Mi puta por un día

Es increíble como la vida te cambia de repente. De un segundo a otro. Yo era feliz con mi vida, acabando mi carrera, compartiendo piso con mi novia y con esperanzas de futuro. Todo iba bien hasta que un día cualquiera mi móvil sonó y al mirar de quien era el mensaje me encuentro un mensaje de mi novia que, evidentemente, no iba dirigido a mí. Si, se estaba tirando a otro. O se lo había tirado. Según Claudia, que así se llamaba, fue solo una vez y estaba borracha, un descuido, un error subsanable. Para mí no, para mí era una puñalada en el alma que no estaba dispuesto a perdonar. Me daba igual si fue una vez, dos, ocho, o cuatrocientas, pero lo echo, echo estaba y no había perdón posible.
Mi puta por un día
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Fue el momento en el que mi vida cambio. Para unos será a peor, para otros a mejor, no lo se, pero cambió radicalmente. Mi estable cabeza se llenó de ira, de rabia, de odio, de ganas de joder, a ella especialmente y al género femenino un poco también. Algo se despertó en mi interior. Pero todo eso vino después.
Después porque el primer día yo no me lo creía, no me creía que me hubiera traicionado en nuestra idílica relación. Era una relación de esas de cuento, de película de Antena3 los domingos por la tarde, de esas tan románticas y casi perfectas que ni la canción más ñoña del ñoño de Alex Ubago podría relatar. Seguido a eso vinieron los momentos de los porqués. Porque lo hizo? Porque a mi? Porque todo?. Y los momentos de abatimiento, de quedarme tirado en el sofá mirando al techo durante toda la tarde. Era un zombie.
Me lloraba y suplicaba mi perdón veinticuatro horas al día y yo no podía ni dirigirla la palabra. Por las noches dormía en la habitación que estaba libre. Lo recomendable hubiera sido coger la maleta y largarme, pero nos quedaban dos meses de alquiler aun juntos…y bueno, para que mentir, en una ciudad que no era la mía donde apenas conocía gente había construido mi vida en torno a ella y no tenía huevos para romper con todo y largarme. Necesitaba simplemente saber que estaba ahí. Era adicto a ella y era como un yonky cuando necesita su chute de heroína. Necesitaba tenerla allí aunque solo seria para insultarla. Ciertamente estaba jodidísimo, por no poder no podía ni empalmarme. No sé si estuve dos semanas enteras sin levantarme con la tienda de campaña montada, todo un record para mí.
Pero aquella erección mañanera después de “tanto tiempo” creo que fue lo que me encendió la mecha y marcó mi punto de inflexión. Se puede decir que la había estado evitando por casa durante esas dos semanas, evitando sobre todo el contacto físico, lo último que quería era un abrazo falso suyo. Y como digo estaba totalmente asexual, sin lívido. Hasta ese día. Salir de la habitación y verla pasearse por casa como habitualmente iba, en bragas y camiseta, me altero. Creo que tenía mis ojos inyectados en sangre y por mi mente solo pasaban cuatro letras: P-U-T-A. Algo tenía que hacer. Tenía que vengarme y hacerla saber por el sufrimiento que me había hecho pasar. Tenía que hundirla en la miseria como ella había hecho conmigo y posteriormente hacerla revolcarse en ella.
Mi deseo sexual aumentaba a la vez que mis ganas de joderla. No niego que no había ocasiones en las que deseaba cogerla y empotrarla contra la nevera violentamente, pero me contenía porque tampoco quería darla el placer de hacerla saber que aun la deseaba sexualmente, aunque en mi cabeza no paraba de darme vueltas la pregunta de si debería hacerlo y saciar mis instintos o no. Pasaban los días y mi deseo aumentaba, y una frase percutía mi cabeza: “Tiene que saber que es una puta.” Me la repetía constantemente y la daba vueltas, ¿Cómo se lo puedo hacer sentir? Tenía que buscar la manera de hacérselo sentir y por supuesto, quería que ella supiera de mis intenciones, aceptara que pretendería demostrárselo y finalmente que acabaría reconociéndomelo. Fácil no iba a ser pero lo iba a conseguir.
Es de Ojos negros, labios carnosos y melena lisa morena hasta media espalda. Su cuerpo era de modelo, largas piernas y un culito respingón precioso. Sus tetas eran redonditas y firmes, si bien no era muy grandes, eran suficientes para mí, y sus pezones eran un auténtico manjar. Vamos, que era un bomboncito.
-Quiero hacer lo que me de la gana contigo durante un día.-
Era lo mejor que se me había ocurrido. Había pensado en tirarme alguna amiga suya y decírselo, o mejor aún, hacer que nos pillara sin querer queriendo, o incluso tirarme a su hermana pero en poco más del mes que me quedaba allí sabía que las posibilidades de éxito con alguna amiga suya eran mínimas y que con su hermana no dejaba de ser la típica fantasía del que tiene una cuñada tremenda y sueña con montarse un trio con las dos.
La tenía sentada en la cocina enfrente y me miraba con los ojos como platos, después de varias semanas sin dirigirla casi la palabra por mi parte y contestar con monosílabos cuando ella me hablaba, estaba atónita.
-No entiendo, que dices lo que quieras?-
-Pues eso, lo que yo quiera. O sea hacerte lo que me de la gana, y si te mando algo pues tu obedecerlo…- Intentaba hablar con la expresión más fría posible.
-Joder que me vas a mandar…-
-Daño físico no te voy a hacer eh.-
-Ya lo sé, pero joder, eso que dices… no sé,…y así me perdonarías?-
-Pues no lo sé.- En realidad si lo sabía, NO¡¡ pero tenía que dejarla ese hilo de esperanza.
