Historias de masajes: El pago.

Continuamos con esta saga de historias hermosas y calientes que han transcurrido en un gabinete de masajes. Unas vividas por mi y otras contadas por colegas y algún que otro paciente...
Y hoy se las comparto para que las disfrutemos!

Un masajista conocido mio, llamemosle Román, con su gabinete en el barrio de Belgrano en Buenos Aires, me contó como pudo resolver a su favor un tema que se le planteó.
Lo llamó un paciente nuevo, con mucho dolor de cintura. Llegó el dia pactado acompañado de su esposa. El, morocho, bajito, morrudo. Ella, rubia, gordita, ojos azules, piel muy blanca, casi transparente. Ambos de treinta y algo años de edad. Ella se sentó en la pequeña sala de espera que tenía Román en su gabinete y el muchacho pasó a atenderse.
Román es muy buen masajista y llevó bien el problema que aquejaba al muchacho. Le recomendó que se hiciera dos sesiones más para terminar de aliviar su dolencia.
Cuando llegó el momento de pagar, el muchacho, con una caradurez tremenda le dijo lo siguiente:
- Solo tengo la mitad de la plata que sale el masaje. Le propongo que el resto lo pague mi señora con un buen pete.....
Román se puso como loco... no era para menos.
-¿Cómo no me avisaste antes? ¿Cómo me haces una cosa asi? Estas jugando con mi trabajo!
¿Y si no quiero un pete? -Román estaba sacado y le gritaba:
- ¿Y si mi moral no me deja aceptarlo? ¿Y si soy puto y no me gusta que una mina me chupe la pija? ¿Me la chuparias vos? ¿Eh? ¿Me la chuparías vos?
El muchacho estaba pálido y asustado entonces Román, un masajista maduro ya y con mucha experiencia decidió darle una lección.
-Hagamos una cosa, voy a aceptar solo con mis condiciones.
Van a ser tres sesiones, el pete va a cubrir el costo total de cada sesión, un pete por sesión. ¿Estas de acuerdo?
-Esta bien -dijo el muchacho- voy a buscar a mi mujer y espero afuera.
-No -le dijo Román, decidido a que la lección sea buena- si vas a ser cornudo lo vas a ser bien, te quedás a mirar bien de cerca como tu mujer me va a comer la pija y se va a tomar toda la lechita. Porque se la voy a hacer tomar, y vos lo vas a ver como buen cornudo que elegiste ser.
- Está bien - dijo el muchacho y fue a buscar a su mujer.
Entró con ella al gabinete y Román se bajó los pantalones de su ambo, se sentó en la camilla e invitó a la mujer a que comience su faena.
Roman porta una verga normal pero bastante cabezona y la rubia comenzó a lamerla cual si fuera una golosina. Luego metió la cabeza y parte del tronco en su boca y ese calorcito hizo que la pija tomara todo su esplendor.
El muchacho miraba todo con ojos grandes y en silencio, la muchacha continuaba con el mete y saca y cada tanto lamia cabeza, tronco y bolas. No era la mejor mamada que el hubiese recibido pero la rubia sabia muy bien lo que hacía.
Las tetas de la gordita quedaron a su alcance y entonces Román comenzó a tocarselas por dentro de su escote, jugaba con esos rosados pezones, esas tetas grandes y suaves, mientras ella seguia chupándolo.
Cuando Román sintió que era inminente su acabada le hizo abrir la boca grande y sacar la lengua, apoyó la cabeza en su lengua para que el muchacho pueda ver cada chorro de leche y asi fue. Uno tras otro fue largando una buena acabada, casi toda adentro y un poco afuera. Cuando terminó levantó a la joven y le dijo:
- Besá a tu marido. Hacele sentir el sabor de tu nuevo macho.
Ninguno de los dos se animó a contradecirlo y ella lo besó con mucha lengua, haciendole tragar parte del lechazo de Román.
Cuando se fueron, Román pensó que nunca volverían para las demas sesiones, que eso les había servido de lección, le guardó el turno por las dudas y se sorprendió cuando los vió llegar a la semana siguiente.
Realizó el masaje al muchacho nuevamente. Luego esperó de pie al lado de la camilla a que entre la que debía realizar el pago.
La rubia entró sonriente, siempre con un vestidito floreado cortón, se acercó a Román y este la tomó de la cintura mientras le decía:
- Vení mami, calentame un poquito que todavía la tengo blandita - mientras bajaba una mano a sus nalgas y otra a sus tetas, le besaba el cuello y luego llegaba a su boca metiendole lengua.
Luego de un rato de manoseo, donde la rubia se mostró muy cachonda, en especial cuando la mano de Román se coló por su vestido y tocó su concha empapada por encima de su bombachita, comenzó la peteada ante la mirada de su marido, cada vez mas cornudo.
La rubia, ya deshinibida, fue mas caliente que la otra vez y le propinó a Román una buena lamida de cabeza, tronco y huevos a lo que iba alternando con terribles chupadas y gargantas profundas que Román mantenía, apretandole la cabeza hasta que se ahogaba y bañaba con rios de saliva.
Grande fue otra vez su acabada y ahora fue la rubia, sin que le digan nada, la que fue contenta a compartir el nectar de Román con su marido.
Llegó la tercera sesión, la de la despedida, vinieron los dos y mientras el muchacho se preparaba para el masaje, su mujer, con su vestido corto y floreado, se dispuso a esperar su momento en la sala de espera.
Realmente Román hizo un buen trabajo con el muchacho y ya no le dolía la espalda.
Llegó el momento del pago y entró la muchacha, sonriente y dispuesta.
Volvieron a los besos y franelas, Román le había subido el vestido y sus manos acariciaban toda la generosa anatomía de la joven. Su marido no podía disimular la calentura que esto le ocacionaba. Se había convertido en un marido cornudo, aunque en verdad hoy recibiría la diplomatura.
Román sentó a la rubia con el vestido levantado en la camilla y les dijo:
- Hoy el sexo oral lo practico yo.
Ninguno de los dos dijo nada.
Quitó la bombachita de la joven y apareció ante su vista una hermosa conchita bien rosada, muy mojada ya, abrió los labios con sus dedos y la rubia suspiró. Rozó el pequeño clítoris, jugó con el, ella gemía y cerraba los ojos.
Le abrió las piernas y metió su cabeza entre medio. Su lengua era también una experta masajista, recorría los labios, volvía loco al clítoris, se introducía lo mas profundo que podía en su cabidad... la joven gemia fuerte hasta que acabó entre espasmos empapando la cara de Román.
El lamió todos esos jugos y siguió con su faena, la joven tenía agarrado de los pelos a Román y apretaba su cabeza contra su concha, como para no dejarlo escapar.
Tres orgasmos le sacó Román a la rubia y luego se acercó a su oido y le preguntó en voz baja:
- Te cuidas?
Ante la respuesta afirmativa de la joven, se bajó los pantalones y subiendo las piernas de la rubia sobre sus hombros la penetró de una.
La gordita puso cara de calentura extrema y se recostó para atras mientras Román, de pie al borde de la camilla y con las robustas piernas de la rubia sobre sus hombros, la arremetia con sus bombeos y la hacia gemir mientras le chupaba las tetas.
Su marido, aun en boxers despues de su masaje, había pelado su verga y se pajeaba lentamente.
Román continuaba con un mete y saca violento que hacía delirar a la joven que tuvo un gran orgasmo y ahi Román le descargó toda su leche bien adentro.
Se repuso unos instantes sobre la mujer y luego se retiró diciendole al marido:
-Dale, vení, chupale bien la concha...
El muchacho accedió y lamió la concha de su mujer tomandose la leche de Román, la rubia deliraba de placer.
Cuando se apartó Román le dijo:
- Ahora dale, cogela vos.
Y ahi fue el marido, copiando la postura de Román, cogió a su mujer, acabó rapido y luego, sin que nadie pida nada, bajó a su concha y se bebió su propia descarga, dandole el ultimo orgasmo a su mujer.
Asi Román enseño a estos dos a no jugar con un trabajador, pero además los hizo ingresar a un mundo donde no pensaban estar. A disfrutes inpensados para ellos.

Dos semanas despues, Román recibió un whatsapp del muchacho:
-Por favor Román, estoy necesitando de sus masajes. Tendrá turno esta semana?

5 comentarios - Historias de masajes: El pago.

manbi33 +1
Muy bueno!
manbi33 +1
Quisiera llevar a mi amiga para una sesión!
masitasexxx
Gracias!!!
masitasexxx
@manbi33 cuando quieras! Avisame por chat!