Amorcitos vuelvo con el tan pedido cuarto relato. Como sabrán con el correr de los meses me hice más amiga del chat pero me debo a mi público así que me senté a escribir para ustedes otro recuerdo de mis travesuras pasadas. La ansiedad que generó el anuncio de este me obliga a entregarlo en dos capítulos.
Si quieren que el próximo sea pronto ya saben que hacer: 10+ y comentarios.
Antes de venirme a estudiar tuve otro viaje interesante a mis 18 años que sería una pequeña muestra de lo que pasaría al vivir sola en otra ciudad, sin la mirada de mi protectora madre. Estoy hablando de mi viaje de egresados.
Para lograr ir fue una larga negociación con mi mamá que conocía el descontrol que caracteriza a esos viajes y, si bien no era totalmente consciente de mi comportamiento con los hombres, sabía de mis modos provocativos y se daba cuenta que mi cuerpo no pasaba desapercibido para ningún varón.
Pasamos de un no rotundo a imponer determinadas condiciones. La primera era que debía hacer una videollamada todos los días, lo cuál si bien me parecía pesado era comprensible. La segunda ya me pareció más invasiva y me costó más procesarla: Si quería viajar iba a tener que ir con mi tío como uno de los adultos responsables.
Mucho no me gustaba la idea de viajar con un chaperón que me estuviera controlando pero dentro de todo mi tío Gabriel es muy piola y permisivo conmigo así que no iba a ser una vigilancia tan estricta después de todo. Acepté y tuve la bendición materna para mi viaje y no menos importante, los fondos para costearlo.
El viaje hasta bariloche no fue muy loco apesar del alcohol que ya empezó a correr en el micro y la euforia lógica de la situación en cánticos y jodas. Ya en ese momento note que tanto Pity, Diego y Germán, los tres coordinadores de la empresa como Matías, el fotógrafo, tenían toda la intención de pasarla bomba. Nos miraban el culo absolutamente a todas como si estuvieran en una mesa de un tenedor libre eligiendo que van a comer primero. La mirada de mi tío que notó lo mismo que yo, me mantenía fuera del alcance de esos cuatro durante el camino por lo menos.
Mis compañeros sabían que yo casi no registraba a los pibes de mi edad pero esperaban que el alcohol y el descontrol les abrieran una chance para hacerse lugar entre mis piernas, algunos ya lo habían hecho y como buenos pendejos habían compartido cada detalle de esa rica experiencia. La mayoría de las habitaciones tenían lugar para cuatro chicas pero por la fortuna matemática iban a sobrar dos que les tocaría compartir con una sola chica. Mientras mis compañeras se apuraban en formar cuartetos como si fuera para trabajos grupales en clase, con mi amiga Sabrina hicimos todo lo contrario y nos garantizamos el cuarto de dos para portarnos mal sin tener ninguna santurrona aguando la fiesta. Mi amiga, muy parecida a mi en lo provocativa y con un cuerpo muy deseado era la compañera perfecta para esa clase de viaje.
En las excursiones mis compañeros probaban suerte sin éxito con ambas con chamuyos muy bobos hasta que se ponían pesados y mi tío se acercaba y los rajaba. Eso nos daba la posibilidad de pasar de provocativas a perras teniendo la seguridad de que con ese as bajo la manga ninguno se podía zarpar mucho. Hasta ahí era todo muy tranquilo pero al volver nos preparabamos para la noche. La bebida corría más que el agua de las duchas y había cero timidez. Nos cruzabamos de cuarto en ropa interior provocando la locura de los chicos y los no tan chicos, como los coordinadores que empezaron a tirar anzuelos para todos lados a ver cuál picaba. La dificultad que planteaba la presencia de mi tío y el hecho de saber que eramos las chicas malas que quisimos estar solas nos ponían a la cabeza de sus deseos.
Yo sentía la mirada del fotógrafo que cuándo salí con con la minifalda y en corpiño para el cuarto del frente me violó con los ojos. Yo me di cuenta de inmediato y fiel a mi estilo, llamé a Sabri que ya estaba cambiada con un top negro ajustado un una mini roja tan corta como la mía.
- Matu sacame una con mi amiga que está re diosa - le pedí como obviando mi parcial desnudez. Le hicimos nuestras mejores caras de putas y poses que sobrepasaban lo provocativo.
Supuestamente nuestro pasillo iba a estar cuidado por una madre pero la señora estaba distraída con uno de los coordinadores que no discriminaba edades ni roles. Por eso mi tío que estaba cuidando del lado de los varones iba y venía cubriendo un espacio demasiado grande y dejándome esas ventanas para coquetear.
- Las cuatro salen hermosas - nos dijo entre fotos haciendo mención obviamente a mis tetas expuestas casi por completo y a las de la negra que tenía un escote fatal. Nosotras ni cerca de enojarnos nos reímos con picardía aumentando la calentura de ese hombre que nos doblaba la edad.