-O sea que no lo sabes…-
-No, es que ahora mismo, no se, te veo como… o lo que me inspira es hacerte eso, como si serias…una puta.- Era la primera que la llamaba así desde que nos conocíamos hace tres años. Si que se lo había llamado muchas veces mientras follábamos, o ella me lo había dicho muchas veces, pero siempre con la preposición ‘mi’ delante y nunca de esa manera tan fría mientras me preparaba un servía un vaso de leche, desde luego.
Y lo noto porque sus ya ojipláticos ojos se le abrieron más al oír esa palabra y casi se le salían de las cuencas.
-Tómatelo como si serias mi sumisa.- Me apresuré a decir viendo que si esperaba a que diría algo aún estaba sentado allí.
-Ya…un día solo?-
-Mmmm.- Esa pregunta me pillo descolocado, igual aceptaría serlo de ahora en adelante?. – Ya veríamos…-
-Que veríamos… Joder… Es que… Y que quieres que hagamos? O hacerme? A ver que me mandas…- Su cara era una mezcla de incredulidad, ira, desesperación y la mas importante para mi, la sensación de que o lo hacía o me perdía. Su última frase parecía una aceptación implícita.
-Bueno, eso lo veras si aceptas. Si o no?-
-No puedo pensarlo o que? No tengo mas remedio no? Tengo que pensarlo…-
-Tienes lo que queda de día, a las doce me lo dices.- Me levante dejando el vaso vacío en la fregadera y salí de la cocina. -Me voy al gym, hasta luego.-
Cuando volví horas más tarde estaba en la cocina haciendo la cena. Antes nos turnábamos a la hora de hacerla o incluso la hacíamos juntos pero desde que paso lo que paso hacia ella todas las comidas y en alguna ocasión hasta el desayuno, supongo que tratando de hacerse la buena como si eso la iría a servir para algo.
-Bueno, que tal?- Rompí el hielo.
-A ver que yo por ti lo haría…-Arranco acelerada. – Pero también… Es que no se que me harías hacer y no se, porque quieres hacerlo así también?-
-Porque? Pues es cuestión de…que seas mi puta, que te sometas a mi. Que te entregues a mi entera. Digamos que quiero que recuerdes toda la vida…que fuiste mi puta.-
-Ya….-
-A ver, que me podría tirar a otra en plan venganza, pero tampoco me motiva mucho eso, es más lo que te digo. Me has jodido pero bien, entonces siento que ahora me lo debes…-
-Si eso te hace sentir mejor…Yo sabes que por ti hago lo que sea.- Decía con lágrimas en los ojos, estaba diciendo que si. –Cómo empezaríamos? O Cuando? Ya?-
-Tu estate tranquila, ya te lo diré porque lo tengo que preparar todo vale?- Mas que preparar tenia que pensar que coño la iba a hacer porque no había pensado nada aun. Solo sabía que no cabía en mi de alegría. Una vez tenía su aceptación deje de prestarla atención, no se ni lo que me contestó, puse el piloto automático y que contestara por mi mientras mi mente maquinaba el plan.
Lo que más claro tenía yo era que en cuanto lo haría me largaría de allí, no iba a pasar ni un día mas con ella, me volvía a mi ciudad y listo, aunque me supondría pagar un mes entero de alquiler que prácticamente no aprovecharía.
Los siguientes días los paso a la expectativa, esperando a que yo daría el paso y la verdad es que verla así, pendiente de ver que hacía y con las dudas de cuando lo haría, como y que… me ponía bastante. Decidí que sería un viernes el día elegido porque era el día que los dos teníamos libres y así la tendría el día entero a mi disposición así que el jueves por la tarde-noche estaba realmente excitado. Habían pasado cinco o seis días, no lo recuerdo exactamente y aunque no tenía grandes ideas sabía que me lo iba a pasar bien.
Espere con ansia las 00.00 de esa noche. Recuerdo perfectamente como estábamos en la salita, ella tumbada en posición fetal en el sofá viendo cualquier chorrada en la tele y yo disimulando sentado con el portátil en las piernas, haciendo que hacía algo aunque solo miraba los minutos pasar en el reloj de la pantalla. Cuando llego la hora cerré bruscamente la tapa de portátil (no sé cómo no la rompí), me levante, lo deje en donde había estado sentado y me dirigí hacia ella. Me agache a la altura de su cara, la agarre firmemente de la mandíbula para que no pudiera mover la cabeza y mirándola a los ojos la dije:
-A partir de ahora, hasta mañana a las doce de la noche eres mi puta. Quítate el tanga.- Me había repetido mentalmente esa frase unas mil quinientas veces. – Nada de ropa interior, entendido?-
No sé si era de las ganas que tenía yo que según lo dije vi la excitación en sus ojos.
-Me quito el tanga no?- Me pregunto, a lo que asentí con la cabeza. Vaya pregunta más absurda. Se levantó hasta ponerse sentada en el sofá y haciendo fuerza con su espalda contra el sofá y levantando las piernas y culo se quitó el pantalón del pijama. Lo dejo en el suelo y en la misma posición y tal y como la había ordenado se quitó el tanga de hilo negro que llevaba. Yo mismo se lo recogí de la mano y observe como bajaba las piernas y se quedaba con ellas abiertas enseñándome su coño rasurado. Con tono pícaro me preguntó:
-Que hago ahora?-
Parecía que la estaba gustando¡¡ Y viendo como estaba, y el tiempo que llevaba sin meterla paso lo lógico, que tenía un bulto considerable debajo de mi pantalón de chándal de andar por casa. No pude evitarlo y la ordene que me la chupara.
-Y no se te ocurra usar las manos.- Espeté.
Y sin pensárselo dos veces me agarro el pantalón junto a mi calzoncillo y me los bajo de golpe liberando mi polla semi-erecta y mis huevos. Menos se lo pensó aun para metérsela en la boca mirándome con cara de zorrita.
