El primo de mi esposa.

Hola a toda la comunidad de Poringa. Les voy a relatar otra de las aventuras en la que se metió, con mi anuencia,  mi adorada y descarada esposa Elena, mujer madura de 50 años muy bien puestos, piel blanca y cabellos rojos, ojos grandes y profundos, de sensual y brillosa mirada, boca con labios gruesos y sonrisa encantadora. De estatura mediana con grandes y hermosas tetas operadas, areolas medianas  coronadas por dos grandes pezones oscuros. Buena cintura y amplia cadera, de nalgas firmes y buenas piernas.
Estábamos de vacaciones en una cabaña a orillas del mar, propiedad de una pariente de Elena, un caluroso verano hace unos 3 años atrás.
Es frecuente que utilicemos ese lugar para pasar una semana o diez días solos y disfrutar tanto de la playa como de las bondades de la Ciudad, tanto en el día como en la noche.
Nuestra estadía la dividimos para visitar algunos parientes de mi esposa, y luego otros momentos para nosotros y nuestros hobbies, algunos bastantes cachondos, como la fotografía erótica y al aire libre y, las “travesuras” de Elena con sus exhibiciones y antojos.
Elena tiene una familia grande y entre sus integrantes tiene un primo, que en una oportunidad había visitado para una fiesta y lo había cachondeado (la muy guacha) y lo dejó rojo de la excitación, pero mi esposa también se había quedado caliente, con ganas de ver la posibilidad de llegar a algo más, por supuesto con mi consentimiento.
Se comunicó con él y quedamos una noche a cenar, cosa que ocurrió y la pasamos muy bien los tres, charlando de mil cosas, en un restaurante muy lindo de la zona y Elena aprovechó para ir insinuando, sutilmente, su interés de volver a verlo en la cabaña para tomar un vino y seguir conversando.
Coincidimos en juntarnos un par de días después, en la noche, en la casa de la playa y nosotros aprovechamos para iniciar el siguiente diálogo, mientras recorríamos el camino de vuelta del restaurante a la cabaña.
-Ele, creo que Beto (Alberto se llama) quedó caliente con vos- le comenté.
-Yo creo que sí y bastante- me contesta mi esposa y se ríe
-Él se ha hecho ilusiones por cómo lo invitaste y más en la forma que lo mirabas y dejabas que él te mirará esas hermosas tetazas que tenés Elenita y que tan bien se veían con la camisa semi transparente que te pusiste… y encima un brassier todo calado, que no te lograba tapar tus deliciosos pezones- le contesté
Y ella agregó –y se las mostraba cada vez que podía, pero lo voy a calentar mucho más cuando vaya a la casa y no sé qué más podría pasar, por supuesto si vos me dejas- y me miró con mucha picardía y sonrió.
-Si, te voy a dejar.. Haber hasta dónde te animás- le dije.
-Pero después no te arrepientas, ni te enojes amorcito- me contestó manteniendo el brillo en los ojos y su pícara sonrisa.
Ahí quedó la conversación y llegamos a nuestra cabaña, nos acostamos y, entre mimo y mimo, más lo que habíamos hablado, nos encontró en un estado de mucha calentura e  hicimos exquisitamente el amor recordando las interacciones, las miradas y las insinuaciones entre Beto y mi mujer.
Una vez llegó el día, mi esposa se preparó dándose un baño caliente, para luego encremarse  todo el cuerpo, prestando especial atención a sus tetas, zona muy sensible y erótica para ella, especialmente sus grandes y duros pezones, y también encremó y acarició un ratito su blanca y depilada zorrita (la naturaleza la formó lampiña en su cuerpo).
Luego se colocó una tanga de encaje blanca muy chiquita, dejando su monte de Venus casi totalmente descubierto y por detrás una fina cinta que se unía con los laterales en un delicado triángulo también de encaje. Decidió no usar brassier, ya que sus tetas estaban firmes con los pezones apuntando hacia adelante.
Arriba de la tanga se puso una minifalda de jean holgada, lo que hacía lucir muy hermosas sus  piernas y una camisa floreada, abotonada desde abajo hasta el nacimiento inferior de sus senos. Sus labios pintados de rojo y su cabello colorado con mucho volumen que le llegaba a la mitad de su espalda y unas sandalias muy delicadas. Se veía exquisita y sumamente sensual.
