura de una forma exponencial.
 
 
Seguí bajando por su firme abdomen hasta que tuve en frente esa conchita, que estaba siendo penetrada, una y otra vez, por mi dedo índice. Era hermosa, completamente depilada, se podían ver con claridad sus labios internos rosados. Se nota que esta chica llevaba el cuidado de su cuerpo a un nivel extremo. Mi contemplación terminó de golpe, cuando sentí su mano en la parte posterior de mi cabeza.
 
-Chupame. –Ordenó
 
No existían muchas alternativas, nunca lo había hecho, pero como dicen, “ya estaba en el baile”. Tengo que confesar, que tenía miedo de hacerlo mal, y me daba un poco de cosita arruinar el momento, pero como dije antes,era eso o cambiar a otra cosa, o mucho peor, terminar todo ahí.
 
Saqué mi mano de adentro suyo y abrí mi boca. A lo único que atiné fue a imitar lo que hacía cuando mamaba un pene, pero acá no había algo fálico que meter directamente, entonces, sobre la marcha cambié de idea. Usé mi lengua de la misma forma en que besaba arriba, con la diferencia que eran otros labios los que estaba besando esta vez.
 
Romina se estremecía y sus gemidos ya eran fuertes, le estaba gustando, a la vez que movía mi cabeza como si estuviera manejando una marioneta, me arrastraba la cara de punta a punta de su vagina, cada vez con más fuerza y yo prácticamente, lo único que hacía era mantener mi lengua afuera.
 
La rubia se levantó en seco, tomó mi cabeza con ambas manos y la llevó hasta ella, para besarme profundamente.
 
-Ahora, vas a hacer como si fueras un chico. –Anunció
 
Yo, sin pensarlo dos veces, me acosté sobre ella, como si fuera realmente un hombre que iba a penetrarla. Miles de cosas pasaban en este momento por mi cabeza. ¿Cómo iba a hacer? Si bien estábamos en la posición del misionero, no tenía pija como para meter. Sin embargo, instintivamente mi cuerpo empezó a mecerse como si supiera lo que hacía.
 
Me encantaba. Sentía que sus jugos mojaban mis vellos y sentir que parte de lo mojado era de otra concha, me motivaba a moverme más, sin embargo, no sentí nada hasta que encontré la postura correcta, para hacer que nuestros clítoris rozaran mutuamente.
 
Era fantástico. Sentir esa piel suave rozándome, era algo inigualable. Ella comenzó a moverse también y apuré el trámite. Me empecé a fregar bien fuerte, hasta que ella empezó a soltar alaridos de placer. Pasó sus brazos por mi espalda mientras me pedía que la besara. Lo hice y sentí sus uñas clavarse en mi piel. Estaba teniendo un orgasmo. Y uno bien profundo.
 
Sus alaridos se convirtieron rápidamente en suspiros cortitos y como podía me dijo: “Vos no acabaste, mala” con cara de perrito mojado. Igual yo seguía en la mía, moviéndome como loca.
 
-Te voy a ayudar –Susurró con voz provocativa.
 
Yo hice caso omiso de sus dichos y seguía disfrutando de la sensación que me provocaba el frotamiento de nuestras conchas. Sin embargo, ella rodeó mi cuello con sus brazos y me besó. Posteriormente giró mi cabeza hasta quedar con mi oído cerca de su boca para empezar con una verborrea seductora.
 
- ¿Te gusta cogerme? ¿Así? A mí me gustó que me chupes la concha. Me hiciste acabar a la primera, Matías no lo hizo, tampoco me hace acabar normalmente. Vos lo hiciste. ¿Me vas a responder algo, o sos muda?,boluda. me gusta sentir tu concha peluda en la mía. Me haces acordar cuando de chica me masturbaba con un oso de peluche. –Comentaba con el tono mencionado.
 
Yo me iba imaginando todo lo que decía, a la vez que trataba de concentrarme, hasta que se dio.
 
-Besame vos ahora. –Le dije entusiasmada
 
Me agarró la cara por los cachetes y me besó apasionadamente, mientras sentía correr mis fluidos con más fuerza que nunca. No puedo explicar con palabras lo que sentí exactamente en ese momento, lo que sí puedo decir es que me costaba respirar por la mezcla de besos y espasmos, como para generar una vaga idea de sensación.
 
Nos abrazamos fuerte y me tumbé a su lado, exhausta.
 
- ¡Qué día más loco!, ¿No? –Dijo con la voz picara que la caracterizaba.
 
- ¡Pff! –Respondí con evidente cansancio.
 
-Espero que no se te ocurra contar nada de esto, y por nada,nada, nada del mundo tiene que saberlo Matías, ¿Promesa de meñique? –Propuso mientras estiraba la mano.
 
-Obvio boluda. –Contesté aferrando su estirado meñique con el mío.
 
Esa noche nos dormimos y durante ese viaje y en algunas otras oportunidades, también pasaron cosas entre nosotras, pero como “amigas que se sacaban la calentura entre ellas”.
 
Hasta el día de hoy pasa por mi mente, que esa noche, literalmente me cogí a una chica, a una chica con atributos físicos que todo el mundo desea.Fue increíble. Sin embargo, tengo que pedir perdón a Romina por contar esta historia y romper el pacto que hicimos, pero no podía tenerla más escondida dentro mío.
 
 
Si llegaste hasta acá, te agradezco mucho por leer.

4 comentarios - Segundo relato: Dana y su amiga

Ferchuli83 +1
La próxima de tu primera vez jez! Me encantó tu relato
tesacotucuro
Es increible como puedo leer tanto de lo que escribes sin cansarme, ojala podamos leer mas.
Tomese su tiempo