- Hagamos unas selfies - le propuse sin nada de inocencia en el pedido. Saqué mi teléfono que por mi escasez de ropa estaba apretado en mi cintura en el borde de mi pollerita y nos pusimos una de cada lado. Rápido se agarró de nuestras cinturas y nos atrajo pegadas a él lo abrazamos y entre pose y pose acariciamos su pecho y su espalda por sobre la ropa en esos abrazos fotogénicos. Matías tampoco era nada quedado y sus manos oscilaban entre nuestras cinturas, nuestras pancitas tan planas como desnudas y nuestras colas apretadas en las respectivas minifaldas.
Estábamos en ese toqueteo consentido cuando vi a mi tío Gabriel doblar en el pasillo y me alejé un paso para atrás dejando a sus ojos a mi amiga como la perra calienta pija que provocaba al fotógrafo. De todas formas no pareció gustarle mucho que estuviera en corpiño frente a un tipo con evidentes intenciones de comerse una pendeja. Para descontracturar esa situación incomoda le pedí que él se sacara una selfie conmigo. Me resultó muy divertida la comparación entre la actitud de mi tío con la del otro tipo. Mientras el anterior no perdía chance de ningún contacto con mi cuerpo, en este otro era a la inversa. Mi poca ropa lo incomodaba bastante y una sonrisa nerviosa en la foto era el sello de eso. Saqué una ráfaga de fotos como hago siempre para luego elegir la mejor y en una parecía que me miraba las tetas. Me llamó mucho la atención ese detalle. No era muy común en él pero al parecer los ojos se le fueron a mi apretado corpiño. Con mi amiga nos quedamos apenas un rato más ya que la presencia de mi tío no nos daba mucho margen y luego dimos por terminada nuestra sesión de fotos y nos fuimos a terminar de arreglarnos para salir.
Esa noche salimos a uno de los boliches más conocidos. Mi vestuario lo completé con una blusa negra de las que que se traslucen y unas botas con tacos lo suficiente altos como para tener mis piernas en la posición perfecta para lucirlas y parar mi cola en plenitud. La negra también lucía sus curvas y hacía quilombo entre los chicos. Entre los comentarios de nuestras envidiosas compañeras y las babas de nuestros compañeros pasamos una noche genial. Bailamos lo más perras posibles. Los coordinadores se hacían los pendejos y trataban de sacar ventaja en la confusión.Así fue como a mitad de la noche mientras sonaba un reggaetón caliente y yo perreaba con todas las ganas, Germán, el mayor de los coordinadores se paró detrás mío y sentí una apoyada aparentemente accidental. Me di vuelta y lo miré. Me hizo cara de distraído y yo le sonreí. Tras mi gesto se me pegó y se puso a bailar apoyándome y acariciando mi cintura y mis caderas.
Yo me dejaba y seguía perreando para que mi culo apriete cada vez más su bulto que se endurecía con el contacto. No me sorprendía la actitud del madurito pero si me llamó la atención cuando de lejos Pity nos vio y se acercó para bailar con nosotros. En el medio de la pista armamos una especie de sándwich. El segundo coordinador me buscaba la boca y yo le corría la cara pero no sacaba sus manos de mis piernas.Diego seguía en lo suyo por detrás y cada tanto me decía alguna grosería al oído para calentarme
Yo me reía y seguía calentando a los dos mientras tomaba por el sorbete del trago que Pity traía en la mano y yo le había robado. Sentía los bultos de los dos coordinadores que ya se relamían pensando lo que seguiría.
Entre baile y coqueteo me fueron llevando más al costado a una zona menos visible. Busqué con la mirada a mi tío y cuando vi que no estaba cerca le pasé el vaso a Germán que apenas llegó a dar un leve trago antes de sentir mi mano agarrando su bulto. Sentí como se ahogó con ese sorbo al sentir mis dedos apretando su erección. Pity se dio cuenta y me agarró una teta con descaro. Cómo vio que me mordí los labios me metió un beso. Mi lengua reaccionó enseguida y ese beso se fue haciendo cada vez más caliente. Los dos subían de a poco mi falda y mi culo fue quedando al aire lentamente. En la oscuridad y entre los juegos de luces y la música era casi imperceptible para el resto pero yo sentía como me lo agarraban y apretaban. Me estaba mojando toda.
- Que trolita resultaste - me gritaba al oído Germán aturdido por la música y la euforia mientras pasaba los dedos entre mis nalgas recorriendo la fina tira de mi tanga. Yo seguía besando al otro pero gemía y no dejaba de tocar su pija. Ya calientes como estaban me llevaron a un rincón donde me corrieron la tanga y se pusieron e meterme dedos a escondidas y besarme para que mis gemidos no llamen demasiado la atención.
