Quilombo.

La palabra quilombo tiene dos acepciones más o menos aceptadas por todos. 
Por un lado es un lugar al que asisten hombres a tomar servicios de prostitutas. 
Por otro, se trata de una situación en la que predomina el desorden y el ruido. 
Salvo porque no hubo dinero de por medio, lo sucedido el viernes por la noche se trató de un quilombo bárbaro. 
Yo lo disfruté y me voló la cabeza. 
Mi nombre es Manuel, tengo 26 años, estoy terminando la carrera de letras en la facultad aparte de jugar al hockey sobre patines, y nunca en mi vida me había pasado algo igual.
Estaba una tarde boludeando en Poringa! y veo un anuncio de un usuario llamado @maxinase que andaba buscando flacos con buena presencia para enfiestar a su mujer, Lorena. Acompañaba algunas fotos de ella en bolas. La verdad es que no es de mi tipo, mas de 40 seguro, morocha y alta. Estaba buena la veterana, pero a mi me gustan las pendejitas rubias.
Igual envié el mensaje de puro pito duro que soy y aparte que no la ponía hacía un tiempo.
El flaco recontra buena onda, me dijo que quería hacerle un gang bang sorpresa a la mujer, que habian hecho ya un par de tríos con un amigo y que había aceptado que la cojan entre muchos. El quería organizar, presenciar y filmar, pero no participar. Un cornudo con entusiasmo.
Quedamos en encontrarnos a tomar un cafe. Se acercó a un bar cercano a la facu cuando salía yo de cursar. Vino solo. Su idea era que ella no supiera ni cuantos ni quienes participarían de la fiesta hasta estar todos ahí. Que hasta pensaba vendarle los ojos para que nunca supiese quien la cogió ese día.
Me preguntó qué hacía. Si tenía alguna enfermedad o algo. Si tenía novia. Me dijo que le gustaba que fuera atlético. Quería buscar pendejos lindos para regalárselos a ella.
La pregunta más incómoda fue cuando quiso saber como era mi verga. No se la iba a andar mostrando en el bar, pero recordé que una noche medio caliente en casa había subido una foto a P!. La busqué y se la mostré. Quedó satisfecho. La verdad es que calzo bastante bien.
Después me contó las reglas del gang bang.
- Ella es la que manda, así que si dice no, es no. Y si dice que te vayas, te vas.- especificó en tono casi amenazante.
- Seguro, soy un flaco tranqui.- le respondí.
- El segundo que manda ahí soy yo. Voy a estar filmando, así que les voy a ir diciendo qué hacer. Si yo no te digo que hagas algo, vos no lo haces. - Esa regla no me gustó mucho, pero acepté.
- No se hace nada sin forro. Ella chupa, coge y agarra, pero siempre con el forro puesto. Nada de acabarle adentro ni en la boca. Si yo les digo, le podés acabar en las tetas o en la espalda. Nada más.-- Está bien, tampoco me quiero agarrar nada raro.- respondí.
- La pija depilada. Nada de pelos ni en la pija ni en los huevos. Vos me mandás una foto de tu pija depilada el viernes a la tarde y yo te mando la dirección del encuentro.-
- ok.-
- Y sobre todo, nada de alcohol, ni drogas, ni violencia. Nada de pegarle cachetadas en el culo, ni en la cara ni nada de eso. Ni media palmada si no te vas en ese mismo momento. Sí, me gusta que le digas cosas chanchas. Puta y eso. Pero con educación.-
- ok.-
- Y por último, bien bañado. -
- Eso siempre Maxi.- le dije sonriendo.
La verdad es que no lo podía creer. Siempre imaginé que estas cosas solo pasaban en las películas porno. Pero ahora había arreglado para formar parte de una orgía tres días después.
La cantidad de reglas me mareó un poco. Me puse a pensar cómo depilarme la poronga. No suelo hacerlo. Seguro algo se me iba a ocurrir.
Finalmente me conseguí un videito de youtube donde explicaba bastante bien como depilarse, lo hice con esmero el viernes al medio dia, le saqué una foto a mi verga lapiña y la mandé.
"Riobamba 4352. 3ero. B. 21 hs puntual. A las 21,15 cierro la puerta y si no estas perdiste." fue el mensaje que contestó Maxi.
Mi impuntualidad es contraria a la del resto del mundo. Siempre llego temprano. Así que tuve que hacer veinte minutos de tiempo parado en la esquina de la zona céntrica, con bastante movimiento de tránsito.
