Café con Mujer Casada Ligera de Cascos

Mi trabajo me lleva a varias ciudades, fuera y dentro del País.
En uno de esos viajes, tuve una experiencia singular.
Estaba en el norte de Italia. Un conocido, por haber interactuado en varios proyectos conjuntos, entre mi empresa y la suya, me invitó a visitarlo. Inclusive ofreció hospedarme en un pequeño departamento, de su propiedad, momentáneamente sin inquilinos. Así lo hice, aprovechando un fin de semana largo. El viernes por la tarde temprano, llegué a una cuidad, a orilla de un río, unos 200 km al norte de Roma. Alberto, mi colega, fue a esperarme al aeropuerto.
En el trayecto de ida al departamento, ante una pregunta de mi parte, me señaló lo que el día siguiente sería uno de los lugares, claves, de mi experiencia. Y lo hizo de modo contundente:
-¿L' insolito Caffé? ….ese que viste es uno de esos lugares a los que vas sólo para complacer a una “portadora de concha” refinada que te querés coger.
Porque no es que podés pedir "un café". No es un bar de camioneros,……, es caro pero el mejor,…-
Esa misma noche, Alberto, me acercó a la dama con la cual tuve una cita, en el bar en cuestión. Fuimos su esposa, Mariú, él y yo a una cena en conmemoración, no recuerdo de que, en un salón.
-…. es un evento para parejas, pero Mariú te va a presentar a Daniela, una amiga que está en situación similar a la tuya: su marido está de viaje y regresa a mediados de semana próxima. -.
Daniela fue, para mí, una agradable sorpresa: con inclinación y propensión naturales a comunicarse con los demás. Lenguaje fluido, ingenioso y culto, alta, semblante y cuerpo agraciados.
Soy apasionado de los culos femeninos, el de ella me deslumbró.
Con el correr de la cena y bailes, entre plato y plato, no disimulé mi admiración (calentura) por ella. A velada avanzada le propuse una cita para el siguiente día.
Se resistió argumentando:
-… estamos casados,….., no corresponde,…..-
Insistí, cortésmente pero con ahínco:
-… tu esposo está a 1.000 km, mi esposa a 12.000….. técnicamente estamos sueltos y libres,…..-
-… apenas te conozco y…… las mujeres casadas con hijos no deben tener citas con otros..-
-….novedad más prohibición: ¡Un cóctel impagable!-
-….¡no se…. Voy sentirme mal… después..-
-¡Daleee!!! ¡Un poco de indulgencia para vos misma! ¡Poné el centro de gravedad de tu vida, en tu ombligo!!!-
-… buuu,…. bueno….. pero… -
Recordé el bar “recomendado” por Alberto.
-¡Dejate de peros, te espero en la entrada del L' insolito Caffé a la hora que vos digas-
Convinimos a las 16:00 hs. Hizo hincapié en que a más tardar a las 18:30 tenía que estar en la casa de la madre. Estimé que contaría con unas dos horas para “voltearla”. No me equivoqué.
Ella fue puntual, con aspecto agradable, expresión risueña, vestida de manera simple: blusa, pantalón ajustado, tacos altos. En síntesis nada ostentosa pero un deleite para la vista.
Ubicados en una de las mesas, olvidado el comentario de Alberto, le dije al mozo que tomaríamos café. Con indulgencia y sorna en la cara, nos dejó la carta del día.
Las opciones principales, de cafés, eran:
*Kona Puro Hawaiano (7 euros por taza),
*Bourbon Pointu de Nueva Caledonia (16 euros) o
*Kopi Luwak (25 euros),
Daniela eligió el último (también conocido como Civeta Café) comentando, al sorberlo, que era verdad lo del sabor intenso, las notas robustas y el aroma persistente, descriptos en la carta.
Yo, elegí, un ruin Nespresso (4 euros).
*Confirmé que es real el hecho de que se come o bebe mierda en esos lugares y se paga a precio oro: ella bebió una infusión de granos comidos y luego cagados por el mamífero de Indonesia,
*Más tarde yo le lamí el ano antes de encularla,
Pero no fue una “tarde de mierda”, todo lo contrario, fue una imposible de olvidar.