Ya a esa hora era obvio que apenas pisáramos el hotel iban a meterme en un cuarto y me iban a hacer las cosas más sucias que pudieran cruzarse por la mente de un hombre. Se veía en sus ojos eran como animales. No podía negar lo mojada que estaba. Por sus dedos se escurrían las gotas de mi placer mientras entraban y salían por el borde de mi tanga. Se regodeaban al sentir mis muslos jóvenes y suaves temblando de gozo. No les importaba nada. No paraban de besarme y tocarme. Estábamos en lo mejor cuando a pocos metros nuestros se armó un gran alboroto.
Algunos de mis compañeros se empezaron a pelear con un grupo de otra provincia y el altercado tomó grado de quilombo en poco tiempo. Piñas y patadas en todas direcciones fueron el cóctel explosivo y un par de aperitivos fueron golpes y pisotones a un par que cayeron al piso. Por más calientes que estuvieran mis coordinadores tenían que intervenir. Yo me fui para otro lado para esquivar la hecatombe. Acostumbrada a disimular este tipo de situaciones con total naturalidad. Pude ver a mi tío sacando de la batalla campal a uno de los que había caído al piso y cobrado la peor parte. Me quedé con él porque la situación realmente me asustaba. De más está decir que después del incidente todo nuestro grupo abandonó el lugar en medio de sermones de los mayores desde que nos subimos hasta que bajamos del colectivo que nos llevaba a todos lados.
Aparte del mal momento yo me quedé con unas ganas de coger terribles. Lo bueno es que tenía medio curso detrás mío y con la adrenalina por las nubes. Los coordinadores ya no eran una opción porque tenían que ocuparse de los mal golpeados y calmar a los sacaditos. Iba a tener que pescar lo que tuviera en la orilla.
Cuando llegamos al hotel me quedé con un grupo de compañeros y compañeras en el hall charlando de lo que pasó y fui tanteando a los varones a ver quien se iba a dar el gusto de sacarme esas ganas desesperadas de pija que me invadían. Encontré al candidato ideal. Rodrigo, nuestro querido abanderado estaba por demás agitado. Había sido testigo de primera fila e incluso se ligó algunos empujones y codazos cuando se armó pero obviamente no participó. Es decir que tenía una excitación tremenda y estaba perfectamente sano como para aguantar mi exigencia.
Mientras contaba me apuré a consolarlo
- Pobre Rodri, vos no tenías nada que ver - le dije mientras lo abrazaba apretando maliciosamente mis tetas contra su pecho y acariciaba su cara preguntando
- No te lastimaron no - mientras decía esto tocaba todo su torso como si buscara algún golpe.
Su timidez que siempre había sido objeto de mis burlas era afrodisíaca para mí en ese momento. Él sin saberlo se fue calentando con toda mi actuación. Me daba cuenta como iba encorvándose para disimular una robusta erección. Le dije que me dolían los pies por las botas, si me ayudaba a subir a mi cuarto y me colgué de su cuello. Ovacionado socarronamente por mis compañeros me acompañó. Mientras se cerraba el ascensor uno de ellos le gritó
- Hoy te convertís en héroe - pero el bajaba la cabeza avergonzado y se acomodaba los lentes.
En cuando se cerró la puerta lo abracé y le dije
- Gracias Rodri - me puse muy cerca de su cara hasta que se tocaron nuestras narices. Sentía su nerviosismo le besé los labios suavemente y me alejé un poco a ver que hacía. Toda esa timidez se empezó a desanudar y me devolvió el beso pero yo lo recibí abriendo mis labios para calentarlo con mi lengua. Cuando el ascensor se abrió salimos despedidos a mi cuarto. Pensaba en que iba a hacer con Sabri pero la negra no estaba. No era raro ya que había andado histeriqueando a todos como yo y alguno le estaría dando leche. Apenas llegamos le pegué un tirón a su pantalón tan fuerte que se lo bajé sin que se suelte el cinturón y fue con boxer y todo. Escupí su pija y lo masturbé por unos segundos hasta que no pude aguantar y me tragué su verga por completo. Arranqué con una mamada que seguramente la puritana de su novia que estaba a kilómetros jamas le daría. Me di cuenta de eso por la manera de agarrarme el pelo para que chupe.
Lo miraba desde ahí para controlar mi ritmo y que no acabe antes de tiempo.
Lo empujé a mi cama y me bajé la tanga. La falda me la subí a la panza y me monté en esa pija que latía llena de leche por la espectacular mamada que le regalé. Me estaba dando el gusto de que me cojan después de toda la calentura de esa noche y él hecho de que fuera este nerd no le bajaba para nada el precio. A medida que subía y bajaba me manoseaba el culo sin pudores. Yo estaba erguida saltando sobre él dominada por una calentura imposible. Me saqué la blusa y solté el corpiño. Mis tetas rebotaban frente a su cara y dentro de mi concha su verga se robusteció aún más con ese show. Me las apretó hasta hacerme doler y mi grito lo detuvo pero a la vez lo calentó. Pronto volvió a agarrarlas con la misma fiereza y a chuparlas con una alegría única.