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Haciendo caso a mi orden de no usar las manos, estiró los brazos alrededor mío para poder, de alguna manera, agarrarse a mi culo y tener un punto de sujeción en el balanceo de su cabeza. No hace falta decir que en cuestión de segundos tenía mi polla empalmada como nunca. Quería borrar esa cara de zorrita que me estaba poniendo así que la agarre la cabeza con ambas manos y comencé a menear las caderas suavemente, hasta que me fui alterando y comencé a menear con mis manos también su cabeza.

De los primeros meneos suaves rápidamente pasé a meneos bruscos y fuertes, más que agarrarla de la cabeza la tiraba del pelo. La estaba follando la boca con todas mis fuerzas y poco me importaba si casi no la dejaba respirar y las arcadas que cada poco la escuchaba. Sus manos ya no hacían fuerza para metérsela más adentro sino que posadas en mi pubis hacían fuerza para intentar sacársela de su boca y poder respirar, cosa que obviamente no podía hacer pues a fuerza era imposible que me ganara.
Reconozco que no aguante mucho, estaba fuera de mi y cachondísimo así que en el momento que note que me iba a correr no trate de aguantarlo y simplemente empuje su cabeza hacia mi metiéndosela lo mas profundo que podía y la sujete bien fuerte para que no se meneara. Salió mi primer chorro, el mas potente, que iría directamente al estómago porque mi capuyo lo tenía prácticamente en la garganta.
Según salían los demás chorros de semen, mi fuerza parecía irse con ellos y prácticamente solté su cabeza aprovechando ella para sacársela de la boca cogiendo aire como si estaría muriendo y atragantándose con mi corrida en la garganta, lo que provocó que se le caería casi todo de la boca echándoselo a sí misma en su camiseta y sus desnudas piernas. Esa imagen suya mirándome respirando acalorada, despeinada y con mi corrida por todo su cuerpo era tan bonita que le saque una fotografía mental que aún tengo en mi memoria y directamente me subí los pantalones y calzoncillos de una vez, tal y como ella me los había bajado.
-Muy bien echo. Ahora a dormir que mañana va a ser un día muy largo. Hasta mañana, putita.- Le esbocé con una sonrisa.
Y cogí camino a mi habitación, por su puesto con su tanga en mi mano. En cuanto se quedaría dormida iba a recoger todos sus tangas y tirarlos a la basura. No me había gastado yo mi dinero en ellos para que vendría otro a bajárselos, eso lo tenía clarísimo. Y así lo hice. No la deje ni una triste braga.
Me metí en la cama pero apenas dormí. Cuando me ronda alguna idea por la cabeza ya puedo estar cansadísimo que me resulta imposible dormir. Cada rato cogía el móvil para mirar la hora y cuanto más tarde era más me desesperaba por no dormir y temiendo que Claudia se despertara antes que yo y haría cualquier cosa sin mi permiso la mande un Whatsapp: “Prohibido salir de tu habitación hasta que yo vaya.” No contestó pero obedeció. Al día siguiente al levantarme ella aún permanecía en su habitación. Asomé la cabeza por la puerta entreabierta para darla los buenos días y se la cerré para irme a por el desayuno.
Volví a la habitación con un tazón de leche un par de galletas y una corbata negra en la mano. Me la encontré sentada en la cama a lo indio con la misma ropa con la que la había dejado ayer, parte de arriba del pijama puesta y nada debajo. La visión de su coño era perfecta. Apoye la comida en el escritorio y agarre la corbata fuerte con las dos manos, una de cada extremo y la estire acercándome a ella, momento en el que me interrumpió con un:
-Puedo ir al baño? Me meo mucho¡¡-
No había contado con eso… En fin, que iba a hacer…- Tienes 30 segundos para ir y volver.- La dije con resignación y salió volando hacia el baño.
Igual de deprisa que se fue volvió y de un brinco se puso de rodillas en la cama esperando mi acción. Cualquiera diría que estaba más ansiosa que yo. Yo tenía claro cómo empezar, cubriéndome las espaldas.
Le puse la corbata alrededor de la cabeza y la tape los ojos. Hice un nudo bien fuerte asegurándome de que no se iría a soltar y amague con golpearla la cara para comprobar que no veía nada. Todo perfecto. Saque el móvil del bolsillo al tiempo que me bajaba los pantalones y tratando de poner un tono cariñoso la indique:
-Tu desayuno está listo.-
Tonta no era porque entendió mis intenciones a la primera. Alargo la mano en busca de mi polla y en cuanto la encontró arrimo su cabeza a ella. Aun flácida comenzó besarla mientras la meneaba con la mano. Cuatro o cinco besos y se la metió a la boca. Sé que la encantaba notar como le crecía en su boca, decía que eso la ponía, notar como era capaz de empalmarme con su boca. A decir verdad, lo hacía bastante bien, digamos que su técnica había mejorado notablemente en estos tres años y no demoraba mucho en ponérmela dura una vez comenzaba a chupármela.
En esta ocasión no fue diferente y rápidamente la tenía dura como una piedra. Era el momento perfecto para pulsar el Rec y comenzar a grabarla. Si algún día esa puta se atrevía a jugármela otra vez, a decir algo o simplemente me tocaba mucho los cojones, tendría un video con el que tenerla calladita y sin molestarme.
-Muy bien Claudia.- Así se llamaba. –Lo haces muy bien, sigue, no pares…Te gusta chupármela eh?....Contéstame, te gusta?-
-Shhhhsi.- Solo se la saco de la boca para decir eso e inmediatamente se la volvió a tragar.
-Buffffgfgf, y eres toda una experta eh?...- Poniendo mi mano sobre su cabeza y acariciándola.- Y sabes lo que eres hoy no?-
Esta vez ni se la saco de la boca, solo asintió con la cabeza.
-Pues dímelo, que eres?-
-Tu puta.- Y siguió a lo suyo, a comerse el desayuno entero.