A las menos 5 me decidí y apreté el portero. La voz de Maxi me dijo que pasara. Cuando sali del ascensor me estaba esperando en el pasillo.
Adentro me presentó a Eduardo, un cuarentón igual a él. Alto, grandote. Estaba en cuero y solo vestido con un boxer rojo que le quedaba demasiado apretado. llevaba puestas zapatillas deportivas.
- Ponete en bolas, podés dejar la ropa en ese sillón. - me dijo el anfitrión. Eduardo a su vez se sacó el boxer y dejó a la vista una de las vergas más grandes que haya visto jamás.
Tambien depilado, se sentó conmigo en el sillón a esperar. Tenía un mate y un termo, me ofreció uno.
- es amargo.- me aclaró. Se lo acepté y tomé medio tenso la infusión nacional.
Había música de fondo, como de telo. Creo que era el Paz Martinez. Siempre me pregunté por qué le decían "El Paz" es un nombre fuerte, sobre todo para cantante. Algo de eso le comenté a Eduardo, que ni me contestó. Se ve que no tiene las mismas inquietudes que yo sobre los cantantes melódicos.
Sonó el timbre. Maxi bajo. Unos minutos después subió con dos flacos más o menos de mi edad. Uno usaba anteojos y era muy blanco. El otro un morocho fornido que se ve que iba a full al gimnasio.
- Julian y Brian. - Presentó Maxi.
-Póngase en bolas ustedes también mientras voy a decirle a Lorena que están listos. Ah, me olvidaba... Si a alguno no se le para, tengo pastillitas. -
Julian, el blanco, estaba más blanco aún de los nervios. Se le notaba en la mirada un miedo escenico terrible. Dudé seriamente que pudiese hacer que su verga se ponga dura. Al desvestirse, mostró una pija muy larga y flaca. Bella pija rosada y de piel blanquecina. La vi colgando entre sus piernas y a él duro como roca con la vista fija en algún punto perdido de la pared. Supuse que el sería el indicado para clavarse la pastilla azul, pero no dijo nada.
Brian al contrario estaba disfrutando. Entró con una sonrisa y no se la sacó de la cara en toda la noche. Sus músculos brillaban con las dicróicas. Tenía una verga apenas respetable. Tampoco le hacía falta demasiado mas.
Se volvió a abrir la puerta de la habitación y Maxi nos hizo una seña para que entrásemos.
Adentro todo estaba inundado de una tenue luz roja. Solo una cama muy grande en el medio y ella completamente desnuda y con los ojos vendados estaba acostada sobre las sábanas blancas. Atada de pies y manos por pañuelos de seda a las patas. Abierta como Tupac Amaru esperando su momento final.
Maxi se habia desnudado y tenía una pequeña cámara digital en su mano izquierda. Con la derecha se acariciaba la punta de la pija, que ya estaba dura.
- Llegaron los chicos.- Dijo dirigiéndose a Laura.
Ella no dijo nada, pero empezó a revolver su cadera, mostrándonos su ansia.
Vi a mi costado y Julian se pajeaba frenéticamente. Con mirada desquiciada clavada en la concha de Laura hacía levantar su verga con energía. Era larguísima y con una cabeza chiquita. Evidentemente se le había pasado el miedo y ahora estaba en su etapa de obsesión.
Pienso en esa noche y me vienen a la mente recuerdos de esas vergas. La gruesa y grande de Eduardo, la blanca y larguísima de Julian, la negrita y juguetona de Brian. Pienso en vergas, en duras y carnosas vergas. En semen cayendo. En durezas entre mis labios. Pienso en que a pesar de que cogí a Laura por todos sus agujeros y derramé sobre sus tetas tres orgasmos furibundos, me quedé con ganas de chuparme una poronga.
Pienso en Maxi desnudo y envejeciendo. Con su pija chamuscada en su mano venosa. Pienso en como se pellizcaba el pezón mientras yo enculaba a su esposa.
Pienso en lo que soy, lo que seré.
Pienso.

4 comentarios - Quilombo.

CEROCELOS
buenisima experiencia, me hubiese gustado que pongas mas detalle en el encuentro sexual, como lo hiciste en el principio.. bien relatado igual
inksane
Buen relato! Final inesperado jaja
Pervberto
El pensamiento que sucede a la acción.
Lady_GodivaII
Con la maestría de siempre, dejando melancolía en medio del quilombo...