Mi primer trío. Parte 1: Presentando a Daniella.

Hola a tod@s. Sorprendentemente el post pasado funcionó muy bien y por ese motivo les traigo un poco más. Mi primer trío. Y les presento a una de las dos chicas con el que lo hice. Espero lo disfruten.

Conocí a Marc el primer día de la universidad.

Cuando lo vi llegar al cual sería mi salón de clases, enseguida supe que tenía que ser su amigo.

Su madre, Ivette una francesa de ojos azules, cabello rubio, estatura promedio, de las personas mas afectuosas que conozco, guapísima y una excelente ama de casa siempre atenta de Marc y su hermano pequeño, Jean.

Su padre, Samuel, mexicano, un abogado recatado en todos los ámbitos, quien a su tiempo no vio con buenos ojos todas las locuras y aventuras que vivimos Marc y yo durante la universidad. Siempre quiso mantener a su hijo al margen de lo que dicta la sana convivencia y valores familiares pseudo-radicales.

Sus padres se conocieron en Francia cuando su padre hacia un doctorado maestría en aquel país.

Aquel ya lejano primer día de clases Marc llegó acompañado de dos chicas hermosas. Se sentaron a platicar cerca de un árbol adyacente al salón de clases. Cuando llegó el profesor ellas se despidieron y entramos a nuestra primer clase. Dejé que Marc pasara para sentarme cerca de él. A pesar de que sólo quería ser su amigo para acercarme a su circulo social, muchos años después de eso seguimos siendo grandes amigos y cuando le recuerdo la razón por la cual me acerqué a él solo ríe y asiente que logré lo que me proponía en aquel entonces.

Marc es un tipo rubio, igual que su madre e igual de tenaz que su padre. No tenía el cuerpo más atlético pero tenia la facha de que el ejercicio no faltaba en sus rutinas diarias. Nacido en México pero criado hasta los 16 o 17 años en el país galo. Ya en la ciudad de México ingresó a una preparatoria privada y es ahí de donde saca su elegante círculo social. Habla perfectamente francés y español y eso le daba un plus para ligar a cualquiera. Después de fracasar queriendo seguir los pasos de su padre como abogado, termino entrando a la universidad donde posteriormente nos conoceríamos.

Así comenzó mi amistad con mi querido amigo el francomexicano, Marc.

No tuvo que pasar más de medio semestre para que ya fuéramos buenos amigos. Compartíamos intereses, somos de la misma edad y a los dos nos encantaban las mujeres y la fiesta.

Para un jueves en la tarde, Marc llegó a mi lugar para invitarme a una gran fiesta de cumpleaños de una de sus amigas de su anterior preparatoria. Perfectamente recuerdo estar en los últimos días de un terrible resfriado que me había atormentado toda esa semana, le dije que lo veríamos aún estaba en la última etapa de mi enfermedad.

-Es en el fraccionamiento que está cerca de tu depa, el del club deportivo. Si te sientes mal, te vas a tu casa- Asintió sonriendo.

-Pero si mañana ya te sientes bien, seguimos la fiesta en tu casa- Remató señalándome con el dedo.

Al día siguiente me sentía como nuevo, como si todo el resto de la semana no hubiera pasado absolutamente nada. Salir a correr, desayunar, limpiar el departamento por si la situación de la fiesta nos llevaba ahí en la madrugada, hacer mi tarea de la una clase a la que entraría ese día eran mis deberes para la media mañana que estaría en casa.

Entramos a clase y saliendo nos dirigimos de nuevo a mis rumbos para llegar a la fiesta. Iba muy bien vestido sabiendo al lugar al que iría, lugar que como ya mencioné es cerca de donde yo vivo. Un fraccionamiento con casas impresionantes, de personas con muy altos ingresos. Campo de golf y un prestigioso club deportivo. Era la primera vez que entraría a ese lugar.

Entramos en el carro de Marc y ya nos esperaba un Audi rojo en la entrada. La anfitriona salió por nosotros para que el acceso no fuera algo complicado.

Llegamos a la casa donde sería la fiesta y del Audi rojo bajó Daniella. Portaba un vestido negro entallado y unos vans negros sin agujetas, cabello negro y suelto. Fue en ese momento en el qué froté mis manos en señal de mi que objetivo se había cumplido. Era una diosa; delgada tez blanca y ojos cafés, tenía un trasero impresionante y aunque no tenía un busto prominente era el necesario para que mi mandíbula cayera hasta el suelo, incluyendo que medía algunos 1.60 mts y las mujeres de esa estatura son una debilidad.