-Vaya, así que eres mi puta y te gusta comérmela eh…Joder, y eso te gusta? Eso te pone cachonda?-
Yo preguntaba y ella se dedicaba a afirmar con la cabeza y emitir sonidos de aprobación. Como cuando dices un si con la boca cerrada. No me di cuenta en ese momento pero revisando el video posteriormente observé como llevaba su mano derecha (era zurda y con ella me la machacaba) a su coño y empezaba a tocarse. Increíble.
-Y Dime- Proseguí- Que va a pasar hoy? Puedo hacer contigo lo que quiera? Harás todo lo que yo te pida?-
-Si joder¡¡- Dijo gritando sacándosela de la boca para darle unos lametones de abajo arriba y escupirla antes de volvérsela a comer entera. Mi polla estaba recubierta entera de sus babas que chorreaban.
-Y eso porque?- Pregunte.
-Porque soy tu puta¡¡- Estaba fuera de sí, su mano derecha era una batidora en su coño y devoraba mi polla como si no hubiera comido en un mes.
Con eso tenía suficiente. Clicke el Stop en la cámara de mi Samsung y con sumo cuidado me lo volví a meter al bolsillo sin que se daría cuenta. Cuatro minutos de video comiéndomela y donde reconocía ser mi puta y que eso la excitaba. Nunca pensé que la gustaría tanto así que iba a aprovecharme de eso.
-Ya vale.- Y le quite la polla de la boca.- Desnúdate y ponte a cuatro patas.- Ordené.
Realmente solo tenía que quitarse la camiseta del pijama. Controlé que no se le cayera la corbata de los ojos al quitársela, se dio la vuelta y se puso a cuatro patas poniendo el culo en pompa. Era tan perfecto ese momento que decidí inmortalizarlo y sacarle un par de fotos desde varios ángulos.
La coloque en la cama de manera que sus manos quedaron apoyadas en la almohada, todo ello acompañado de pellizcos, cachetes en el culo y de sobeteos por todo el cuerpo. La ordene que no se movería y fui a mi habitación a por unas esposas que había comprado días antes en un Sex-shop. No se movió. Le metí primero una mano en las esposas y las pase a través de una de las barras de hierro del cabecero de la cama y la ate la otra mano. Ahora sí que era mía, atada al cabecero de la cama, tenía que bajar los brazos y apoyar la cabeza en la almohada también para no cansarse, y como consecuencia de esa postura, por el culo más un pompa aun. Unas ultimas fotos y de golpe la metí un dedo en coño que parecía un océano de cómo estaba.
-Que se siente al saber que vas a ser mía durante todo el día?- Dije con voz fuerte a su oído mientras movía mi dedo en su interior.
-Que necesito que me folles- Respondió con todo de súplica.
-Todavía no.- Le saque el dedo y la desaté la corbata de la cabeza.
Espere a que recobrara la visión para levantarme de su lado, enseñarle la llave de las esposas y tirarla al patio comunitario al que daba la ventana del cuarto. Su cara era un poema. Era una cara de terror total. Por supuesto las esposas venían con dos llaves pero eso Claudia no lo sabía. Me senté en la mesa del escritorio y procedí a tomarme mi leche con galletas de espaldas a ella.
-Estas gilipoyas? Que cojones estás haciendo, se te ha ido al olla o qué?- Gritaba poseída.
Nunca había disfrutado tanto de un desayuno como de este. Me lo estaba tomando con más calma que nunca, y eso que se había quedado helado y eso lo odio, pero con tal de tenerla así me daba igual. Yo partía un trozo de galleta, lo echaba en la taza, lo mojaba y lentamente lo comía mientras ella seguía con sus gritos e improperios. Siguió y siguió hasta que su estridente voz me empezó a poner dolor de cabeza así que decidí ir a la cocina y volver con un trozo de cinta aislante. Su cara fue indescriptible cuando me vio entrar en la habitación con la cinta en la mano. Comenzó a patalear y revolverse pero le fue en vano, me eche encima de ella y quedo inmovilizada y aunque seguía tratando de darme patadas no llegaba. La muy idiota hundía su cara en la almohada sin darse cuenta que si se portaba así sería peor pues no me dejaba otra opción que agarrarla del pelo con una mano, tirar hacia arriba y ponerle la cinta con la otra. En sus ojos se reflejaba el odio puro.
Con la boca cerrada y sin gritos me levante dándola un fuerte azote en el culo y me fui a duchar y afeitarme no sin antes avisarla que no se le ocurriría moverse ni intentar hacer nada raro. No podía hacer nada, pero por si acaso mejor que no lo intentara.
Volví al cabo de un rato con una toalla atada a la cintura y la segunda llave de las esposas en la mano. Evidentemente no se había movido, permanecía tumbada por completo y como ya no podía gritar sollozaba. Las lágrimas se notaban en sus papos y sus ojos estaban rojos y encharcados.
Me acerque y me senté en la cama a la altura de su cabeza. Me miraba con ojos de corderito degollado, con los ojos del gato de Shreck. La acaricie por el pelo, abrí la mano para enseñarla la llave y la dije en bajito con mi voz lo más cálida posible:
-Sabes que esto lo hago por los dos.- No se cómo no se me escapo una carcajada.
Tenía que mantenerle presente la idea de que lo hacía por ambos para que en ningún momento tratara de revelarse y se acabara el juego, ya sabéis como va eso del palo y la zanahoria. Combinar el castigo con la posible recompensa (aunque falsa en este caso) para reforzar su motivación a hacerlo. Su motivación a ser mi puta.
Me quite la toalla y me tumbe encima de ella. Comencé a darle pequeños besos por el cuello y al notar su culo en mi polla y con el calentón que llevaba de la mamada que me había pegado antes, se me puso dura casi instantáneamente. Mis labios fueron bajando por su espalda lentamente dándola pequeños besos. Sus sollozos ya no se escuchaban, no emitía ningún sonido, solo se escuchaban mis labios besar su piel.
