Taxi

Esa noche de viernes tuve que quedarme un buen rato después de hora en el trabajo para terminar unas cosas pendientes.
Al asomarme a la ventana me encontré con una noche lluviosa; así que decidí tomar un taxi que me llevara a mi casa. Era inútil llamar a mi novio, porque su auto estaba en el taller.
Antes de salir le avisé que regresaría en taxi para que fuera más rápido y seguro. Mi novio contestó que empezaría a preparar la cena por mí.
En la primera esquina abordé un taxi. Era un trayecto bastante largo, así que ya sabía de antemano que el costo iba a ser considerable; pero valía la pena.
El taxista me miró por el espejo retrovisor y sentí un escalofrío de miedo.
Era un hombre bastante corpulento y un poco hosco; ya que quise sacarle conversación y me respondió con monosílabos y con cara de pocos amigos
Unas cuadras antes de llegar tomé mi cartera para ir preparando el dinero; pero entonces descubrí que no tenía el monedero ni mis documentos.
Entonces recordé que al mediodía había pagado el almuerzo y probablemente, habría guardado el monedero en un cajón de mi escritorio.
En un principio sentí un poco de vergüenza por lo que pudiera pensar el taxista; pero luego me tranquilicé, calculando que, al llegar a casa, podría pagarle sin problema…
Se lo dije al hombre y, para mi sorpresa, él frenó de repente.
Se volteó para decirme de malas maneras:
“Me viste cara de boludo, nena…?”
“No, señor, discúlpeme, tengo dinero en mi casa…” Atiné a responder…
Se volteó y arrancó otra vez, pero en la primera esquina giró y enfiló por un callejón bastante oscuro y solitario. Se detuvo y apagó el motor del auto.
Le pregunté balbuceando por qué se detenía en ese lugar; pero él abrió la puerta del conductor, bajó y subió en el asiento de atrás. Era tan enorme que apenas cabía allí junto a mí. Me miró fijamente, diciendo:
“Nena, de alguna manera vas a tener que pagarme este viaje…”
Me quedé paralizada mientras el tipo desabrochaba sus pantalones y sacaba una de las vergas más grandes que había visto en toda mi vida...
De inmediato entendí que lo que deseaba era que se la chupara y entonces supe que tenía un dilema por delante: gritar y arriesgarme a que ese bruto me lastimara o dejarme hacer y comerme esa tremenda verga que me ofrecía…
Dudé por unos segundos, mientras el taxista se sobaba la pija, haciendo que aumentara todavía un poco más su tamaño. Era inconmensurable…
“Está bien… pero prométame que no va a hacer daño…por favor…”
“No te preocupes…estoy seguro que hasta lo vas a disfrutar…putita…”
Me acomodé para quedar en mejor posición y comencé a bajar poco a poco; pero él me tomó por la cabeza y me hizo tragar la punta de esa verga enorme. Ya teniéndola adentro de mi boca comencé a darle una buena mamada, tomándola con una de mis manos y pajeando lo que lo lograba tragarme. El tipo comenzó a gemir suavemente…
Finalmente sentí un poco de líquido pre-seminal y supe que ya venía su leche atrás. Después de unos cuantos manotazos más y una buena lamida profunda, me llegó su primer chorro, potente y caliente. Saboreé su semen y luego me tragué hasta la última gota.
Continué lamiendo y sobando su enorme verga; que no había perdido nada de su dureza. El hombre abrió los ojos luego de acabar y me dijo:
“Todavía te falta algo para completar la tarifa, nena…”
Pensé que quería cogerme, aprovechando que su pija seguía totalmente erecta. Quise protestar, intentando resistirme, diciéndole que su verga era demasiado dura y me iba a desgarrar; pero fue algo inútil…
“Te cojo despacio y hasta vas a disfrutar mi verga, putita…”
Insistí en mi negativa; pero entonces me tomó por los cabellos, obligándome a ponerme de rodillas sobre el asiento.
Se colocó a mis espaldas y sus pesadas manos levantaron mi falda hasta la cintura. Suspiró admirando mi diminuta tanga de seda negra y enseguida sus toscos dedos la desgarraron en jirones. Olfateó los pedazos de esa tela y soltó una carcajada diciendo:
“Tu tanga está empapada… y vos querías decirme que no, putita…”
No me dio tiempo para contestarle. Enseguida sentí un latigazo de dolor, mientras la cabeza de su pija abría de par en par mis labios vaginales y penetraba mi concha humedecida sin misericordia. Lo hizo de un solo empujón, mientras su mano cubría mi boca para que no pudiera gritar…
Lo sentí invadirme y el dolor fue insoportable al principio. Pero mi vagina parecía estar bien lubricada, porque rápidamente, el dolor cedió paso al placer.
El tachero seguía cubriéndome la boca; así que no podía distinguir ahora mis gemidos de placer.
Me cogió así como a una perra por más de diez minutos, bombeándome la concha con bastante dureza, mientras me tironeaba del pelo y me azotaba el culo con su pesada mano.
Finalmente gruñó y acabó dentro de mi agradecida concha, ahora más que dilatada y satisfecha. Luego descansó unos instantes sobre mi espalda antes de salirse de mi vagina.
“Ahora sí… el pago está completo, nena…” Resopló de manera triunfante.
Volvió a su asiento y retomó el viaje a mi casa. Me limpié los labios vaginales con los retazos de mi tanga y luego los arrojé por la ventanilla. Disolví una pastilla de menta en mi boca y me retoqué un poco el maquillaje para que mi esposo me encontrara más presentable.
Al llegar me bajé sin saludar al tachero, que estiró su mano por la ventanilla y acarició mis nalgas desnudas por debajo de mi falda.

Mi novio me esperaba con la mesa lista y la comida servida.
Fui directamente al baño y me senté en el toilette, para hacerme una buena paja con mis dedos, ya que el tachero no me había hecho acabar. En un par de minutos quedé satisfecha y abrí mis ojos, viendo que en el suelo estaba caída la tarjeta de ese hombre… y su número de teléfono…

2 comentarios - Taxi

juanca_yo
Excelente relato me la pusiste al palo, solo me queda la duda es tu novio o tu esposo? Porque en una pones tu novio y en otra tu esposo???
ferbatti30 +1
Compañero... Es por poner un título nada más