Sometida por el mesero!

Una noche estaba sola y aburrida en casa, sin nada que hacer.
Me sentía un poco traviesa así que se me ocurrió un plan, abrí mi armario y busqué la ropa más apretada y corta que tuviese, cogí un top blanco con mucho escote que me puse sin sujetador y un short vaquero con el que se me veía medio culo.
Esa noche me sentía muy zorra y quería que me tratasen como tal, iba a ir a una discoteca sola y a arrimarme a todo el que pillase hasta que alguien me llevase a su cama.
Era invierno, así que encima de la ropa me puse una gabardina, que también me ayudó a pasar desapercibida por la zona por la que vivía hasta llegar al coche, me dirigí a un club que estaba al otro lado de la ciudad, donde no encontraría muchos conocidos, una vez llegué, aparqué, ¡dejé la gabardina en el coche y entré!
Dentro hacía mucho calor, pero yo tenía los pezones duros a causa del frío de la calle, era uno de los motivos por los que había elegido ese top, era perfecto para no pasar desapercibida, ¡fui a la barra a pedir una copa y empecé a contonearme haciendo que mis curvas se movieran e incluso que mis tetas botaran en las canciones más movidas!
Uno de los camareros se dio cuenta de cuáles eran mis intenciones esa noche y en un momento de despiste de sus compañeros, salió de la barra y se acercó a bailar conmigo.
C: ¡Que bien bailas!
L: ¡Gracias!!
C: ¿Y una mujer tan sexy, que hace sola, aquí?
L: Viendo a ver qué hago, ¡jajá!
El camarero entendió mi indirecta, se puso detrás de mí, ¡acercándose cada vez más hasta el momento en el que sentí su paquete en mis nalgas!
Me di la vuelta y continuamos bailando, ¡se acercó a mí y me susurró al oído lo preciosa que era y que si me gustaría pasar un buen rato!
C: te ves traviesa, ¡yo te puedo dar lo que buscas!
L: ¿Uhm, en serio?
Lo miré de arriba a abajo y me di cuenta de lo buenísimo que estaba y de lo cachonda que me ponía, por lo que acepté el plan.
Me tomo de la mano y me llevó a una sala que tenía la puerta cerrada con llave, al abrirla me di cuenta de que era una especie de almacén donde tenían decorados de fiestas que habían celebrado anteriormente.
Yo pensaba que su plan era quedarse en ese sitio, pero no fue así, ya que se acercó a otra puerta, la abrió y me invitó a pasar de nuevo, ¡esa puerta conducía a una habitación!
C: ¡Hay un buen lugar aquí!
L: ¡Guau!! ¡En serio parece que estoy en la mansión de lujuria, jajá!
Era un reservado para que los empleados y los clientes más fieles pudiesen pasar un buen rato con sus ligues, había una estantería llena de paquetes de condones de todo tipo, ¡en otra estantería había una selección de todo tipo de lubricantes, geles y aceites de masajes!
Había también un mini bar hasta arriba de bebidas y por supuesto había una cama, ¡un sofá y diferentes puentes más donde poder follar!
Me sorprendió ver lo preparado que estaba todo, pero la sorpresa fue grata, ¡ya que había encontrado diez veces más de lo que iba buscando esa noche!
Se quitó la camisa y dejó al aire unos fornidos brazos tatuados y unos abdominales muy marcados, se notaba que el chico le daba fuerte al gimnasio.
L: ¡Mmm!, que cuerpo tienes!
C: Si hablamos de cuerpo, ¡el tuyo es de diosa!
Se acercó a mí y me comenzó a besar, iba al grano, así que se apresuró en quitarme el top, dejando mis pechos al aire, me llevó a la cama y me tumbó, allí me quitó el short y las bragas de encaje, estaba totalmente desnuda sobre la cama y las sábanas frías hicieron que se me pusiesen los pezones durísimos.
C: ¡Esta buenísima chiquita!
L: ¡Ven, vamos!!
Él se acercó a una de las estanterías y cogió un gel de masaje, ¡después se acercó a un mueble de cuya presencia no me había percatado y sacó de uno de sus cajones un antifaz que me hizo ponerme!
Sentí como se alejaba otra vez y cuando regresó empezó a atarme las manos, abrió el gel y echó un poco por mis pechos, después comenzó a esparcirlo con sus cálidas manos, ¡acariciando hasta el último rincón de mi torso!
Me dio la vuelta he hizo los mismo por la espalda, por los muslos, por mis nalgas... Cuando el masaje terminó me ató los pies, dejándome las piernas abiertas y comenzó a practicarme sexo oral.
L: ¡Uhm, ah!
C: ¡Que rica concha!!
L: ¡Lo haces muy bien, uhm!
C: ¡Ah, tú me inspiras!
Tenía muchísimo que un sexo oral me tenía loca, no solo pro como me tenía dominada si no por lo bien que usaba su lengua, ¡sentía que me había sacado la lotería esa noche!
Parecía que dominaba esta técnica e hizo que me corriese en pocos minutos, ¡fue el momento en el que se separó de mí y escuché como sus pantalones caían al suelo!
Estaba deseando de que me hiciese suya, se subió encima mía, se sentó sobre mi pecho y me metió la polla en mi boca, yo empecé a hacerle una mamada que, ¡a juzgar por su respiración entrecortada y sus leves gemidos le gustó!