Me bajé y se la volví a chupar. Esta vez no me medí tanto. Por poco y sale toda la leche que tenía acumulada de las burlonas provocaciones a las que lo habíamos sometido con mis compañeras durante casi todo el cursado pero me detuve a tiempo y me acomodé en cuatro dándole la espalda en una clara invitación. Se puso detrás y coló lentamente su pija en mi de nuevo en mi concha que en esa pose estaba más apretada y le daba más placer aún, Mi pose de absoluta sumisión y mi sonrisa sobre el hombro lo puso loco de la calentura y me empezó a coger como un hombre de verdad y no como ese timorato inseguro. En ese momento probablemente estaba más orgulloso que nunca de si mismo porque no dudaba un segundo. Me empezó a coger con ganas pero no era esa clásica cogida de pendejo que mete y saca como si lo estuvieran apurando. Lo disfrutaba. Se tomaba su tiempo para sentir como su verga se perdía en mi interior. Hasta tomó coraje y me dio un par de nalgadas fuertes. Me cogía como si fuera su puta, su perra sumisa.
- Si! cogeme así! Que bestia! Si! Ay por favor! - gritaba exagerando un poco por la calentura y otro sabiendo que las paredes que nos rodeaban estaban repletas de oídos de nuestros compañeros. Al parecer el verdadero Rodrigo estaba saliendo a la luz gracias a mi incontrolable calentura. Todo eso pasaba por mi cabeza con la misma intensidad que me penetraba y hacía que mis jugos broten sin parar. Pero fue recién cuando su basta acabada inundó mi concha fue que apreté las piernas y acabé con un fuerte grito totalmente genuino.
Agotado y satisfecho al extremo siguió penetrándome al mismo ritmo hasta que mi delicioso orgasmo terminó. Después de eso la sacó con hilos de leche que por todos lados y se la limpié con una última chupada tragando cada gota, hasta dejarla totalmente lavada con mi saliva. Lo apuré para que se vista antes de que llegue mi amiga y lo me puse algo para despedirlo en la puerta. Algunos compañeros se asomaron de los cuartos de al lado y lo despedí con un beso en la boca. Fue la primera y última vez que tuve algo con él más que nada por la situación pero me encargué de que todo el curso se entere. Era una forma de agradecerle por haberme sacado esas ganas voraces de pija que tenía.
Entre la sorpresa de mis compañeras que rumoreaban por lo bajo y la locura de mis compañeros que no podían creer que la mina que los rebotaba sistemáticamente acababa de coger brutalmente con el querido pero bastardeado abanderado de la promo. Ser el mejor promedio no era ningún promedio para ellos pero haber disfrutado mi cuerpo lo volvió un rockstar. Yo me quedé en la puerta charlando con algunas curiosas a la espera de la negra hasta que salí a dar una vuelta a ver donde estaba.
Unas ñoñas me dijeron que la última vez que la vieron estaba hablando con Diego así que me fui al piso de arriba donde estaban casi todos los adultos. Mientras subía la escalera la puerta de un cuarto se abrió. Matu despedía a mi amiga con un beso de lo más caliente. La negra tenía todo el maquillaje corrido y el pelo hecho un quilombo. Los dos me vieron y ella me guiñó el ojo y me hizo gesto de silencio entre risas pícaras. Matu se agarró la cabeza al verme. De adentro se asomó Diego abrochando sus pantalones. Ahí me di cuenta: La puta tuvo fiesta y no avisó.
Por lo que se veía la habían estado cogiendo desde que llegamos al hotel. Mi amiga estaba hecha un desastre. En ese momento tomé conciencia de que yo tenía el mismo aspecto de recién cogida y me andaba paseando por todo el hotel.
También eso explicaba porque los otros dos estaban tan ansiosos por cogerme esa noche. Al parecer sabían que sus compañeros tendrían a mi amiga para repartirse y querían una joda parecida para ellos. Seguramente Diego y Matu pensaban que sus colegas eran los culpables de mi carita de satisfecha. Estos dos demostraron ser peores coordinadores ya que ni siquiera el quilombo que se armó los distrajo de su objetivo.
Insaciables me hicieron señas de que me acerque pero yo me negué con la cabeza haciendo cara de puta pero sin darles el gusto. Sabía lo que tenían en mente y no pensaba ser la frutilla del postre ajeno. Me hicieron suplica juntando las manos y puchereando pero tampoco cedí. Supongo que hubo algo de celos en mi actitud. No lo se pero lo único que hice fue mantener la distancia e histeriquear un poco. Después fue solo esperar a mi amiga que se despidió largo y tendido de cada uno para volver juntas al cuarto y contarnos los detalles más sucios de la que había sido nuestra mejor noche del viaje de egresados, la mejor hasta ahí...