Transcurrida una media hora, luego de tomarle unas fotos a Daniela y a la carta del día del bar (gracias a esa instantánea, pude, hoy, repetir lo ofertado en L´ Insolito Caffé) nos fuimos al departamento prestado por Alberto.
Allí, sin demora, nos trenzamos con besos, despacio, con la mayor sutileza, comencé a acariciarle los pechos y el entrepiernas, a pasarle la lengua por el oído y le susurrarle halagos. La temperatura ambiente, subió, de manera desmedida:
-¡Cuánto me gustas, Daniela!!..... voy a tomarte un par de fotos de recuerdo…. –
Me separé y manotee el celular. Sonrió. Ahí comprendí lo que quiso el Creador cuando creó esos dientes: asegurar la supervivencia de la especie.
Le pedí que se diera vuelta para retratar su majestuoso culo, redondo y firme.
-… mejor te sacas los jeans y te tomo una más -
Se sentó en el sofá, se quitó zapatos y pantalones, se volvió a calzar y, con las piernas abiertas, en pose “compas”, inclinó el cuerpo hasta apoyar las manos en la mesita ratona. De la bombacha blanca se veía sólo un triangulito (que dejaba adivinar los grandes labios de su sexo) y, luego, se perdía entre sus glúteos.
Decir que eso era un culo, era no hacerle justicia. Era una evolución, un perfeccionamiento, fantástico, majestuoso.
Fue sólo el comienzo de algo intensamente deseado. La levanté y, en brazos, la llevé al dormitorio Ya sin ropas, ambos, me subí encima suyo, le acaricié y besé las tetas, le besé y mordí el cuello sutilmente. Se le dibujó la excitación en el rostro y en su voz:
-¡Ahhh!…..¡Siiii!.... ¡dale!.... -
Le metí la lengua en la boca, le lamí los pezones, el ombligo, el vientre plano, baje hasta el entrepiernas y metí lengua y un par de dedos en la concha que reaccionó con contracciones intensas e involuntarias de los músculos y abundante humedad.
Presa de agitación viva e intensa hizo que me acostara boca arriba, me besó ardiente, impetuosa mientras acariciaba mi miembro, bajó hasta mi pecho mordisqueó mis tetillas mientras con su mano seguía estimulando mis testículos y miembro. Llegó, por fin, y se aplicó a dar cuenta de mi verga, la llevó a la boca entera hasta la garganta, la chupó reiteradamente, con la lengua recorrió el glande, dio vueltas alrededor del tronco, para volver a introducirla a la boca por un largo rato.
Yo me estremecía, sudaba y gemía de placer, pero no quise acabar ahí. La empujé con firmeza para obligarla a soltar su presa y tumbarla de espaldas. Volví a subirme y la “clavé” con ímpetu y fuerza; las embestidas fueron cada vez más descorteses y violentas. Daniela suspiraba, gemía, murmuraba como poseída que quería más y más, que disfrutaba conmigo dentro de ella. Su orgasmo me lo gritó a plena voz. No dí para más y exploté con un abundante spray de semen en su concha.
Transcurrido un conveniente lapso de cariñosa distención y revigorización nos ducharnos juntos. Cómo no podía ser de otro modo, el segundo polvo, tan bueno o superador del primero, fue anal. Antes de encularla, le acaricié las nalgas, le lamí, largamente, el agujerito del ano y con un par de dedos, hurgando, en la concha la llevé al punto de rogar que se la metiera.
El placer y las exteriorizaciones vocales del mismo, fueron un calco de la primer cogida.
Luego de una segunda pausa recuperadora, hubo un tercer episodio, mitad cabalgata de ella, mitad en pose cucharita.
No hubo tiempo para más.
La acompañé, en taxi hasta su casa y, el día siguiente, regresé a mi trabajo en el norte de Italia.
No volví a verla.
Por prevención, borre todas las fotos, salvo la del menú del día de L´Insolito caffé.


2 comentarios - Café con Mujer Casada Ligera de Cascos