Yo me vestí con un short de tela liviana y un suéter gris claro y me calcé con unas alpargatas negras.
Beto llegó alrededor de las 10 de la noche en su camioneta blanca, bajando de la misma y entrando en un pequeño jardín anterior a la cabaña, luciendo una camisa blanca, un jean azul pegado al cuerpo y unas sandalias de cuero negro.
Elena reparó en su andar al acercarse a ella, con su metro ochenta y cinco de altura, cabello negro,  de tez blanca, de boca grande y amplia sonrisa, con un cuerpo atlético, y salió a su encuentro.
Beto no pudo ocultar su sorpresa y evidenciar la lujuria que le generó observar a Elena acercarse vestida como estaba, recorriendo con sus ojos todo su cuerpo y deteniéndose en el nacimiento de sus tetas.
Mi esposa lo abrazó, apretándolo intensamente, para que sintiera la firmeza de sus grandes senos, estampados en su pecho, y le dio un beso para luego separarse y, tomándolo de la mano, lo acompañó al interior de la cabaña en donde yo me encontraba y me acerqué a saludarlo.
Habíamos preparado una picada de fiambres y quesos que colocamos sobre una mesita ratona, en un gran living que tiene la cabaña, rodeada por 3 sillones, uno de ellos de tres cuerpos, sumamente cómodo. Luz tenue en el aromatizado ambiente.
Lo invitamos a que se sentara en el sillón grande y Elena se sentó en el mismo sillón, a su derecha.
Yo me dirigí hacia la cocina que está continúa a este gran living, separada de él por un hermoso desayunador y, abriendo la heladera saqué una botella de vino blanco Sauvignon Blanc, bien helado, para acompañar la tabla de fiambres y quesos que habíamos preparado para esta ocasión.
Yo también había ubicado una notebook en un extremo del desayunador, apuntando la cámara del aparato, hacia la zona del living, especialmente hacia el centro del amplio sillón donde se encontraban sentados Beto y Elena, entrando en el cuadro de filmación los tres muebles y la mesita ratona.
Por supuesto que la luz que indicaba que estaba activada la filmación estaba tapada, con lo que me aseguraba que el primo de mi esposa no iba a saber que íbamos a filmar absolutamente toda la reunión.
Estuvimos charlando mientras probamos la deliciosa picada y tomábamos el exquisito vino durante un largo tiempo, en dónde Ele lo seducía sutilmente, dejando ver “casualmente” sus tetas y sus muslos.
En una oportunidad, tuve que ir a buscar una segunda botella para calmar la sed, sintiendo el ambiente sensual que se venía generando, ya que Elena por la posición en que estaba y lo desabotonada que tenía su camisa, al inclinarse a buscar un trozo de queso, hacía que se viera parte y, a veces, completamente su teta derecha coronada en la areola y un gran pezón duro, erecto por la excitación que la estaba embargando, sabiendo que Beto no perdía detalle de esos movimientos, aún arriesgándose a que yo lo descubriera (jeje). 
En un momento, mi esposa se levantó paras ervirse otra copa de vino blanco y, dándole la espalda a su primo y separando un poco las piernas, se inclinó recta hacia adelante, lo suficiente como para que, por lo corta y holgada de su minifalda, Beto pudiera ver en primer plano, el hermoso culo de Elena y, seguramente, el comienzo del triangulito que cubría la vagina, hacia adelante.
El no lo podía creer y se removía en su asiento, ya que evidentemente su pija se había parado y le molestaba bastante esa erección ya imposible de disimular, a pesar de sus esfuerzos y miradas de reojo que me hacía.
Yo la miré a Elena cuando terminó de servirse el vino y, con la mirada le indique en la condición que se encontraba nuestro invitado, a lo que Elena se giro y se sentó nuevamente al lado de él, no sin antes ver su entrepierna, pasándose la lengua por sus labios ya que, lo que se insinuaba era una hermosa poronga y esto la calentaba mucho más.
