Madurita del Curso

Era el fin del curso y muchos estaban contentos por haberlo concluido, no vale la pena mencionar de qué era el curso, en fin, yo no lo estaba del todo, me daba igual y como nunca me han gustado estas cosas estaba con todos sin estarlo. Pero por qué fui se preguntarán y tan estúpido es que como requisito había que presentar una foto en la fiesta esta así sin más. Para mi suerte me enteré de que la Señora Araceli se acababa de divorciar y a pesar de que nos hablábamos frecuentemente no nos contábamos cosas de esas.
Ella iba muy guapa, con un vestido negro que hacia relucir su figura que no de modelo, pero si con muchas curvas sin exagerar, un escote discreto, pero vistoso y unas caderas pronunciadas la hacían una señora muy guapa. Después de un buen rato de las bromas estúpidas y esas cosas, Araceli se acercó y empezamos a hablar de tonterías del curso, de que si el profesor y esto y aquello y después por el alcohol, que, aunque no mucho, si el suficiente para hacernos hablar empezamos a coquetear y lanzarnos halagos. Me contó lo de su marido y aunque piense que le fue infiel, la historia era que no podían tener hijos y ella deseaba mucho eso, pero no podía estar así, además lo peor no era eso, sino que al Señor no se le paraba, literalmente así me lo dijo.
Ella seguía triste y después de dos semanas duras de trámites y cosas así, ella se sentía mal, pues se estaba haciendo grande. Tiene 42 años, yo no digo que esté grande, pero bueno para ser madre tal vez, no lo sé. Me ofrecí a acompañarla a su casa pues traía yo carro y ella no, llegamos y después de un viaje ameno me ofreció un poco de café, sinceramente no pensé nada malo y en el transcurso del camino, de repente miraba sus piernas algo gorditas, sabrosas diría yo y ese vestido pegado a ellas, al igual que cuando ella miraba al frente veía su escote, claro en los altos no mientras conducía. Sentí como mi pene empezaba a pararse, pero no tanto como para ella lo pudiera ver de noche y sin luz dentro del carro. 
Cuando subimos seguimos platicando y con café se nos bajó un poco el alcohol, pero creo que fue peor porque podía ver la sensualidad en su risa, incluso su tristeza cuando me hablaba de sus cosas, al mismo tiempo que miraba esos senos un poco apretados y blancos que delicia. 
Empezó a contarme que lo intentaron un buen tiempo, pero no se pudo y que la satisfacción no era lo mejor, se casaron cuando ella era más joven y fue su segundo hombre, un hombre de 10 cm. 
Yo le pregunté si ya estaba erecto en ese momento y ella asintió, me sorprendió un poco y le pregunté si había visto porno alguna vez, esto me dio mucha pena, pero en el momento me dio morbo, ella titubeó, le perdí perdón, pero me contestó que no, que solo una vez, pero eran lesbianas, que en realidad llevan una vida muy simple y en efecto, no tenían televisión y no pudo ver ninguna en la computadora. 
Después ella me dijo que por qué me sorprendí y le dije que nada, solo que se me hacía poco, ella se extrañó y me pregunto cuál era la medida promedio, yo no sabía y dije que como 14 o 15 cm tal vez y la pregunta siguiente fue «¿y la tuya cuanto mide?», yo me avergoncé y le dije que 19 cm más menos, no sabía bien. Ella ahora se sorprendió y empezó a reír, dijo que, por qué la engañaba, dije que no y me dijo «enséñamela».
En esos momentos realmente, me empecé a excitar y mi corazón latía fuerte, sinceramente tenía más curiosidad, pero ahora más morbo, mi pene ya estaba algo erecto, me levanté y se veía mi bulto prominente y de inmediato se levantó y puso su mano en mi pantalón, me exalté y ella lo manoseaba parándolo más y más. Me desabrochó el pantalón bajo el bóxer, «no puede ser» dijo, «es como la de mi marido, pero dos veces». La agarró con sus dos manos y la apretó tanto que me dolió y me alejé, me pidió perdón, no dejaba de mirarla y yo no dejaba de ver sus senos. Se arrodilló sin soltarla y la metió en su boca, siempre gimiendo levemente, eso me excitaba tanto, no la soltaba y no le cabía toda, pero aun así se la clavaba, el sentir su garganta en mi cabeza me hizo venir a chorros dentro de su boca y con tanto placer, que no me percaté que se estaba tocando frenéticamente y entre sus piernas había un pequeño charco, se había corrido la Señora.
Cuando volteó a mirarme tenía la leche escurriendo y cayendo hacia sus senos y en ese vestido negro tan sexy y sucio que se veía, lo bajó con todo y sostén en las tetas y sus pezones chocolate, deliciosos, erectos, me hicieron lanzarme hacia sus senos contra el suelo de inmediato. Empecé a comerle los senos y ella sobre mi pene lo pajeaba, seguía duro, no sé por qué, quizá estaba muy excitado y ella lo jalaba y me apretaba contra sus senos con su otra mano, yo juntaba sus senos y después de un poco, metí mano entre sus piernas para masturbarla y estaba completamente mojada entre los muslos y en su sexo, pero me sorprendió que su vagina fuera muy estrecha, mis dos dedos entraban con dificultad. 
Me empujó y me dijo «métela» abrí sus piernas y metí la cabeza, pero me apretaba tan rico, ella gemía, le dolía y la sacaba, pero ella decía que no, que siguiera. Lo intentaba y de pronto sentí como si algo me sacara y fueron sus jugos deliciosos, apretaba sus piernas con fuerza y esta vez entro más rápido, la saqué lento y la metí así más rápido gemía muy rico y se movía con cada arremetida y mi verga entraba en diferentes ángulos, podía sentir sus paredes y su vagina abrazar mi verga, ella me apretaba cada vez más contra sus senos y yo no paraba de metérsela, alcé sus piernas y se la metí más duro, mis huevos chocaban contra ella nalgueándola.
La volteé y miré sus nalgas tan deliciosas acumularse empinadas contra mi verga y mis manos, empecé a penetrarla con fuerza hasta no pude contenerme, tanto que le solté un par de nalgadas duras dejando sus nalgas rojas y me corrí como animal, de nuevo ella igual sacó sus jugos, esta vez menos igual que yo, pero nos corrimos. Me acosté en el suelo y ella fue directo a mi verga, a limpiarla, que rico decía, no la desperdicies dame y lamia mi verga y la jalaba y apretaba, no dejaba de chuparla, decía que le gustaba el olor a verga.
Jamás pensé que hablara así, ella una señora que acaba de divorciarse. Me pidió que regresara, lamentablemente no pude hasta dentro de dos días, esa vez me citó en un hotel, pero será otro relato, ella ganó el juicio y con ello, una pensión considerable.

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