Daniella es hija de unos reconocidos ginecólogos que laboran en varias instituciones privadas del sector salud. Su casa obviamente imponía buenos ingresos, tanto así que tenían una área designada únicamente para reuniones. De esa manera, la música y la borrachera de unos cuantos no impedirían que sus padres tuvieran una noche placentera de sueño.

La fiesta fue un éxito y estuvimos ahí hasta altas horas de la madrugada e ir a mi departamento sólo fue la opción para ir a dormir. Esa fue la primera vez que vi a Daniella y quedé encantado con ella, súper amable, una persona de lo más linda, y con un cuerpo que te vuelves loco.

Hicimos una gran relación y bastantes reuniones vinieron después de aquel cumpleaños que festejamos un viernes de febrero. Su casa y mi departamento eran el punto de reunión para los más allegados de mi nuevo circulo social: Marc, Daniella, Marcela (una amiga de la universidad), Julian (un amigo mio), eventualmente Jaime (que algunos ya lo conocen) y alguna que otra persona que creíamos indicado invitar.

Yo ponía mi departamento para reunirnos por que obviamente yo quería que algo pasara con ella, y la cercanía de su casa era el factor que quería usar para que ella siempre estuviera ahí. Me gustaba mucho y disfrutaba mucho estar con ella. No buscaba nada serio por que entiendo que ella estuvo en una relación complicada durante toda la preparatoria con un bastardo que la golpeaba y le había costado mucho trabajo salir de esa relación, además de que ella sabía que era momento de estar soltera y conocer mas gente.

Y la cito:
-Ya desperdicié toda la prepa con ese wey. Ahorita quiero estar sola y lo que venga. Quiero disfrutar a mis amig@s. - Gritaba con el vaso rojo en la mano.

La cito y pareciera que regreso a ese preciso momento; momento en el que me di cuenta que si jugaba bien mis cartas, podía llegar a lo que deseaba con ansias.

Le coqueteba y ella me correspondía, hablamos diario desde la mañana hasta altas horas de la noche. Me mandaba fotos frente al espejo y le correspondía con fotos mías. Una ocasión le dije que su escote estaba impresionante y siempre que teníamos una reunión traía blusas escotadas y me apuntaba a su blusa haciendo hincapié a que traía esa blusa por mis comentarios de su escote.

Por fin se llegó la noche en que pasaría la primera vez que yo tendría algo con ella. Estábamos en mi depa y ella cayendo de sueño decidió irse a su casa. La acompañé a la salida donde ya la esperaba su padre en uno de sus lujosos autos, bajamos por la escalera al patio y me besó. Enseguida correspondí. Le agarré las nalgas con las dos manos y la acerqué hacia mi. El beso duró lo suficiente como para persuadirla que no se fuera. Se alejó de mi cuerpo que ya tenía reacciones por el beso y me dijo con una sonrisa: -Pronto-.

Llegamos a la puerta principal y se fue con su padre.

La semana siguiente planeábamos salir a un bar al que normalmente íbamos, pero primero tomaríamos unas cervezas en mi depa y de ahí partiríamos en lo que empezara a caer la noche.

Llegué temprano a casa como de costumbre, saltándome mis últimas dos clases. Veía televisión y ya casi dispuesto a bañarme sonó el timbre. Estaba completamente seguro de que Marc era el que me buscaba mas temprano.

Era Daniella.

Abrí y entro con un 12 pack de cervezas.
-¿Y los demás?¿Empezamos desde ahorita?- Dijo con una sonrisa de lo más coqueta.

Enseguida lo supe. Los hombres también tenemos ese sentido de intuición extra del que tanto presumen las mujeres que sólo ellas tienen. Yo lo sabía. Ese sería el día en el que varios meses de trabajo darían fruto y por fin me cogería a Daniella.

