Ruta 4 Monteverde

(Un grupo de policías abusa de su poder con una de las chicas de ruta 4.)
Nunca pensó que se le pudieran dormir tanto las manos, sentía un dolor punzante en la cabeza y no parecía que su calvario fuera a acabar pronto. Para empeorarlo, el ojo cada vez se le estaba hinchando más y no recordaba cuanto tiempo había pasado desde la última vez que había comido algo. Le tuvieron que dar un empujón para que avanzara hacia la mesa, ni siquiera se había dado de que un hombre le estaba llamando.
Era uno de los mal nacidos que disfrutaría de una pendeja, que empezaba a prostituirse.
 - A ver, vamos a hacerlo rápido que quiero irme con mi señora a casa. Nombre y edad.
 - Letizia, tengo 21 años – contestó la pobre chica casi con murmullo y lloraba, era su primer semana el tema había sido, que una de las chicas dónde ella paraba, le habían choreado a un pariente del comisario.
- Una niñita casi Garrido, cada vez vienen más pendejas…y bonitas – añadió el viejo con un guiño que debía de creer que era sexy – ¿por qué motivo ha sido esta vez? Robo, agresión…
- Mucho peor que todo eso, le respondieron, cagandose de risa, prostitución.
 Saben perfectamente lo prohibidísimo que está y siguen todavía ofreciéndose, jajajajajja se cagaban de risa, irónicamente. Pero ya le enseñaré yo a comportarse – añadió con una voz autoritaria.
 - Así me gusta jefe dijo uno que estaba mirandole el culo a la pendeja, que aparte de ser bonita, era muy delgada, pero con unos pechos pulposos y una cola que estaba para el infierno, lo raro era que no estaba dograda y parecía muy sana, ya que las de ruta 4 para el lado de la Firestone, siempre dejan mucho que desear.
El policía le agarró fuerte del brazo y tiró de ella por un pasillo que había en la seccional, y daba a un pasillo que lindaba con una casa abandonada al fondo.
 Era de madrugada, por lo que la mayoría de las luces estaban apagadas. Fueron pasando frente a una fila de policias bastantes gordos y asquerosos que balbuseaban, cosas como que rica putita, está para cojer la toda, no hay que darle piedad, si te agarramos te vamos a dejar el orto echa una flor, putita.
 Ella tubo mucha angustia y algún llanto contenido pero no demostró nada.
Después de abrir unas puertas que se encontraban medio escondidas en una esquina de  la casa llegaron a algo parecido a una celda con una puerta maciza solo había un colchón en el piso.
El hombre al abrir la puerta la empujó hasta que cayó de culo en el centro de la habitación, dejando ver media teta afuera, y tenía su pollera por ensima de la cintura, que dejaba ver una tanga roja finita, casi diminuta.
- Bienvenida a la suite presidencial putita acá vas a saber lo que es ser puta profesional.
 - Por…por favor, déjeme por lo menos avisar a mis padres, es tarde y estarán muy preocupados – Letizia intentó parecer lo más dócil posible mientras preguntaba.
 - ¿Quieres llamarles para contarles lo puta que es su hija? Ya eres mayorcita, que piensen que sigues de fiesta o follándote a alguno. Y si vienen a preguntar por ti ya les diremos por qué no vas a poder salir.
 - Noooo, por favor, no puede hacer eso – gimoteaba desesperada, mientras lloraba.
 - Claro que puedo, de hecho, puedo hacer lo que quiera y cuando quiera.
En este punto la chica se derrumbó, todo su cuerpo le dolía horrores y lo único en lo que podía pensar era en tumbarse en algún lado y llorar hasta quedarse dormida. Aunque para su desgracia, parecía que los policías no querían dejarla sola tan pronto.
Uno de ellos salió afuera el otro quedó del lado de adentro, y le dijo ahora va a venir el jefe, en un ratito, así que o te hablandas, o lo vas a sufrir escuchaste, y saco la pija del pantalón, sucia gorda, peluda, y tenía aspecto de asquerosamente inmunda.
 - Seamos realistas, vas a pasar muuuuucho tiempo aquí, no hay ninguna posibilidad de que alguien vaya a soltarte y menos sin el permiso del jefe
Con los pantalones ya bajados hasta las rodillas se acercó a la cara de la pendeja, La pobre Leticia sentía que empezaba a marearse, del olor el policía le arrimaba a la boca con fuerza y le metía la polla hasta que ella se dejó y abrio su boca, entre llantos, y arcadas por el olor a nauseabundo que largaba, se la metió de una hasta la garganta. Sentía que le faltaba el aire y empezaron a llorarle los ojos mientras que esa masa de carne se abría paso en su boca.
- Sí, así me gusta, sabía yo que esa boquita pedía guerra desde el principio – las embestidas de sus caderas no hacían más que aumentar mientras la mantenía agarrada con fuerza del pelo.