En un pasaje de la charla, pedí permiso para ausentarme al baño, subiendo unas escaleras a un costado de la cocina y dirigirme a la suite que existía en la planta alta pero, en vez de ir a los sanitarios, encendí el televisor del dormitorio que estaba conectado, en espejo, con el monitor de la notebook que estaba abajo, por lo que se veía y se escuchaba nítidamente lo que ocurría en ese living.
La imagen que apareció en la pantalla fue la de Elena y Beto, juntos en el sillón, ella girada hacia él con una rodilla flexionada y apoyada sobre el almohadón del sillón y, la otra recta al costado del mismo, con lo cual separaba un poco las piernas y seguramente sabiendo ella  perfectamente, que Beto podía verle el triangulito blanco mínimo que apenas le cubría la hermosa  zorra que tiene.
El, casi sin palabras, sólo atinaba a mirarla a los ojos a mirarle el escote, que descubrí en ese momento que se había desprendido un botón más y se veían claramente, el canal que separa ambas tetas y la mitad interna de ellas, sumamente sugerentes y, luego miraba hacia abajo y veía el triangulito blanco de encaje que apenas tapaba la vagina de Elena y, mirando hacia la escalera para vigilar si yo  bajaba, no se pudo contener y le dijo:
-Primita que me estás haciendo??...  Sos la mujer más sensual y erótica que haya visto!!...  Esas tetas… esas piernas… y lo que brilla entre ellas!!... Por qué me calentás tanto?- apoyando ambas manos en los muslos de ella, por encima de la rodilla y empezando a acariciar esa suave piel.
Elena mirándolo a los ojos le dijo -Yo sólo te muestro todo aquello que sé, que vos querías ver… y poseerlo.
-Qué piel tan suave… que exquisita que sos- dijo el primo de Elena y deslizó las manos por los muslos hacia arriba hasta llegar a las inglés y tocar los bordes de la tanga, acto acompañado por una mayor separación de las rodillas ejecutado por mi esposa, sintiéndole la humedad de la misma, momento en que veo que mi mujer le toma ambas manos y se las lleva a su boca y, lujuriosamente, se mete los dedos y los chupa, quitando  y saboreando su propia humedad.
Luego dirige las manos hacia abajo y las apoya en sus senos diciéndole a Beto:
-Sentí las tetas que has estado mirando y deseando… Tocalas, acaricialas… Apretalas… Sentí lo duro que tengo los pezones de la calentura…
-Que delicia- decía el primo
-Bésalas… Lámeme los pezones y chupámelos para hacerme gozar… Son muy sensibles.
-Qué rica estás… Hermosas tetas grandes… que grandes y parados que tenés estos botones!!!-  decía Beto.
Yo veía como quitaba las manos de las “lolas” y le desprendía los dos botones, que quedaban atados de la camisa, para luego abrirla completamente y agarrando nuevamente las “bochas” de Elena, se abalanzó sobre ella y comenzó a saborearlas y chuparlas con mucho deseo, viendo como mi esposa cerraba los ojos, abría un poco la boca y se entregaba al placer.
Luego de un par de minutos de calentura, que me parecieron eternos, vi en la pantalla del televisor que Elena se separaba de él, y volvía a abotonarse nuevamente la camisa diciéndole:
-Pará primito, que si no, no aguanto y te cojo aquí mismo, pero Alex puede bajar en cualquier momento, así que repongámonos… Ya veremos un poco más tarde, porque lo conozco a mi marido y sé que le ha entrado el sueño.
Beto se separó y le dijo:
-Mirá Elena como me has dejado- agarrándose la pija a través del pantalón, totalmente parada, que demostraba tener un buen tamaño y un buen grosor.
-Primo eso que veo, te aseguro que yo te lo voy a solucionar- le dijo con una sonrisa pícara, que se dibujó en los labios, -pero ahora tengamos un poco de compostura ya que, en cualquier momento bajará- y se volvieron a sentar en el mismo lugar.