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Te vas a ganar mi corazón
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Antes de venirme a estudiar tuve otro viaje interesante a mis 18 años que sería una pequeña muestra de lo que pasaría al vivir sola en otra ciudad, sin la mirada de mi protectora madre. Estoy hablando de mi viaje de egresados.
Para lograr ir fue una larga negociación con mi mamá que conocía el descontrol que caracteriza a esos viajes y, si bien no era totalmente consciente de mi comportamiento con los hombres, sabía de mis modos provocativos y se daba cuenta que mi cuerpo no pasaba desapercibido para ningún varón.
Pasamos de un no rotundo a imponer determinadas condiciones. La primera era que debía hacer una videollamada todos los días, lo cuál si bien me parecía pesado era comprensible. La segunda ya me pareció más invasiva y me costó más procesarla: Si quería viajar iba a tener que ir con mi tío como uno de los adultos responsables.
Mucho no me gustaba la idea de viajar con un chaperón que me estuviera controlando pero dentro de todo mi tío Gabriel es muy piola y permisivo conmigo así que no iba a ser una vigilancia tan estricta después de todo. Acepté y tuve la bendición materna para mi viaje y no menos importante, los fondos para costearlo.
El viaje hasta bariloche no fue muy loco apesar del alcohol que ya empezó a correr en el micro y la euforia lógica de la situación en cánticos y jodas. Ya en ese momento note que tanto Pity, Diego y Germán, los tres coordinadores de la empresa como Matías, el fotógrafo, tenían toda la intención de pasarla bomba. Nos miraban el culo absolutamente a todas como si estuvieran en una mesa de un tenedor libre eligiendo que van a comer primero. La mirada de mi tío que notó lo mismo que yo, me mantenía fuera del alcance de esos cuatro durante el camino por lo menos.
Mis compañeros sabían que yo casi no registraba a los pibes de mi edad pero esperaban que el alcohol y el descontrol les abrieran una chance para hacerse lugar entre mis piernas, algunos ya lo habían hecho y como buenos pendejos habían compartido cada detalle de esa rica experiencia. La mayoría de las habitaciones tenían lugar para cuatro chicas pero por la fortuna matemática iban a sobrar dos que les tocaría compartir con una sola chica. Mientras mis compañeras se apuraban en formar cuartetos como si fuera para trabajos grupales en clase, con mi amiga Sabrina hicimos todo lo contrario y nos garantizamos el cuarto de dos para portarnos mal sin tener ninguna santurrona aguando la fiesta. Mi amiga, muy parecida a mi en lo provocativa y con un cuerpo muy deseado era la compañera perfecta para esa clase de viaje.
En las excursiones mis compañeros probaban suerte sin éxito con ambas con chamuyos muy bobos hasta que se ponían pesados y mi tío se acercaba y los rajaba. Eso nos daba la posibilidad de pasar de provocativas a perras teniendo la seguridad de que con ese as bajo la manga ninguno se podía zarpar mucho. Hasta ahí era todo muy tranquilo pero al volver nos preparabamos para la noche. La bebida corría más que el agua de las duchas y había cero timidez. Nos cruzabamos de cuarto en ropa interior provocando la locura de los chicos y los no tan chicos, como los coordinadores que empezaron a tirar anzuelos para todos lados a ver cuál picaba. La dificultad que planteaba la presencia de mi tío y el hecho de saber que eramos las chicas malas que quisimos estar solas nos ponían a la cabeza de sus deseos.
Yo sentía la mirada del fotógrafo que cuándo salí con con la minifalda y en corpiño para el cuarto del frente me violó con los ojos. Yo me di cuenta de inmediato y fiel a mi estilo, llamé a Sabri que ya estaba cambiada con un top negro ajustado un una mini roja tan corta como la mía.
- Matu sacame una con mi amiga que está re diosa - le pedí como obviando mi parcial desnudez. Le hicimos nuestras mejores caras de putas y poses que sobrepasaban lo provocativo.
Supuestamente nuestro pasillo iba a estar cuidado por una madre pero la señora estaba distraída con uno de los coordinadores que no discriminaba edades ni roles. Por eso mi tío que estaba cuidando del lado de los varones iba y venía cubriendo un espacio demasiado grande y dejándome esas ventanas para coquetear.
- Las cuatro salen hermosas - nos dijo entre fotos haciendo mención obviamente a mis tetas expuestas casi por completo y a las de la negra que tenía un escote fatal. Nosotras ni cerca de enojarnos nos reímos con picardía aumentando la calentura de ese hombre que nos doblaba la edad.
- Hagamos unas selfies - le propuse sin nada de inocencia en el pedido. Saqué mi teléfono que por mi escasez de ropa estaba apretado en mi cintura en el borde de mi pollerita y nos pusimos una de cada lado. Rápido se agarró de nuestras cinturas y nos atrajo pegadas a él lo abrazamos y entre pose y pose acariciamos su pecho y su espalda por sobre la ropa en esos abrazos fotogénicos. Matías tampoco era nada quedado y sus manos oscilaban entre nuestras cinturas, nuestras pancitas tan planas como desnudas y nuestras colas apretadas en las respectivas minifaldas.