Según llegue al nacimiento de su culo, involuntariamente creo yo levanto sus caderas para ofrecerme su culo y coño en una mejor postura. Me levante arrodillándome y la puse de nuevo a cuatro patas. Agarre una nalga con cada mano y la abrí lo máximo que podía. Deje caer un escupitajo sobre su ano y observe como la saliva resbalaba por su cuerpo, desde el cerradito agujero del culo hasta su precioso coño el cual ya se estaba humedeciendo. Acerque mi cara a él y le plante un beso. Olía a sexo.
Le di dos lametones muy lentos, oí un gemido ahogarse contra la cinta aislante de su boca, me incorpore y se la metí de golpe. Un gemido más fuerte choco con su cerrada boca, su cabeza se levantó y su espalda se arqueo. Permanecí unos segundos dentro de ella antes de sacarla y volvérsela a meter de golpe. Nuevamente reacciono igual, lo hice un tercera vez y una cuarta. La di un azote al tiempo que la agarraba del pelo y tiraba de él. Así comencé a follarla.
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Note que se acercaba su orgasmo y el mío también así que mordiéndome los puños porque nada deseaba más que correrme en su interior, se la saque y pare. Tenía otros planes y no quería correrme tan pronto.
-Te voy a soltar, pero te vas a portar bien a que si?-
Afirmo con la cabeza. Parece que se calmaron sus ansias de orgasmo solo con decirla que la iba a soltar. Quizá fue un pequeño orgasmo para ella el soltarla. Me levante y fui a vestirme. 30 segundos tarde en ponerme unos vaqueros con una camiseta y unas zapatillas. Abrí su armario y de él saque una minifalda negra con una blusa blanca y sujetador negro. Fui a mi habitación y volví con unas bolas chinas escondidas que sin que viera metí en su bolso. Ya con todo preparado la quita la cinta de la boca con cuidado y la solté de las esposas.
-Vístete con esto anda. Y ya sabes, nada de ropa debajo de la falda.- Tampoco tenía, estaban todas en la basura.
-Puedo al menos ducharme? Estoy sudada y asquerosa…-
Viendo que aún era media mañana le di el Ok, teníamos tiempo de sobra, eso sí, me quede a vigilarla en todo momento. Como toda mujer, le llevo su tiempo ducharse y secarse el pelo, tiempo en el que no me dormí de pies de milagro. Tras 45 largos minutos estaba vestida y lista para irnos.
Mi idea era ir a un gran centro comercial cercano, dar una vuelta y comer allí. Y hacerla sufrir un poquito de paso. Viernes mediodía, ni vacío como un martes por la mañana ni abarrotado como un sábado a la tarde, perfecto.
Caminábamos sin tocarnos y casi sin hablar. Yo no tenía la necesidad de decirla nada y ella de vez en cuando soltaba algún comentario tratando de romper el hielo que yo cortaba con algún monosílabo de manera seca. No me apetecía demasiado escucharla, solo seguir con el mío así que en cuanto dieron la una del mediodía decidí que era hora de comer y me dirigí al McDonals del centro con ella siguiéndome.
Sin mucha hambre me pedí mi hamburguesa con su Cocacola grande y me senté en una mesa de 4 sitios pegada a un enorme ventanal desde el que se veía media ciudad. Claudia se pidió lo suyo y en un abrir y cerrar de ojos se lo había comido. Lógico, aparte de mi polla no había comido otra cosa desde la noche anterior. Mientras yo comía con calma ella empezó a hablar. A recordar aquellas primeras citas que íbamos a comer a ese mismo centro, a esos momentos bonitos que habíamos pasado… y todas esas falsedades tratando de ablandarme un corazón que bombeaba odio a cada palabra que salía de su boca. Yo aguantaba callado hasta que después de un buen rato de tonterías la corte con un:
-Como tienes el coño?- Se calló bruscamente.- Porque te voy a follar ahora y lo quiero bien mojado.- Dije con una voz fría y sin pestañear.
-Esta…normal…- Balbuceo. Se quedó sin habla.
-A ver, metete un dedo y enséñamelo.-
-Pero que dices??¡¡- Se puso colorada de golpe y le temblaba la voz.
-Que te metas un dedo y me lo enseñes, que lo tienes fácil, vas sin bragas ni nada…- Guiñándola un ojo.
-Joder pero como voy a hacer eso aquí, delante de todo el mundo…-
-Hazlo. Nadie te mira, así que hazlo. Metete un dedo y dámelo a probar, quiero ver cómo estas.- Para cuando acabe la frase ya tenía las manos apoyadas en sus rodillas. Conociéndola como la conocía y viendo su cara intuía que estaba empezando a chorrear como una loca.
Y no iba desencaminado. Se giró hacia el ventanal dando la espalda al resto de mesas y arrastro su mano fugazmente subiendo por su muslo hasta su coño con las piernas ligeramente abiertas. Rápidamente lo sacó y volvió a su posición inicial frente a mí dejando las manos sobre la mesa. Su dedo más largo brillaba, no había duda que se había puesto cachonda y su coño empezaba a emanar fluidos. Agarre su mano izquierda con mi mano derecha, la levante y me lleve su dedo a la boca. Sabia delicioso. Lo saboree con pasión mientras ella se mordía el labio.
-Vas a abrir el bolso, vas a coger las balos chinas que tienes, vas a ir al baño y vas a volver con ellas dentro, entendido?-
-Si…- Replico susurrando casi, como si estaría a punto de gemir.
-Corre.- La solté la mano y con desesperación abrió el bolso buscando las bolas, las cogió y salió dirección al baño.
En tres minutos estaba de vuelta, a paso ligero, casi corriendo hasta sentarse bruscamente. Con una sonrisa le pregunte que le pasaba.
-Que tengo que ir apretando el coño para que no se salgan. Como encima no llevo nada pues…-
-Y cómo estás? Tienes ganas de polla?-
Suspiró.