Traía un pantalón ajustado sin bolsas, que resaltaba su culo. Una blusa ombliguera negra con un escote que hacía que sus tetas se vieran más grandes que nunca. La emoción me mataba y hacía que mi corazón se acelerara. Empezamos a tomar y a platicar, todo iba normal. Pasadas algunas 6 cervezas puso música. Se acercaba el momento. Mi instinto fue pensar en bañarme rápido por higiene, suponiendo que el momento estaba cerca. Me levanté de la silla del comedor y le dije que iba al baño. Pasé al cuarto sin que se diera cuenta por mi toalla y me lavé el cuerpo en menos de un minuto con toda la adrenalina del mundo encima. Me puse ropa interior limpia y apretada para que mi verga se viera con la presentación mas excelsa para cuando me quitara el pantalón. Me vestí de nuevo en el baño y salí. Ella ya estaba bailando con la cerveza en la mano. Me senté en la misma silla y ella empezó a bailarme. Coqueteándome. Yo la agarraba de la cintura y ella frotaba su perfecto culo contra mi verga que ya empezaba a tener reacción por el roce que sucedía al mismo ritmo de la música. La volteé y empecé a besarla mientras le agarraba las tetas sobre la blusa, las apretaba y metía mi cara en ellas. Cuando las apretaba ella se las veía y las alcanzaba a tocar con su lengua. Ya me estaba matando y aun no empezábamos.

Pasamos al sillón, en la misma posición, ella sobre de mi, pero ahora le quite la blusa y ella me quito la playera. No paso mucho tiempo para que yo la aventara al sillón y le bajara el pantalón. Traía una tanga negra. Así como se quedó empecé a meterle los dedos y a usar mi lengua para estimularla. Tan solo con el primer movimiento un gemido llenó mi sala. Ella ya estaba de lo más mojada y excitada cuando bailaba encima de mi verga.

Después de que yo se la chupe me disponía a cogérmela en la misma posición a lo cual ella reacciono y me aventó al sillón diciendo: -Aún no-.

Me bajó el pantalón y ponerme un bóxer llamativo no sirvió de nada, enseguida lo bajó y vio mi verga que ya estaba mas que lista para la acción. Empezó a mamármela tan intenso que pensé que algo que llevaba añorando mucho tiempo, duraría menos de lo que esperaba. La combinación de su boca y el movimiento de sus manos eran increíbles. Agregando sus expresiones faciales y los sonidos que hacía al sacársela de la boca. Era inevitable esconder que lo estaba disfrutando tanto como yo, parecía que ella estaba disfrutando más chupármela completa de lo que yo lo hacía.

Cuando se detuvo se subió en mi y empezamos a coger. Sus movimientos eran excepcionales, combinados con las embestidas que yo le daba sentado, ella solo gemía y se tapaba la boca para evitar gritar. Yo sólo veía como rebotaba y se movía ese culo perfecto en el reflejo de la pantalla.

La puse de perrito y empezamos a coger en esa posición. Ella seguía con ese movimiento excepcional que la tiene en mi top 5 de todas las chicas con las que he cogido. Yo sabía que ya casi era el momento de terminar. La acosté en el sillón mas largo y la puse boca abajo. En esa posición claramente sentía que es cuando entraba completamente toda mi verga, sensación que fue mutua ya que sus ricos gemidos se convirtieron en gritos y en un vocabulario mas sugerente: -Coges bien rico.-

Yo no podía decir nada (y me encanta hablar mientras cojo), estaba concentrándome en terminar y hacerlo de la manera mas placentera posible. Al momento que ya no resistí más se la saqué y con ayuda de mis manos quise venirme en su culo pero la intensidad de la situación hizo que llegara hasta su espalda y cabello. Me senté al borde del sillón donde ella estaba recostada. Hubo un silencio en el que los dos recobrábamos el aliento. Ayude a limpiarla y se sentó en el sillón.

Sentía que habían sido los 30 minutos mas gloriosos de mi vida. Así sin ropa me dijo que si se podía bañar en mi depa para sólo irse a cambiar a su casa y regresar. Su comentario me hizo ver mi celular para ver la hora y me di cuenta que había pasado una hora y media. Perdí noción del tiempo. Tenía llamadas perdidas de Marc y el tiempo encima. Daniella se bañó y se fue no sin antes de darme un beso largo y apasionado, terminando con un:-Me arreglo y regreso-.

Cuando terminé de cambiarme y me disponía a guardar toda evidencia de que había estado con alguien antes de que todos llegaran me di cuenta que sólo nos habíamos tomado 6 cervezas entre los dos.

Lo que me hizo darme cuenta que lo que sucedió no había sido culpa del alcohol, sino de unas enervantes ganas de las dos partes para hacer realidad algo que semanas atrás, era inminente que sucedería.

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