Estábamos en ese toqueteo consentido cuando vi a mi tío Gabriel doblar en el pasillo y me alejé un paso para atrás dejando a sus ojos a mi amiga como la perra calienta pija que provocaba al fotógrafo. De todas formas no pareció gustarle mucho que estuviera en corpiño frente a un tipo con evidentes intenciones de comerse una pendeja. Para descontracturar esa situación incomoda le pedí que él se sacara una selfie conmigo. Me resultó muy divertida la comparación entre la actitud de mi tío con la del otro tipo. Mientras el anterior no perdía chance de ningún contacto con mi cuerpo, en este otro era a la inversa. Mi poca ropa lo incomodaba bastante y una sonrisa nerviosa en la foto era el sello de eso. Saqué una ráfaga de fotos como hago siempre para luego elegir la mejor y en una parecía que me miraba las tetas. Me llamó mucho la atención ese detalle. No era muy común en él pero al parecer los ojos se le fueron a mi apretado corpiño. Con mi amiga nos quedamos apenas un rato más ya que la presencia de mi tío no nos daba mucho margen y luego dimos por terminada nuestra sesión de fotos y nos fuimos a terminar de arreglarnos para salir.
Esa noche salimos a uno de los boliches más conocidos. Mi vestuario lo completé con una blusa negra de las que que se traslucen y unas botas con tacos lo suficiente altos como para tener mis piernas en la posición perfecta para lucirlas y parar mi cola en plenitud. La negra también lucía sus curvas y hacía quilombo entre los chicos. Entre los comentarios de nuestras envidiosas compañeras y las babas de nuestros compañeros pasamos una noche genial. Bailamos lo más perras posibles. Los coordinadores se hacían los pendejos y trataban de sacar ventaja en la confusión.Así fue como a mitad de la noche mientras sonaba un reggaetón caliente y yo perreaba con todas las ganas, Germán, el mayor de los coordinadores se paró detrás mío y sentí una apoyada aparentemente accidental. Me di vuelta y lo miré. Me hizo cara de distraído y yo le sonreí. Tras mi gesto se me pegó y se puso a bailar apoyándome y acariciando mi cintura y mis caderas.
Yo me dejaba y seguía perreando para que mi culo apriete cada vez más su bulto que se endurecía con el contacto. No me sorprendía la actitud del madurito pero si me llamó la atención cuando de lejos Pity nos vio y se acercó para bailar con nosotros. En el medio de la pista armamos una especie de sándwich. El segundo coordinador me buscaba la boca y yo le corría la cara pero no sacaba sus manos de mis piernas.Diego seguía en lo suyo por detrás y cada tanto me decía alguna grosería al oído para calentarme
Yo me reía y seguía calentando a los dos mientras tomaba por el sorbete del trago que Pity traía en la mano y yo le había robado. Sentía los bultos de los dos coordinadores que ya se relamían pensando lo que seguiría.
Entre baile y coqueteo me fueron llevando más al costado a una zona menos visible. Busqué con la mirada a mi tío y cuando vi que no estaba cerca le pasé el vaso a Germán que apenas llegó a dar un leve trago antes de sentir mi mano agarrando su bulto. Sentí como se ahogó con ese sorbo al sentir mis dedos apretando su erección. Pity se dio cuenta y me agarró una teta con descaro. Cómo vio que me mordí los labios me metió un beso. Mi lengua reaccionó enseguida y ese beso se fue haciendo cada vez más caliente. Los dos subían de a poco mi falda y mi culo fue quedando al aire lentamente. En la oscuridad y entre los juegos de luces y la música era casi imperceptible para el resto pero yo sentía como me lo agarraban y apretaban. Me estaba mojando toda.
- Que trolita resultaste - me gritaba al oído Germán aturdido por la música y la euforia mientras pasaba los dedos entre mis nalgas recorriendo la fina tira de mi tanga. Yo seguía besando al otro pero gemía y no dejaba de tocar su pija. Ya calientes como estaban me llevaron a un rincón donde me corrieron la tanga y se pusieron e meterme dedos a escondidas y besarme para que mis gemidos no llamen demasiado la atención.
Ya a esa hora era obvio que apenas pisáramos el hotel iban a meterme en un cuarto y me iban a hacer las cosas más sucias que pudieran cruzarse por la mente de un hombre. Se veía en sus ojos eran como animales. No podía negar lo mojada que estaba. Por sus dedos se escurrían las gotas de mi placer mientras entraban y salían por el borde de mi tanga. Se regodeaban al sentir mis muslos jóvenes y suaves temblando de gozo. No les importaba nada. No paraban de besarme y tocarme. Estábamos en lo mejor cuando a pocos metros nuestros se armó un gran alboroto.