-Quieres que te lo haga aquí mismo?- Seguí preguntando al tiempo que ella suspiraba más fuerte y se mordía el labio.- Que sepas que ahora mismo la tengo muy dura, apretada contra el pantalón, imagínate como tiene que estar…-
-Para por favor- Suplicó.
-Imagínatela entrando y saliendo de ti, con lo zorra que eres seguro que te corres nada más sentirla…- Seguía yo tratando de poner la voz más sugerente posible.
-Para por favor, te lo suplico.-
-Pero que te pasa?- Pregunte haciéndome el tonto.
-Bufff que estoy muy cachonda, me tienes muy cachonda y no aguanto más con las bolas, no puedo apretar más por favor déjame sacármelas.-
Me encantaba verla tan cachonda. Tenía un empalme de cojones debajo del pantalón.
-Y si te dejo sacártelas, que hacemos?-
-Lo que tú quieras, hago lo que tú quieras, pero déjame sacarlas.- Por primera vez estaba en una posición de sumisa total.
-Yo quiero follarte.-
-Pues follame. Follame como quieras.- Estaba a punto de reventar.
-Estas deseando que te folle a que si?-
-Si por favor.-
-Sácalas y ponlas encima de la mesa.- Ordené.
Ni se lo pensó. Le dio igual estar delante de todo el mundo, le dio igual que la vieran. Estaba tan cachonda que le daba igual todo. Frente a mi abrió las piernas, metió la mano bajo su minifalda y se las saco dejándolas encima de la mesa. Las bolas chorreaban y dejaban rastro por la mesa. Pase mi dedo índice por los flujos que había sobre la mesa y se lo lleve a la boca.
-Has visto que bien sabes? Vamos a follar.-
Me levante con todo el paquete abultado bajo mi pantalón. Eso era imposible de disimular. Ella se levantó como un resorte y salió detrás de mí. Me dirigí hacia el baño. Tanto el de hombres como el de mujeres están en un pasillo sin salida por lo que pudimos entrar los dos por el pasillo, me asome al de hombres y viendo que no había nadie en ese momento (gracias a Dios), la agarre del brazo y la metí dentro casi arrastras.
Entramos en un baño y eche el pestillo. Me desabroche el cinturón y baje la cremallera liberando mi polla tiesa que ya me empezaba a doler de estar presa. Apuntaba al cielo, estaba más gorda que nunca y no me explotaba alguna vena no sé por qué.
-Joder.- Gimió Claudia al verla.
-Date la vuelta.- E inmediatamente se la dio.
Subí su minifalda y deje su precioso culo al aire. Inclino su cuerpo apoyándose contra la puerta y separo las piernas invitándome a follarla. Coloque mi capullo en la entrada de su coño y la susurre un “prepárate”.
-FOLLAME TE LO SUPLICO¡¡- Me gritó. No me hubiera extrañado que se hubiera escuchado en todo el centro comercial.
Frote mi capullo contra su coño que era puro fuego y comencé a meterla despacio. Centímetro a centímetro. Sus piernas empezaron a temblar y su respiración a agitarse. La metí entera y la saque al mismo ritmo que la había metido, suave y despacio sintiendo cada pliegue de su volcán. Cuando comencé a meterla por segunda vez estalló y comenzó a correrse, casi como había pronosticado. Yo me agarre a sus pechos y seguí entrando y sacando despacio a la par que un bestial orgasmo recorría todo su cuerpo y poco menos creaba una piscina en el baño. Entre gemidos y suspiros intento hablar.
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-Follame…ahhh..duro,…follame como…ahhhh dios…como una puta…por favor..ahh...follame como una puta.-
-Como una puta eh?- Le dije al oído.
Y apreté mi mano contra su cabeza poniéndola contra la puerta, estruje con la otra su teta por encima de la camisa lo más fuerte que pude y comencé a follarla a un ritmo frenético. Combinaba tirones de pelo con estruendosos azotes en el culo que resonaban en todo el baño, con pellizcos en los pechos y todo lo que se me ocurría.
Como si de una nueva señal de Dios se tratara, cuando estaba punto de correrme se escuchó a alguien entrar en el baño. Frene para no ser oídos y de paso retrasar un poco más mi corrida, pero aun así Claudia meneaba su cintura en círculos y trataba de menearse hacia adelante y hacia atrás buscando que su placer no cesara. Y eso me ponía mucho. Agarre su melena y la tire hacia atrás poniendo su cuerpo prácticamente recto y acercando mi boca a su oído susurre:
-Me voy a correr dentro de ti y vas a salir ahí fuera con mí corrida en tu coño chorreándote, puta.- Y la mordí en el cuello.
-Hazlo¡¡- Dijo en voz alta, seguramente fue escuchada por el que en ese momento ajeno a lo que pasaba estaba meando allí fuera. Bajo su voz y siguió.- Soy tu puta hazme lo que quieras.-
Reconozco que nunca pensé que llegara tan rápido a ese punto de sumisión, de decirme ella misma empapada que la haría lo que quisiera, pero desde luego eso me ponía más cachondo aun así que volví a menear mi cadera suavemente. Durante todo este tiempo mi polla había estado reposando dentro suyo bien dura.
Animado por la situación seguí con mi juego de palabras que tanto parecía ponerla.
-Y cuando vayamos a casa, te voy a volver a atar y te voy a follar ese culito tan rico que tienes.-
-Fóllame fuerte, quiero que nos oigan y vean que soy tu puta solo.-
No daba crédito a lo que escuchaba. Nunca imagine que mi tierna y dulce Claudia, mi princesita de cuento, fuese en realidad una puta de tal calibre. Si lo hubiera sabido desde luego que la hubiera tratado así mucho antes. Era yo ese día el que tenía que mandar y decidir, pero ante una petición así, no iba a decir que no. Volví al ritmo frenético y violento, y con ello sus gemidos y mis ganas de correrme. Todo el que entró en ese momento nos escuchó, eso está clarísimo.