De ese modo pasaron unos minutos en los que el tipo no paraba de insultarla y decir que ella iba a ser la puta de toda la comisaría, y si se portaba mal los presos que pongan plata también la iban a disfrutár entre jadeos mientras su polla no dejaba de entrar y salir de la boca dejando un hilo de baba y lágrimas a su paso. Parecía que al hombre le excitaba la asfixia que provocaba en ella, y comenzó a apretarle el cuello mientras le clavaba la polla en el fondo de la garganta, dejando a la chica doblemente sin aire. Sintiendo que se iba a desmayar comenzó a golpearle en las tetas y ella le arañó las manos tan fuerte que por fin consiguió zafarse del agarre de su pelo, la velocidad con que la hacía comer pija le estaba produciendo, vómitos.
Comenzó a toser y a intentar respirar bocanadas de aire mientras intentaba alejarse, asustada por lo que podría pasar. La mirada de absoluto odio no se hizo esperar. Aunque agachaba la cabeza y se disculpaba no pudo un fuerte tirón del pelo y la piña que le cruzó la cara le partió el labio.
- ¿Tú quién te crees que eres puta de mierda? Mientras estés aquí tu única función es intentar que nosotros disfrutemos lo máximo posible– acercándose a su oído añadió – mi amigo el teniente Martínez es un experto con los culos y te puede hacer gozar mucho.
El cuerpo de Letizia empezó a temblar de forma incontrolable. Los relatos que le contaban algunas chicas parecían ser ciertos. Aunque la boca le dolía horrores y notaba como se le estaba hinchando por momentos decidió intentar no empeorar su situación.
- Ni se te ocurra pensar que tu ataque se va a quedar sin castigo. Ponte a cuatro patas. Ahora – el tono que utilizó no admitía replica.
 - Perdóneme, no volverá a pasar mientras lloraba.
 - Claro que no va a volver a pasar puta, Después de esta noche te va a quedar muy claro lo perrita dócil y obediente que vas a hacer, Y ahora desnúdate y ponte como te he dicho. ¡YA!
La chica empezó a quitarse la remera que llevaba, y dejando mostrar sus grandes tetas . El policía empezó a impacientarse con la velocidad y decidió arrancarle la falda y rompió su tanga lastimandola con el tirón.
 - ¿Vas a obedecerme en todo y aceptar todo lo que te queremos hacer puta de mierda?
 - Sí señor – contestó en un susurro mientras las lagrimas caían incontrolables por sus mejillas.
 Un golpe en la cara con la mano abierya provocó que Letizia soltara un alarido de dolor.
 - ¡No te he oído! ¡Dilo más alto! – el enfado en su voz iba en aumento.
 - ¡SÍ! Le obedeceré en todo – Letizia gritaba desesperada.
 - Muy bien, eso me gusta más. Ahora, para que entiendas que vas a hacer todo y cuando termine me vas a dar las gracias y me vas a pedir que te rompamos el culo. ¿Lo has entendido?
 - Sí…sí señor.
La excitación del hombre iba en aumento y claramente no podía esperar más. Tenía la verga dura como una piedra y la visión de ese precioso cuerpo desnudo a su merced provocaba que la punta se le humedeciera. Agarró con fuerza el cinturón y sin miramientos comenzó a descargar todas sus frustraciones en el trasero de la chica.
 - Eres una puta... – los insultos se iban sucediendo intercalados con los golpes - ¡Zas!
Los golpes caían rápidamente sin darle tiempo a reponerse del dolor. Nunca había sentido un dolor tan intenso en su vida, parecía que su trasero se estaba incendiando. Los gritos salían rotos de su garganta.
 La pobre Letizia estaba al borde de sus fuerza pero, por muy rota que se sintiera por dentro, no se había olvidado de sus amenazas.
- Gracias por castigarme señor, me lo merecía.
 - Claro que te lo merecías puta, así sabrás cual es tu lugar y no se te ocurrirá volver a ponerte rebelde. Aunque creo que se te está olvidando algo.
 - garcharme como puta - no parecía importar si la voz sonaba creíble o no.
 - Con mucho gusto – el hombre no perdió el tiempo y poniéndole el cinturón alrededor del cuello en forma de collar de perro se escupió en la verga y empezó a embadurnársela con saliva.
 intentando anteponerse al dolor que vendría. Nunca lo había hecho por el culo, pero según le había contado su mejor amiga podía ser muy doloroso. Pero por mucho que hubiera intentado mentalizarse nada le había preparado de lo que sintió cuando ese tipo empezó a empujar intentando abrirse paso.