Algunos de mis compañeros se empezaron a pelear con un grupo de otra provincia y el altercado tomó grado de quilombo en poco tiempo. Piñas y patadas en todas direcciones fueron el cóctel explosivo y un par de aperitivos fueron golpes y pisotones a un par que cayeron al piso. Por más calientes que estuvieran mis coordinadores tenían que intervenir. Yo me fui para otro lado para esquivar la hecatombe. Acostumbrada a disimular este tipo de situaciones con total naturalidad. Pude ver a mi tío sacando de la batalla campal a uno de los que había caído al piso y cobrado la peor parte. Me quedé con él porque la situación realmente me asustaba. De más está decir que después del incidente todo nuestro grupo abandonó el lugar en medio de sermones de los mayores desde que nos subimos hasta que bajamos del colectivo que nos llevaba a todos lados.
Aparte del mal momento yo me quedé con unas ganas de coger terribles. Lo bueno es que tenía medio curso detrás mío y con la adrenalina por las nubes. Los coordinadores ya no eran una opción porque tenían que ocuparse de los mal golpeados y calmar a los sacaditos. Iba a tener que pescar lo que tuviera en la orilla.
Cuando llegamos al hotel me quedé con un grupo de compañeros y compañeras en el hall charlando de lo que pasó y fui tanteando a los varones a ver quien se iba a dar el gusto de sacarme esas ganas desesperadas de pija que me invadían. Encontré al candidato ideal. Rodrigo, nuestro querido abanderado estaba por demás agitado. Había sido testigo de primera fila e incluso se ligó algunos empujones y codazos cuando se armó pero obviamente no participó. Es decir que tenía una excitación tremenda y estaba perfectamente sano como para aguantar mi exigencia.
Mientras contaba me apuré a consolarlo
- Pobre Rodri, vos no tenías nada que ver - le dije mientras lo abrazaba apretando maliciosamente mis tetas contra su pecho y acariciaba su cara preguntando
- No te lastimaron no - mientras decía esto tocaba todo su torso como si buscara algún golpe.
Su timidez que siempre había sido objeto de mis burlas era afrodisíaca para mí en ese momento. Él sin saberlo se fue calentando con toda mi actuación. Me daba cuenta como iba encorvándose para disimular una robusta erección. Le dije que me dolían los pies por las botas, si me ayudaba a subir a mi cuarto y me colgué de su cuello. Ovacionado socarronamente por mis compañeros me acompañó. Mientras se cerraba el ascensor uno de ellos le gritó
- Hoy te convertís en héroe - pero el bajaba la cabeza avergonzado y se acomodaba los lentes.
En cuando se cerró la puerta lo abracé y le dije
- Gracias Rodri - me puse muy cerca de su cara hasta que se tocaron nuestras narices. Sentía su nerviosismo le besé los labios suavemente y me alejé un poco a ver que hacía. Toda esa timidez se empezó a desanudar y me devolvió el beso pero yo lo recibí abriendo mis labios para calentarlo con mi lengua. Cuando el ascensor se abrió salimos despedidos a mi cuarto. Pensaba en que iba a hacer con Sabri pero la negra no estaba. No era raro ya que había andado histeriqueando a todos como yo y alguno le estaría dando leche. Apenas llegamos le pegué un tirón a su pantalón tan fuerte que se lo bajé sin que se suelte el cinturón y fue con boxer y todo. Escupí su pija y lo masturbé por unos segundos hasta que no pude aguantar y me tragué su verga por completo. Arranqué con una mamada que seguramente la puritana de su novia que estaba a kilómetros jamas le daría. Me di cuenta de eso por la manera de agarrarme el pelo para que chupe.
Lo miraba desde ahí para controlar mi ritmo y que no acabe antes de tiempo.
Lo empujé a mi cama y me bajé la tanga. La falda me la subí a la panza y me monté en esa pija que latía llena de leche por la espectacular mamada que le regalé. Me estaba dando el gusto de que me cojan después de toda la calentura de esa noche y él hecho de que fuera este nerd no le bajaba para nada el precio. A medida que subía y bajaba me manoseaba el culo sin pudores. Yo estaba erguida saltando sobre él dominada por una calentura imposible. Me saqué la blusa y solté el corpiño. Mis tetas rebotaban frente a su cara y dentro de mi concha su verga se robusteció aún más con ese show. Me las apretó hasta hacerme doler y mi grito lo detuvo pero a la vez lo calentó. Pronto volvió a agarrarlas con la misma fiereza y a chuparlas con una alegría única.