Yo estuve unos 5 minutos más en la suite y luego bajé, disculpándome por la tardanza, pero comenté que no me sentía muy bien y que lo disculpara, pero qué iba a tener que abandonar la cálida reunión para subir a reposar y le dije a Beto:
-Primo, esto no quiere decir que te tengas que ir, para nada, ella es muy buena anfitriona y seguro que te vas a sentir muy cómodo una vez que yo suba a recostarme- y dirigiéndome a Elena:
Amor, yo sé que lo vas a hacer sentir muy cómodo a tu primo, cómo se lo merece, y cómo vos sabes hacerlo- y dicho esto le doy un beso a mi mujer y un abrazo a Beto y volví por las escaleras hacia nuestra suite, a ponerme cómodo, o sea en “bolas”, y volver a mirar en la pantalla del televisor, cómo seguían desarrollándose los acontecimientos.
-Hasta donde llegarás Elenita?- susurré para mí mismo.
Aunque pensándolo y recordando sus palabras, en las que le había dicho que, “lo que ella mostraba era lo que él quería poseer” y además, que ella iba a “resolver ese problemita” mirándole la pija parada que Beto se había agarrado minutos antes, claramente me imaginé hasta donde llegaría: “Se lo iba a coger todo”.
Vi en el televisor que ellos siguieron charlando de temas varios, aunque se percibía la tensión sexual que había en el ambiente, pero nuevamente Elena se sentó de costado, apuntando las piernas hacia él y separando las rodillas, lo que generaba que la falda se le subiera de tal manera, que mostraba en su plenitud, el triangulito blanco de encaje de la microtanga, que apenas cubría la raya de la zorra, dejando a la vista el blanco Monte de Venus, totalmente depilado.
Él, mirando fijo ese hipnótico lugar le dijo:
-Prima que rica que estás, cómo te deseo… Quiero besarte entera, lamerte toda… Cogerte…Culiarte!
Elena se desabotonó nuevamente la camisa y se la sacó quedando con las tetas al aire, con los pezones erectos que acarició lentamente. Se incorporó y se desprendió la minifalda y, dándose vuelta, fue bajando lentamente la prenda, inclinándose para que su primo viera su tremendo culo y el triangulito posterior de la tanga, y como se perdía entre esos dos hermosos y grandes globos, para luego bajársela muy lentamente.
Beto, sentado en un sillón lateral, la mirada extasiado masajeándose la verga a través de la tela del jean.
Luego, mi esposa se dio vuelta para que la disfrutara tan solo con la micro tanga y las sandalias y le dijo:
-Primito sácate la camisa que quiero verte ese lindo cuerpo- cosa que él hizo rápidamente mostrando una buena musculatura, quedando Elena satisfecha por como se mordió el labio inferior.
Mi esposa se quitó la tanga y se sentó en la mitad del sillón grande, se recostó hacia su derecha, con la cabeza ubicada en el apoyabrazos y,  poniendo una pierna doblada y levantada sobre el respaldo del sillón y la otra abierta, con la rodilla flexionada, apoyando el pie en el piso para mostrar su tremenda zorra totalmente abierta, mojada y expuesta a la mirada de su primo y le dijo:
-Te toca trabajar Beto, quiero que me comas la zorra como jamás se la hayas comido antes a ninguna mujer!!!
Él se zambulló y pegó la cara en la concha de Elena, y con la boca fue pasando por toda la raya, desde el clítoris, pasando por la vagina y llegando con la lengua hasta el ano y, así, ida y vuelta como si fuera lo último que iba a hacer en su vida, sacándole  gemidos y movimientos de cadera a mi ardiente esposa.
-Huummmm primito que ricoooooo…. Eso, pásame la lengua por toda la concha… cógeme con la lenguaaaa.  Aahhhjjj. Siiiiiiii …. Seguí, no vayas a parar que me voooyyyyyy…-  viendo que mi esposa empezaba a convulsionar y arquearse, por el intenso y prolongado orgasmo que tuvo.
Le agarraba la cabeza y, sin dejarlo separarse, se la restregaba por toda su zorra, consiguiendo un segundo y tercer orgasmo que la hizo casi desfallecer, momento en que él se separó con toda la cara mojada por los jugos de Elena y de su propia saliva.
