Al regresar mi esposa de fiesta VI

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En la discoteca

                                         
CARLA
        Madre mía. No lo había reparado de cerca. En la pista me sorprendió ver a mi Jorge hablando con un tio, supuse que había encontrado algún amigo o conocido. Yo había seguido a lo mío, meneándome, divirtiéndome… pero al regresar a su lado, y pedirme que me lo presentara, el corazón se me aceleró. El chico era algo más bajo que mi marido, aunque más alto que yo, vestía un vaquero desgastado, y una camisa blanca que dejaba entrever unos pectorales y unos brazos muy cuidados en el gym…mmm… me sorprendí pensando, en poco tiempo y antes de saber su nombre, en que me encantaría saber que más había debajo de esa camiseta… además, era guapo, muy guapo, de tez morena y unos ojos verdes casi claros, que cuándo se clavaron en mi… buff…
        -Hola, soy Óscar, encantado –y me dio dos besos-
        -Eres…. ¿el Óscar de Luis?
        -Bueno, nunca me habían llamado así, pero si… jajajaja
        -Jajajaja… -ahora si que me había puesto nerviosa… ¿este era el muchacho al que Luis había contado nuestro encuentro? ¿Al que le había dicho que yo era una diosa en la cama…? Qué vergüenza… - y ¿Qué hablabais tan entretenidos?
        -Bueno, le decía a tu marido que me encantaría conocerte, y bailar contigo, si él lo permite…
        -Y…-miré a mi marido, que sonreía…- ¿qué te ha dicho él?...
        -¿La verdad? –Óscar me miraba divertido, joder, que guapo era…-
        -Claro –le sonreí, más relajada-
        -Pués… que bailar y lo que surja…
        -Jajajajaja –miré divertida a mi marido -¿eso le has dicho?
        Jorge me atrajo hacia él, me besó, y me susurró al oído: -joder, que cachondo me pones. A ver si te lo ligas… -sus palabras me mojaron… Le guiñé un ojo, le di un pico, y agarré de la mano a Óscar: -¿bailamos o qué?
        Y nos dirigimos a la pista.
                                JORGE
        Bueno, pues si en algún momento de esa noche la polla se me había puesto dura, había sido en ese momento. Cuando Carla, ante mi insinuación, no tardó ni un momento en llevarse al muchacho a la pista. Y allí estaban. Y el muchacho sabía moverse, muy bien además. Y Carla se dejaba llevar, sensual… esta vez sí que la veía dejándose llevar, el chico la hacía girar, su falda volaba y podía ver sus piernas, incluso en algún momento me pareció apreciar, solo en las milésimas que duraban esos giros, que se le adivinaba parte del culito… lo cual, debo admitir, me puso aún más caliente. Eran sentimientos encontrados. Todas las palabras que me había dicho el muchacho me rondaban la cabeza. Deseaba follarme a mi mujer, en aquel momento, con todas mis fuerzas. Pero a la vez, me excitaba demasiado verla en manos de aquel tio, que hacía un rato me había dicho tan seguro de sí mismo que se la iba a follar, dejándose llevar al ritmo de la salsa. Tras un par de canciones, pusieron una lenta…
                                CARLA
        Demasiado. Era demasiado. Demasiado guapo, demasiado perfecto físicamente, y encima se movía tan bién… no es que me gustara bailar con él, es que me encantaba… además, las palabras de mi marido, los movimientos de Óscar, alguna que otra mirada hacia mi marido viendo que no perdía detalle, los movimientos de Óscar otra vez… me noté excitada, notaba, pese al cansancio del baile, los pezones duros, había notado más de una mirada de mi compañero de baile hacia mis pechos, eso aún me había excitado más. Notaba como la falda me volaba, no pasaba nada, me dejaba llevar…. Estaba disfrutando… hubo un momento, en que me volteó, y me agarró desde atrás. Nuestras caderas se movían al compás. Se pegó contra mi trasero, y pude notar un bulto más que prominente pegado en la parte baja de mi espalda… sus manos recorrían mi cintura, y sus dedos, en un instante, rozaron mis pezones duros… lo recuerdo, era tan excitante. Otra vez me volteaba, y me encontraba con esos ojos que me volvían loca… sus manos ahora en mi espalda, ahora sutilmente bajaban a mi trasero. Mi falda volaba, llegué a notar algún roce por debajo de la misma, acariciando suavemente la parte baja de mis nalgas… no me importaba, me dejaba llevar… otra vez me pegaba contra él, ahora notaba su bulto en la parte baja de mi vientre… madre mía… su boca reposaba en mi cuello por un instante, para arquearme hacia atrás, haciendo un vaivén de cintura, parecía que me iba a follar allí mismo… pero era solo baile…
                                JORGE
        No había perdido detalle. Y debo reconocer dos cosas. La primera, que el muchacho era un crack. Se movía muy, muy bien, y hacía con Carla lo que quería. La segunda, que en vez de sentir celos, había ocurrido lo mismo que con Luis: me había excitado. Mi garganta seca pedía cada vez más gin. Y el corazón, parecía que me iba a salir de la boca. Era una sensación extraña, de miedo, de placer, todo a la vez… les veía moverse tan sensualmente, y era mi querida esposa quién se dejaba llevar…
        Di un par de tragos más a mi bebida. Cuando acabó la tercera canción, Carla y Óscar regresaron a mi lado.
        -Tu mujer baila de cine, Jorge… si me disculpáis, voy al baño un instante…
        Carla me besó, y preguntó:
        -¿Qué tal?
        Para su respuesta, guié su mano hacia mi paquete, duro:
        -Mmmmm… parece que esto le excita a mi maridito…
        Carla le dio unos sorbos a su mojito:
        -¿Y bien? –me preguntó-
        -¿No lo has notado? –le sonreí…
        -No lo entiendo la verdad. Pero bueno –sonrió. – suerte para mí, jajajaja.
        -Al final voy a ser un cornudo consentido…
        -¿Cómo dices?
        -Pues… todo esto que me excita… es porque en realidad me excita verte a ti, verte disfrutar, verte bailar, verte exhibirte… y verte follar….
        -Ah… ¿si?...
        -Qué quieres que te diga… - la besé nuevamente, nervioso por lo que le iba a decir, el corazón seguía latiéndome con fuerza mientras mi polla pedía más de aquello – no me importaría verte follar con este tío, si tu quisieras…
        -Mmmmmm…. –Carla buscó de nuevo mi paquete- la verdad es que el muchacho no está nada mal, sabes que esos ojos son mi perdición…
        -Pués ya sabes… –le guiñé el ojo y la besé de nuevo.-
        -¿Nos vamos al hotel entonces…? –me prenguntó mi mujer..
        -¿Cómo vais, pareja? –dijo Óscar a su regreso.
        -Nos vamos, si te parece. –Le dije- Al hotel.
CONTINUARÁ

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