Trate de aguantar lo máximo posible pero acabe corriéndome como una bestia en su interior, y según noto mi semen en su interior Claudia tuvo otro orgasmo más intenso que el anterior todavía. Mi corrida fue bastante abundante, vamos, que no le salió por la boca de milagro. Yo me quede agotado, la sudada que llevábamos encima era épica. Parecíamos recién salidos de la ducha. Como pude me subí el pantalón.
-Vamos fuera anda, a ver cómo te chorrea el coño.- Dije, a lo que me respondió con una sonrisa.
El tío que estaba lavándose las manos cuando abrí el pestillo y salimos se quedó con la boca abierta como si no se creería lo que estaba viendo. Yo solo pude reírme.
La lleve a dar vueltas por el centro por darlas. No tenía intención de mirar nada y ya habíamos comido, estábamos sudados y nuestro pelo asqueroso, pero llevar una puta así a mi lado con el coño lleno de mi me hacía sentir realmente bien. Como un cazador exhibiendo su presa o un torero a hombros de la plaza con el rabo y las dos orejas en la mano. Deberíais probarlo, es realmente excitante.
-Que tal vas?- Pregunte después de un buen rato de caminata.
-Pues…creo que voy goteando. Mira a ver.-
Torcí y agache el cuello para mirar sus piernas y si, se veía claramente como por el interior de sus muslos resbalaban hilos de semen, como cuando caen las gotas de lluvia por la ventana. Quedaban disimulados al caer transparentes y no enteramente blancos, pero sí que brillaban en contraste con su piel.
-Y si quieres que sea honesta…- Comenzó a hablar- Me está poniendo…caliente. Me excita ir así.- Término de decir con una sonrisa vergonzosa.
Eran poco más de las cinco de la tarde y entre lo poco que había dormido la noche anterior y el día tan movidito que llevaba estaba realmente agotado, además estaba empezando a agobiarme de dar vueltas por allí, por lo que opte por irnos para casa y rematar allí el día.
Nada más entrar al coche en el parking subterráneo lo primero que hizo Claudia fue recorrer sus piernas con las manos desde las espinillas hasta meter un par de dedos en su coño y enseñarme todo lo que la había echado dentro y como iba ella de pringada y pegajosa con una sonrisa de “jiji lo que me has hecho, que malo eres, estas calentito? Jiji”. Yo miraba atónito, no cabía duda de que me zorrita se había quedado con ganas de más.
El viaje de vuelta transcurrió sin muchos sobresaltos más allá de sus esporádicos comentarios sobre lo guarra que estaba, haciendo hincapié en la palabra guarra, o sobre lo urgentemente que necesitaba una buena ducha por la sudada que la había hecho pillar. Comentarios cuyo único fin parecían ser el calentarme. Yo me mantenía ajeno a ellos y me centraba en la carretera, quería llegar a casa, tirarme en el sofá, comer chocolate, y luego ya la reventaría el culo. Y más o menos eso hubiera pasado si no me hubiera quedado sopa en el sofá en cuanto me tumbe en él. Me tumbe, Claudia se fue a la ducha, cerré los ojos y con un vaso de agua en la mano me dormí.
El despertar no pudo ser mejor. No te un cosquilleo que me recorría todo el cuerpo, abrí los ojos y lo que me encontré fue como estar en el paraíso. De rodillas ante mi tenia a Claudia vestida únicamente con un camisón blanco semi-transparente y unos zapatos negros de tacón de 4 centímetros y mi polla dura en su boca. Esa cabrona sabía lo que me gustaba de verdad. 
-Despierta dormilón, todavía tienes que atarme y darme por el culito como me dijiste antes.- Me recordó con una sonrisa pícara.
He dicho ya que esa zorra había superado todas mis expectativas? No sabía que más esperarme de ella. Deje que me la chupara un poco, en parte porque me encantaba como lo hacía, y en parte porque aún no estaba despierto del todo. En cuanto lo estuve la agarre de la cara sacándosela de la boca y tiernamente la dije:
-Quien te ha dado a ti permiso para comérmela? Te lo pedí acaso? Vete a la habitación, quítate el camisón y átate tú misma como esta mañana que ahora voy a darte tu castigo por chica mala.-
Con una tremenda cara de vicio y sin decir nada se levantó, se quitó el camisón tirándomelo encima y se fue a la habitación.
La di un tiempo prudencial por si la costaba atarse. Durante ese rato me dedique a beber agua y prepararme para la batalla. Lubricante, un consolador rosa de unos 14 o 15 centímetros y unas ganas terribles de reventárselo.
No es que sería la primera vez que lo iba a hacer, lo habíamos intentado antes pero no la terminaba de gustar, siempre decía que la dolía, que no aguantaba y al final teníamos que hacer parones para que descansara y eso era de todo menos excitante por lo que acabábamos yendo a lo tradicional y tenía que desistir en mi intento de rompérselo bien roto.
Curiosamente ahora era ella la que me lo ofrecía y era capaz incluso de atarse y ponérmelo en pompa para que se lo destrozara. Ya dudaba de si se había metido tanto en el papel solo para que la perdonara o realmente había tenido siempre esa puta interior reprimida desconocida para mí y que empezaba a conocer ahora. Me inclinaba más por lo segundo pero fuera lo que fuera su comportamiento había cambiado el pensamiento con el que me había acostado la noche anterior y aunque tenía claro que jamás la perdonaría lo que me había hecho, mi idea de pirarme y desaparecer para siempre comenzaba a cambiar hacia la idea de pirarme pero mantenerla como mi puta dándole la vaga esperanza de que algún día pudiera regresar con ella.
Esa noche lo decidiría pensé, ahora iba a lo que iba.
Entre a la habitación y efectivamente tal y como la esperaba, me esperaba Claudia. Se las había apañado para atarse las manos con las esposas al cabecero de la cama y me enseñaba de frente su precioso y respingón culo a cuatro patas y los tacones puestos.