C: ¡Ah, que rico nena!!
L: ¡Uhm, uhm!!!
 Su rico y duro pene era tragado por mí, los ruidos que hacia me tenían cachonda, el continuaba disfrutando de las chupadas que le daba, ¡quien me iba a decir que esa noche había encontrado un buen semental!
Yo el tragaba la verga de tal forma que el no aguanto más y terminó corriéndose en mi boca., yo me tragué su leche y seguí chupándole la polla un poco más para limpiársela. 
L: ¡Mmm! ¡Delicioso!
C: ¡Lo haces bien, riquísima putita!
Se bajó de encima mío, sentí como una vez más se alejaba, fue a por lubricante el cual me lo echó por las tetas, ¡por el clítoris y por la vagina!
Podía notar el rico olor a fresa, empezó a chuparme una teta, lo hacía con ternura, pero a la vez con pasión, después pasó a la otra, acariciaba los pezones suavemente con la lengua y sus labios abrazaban la piel de mi pecho, bajó rápidamente a mi vulva, me volvió a comer el coño con una maestría sorprendente, pero esta vez paró antes de que llegase a mi segundo orgasmo.
C: ¡Ahora si me vas a sentir nena!
L: ¡Si, lo ansió mucho!
C: ¡Que rica puta eres!
L: ¡Métemela!!
Se puso un condón y sin pensárselo dos veces empezó a penetrarme sin que yo me lo esperase, al sentirlo dentro gemí con fuerza y disfruté de cada embestida, me metía y me sacaba la polla con fuerza, mientras lo hacía tocaba mis tetas, me besaba el cuello y yo no podía parar de gemir.
L: ¡Ah, uhm, ah!
C: ¡Eso, gime, vaso uf!!!
Nunca había experimentado lo excitante que era no ver lo que va a pasar y dejarme hacer lo que la otra persona quisiera, en ese momento era su juguete y además me gustaba serlo. 
Me desató, pero me dejó con el antifaz puesto y me preguntó si alguna vez había practicado sexo anal y que si me gustaría hacerlo.
L: Ya lo he hecho antes, ¡uhm!
C: ¡Me dejaras darte por ahí!
L: Claro, ¡cógeme!!
C: ¡Que rica puta!!
Me puso a cuatro patas y sentí cómo cogía algo más del cajón, me hizo un beso negro y jugueteó con su lengua en mi culito, me metió un dedo, después dos y empezó a prepararme para la penetración.
¡Después me puso lubricante para que su rica verga resbalase más y comenzó a frotar la polla con mi raja!
De repente paró y fui consciente de lo que había ido a buscar antes al cajón, ¡era un huevo vibrador! Me lo metió en el coño, iba por el control remoto, él decidió cuando lo apagaba, cuándo lo encendía y a qué velocidad iba.
Por el momento estaba apagado, siguió restregando la polla por mi culo y de repente sentí cómo lo encendía, ¡la vibración era más potente que la de otros que había probado!
Pocos segundos después de encender el vibrador empezó a meterme la polla por el culo, despacio para no hacerme daño, a mí no me dolió nada, estaba muy excitada.
¡Él empezó a follarme el culo, cada vez más rápido, cada vez más duro!
C: ¡Nena, que rico aprietas, uhm!
L: ¡Mas, uhm, mas!
C: ¡Toma, uf!
L: ¡Cógeme, así, uhm!!
Me había convertido en la puta del camarero, el apagaba el huevo y cuando lo encendía la vibración era más fuerte, estaba gozando como una perra, ¡no había gemido así en mi vida!
De no ser por la fuerte música de la discoteca, me estaría escuchando todo el edificio, estaba al límite, me preguntó que, si estaba preparada, no sabía para qué, ¡no me dio tiempo a preguntar!
¡Me levantó, me puso de pie y me hizo agacharme contra el famoso mueble!
Me quedé con el culo en pompa y la cara contra el mueble, todo esto sucedió muy rápido, ¡entonces puso el vibrador a máxima potencia y me empotró con todas sus fuerzas!
L: ¡Ah, que rico!
C: ¡Uhm, ah!
L: ¡Que rico, no pares, uhm!
C: ¡Toma, uhm, toma!!
Sus ricas embestidas, ¡combinadas con la pose y el vibrador me tenían aullando como perra!
El camarero se daba gusto teniéndome sometida, ¡me convirtió en su juguete sexual y me estaba haciendo gritar como nunca antes hasta ese momento!
No tardé ni un minuto en correrme a chorros, ¡tanto que manché el suelo!
L: ¡Ah papi, uhm!
C: ¡Córrete, así perra, uhm!
L: ¡Ah, esto es la gloria!!
C: ¡Ahí voy yo!!!
Él también se corrió dentro de mi ano, notaba su semen caliente, me saqué el vibrador, estaba empapado de mis flujos.
El orgasmo había sido tan fuerte que ni me pude mover durante unos minutos, cuando las piernas dejaron de temblarme, me tumbé y me quedé dormida.
Al despertarme, él seguía durmiendo a mi lado, ¡yo me vestí y me fui a buscar el coche para volver a casa!
La experiencia de ser sometida y tratada como juguete sexual, fue inolvidable, a veces me dan ganas de regresar a ese bar, ¡pero lo pienso un poco porque todo ya cambio!
¡Saludos su amiga Lety!

1 comentario - Sometida por el mesero!

JainaX +1
me dejaste el palo duro, que ganas de cojer asi a alguna pava