No le había preparado el orto solo lo escupió y intento meterle el dedo sin ninguna, intención de suavidad, estaba totalmente cerrada y sus músculos se negaban a relajarse ante eso. Arqueaba la espalda y gritaba mientras el policía empujaba con todas sus fuerzas hasta conseguir que entrara la cabecita de la chota.
- Que culo más rebelde tenemos aquí… pero yo le voy a enseñar quien es su dueño – agarró fuerte las caderas de Letizia y con un último empujón clavó la verga hasta a el le dolió y grito por su error, ya que le dolió tanto a el como a ella, de un tiro se la saco y se la puso en la boca chupala hija de puta tenés el culo te cerrado ya vas a ver cómo te va a quedar, cuando terminemos, y ella lloraba, y el puteaba y se lamentaba de haber echo tremenda brutalidad.
- ¡AHHHHHHH! Gritaba 
Y la obligaba a comerse la pija, se le había chupado tanto y tan rápido que era una piedra erecta, en la boca de Letizia, el la agarro del pelo soltó el cinto que tenía en el cuello, la dio vuelta nuevamente, y escupió el orto otra vez, pero está vez estaba sacando enojado irritado, le ardía la pija y le quería partir el orto antes que sus compañeros, con la mano abierta le agarro un cachete del culo mientras le tía el dedo gordo y lo volvía a escupir, Letizia lloraba y gritaba, pero a garrido no le importaba. El alarido de dolor que salió de su garganta conseguiría helar la sangre de cualquiera, pero no del sargento Garrido, cuyo mayor placer en la vida era ver esos cuerpos juveniles sometidos de manera incondicional. Nunca se había privado del placer, y con los años solo se había hecho cada vez más sádico y brutal.
- Sí puta, siéntela rompiéndote el culo. Con el tiempo ya verás que añorarás tenerla dentro y esperarás todos los días a que te partan el orto – decía mientras daba contundentes embestidas con las caderas que resonaban.
El llanto contenido de Letizia se mezclaba con los jadeos de exitacion del policia. Cada vez las embestidas eran mas rápidas e intensas, acompañadas de sonoros azotes en el magullado culo y tirones de pelo para sujetarle mientras la domaba a gusto.
En este punto la chica estaba casi anestesiada. Lo único que conseguía sentir mientras era usada como un juguete era dolor en cada centímetro de su cuerpo. Aunque sabía que no podía llevar detenida más que unas pocas horas, lo sentía ya como una eternidad. Su ano se había acostumbrado al tamaño del intruso, pero notaba como había sangrado y cada vez que la penetraba era como si mil agujas ardientes le atacaran lel orto
Cansado de aserle el orto y de que grite como una mogólica, saco la verga que tenía restos de sangre caca, y leche y se la metió en la boca, con energías renovadas.
 Para Letizia al principio fue un alivio, no pensaba que su culo pudiera aguantar mucho más tiempo esa brutalidad, pero pronto se dio cuenta que la estaba ahogando, y tampoco estaba preparada y que cada vez que era penetrada la punta de la verga le tocaba la garganta produciendole arcadas.
Sacándose la pija a la fuerza le pidió basta por favor llorando.
-¡Cállate! Si vuelves a quejarte tu culo recibirá otra lección – lo único que consiguió su suplica fue que la violación fuera más implacable –
Le dio la vuelta para poder verle bien el culo y escupirle, eso le excitaba. La chica notaba como su espalda se arañaba contra el suelo de hormigón como cada embestida, pero lo peor era que ahora ese asqueroso le metía la verga en la boca sin dejar de mover las caderas.
De repente las embestidas en su culo volvieron y aumentaron todavía más de velocidad y el policía le agarró con fuerza los pechos y le mordió el cuello mientras por fin se corría dentro de ella. Se quedó unos segundos dentro recuperando la respiración, con Letizia al borde del desvanecimiento. Cuando parecía que no se iba a mover, el policía se levantó, se subió los pantalones y le dio una palmada en las nalgas, cuyo dolor hizo que la chica volviera a la realidad.
- Al final no ha estado mal, nada mal. Unos cuantos días más y ya verás que, por tu bien, no se te va ni a pasar por la cabeza intentar hacer algo estúpido. Recuérdalo, aquí puedemos hacer lo que se nos antoje, asique te quiero todas las mañanas lista y abierta para mí – y límpiate un poco, no quiero garcharme una puta culo roto. 

 De repente oyó como un coche con sirena que se detuvo en el lugar y otros policías la sacaron llevándola.a un auto particular, donde sus compañeras la rescataban de esa comísaria ya que muchas de ellas lo habían sufrido, y tocando unos contactos de otros lados lograron rescatarla.





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1 comentario - Ruta 4 Monteverde

KaluraCD
Polla, fóllame. Extraño lenguaje para la Ruta 4. El final abrupto e inverosímil. ¿Cómo hizo para escuchar el auto estando en esa piecita del fondo?