Me bajé y se la volví a chupar. Esta vez no me medí tanto. Por poco y sale toda la leche que tenía acumulada de las burlonas provocaciones a las que lo habíamos sometido con mis compañeras durante casi todo el cursado pero me detuve a tiempo y me acomodé en cuatro dándole la espalda en una clara invitación. Se puso detrás y coló lentamente su pija en mi de nuevo en mi concha que en esa pose estaba más apretada y le daba más placer aún, Mi pose de absoluta sumisión y mi sonrisa sobre el hombro lo puso loco de la calentura y me empezó a coger como un hombre de verdad y no como ese timorato inseguro. En ese momento probablemente estaba más orgulloso que nunca de si mismo porque no dudaba un segundo. Me empezó a coger con ganas pero no era esa clásica cogida de pendejo que mete y saca como si lo estuvieran apurando. Lo disfrutaba. Se tomaba su tiempo para sentir como su verga se perdía en mi interior. Hasta tomó coraje y me dio un par de nalgadas fuertes. Me cogía como si fuera su puta, su perra sumisa.
- Si! cogeme así! Que bestia! Si! Ay por favor! - gritaba exagerando un poco por la calentura y otro sabiendo que las paredes que nos rodeaban estaban repletas de oídos de nuestros compañeros. Al parecer el verdadero Rodrigo estaba saliendo a la luz gracias a mi incontrolable calentura. Todo eso pasaba por mi cabeza con la misma intensidad que me penetraba y hacía que mis jugos broten sin parar. Pero fue recién cuando su basta acabada inundó mi concha fue que apreté las piernas y acabé con un fuerte grito totalmente genuino.
Agotado y satisfecho al extremo siguió penetrándome al mismo ritmo hasta que mi delicioso orgasmo terminó. Después de eso la sacó con hilos de leche que por todos lados y se la limpié con una última chupada tragando cada gota, hasta dejarla totalmente lavada con mi saliva. Lo apuré para que se vista antes de que llegue mi amiga y lo me puse algo para despedirlo en la puerta. Algunos compañeros se asomaron de los cuartos de al lado y lo despedí con un beso en la boca. Fue la primera y última vez que tuve algo con él más que nada por la situación pero me encargué de que todo el curso se entere. Era una forma de agradecerle por haberme sacado esas ganas voraces de pija que tenía.
Entre la sorpresa de mis compañeras que rumoreaban por lo bajo y la locura de mis compañeros que no podían creer que la mina que los rebotaba sistemáticamente acababa de coger brutalmente con el querido pero bastardeado abanderado de la promo. Ser el mejor promedio no era ningún promedio para ellos pero haber disfrutado mi cuerpo lo volvió un rockstar. Yo me quedé en la puerta charlando con algunas curiosas a la espera de la negra hasta que salí a dar una vuelta a ver donde estaba.
Unas ñoñas me dijeron que la última vez que la vieron estaba hablando con Diego así que me fui al piso de arriba donde estaban casi todos los adultos. Mientras subía la escalera la puerta de un cuarto se abrió. Matu despedía a mi amiga con un beso de lo más caliente. La negra tenía todo el maquillaje corrido y el pelo hecho un quilombo. Los dos me vieron y ella me guiñó el ojo y me hizo gesto de silencio entre risas pícaras. Matu se agarró la cabeza al verme. De adentro se asomó Diego abrochando sus pantalones. Ahí me di cuenta: La puta tuvo fiesta y no avisó.
Por lo que se veía la habían estado cogiendo desde que llegamos al hotel. Mi amiga estaba hecha un desastre. En ese momento tomé conciencia de que yo tenía el mismo aspecto de recién cogida y me andaba paseando por todo el hotel.
También eso explicaba porque los otros dos estaban tan ansiosos por cogerme esa noche. Al parecer sabían que sus compañeros tendrían a mi amiga para repartirse y querían una joda parecida para ellos. Seguramente Diego y Matu pensaban que sus colegas eran los culpables de mi carita de satisfecha. Estos dos demostraron ser peores coordinadores ya que ni siquiera el quilombo que se armó los distrajo de su objetivo.
Insaciables me hicieron señas de que me acerque pero yo me negué con la cabeza haciendo cara de puta pero sin darles el gusto. Sabía lo que tenían en mente y no pensaba ser la frutilla del postre ajeno. Me hicieron suplica juntando las manos y puchereando pero tampoco cedí. Supongo que hubo algo de celos en mi actitud. No lo se pero lo único que hice fue mantener la distancia e histeriquear un poco. Después fue solo esperar a mi amiga que se despidió largo y tendido de cada uno para volver juntas al cuarto y contarnos los detalles más sucios de la que había sido nuestra mejor noche del viaje de egresados, la mejor hasta ahí...
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Te vas a ganar mi corazón
31 comentarios - Cuando fui la más puta del viaje - Parte 1
Cada día me arrepiento mas de haber estudiado en un industrial y no haber tenido compañeras... 😢
😘
No me pongas cosas del chat acá please 🙏🏻
Me reeee calentaste! ❤️
van 10
qué placer volver a leerte....