-No castigues mucho a tu putita.- Exclamo según entré.- Te desperté porque me dijiste que querías hacerme esto. He sido buena no?- Aunque su cara reflejaba un intenso deseo de que la castigara a base de pollazos y azotes.
-Se puede ser puta, y luego estas tu eh?- Dije a carcajadas. Me acerque y me senté en la cama.- Vaya culazo tienes, y que nunca me hayas dejado follartelo bien hasta hoy…-Me agarre la polla dura y grande y la di unos golpes en el culo con ella.- Mira como me pone tu culito.-
-Es que cuando estas así…ya sabes que no me entra¡¡
-Hoy te entrará.- Estaba ansioso por metérsela ya.
Apunte mi polla hacia su coño y me froté el capullo en él, lo suficiente para notar su calentura y sacarla un primer gemido. Apunte hacia su redondito agujero superior e hice un amago de apretar. Se veía tan cerradito y prieto que estar allí dentro iba a ser maravilloso.
Metí dos dedos de golpe en su coño y escupí justo en el centro de su culo. Empecé a mover los dedos en su interior y con la lengua esparcí mi saliva alrededor de su rosado y codiciado agujero anal. Estire mi dedo gordo y comencé a masajearlo despacio. Volví a escupir. Masajeaba con mi dedo gordo y escupía, una y otra vez al mismo tiempo que mis otros dos dedos se movían solos dentro de su coño. Intente meter el dedo pero no lo conseguía, estaba cerrada al máximo.
Saque los dedos de su coño y los pase a su ano para dilatárselo con sus propios fluidos. Aproveche para volver a pasar mi lengua, pero esta vez empezando por su clítoris y acabando en su ano. Desde luego con lo que me costaba abrirla el culo con los dedos, metérsela iba a ser una auténtica odisea.
Mi puta por un día

 Con mucho esfuerzo conseguí introducir mi dedo índice. Lo saque y fui a por el lubricante. Deje caer un chorro en su agujero y me unte las manos con él. Así era mucho más fácil. Metía un dedo e intentaba meter el segundo mientras con la otra mano la acariciaba el clítoris para mantener su calentura y la azotaba esporádicamente combinándolo con gritos de “Que buena estas y como me encanta que seas mi puta” o “Ya verás que bien cuando te corras con mi polla en tu culo” y similares.
Me estaba cansando de tanto dilatar con las manos y tener mi polla apuntando al cielo sin tapar ningún agujero así que con las ganas que tenía me deje de juegos y encamine mi falo hacia su entrada trasera. Agarre sus nalgas con las manos y se las abrí tanto como pude y empuje con fuerza. Gritó mientras a base de fuerza mi capullo se abría paso entre sus entrañas. La presión era brutal, pensaba que me iba a explotar.
Me eche lubricante por toda mi polla y seguí empujando pero Claudia seguía gritando y su calentón parecía apagarse así que baje mi mano de la nalga a su sexo y comencé a meterla un dedo. Esto parecía relajarla y aprovechaba para ir introduciéndome en ella milímetro a milímetro. Visto que funcionaba tal y como había previsto, la saque suavemente y cogí el estimulador. Era rosa y de unos 15 centímetros, con él esperaba calentarla lo suficiente como para que relajara más su esfínter y podría rellenarla ambos agujeros al mismo tiempo.
Volví a dirigir mi capullo hacia su ano rosado sino enrojecido ano mientras activaba el estimulador y o ponía vibrando en su clítoris. Debía funcionar muy bien pues sus gritos al meter mi capullo, la parte más difícil, comenzaban a mezclarse con leves gemidos.
A base de empujar y lubricar al fin conseguí metérsela entera, lo que nunca antes había logrado.
-Enhorabuena¡ Ya la tienes toda dentro¡ Ahora empieza lo mejor, ves como cuando quieres puedes?- Complete mi felicitación con un buen cachete.
Y ahora por fin llegaba el gran momento, follarla el culo. La saque dejando únicamente el capullo dentro y se la volví a meter entera. Repetía ese proceso tratando de hacerlo capa vez más rápido, todo lo rápido que su apretado conducto me dejaba. Repentinamente metí el consolador entero en su coño y trate de acomodarlo sin que se cayera. Cada poco se lo sacaba y se lo volvía a meter al mismo ritmo que la embestía por detrás. Hacía rato que había dejado de chillar para tan solo gemir, su placer estaba superando al dolor que la estaba produciendo. La sensación era maravillosa.
-Te gusta que te dé por culo eh? Y todo esto tiempo que no me has dejado que, eh? Ahora te lo voy a reventar bien hasta correrme en él.- Mi corrida se acercaba.
Y la suya también. Siempre notaba cuando se corría pues las piernas le temblaban y gemía que parecía que se iba a ahogar, y estaba a punto de hacerlo. Acelere en mis embestidas y sus piernas rodillas cayeron quedando totalmente tumbada boca abajo en la cama dejándome en una postura perfecta para terminar. Apoyado en su espalda se la metía a un ritmo bestial. Se corrió. Tal y como la conocía diría que su orgasmo fue bestial lo cual me llevo a mí al mío. Metí las manos por debajo de su cuerpo agarrándome a sus tetas con los pezones tan duros que podían rayar el cristal de la ventana y me corrí en su culo. Seguramente la corrida más intensa de mi vida.
Me quede tumbado encima de ella sin soltarme de sus pechos y sin sacar mi instrumento de su interior, dejando que se pusiera flácida en su interior. Ambos estábamos exhaustos.
-Si me lo vas a hacer así siempre, este culito es tuyo.-
-Este culito es mío, y tú eres mi putita?-
-Soy tu putita.-
Se avecinaba un momento clave en mi vida. Permanecía allí haciéndola mi puta o me iba para no volver?
puta

3 comentarios - Mi puta por un día

trampix19
excelente ...muy exitante
trampix19
excelente ...muy exitante
barnum77 +1
Por dios sigue con la historia!!!😏