Sexo de primavera con una gorda de más de 80

 
Y porsupuesto, Diego Cuero también se hizo presente el gran Día de la Primavera.Pensé ese lindo 21 en cómo festejarlo, iba con Sandrita, iba con las gordas, mevestía de mujer, pero todas estaban ya organizaditas y muy calientes para recibirme.Qué iba a buscar, una puta en el diario, vengo corto de fondos. Mi vecinaMartina, a quien le di un pico y la cogí antes, se fue con su marido que antesni un beso. Una racha del orto. Pero…
 
 Pero siempre hay una salida, una vagina libre.En efecto, se me ocurrió llamar a una señora amiga, bastante liberal, que sabede mis ganas, y ella me dio el número de Rosita, una amiga suya. Yo dijefenómeno, debe ser una potra con unas tetas y un culo bárbaro. La llamé y cuandole dije de parte de la otra, la mujer aceptó encontrarse conmigo, y nomás meinvitó a su casa en Villa Adelina, al toque de acá de Carapachay. Fui con camisa,pantalón de gabardina, zapatos, mucho perfume y mucha calentura, debía ser unahembra del carajo.
 
Qué sorpresacuando la vi. Una casi ochentona, viejocha, hecha mierda, gorda, más o menoslinda pero veterana. Eso sí, vestidita la guacha, maquillada, cremita, perfume,todo. La saludé, la besé, ella a mí, me dio de merendar café con leche y tostadascon queso y dulce. Rosita me charló, voz bien de vieja, arrastrando medio lavoz, pero copada. Le conté de mí, me preguntó si andaba de novio, le dije queno y ahí aproveché para contarle de mi pasión por el sexo. Que me gustan todotipo de mujeres, que me invaden los ratones, que escribo párrafos. Sin pudor lefui a contar que me hago la re paja con lo que venga, a esta señora de 80  y pico. Y para qué, le rematé con que meexcitan las mujeres que usan algo de cuero. Y rosita, acá bien inocentona, mecomentó: "Ah, mirá vos, vos sabés que yo uso campera de cuero y también tengoun tapado que me regaló mi ex marido". Enseguida le pedí, loco, desatado,viéndola fácil, que me lo mostrara. La tipa me agarró, mirala la loca, me llevóa su pieza, fue nomás al placard, lo abrió y me mostró un par de abrigos de uncuero de lo más fino, que hasta tuve ganas de probar y le dije.
 
Y sí,Rosita era en efecto tan liberal que me iba a dar todos los gustos. Ella sepuso un tapado y a mí me dio la campera, que me puse loco de calentura.Enseguida quise más y de una, sin siquiera contarle de mi fetichismo con lo demujer, le pedí si me prestaba su lápiz de labios. Rosita contestó "sí miamor, cómo no, date el gusto", fue a su cartera, también de cuero, laabrió, sacó y me dio un labial marroncito que me pasé dos veces por la boca, yluego me puse cremita para las manos. Y me preguntó si quería algo más. Y lecontesté sin importarme nada: "Rosita, ¿te puedo dar un piquito con loslabios pintados?" "Sííí, mi amor, dale nomás, estoy dispuesta,estamos en primavera", se desató la ochentona. La abracé, la mimé en la caray le di un besote en la boca. Y no pude evitar tocarle la cintura primero yentre sus piernas después. Esperé ligarme un sopapo.
 
Pero no,ligué como el mejor. Rosita me agarró de mi mano, me la pasó por su cuerpo, sustetas, su vagina de nuevo, cubierta por linda pollera,  y su cola. Gorda, vieja, pero deseosa. Y yo calientecomo horno de pizza. Nomás seguimos a los besos, todavía vestidos con cuero yyo pintado, me llevó a su pieza y ahí me sacó la campera, me quitó la ropa yella se sacó todo, dejando ver un corpacho feo pero una linda lencería. Qué mechupa un huevo si vieja, la agarré, la estrujé contra la pared, le saqué locosu corpiño, Rosita se sacó la bombacha, la revoleó y me dijo "dale amor,hacé lo que te gusta conmigo".
 
Con unpene bien grueso y excitado, me le zambullí brutalmente arriba de la cama, laabrí de piernas, se la metí de una de golpe, la vieja pegó terrible alarido deplacer y le di sin asco por su linda vagina, hecha bolsa de tantas décadas decoger pero igual me venía bien. Y en menos de quince eyaculé semen a borbotonesen la vagina de Rosita, que loca pidió más. Y tras besos y mimos, apretada de tetasy más, se me reparó bien la pija y se la enchufé por la cola de parado,reventándola hasta acabarle de semen. Se la pasé por la boca, Rosita lamió ytragó, luego por sus tetas y la manché bien de semen, rematando con una masturbadaque ella ayudó y manchándola bien en su cara y cuerpo, hasta limpiándome con subombacha. "Sos un divino, mi amor", dijo agitada de la cogida, con lavoz hecha mierda de vieja, pero calentona. Y nomás me dio su lápiz de labios,su bombacha y me prestó su campera de cuero, aparte de invitarme otro día amerendar, y claro, seguro a garchar. Viste, con una minita de más de 80 se lapuede pasar muy bombacha. Sin bombacha, y con mucho semen.
 

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