Fiesta de la pollera: todos y todas cogimos bien

Comomuchos saben, me encanta (y excita) vestirme de mujer, y si puedo,ir a fiestasde disfraces o simples reuniones. Y ésta fue espectacular, ya que semanas atrásmi amigota excitante Ana María organizó en su casa una festichola muyparticular, donde todos los invitados debían llevar pollera, tanto mujeresobvio como hombres. Cuando Ana me llamó e invitó, ni lo dudé a pesar de notener pollera y dije que sí. Tenía, tengo, bombachas, corpiños, medias negras, algunabikini, pero nada así de ropa. Pero la dulce vecina de Estela me dijo que medaba ella, así que nomás fui ese sábado.
 
Ya deprimera me puse mi ropa interior de mujer, así que casi me masturbo cuando trasel baño me puse bombacha, corpiño y me calcé las medias negras. Luego me vestíde hombre, campera de cuero incluida, y así de extravagante fui para lo de Ana,llevando sandwichitos de miga para la picada. Al llegar me volví loco con laidea de vestirme de mujer. Y cuando entré, Ana me dio besote y me presentó alas que ya estaban, que me volaron total: María Teresa, su hermana MaríaBeatriz, Haydée, Annabella, Emma, Liliana, mi potra Sandrita y Estela conpollera de cuero, que le tenía ganas no sólo de robársela y usarla sino dedarle por atrás. Enloquecí ahí, y ni hablar cuando Ana me acompañó a uno de suscuartos y me dejó a disposición su placard para que lo abriera y sacara la ropade mujer que quisiera.
 
Imagínensemi locura, no sabía si revolver la ropa para vestirme para la fiesta odesnudarme y hacerme la paja ahí entre las prendas, encima algunas de cuero. Mecontuve, me saqqué mi ropa de hombre, y en corpiño, bombacha y medias busqué enel placard. Pero como no tenía idea de moda femenina, llamé a alguna de lasdamas, vino María Teresa y me ayudó re dulce a elegir qué ropa me convenía. Teresame elogió mi linda ropa interior femenina, preguntándome dónde la habíacomprado, y al fin, con su ayuda, me vestí con fina blusa, saco marrón y polleranegra muy linda. La locura cuando me puse la pollera sobre mi bombacha, máscuando me colouqé unos tacos bajos negros que me hacían juego con la falda. Yqué hablar cuando le pedí a María Teresa que me pintara, porque aunque no eraobligatorio, yo quería. María Teresa trajo su cartera, me maquilló fuerte, mepinté los labios de rojo con brillo, hasta me puse crema para las manos yperfume, y completé con aros, collarcito y pulsera.
 
Asílisto, fui a la mesa, y cuando me vieron las demás me aplaudieron, besaron yelogiaron. Pero no sólo las mujeres, dije invitados. En efecto, sus maridos y/oparejas también lucían preciosas polleras de todo tipo y color. Así que casi 20comensales, hombres y mujeres, apoyamos nuestras colas enfundadas en pollerapara disfrutar buena picada de quesos, fiambres, aceitunas, sandwiches y demás.Yo me senté al lado de María Teresa agradeciéndole la ayuda, pero luego mequise dar el gusto y me fui al lado de un hombre, en este caso el marido de AnaMaría, que a mi pedido me hacía mimos y piquitos en mi mejilla colorada derubor, mientras me convidaba un sandwich de miga. Pasó la cena, los postres,charlé con él y otros hombres, a las mujeres ni les di bola de lo caliente que estabatravestido.
 
Peroclaro, no por usar bombacha, pollera y lápiz labial dejo de ser hombre. Lomismo mis colegas varones. Todos empezaron a mimosearse con las mujeres, todos empezarona toquetearse por debajo de la mesa y entre las piernas, incluso algunos atrevidoshombres. Y de eso pasaron a los besos en la cara, la boca,yo me di picos con unpar de hombres pero no intimé con ellos. Pero lógico que todo se desbandó, y laidea de Ana María dio sus lindos frutos.
 
Porque ensegundos, todos empezaron a darse fuerte con todos. Hombres le bajaron lapollera a las mujeres, gauchísimas y que se pusieron en posición para recibirpene largo y semen por cola y vagina, pegando lindos gemidos ahí en el living.Pero otros hombres les bajaron pollera y bombacha a otros hombres, y les dieroncon potencia como si fueran la más potra de las damas. La pintura, losperfumes, algunos hombres muy elegantes de mujer, dio para todo y las frotadasde pene, las eyaculaciones y los alaridos de placer también fueron de los hombres.Y claro que las mujeres que quedaron libres cogieron entre sí con tutti: MaríaTeresa, tras ser cepillada por su marido y dos más, le dio a Sandrita, Haydeé asu novia Ana María, Estela fue aplasstada por el kilaje de María Beatriz. Y yo aprovechéuna de las chicas que no conocía, que estaba solita, ni le pregunté el nombre,fingí ser homosexual y tras llevarla a otra pieza, la empujé, la aplasté, le bajépollera y bombacha a los tirones y le di sin problema por cola, acabándole biensemen, y luego la tiré en la cama y su cuerpo delgado me dio furia parafrotarle mi salchichón y llenarla de montón de mi espeso semen.
 
Y asítodos y todas disfrutamos linda festichola de coger. Hombres y mujeres, aunque todostuviéramos la misma ropa: pollera y bombacha.
 

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