Vi que aplicó la mano en la concha de Ele y la comenzó a acariciar, y si bien no podía ver que hacia su mano entre los muslos de mi mujer, estaba logrando  que mi esposa reaccionara moviéndose muy eróticamente echando la cabeza hacia atrás y, abriendo la boca y gimiendo, se masajeaba sus tetas pellizcándose los pezones lascivamente, hasta que, luego de algunos minutos infartantes, se sentó en el sillón recompuesta y… muy caliente todavía por la mirada que tenía al girar la cara para ver la lente de la cámara de la notebook, sabiendo que yo no perdía detalle de esa increíble escena, y luego, enfocar sus ojos en el pantalón de Beto, con el tremendo bulto que le generaba la poronga parada y apretada por la tela, le dijo:
-Ahora me toca a mí
Lo hizo levantar del sillón y dejándolo parado, ella se salió del lugar y quedó arrodillada en el piso frente a él, con la cara a la altura de la “sabrosa herramienta” que se insinuaba en la prenda de Beto.
Inmediatamente Elena le comenzó a acariciarla poronga, para luego desabrocharle el cinturón del jean, bajarle el cierre y bajárselo hasta las rodillas, saltando una buena pija de unos 18-19 cm y con buen grosor, venosa, con una cabeza grande y el orificio del glande con líquido pre seminal. El muy cabrón no llevaba prenda íntima.
-Primo, que pedazo de carne que me voy a comer en este preciso momento!!!- y le agarró la verga desde el tronco, masturbándola varias veces hasta dejarla rígida y lista para la acción.
Luego le corrió el prepucio bien hacia atrás y acercando la boca a la barra de carne, la lamió en su totalidad para luego metérsela en la boca e iniciar una mamada de campeonato, usando sus manos para agarrar los grandes huevos y acariciarlos.
Así estuvo como 4 a 5 minutos, que para mí fueron eternos y extremadamente calientes, cosa que hizo que comenzara a pajearme mi verga, disfrutando de la escena que replicaba la pantalla.
Beto se separó un momento y se terminó de sacar el pantalón y las sandalias quedando totalmente desnudo, y agarrándose la poronga, se la volvió a meter en la boca de Elena que continuó con su felación con igual, e incluso, mayor velocidad y profundidad, llegando a casi tragársela entera.
-Primaaa que bien que la mamás… uuuuhhhhh!!!…. Esa bocaaa!!!!… que caliente y suave se sienteeee!!!- murmuraba el primo, cerrando por momentos los ojos y luego mirando fijamente su poronga, arqueando la cadera hacia adelante, para ver como desaparecía y aparecía rítmicamente entre los labios de mi esposa, que levantando la mirada lo veía con sus ojos vidriosos de lujuria.
En eso, Beto se separó nuevamente y le dijo:
-Prima me vas a hacer que te llene la boca de mi leche.
-Nooo primito, ahora quiero que me cojas, bien cogida- levantándose y arrodillándose en el asiento del sillón lateral, apoyarse en el respaldo mirando a la pared y, ofreciéndole el culo y la zorra, con las rodillas abiertas y su espalda arqueada, para favorecer la penetración que tanto deseaba.
Beto se acercó a ella, le masajeó toda la zorra, se pajeó lentamente 10 a 15 veces su poronga erecta en su plenitud y, apuntó a la vagina de Elena y, apoyándola en la entrada, la fue penetrando lentamente hasta que quedo totalmente enterrada dentro de mi mujer, escuchando salir de la boca de ella una fuerte exclamación de gozo:
-Aaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!!!!…. Que rica pija que me estoy comiendoooooo!!!
-Que hermosa y mojada zorra Elena… Dejame culiarte bien ricooo!!- le dijo su primo y empezó a moverse primero a ritmo lento, para después ir subiendo la velocidad de penetraciones, cogiéndola durante largos minutos, entre gemidos y gemidos, él agarrándole, desde atrás, las tetas y magreándoselas con mucha calentura. Elena solo gemía y gemía hasta que, en un momento dijo:
-Me estoy yendooooooooooo…  Ahhhhhhhhhh!!!!- consiguiendo un intenso orgasmo y, como Beto no paraba, en segundos alcanzó otro orgasmo más largo todavía.
