Olor a cigarrillo.

De regreso, para pasar el fin de semana en casa, (tenía dos semanas de trabajo, en un país limítrofe), al entrar al dormitorio matrimonial, percibí, con nitidez, un leve olor a humo de cigarrillo.
Luego de años de fumar en exceso, desde la adolescencia, dejé el hábito pero me quedó una marcada aversión al olor a humo. Y, de poco tiempo a esta parte, me sobrevino una aguda percepción. Capto la presencia de vestigios del mismo.
Deduje que, Mariana (Maru), mi esposa, había compartido la habitación con un fumador y, a pesar de empeñarse, no había conseguido, eliminar del todo, el olor impregnado en muebles, alfombra, cortinas, etc...
Esa noche, y en el resto del fin de semana, la muy turra, me provocó, me excitó y cogimos como en los mejores tiempos. Me hizo dudar de lo que había imaginado. Aún perplejo, a la mañana del lunes, tomé el vuelo que me llevaba de nuevo al trabajo, sin mención alguna, a las emanaciones que había detectado.
Por si acaso, aprovechando una breve ausencia de Mariana de casa, tomé mi recaudo, más por curiosidad y morbo, que por celos. Por su amiga, Florencia, y en otra ocasión también con involucrado un cigarrillo, fumado por quien había compartido la cama con ella, estaba al tanto que tenía “agachadas” extramatrimoniales, pero tengo asumido que la amo y que, al fin y al cabo, sus revolcones con otros, equivalen a los míos con otras.
Me extraña que elija varones fumadores, a la hora de una relación extramarital.

El fin de semana siguiente de nuevo el olor a humo de cigarrillo en el cuarto. Muy débil pero claramente reconocible. Mariana se había esmerado en la tarea de eliminar las secuelas olorosas del fumar en la habitación. Pero no lo suficiente.
Después de cenar, para “azuzar a la fiera”:
-Decime Maru ¿Quién fumó, en el dormitorio, los días que no estuve?-
Quedó unos instantes, callada, como atontada por la sorpresa
-¿Queeeee..? ¿Como se te ocurre? ….. nadie más que yo entró al cuarto …. ¡Nadieeee!! ¿Entendes? ……. Menos que menos a fumar-
Sin agregar palabra me levanté de la silla, salí del comedor y volví con un pequeño dispositivo en la mano:
-¡Sabes qué es esto, Maru? …… una camarita wi-fi de video. Estaba en el dormitorio. Se activa con el movimiento a su alcance y graba aproximadamente durante una semana -
Me miró con recelo o aprensión.
-¿Queres que veamos juntos lo que está grabado?- machaqué
Siguió callada y atenta y vigilante
-Aun no lo vi, pero …… apuesto que se va a ver quién fumaba cigarrillo, y .. como vos ..… te “comías su habano”, ¿O no?-
La expresión de su cara migró de sorprendida, recelosa y aprensiva a … desafiante:
-¡Está bien!! Estuve con ….. alguien-
Enseguida, me pasó la factura:
-¿A vos te suena …. Florencia?-
¡Acabáramos! La amiga además de calentona había sido poco discreta. Me deschabó.
Para contrarrestar su contragolpe y retomar la ofensiva:
-Para empardar, decime quien es él ….. fumador. ¿Lo conozco?-
-No te lo voy a decir-
-¿Por qué?-
-Vos son capaz de encararlo y hacer que se violente y …-
- …. no vuelva a “fumar” en nuestro dormitorio. ¿Es por eso?- le completé la frase.
-¡Noooo, imbécil!!! Es por vos. Él es un metejón, una calentura. A vos te amo, te quiero y te necesito –
Seguimos con el “toma y daca” con réplicas y contrarréplicas, sin asperezas. Al cabo me dijo que era Patricio (Pato) un pendejo veinteañero, compañero de un curso de actualización profesional, financiado por las dos empresas para las cuales, trabajan.
El altercado terminó en el dormitorio “contaminado por el humo” con dos tremendas cogidas y sin resentimientos por las mutuas infidelidades.
Las infidelidades no son más que alientos, soplos de viento fresco en nuestros hábitos. Ni siquiera son una traición, son otra cosa, que no tiene que ver con la pareja. Atañe a uno/una y otra persona en un/ unos delicioso/s momento/s.

Temprano, a la mañana del día siguiente, sábado, me levanté bastante antes que Mariana y, cedí a la tentación de ver lo registrado por la camarita, en mi ausencia.
¡Sí que fueron momentos deliciosos los de ella y su partenaire!!!!
Reiterados y prolongados. Obviamente no vi el video completo, lo iba adelantando y me detenía en los tramos culminantes.
Con un aspecto envidiable de jovencito, alto, de físico atlético, pectorales de fisicoculturista, bien dotado, de largo aliento y decidido para el sexo, el tal Patricio se la cogió al derecho y al revés.
Unas escenas de interés, fueron las 2 entradas al cuarto (en esa semana cogieron 2 noches: martes y jueves). En ambas lo hicieron abrazados y, con sólo bombacha y corpiño ella, slip él. Seña que, a modo de prolegómeno, se desvestían parcialmente y se trenzaban en el living y llegaban súper excitados a la pieza, a tal punto que, en la primera noche, él la acostó en cuatro, al borde de la cama, se bajó el slip, de pie en el piso, le corrió al costado del culo el calzón, la penetró por la concha y bombeó como poseído por largos minutos hasta el orgasmo. En la restante, se repitió la cogida inaugural con la única diferencia de que, se concedieron el tiempo para desvestirse por completo. Evidentemente, el muchacho, tiene predilección por mujeres mayores que él y por esa pose, para abrir el festival de los sentidos, con ellas.
Las dos “enfiestadas” fueron realmente copadas (con perdón por la rima), un despliegue completo: hubo lengua en la concha, la ídem en el culo, pija y bolas en la boca, misionero, cucharita, jineteadas, de nuevo perrito. Todo con expresiones y estrepitosas oralidades de goce genuino.
Ahí tuve cabal idea del alcance de la definición de “metejón” de Mariana.
Patricio, además de joven, pintón y bien dotado, tiene un despliegue de vigor, de mañas para arrebatar y cautivar los sentidos de la dama. Con breves pausas, y cigarrillos de por medio, tiene resto para el “mete y ponga” por horas.
Los dos con Maru, computando sólo el tiempo en el cuarto, fueron de unas cuatro horas. Presumo que no los prolongó, no por falta de recursos, sino porque al día siguiente, ambos debían presentarse a trabajar.
Un registro, risueño, fue el de los esfuerzos de Mariana, el viernes a la tarde, para erradicar el olor a cigarrillo, ante la proximidad de mi llegada: cambió las cortinas, sábanas, fundas y cubrecama. Espolvoreó, alfombra, mesas de luz y cómoda, con un polvo blanco (después averigüe que era bicarbonato) y lo reabsorbió todo con la aspiradora.

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