Débora se puso crema y le di mucho semen

Débora, apodada por mí Debbie cuando salíamos, era una de mis tantas mujeres ocasionales. Hasta que me dejó de una y se mandó con su amigota Alina, ya conté acá en Poringa la historietita. Pero vamos a los buenos tiempos, cuando la conocí y le tenía ganas. Siempre le tenía, pero pensaba en cómo darle.

Cada tanto yo iba los sábados de noche a su casa de Munro a comer con ella, le llevaba fiambre para sandwichitos con mucha mayonesa que me estimulan y aparte de comer y pasarla bárbaro hasta entrada la madrugada, me excitaba con ella, su perfume y piel fina, y aunque era inocentona, pensaba claro en su ropa, ropa interior y demás. Y al volver a casa a eso de las cinco de la mañana, me daba una paja terrible y me bañaba de semen resoplando y nombrándola cuando acababa. Pero uno de esos sábados quise ir más allá y ver de entrarle, me imaginaba lo que tenía debajo de la bombacha, por la cual le había preguntado mil veces y ella contaba, así como de sus corpiños.

Así que nomás arreglamos otro sábado y le volví a llevar fiambre, jamón crudo, salame y bondiola, éstos dos que decía le encantan, y muy bien vestido con cuero y perfumadísimo fui excitado a su casa. Encima Débora recién bañada, pelo húmedo, bien vestida, maquillada y perfumada fuerte, estaba que me la quería comer. Beso, abrazo, me acompañó al comedor, preparó todo en bandejas y comimos sandwiches con bastante mayonesa a mi pedido, quería tener buen rendimiento. Y Débora nomás me hizo los sandwichitos como yo quería, poniéndoles bastante en los dos panes, re gaucha. Todo lindo, charlamos, vimos videos, café y preguntas de las mías. Entre otras, supe que se había comprado crema para las manos y le pregunté si la usaba. Me dijo que sí, le pregunté por qué esa vez no, decía que no se le ocurrió. Nomás con mi calentura que empezaba, le propuse que se la pusiera. Débora fue al baño, trajo la Hind's con ese riquísimo aroma que me saca y se colocó en sus manos, invadiendo el ambiente con el fuerte olor.

Listo. Sin saberlo, Debbie encendió la chispa de la locura. La agarré, abracé, besé, mimé y le empecé a ahcer caricias por el cuerpo, algunas correctas, otras prohibidas. Y como Débora gustó, le seguí por sus tetas y le toqueteé entre sus piernas. Débora gustó, seguí y entre la cena, el fiambre, la mayonesa y su aroma a crema exploté definitivamente. Me levanté de mi silla, la sujeté, la agarré y la llevé arrastrada a su pieza, diciéndole que quería mimos y besos en su cama. Débora no puso resistencia y yo la manoseé toda, la obligué a sacarse todo y me desvestí enloquecido de cumplir mi sueño. Y cuando la vi a la chiquita en ropita, enfurecí. Débora se soltó el corpiño, me creció tremenda pija y le pedí sacarme el calzón, ella me lo sacó y se excitó al verme mi porongón ereccto, y luego excitada, gustosa, chocha que nunca lo hacía, se sacó la bombacha y la tiró al suelo.

Y ahí conocí la anatomía de Débora, mi sueño, mi locura. Con brutalidad, loco por el fiambre y su crema, me le acosté encima y más loco al ver lo gaucha, le dije que abriera las piernas, y cuando Débora las abrió gauchísima, la penetré con furia con un salchichón de 25 cm hasta el fondo. Y loco le di fuerte y parejo, Debo gemía chocha, gustaba bien, yo volaba con su olor a crema y así me vine y eyaculé tremendo torrente de semen espeso y abundante en su vagina. Ahh, qué bárbaro llenarle de mi semen su concha, qué me importtaba si quedaba embarazada, por suerte no pasó. Lo único en que pensaba era cómo aprovecharla y exprimirla a mi gusto. Débora quiso ir al baño a lavarse, no la dejé, la volví a sujetar, la llevé contra su placcard y le di por la ccola perfecta y torneada, que me enfureció como su suave piel. Froté terrible y acabé semen a chorros en su cola. Y para acabar la tarea, de gran potencia por los sandwichitos y su crema, me la cogí de nuevo arriba de la cama con violencia. Débora pedía piedad pero yo la manoseaba y decía de todo mientras iba y venía con mi pene largo y gruesote, y ella resoplaba de placer, se ve que le gustó. Y le eyaculé a Débora mucho semen en su vagina otra vez. Luego sí, la chiquita loquita fue al baño, se lavó, se cambió la bombacha y tras felicitarme por mi potencia, nos besamos y me quedé a dormir con ella en su cama. Lo que puede la cremita, el fiambre y la calentura, coger con una amiga inexperta como Débora. Que sin embargo quedó satisfecha de la experiencia. Y de mi buena leche.

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