Luego ella lo frenó, se sacó la pija de su vagina y le dijo:
-Vení hermoso- y lo sentó en el medio del sillón grande (justo frente a la cámara de la notebook) –quiero cabalgarte yo a vos ahora.
Puso las rodillas a cada lado de los muslos de Beto, a la altura de su cadera, le agarró la verga y se la acomodó en su agujero y se fue sentando sobre ese mástil todo jugoso y empezó a subir y bajar, en una cogida que yo veía, casi en primer plano, de  cómo desaparecía la pija de Beto en la dilatada y jugosa vagina de mi mujer, quien le había agarrado las tetazas y comía y chupaba alternativamente ambos pezones, llevando a Elena a la gloria (Yo no dejaba de masturbarme casi frenéticamente de la calentura que me había embargado  el ver como otro hombre se estaba culiando a mi mujer.
Luego de varios minutos más, Beto le dijo a Elena:
-Voy a acabar primaaaa!!!
-Dale, dame toda tu leche tranquilo, que no hay riesgos…   uuuuhhhh… yo también me voy a venirrrrrrr….. AAAhhhh!!
Pude ver el descontrolado orgasmo simultáneo que tuvieron y que los dejó totalmente exhaustos, quedando mi mujer recostada sobre el pecho de él, con la pija clavada por un par de minutos más.
Acto seguido se separaron, él con la pija media morcillona y Elena chorreando semen por el interior de sus muslos, para dirigirse ambos al baño existente en la planta baja de la cabaña.
Escuchaba risas y murmullos durante unos 10 minutos y luego aparecieron en la pantalla, desnudos, satisfechos aparentemente  y se sentaron en el sillón grande, se abrazaron y hablaron sobre lo vivido.
Yo había acabado junto con ellos y luego de esto me entró una profunda modorra que llevó a que me quedara dormido.
Desperté cuando mi esposa se acostó en la cama al lado mío y me beso diciendo:
-Gracias amor, cuanto deseaba cogerme a mi primo… Te gustó?
-Estuvo alucinante!!!
-Ahora estoy muy cansada y, como dice el dicho: “Pájaro que comió, voló”- se sonrió, me volvió a besar y se durmió abrazada a mí. Yo hice lo mismo.
 
Por la mañana nos despertamos, estuvimos acariciándonos un rato y luego de levantarnos e higienizarnos bajamos para tomar el desayuno.
Hablamos de todo lo vivido, sintiéndonos más unidos que nunca.
De todo lo conversado yo me había quedado con dos interrogantes:
-Ele, qué te hacía Beto después que tuviste los orgasmos con la boca de él?
-Me empezó a pasar los dedos índice y medio de su mano derecha por toda mi mojada raja y, poco a poco, con el pulgar me masajeaba circularmente el clítoris… Me empecé a encender de nuevo y, el muy cabrón, me empezó a meter, primero uno y luego los dos dedos en mi vagina cogiéndome con ellos y estimulando mi punto “G” que me hizo volar de excitación y casi me hace acabar de nuevo… Lo frené porque quería comerme esa poronga que se le marcaba.
-Ele, después que de volvieron del baño y se quedaron abrazados, yo me quedé dormido… Cómo terminó todo?
-Poco  a poco le empecé a masajear su pija que se puso morcillona y me la metí en la boca, mientras el me puso en 69 y me comió la zorra… En un momento nos detuvimos y me recostó en el sillón y me penetró, él arriba y yo con las piernas sobre sus hombros, culiándome un rato hasta volver a acabar, yo tres veces más y él, saliéndose de mí, se agarró la verga, estando entre mis piernas y se la pajeo unos segundos más y acabó tirándome toda su caliente leche en mi abdomen, tetas y algunas gotas en mi cara… Fue exquisito y muy morboso. Nos volvimos a lavar, él se vistió y quedando en volver a repetirlo, se despidió de mí y se fue. Yo subí y me acosté a tu lado feliz y… agotadísima.
Me dio un beso súper cachondo y seguimos desayunando.

2 comentarios - El primo de mi esposa.

kramalo +1
muy bueno...!! flor de putita...me encanta..