Viaje de un jubilado a la argentina 27-A

 Almorzamos bastante bien, en principio había poca gente pero poco a poco llegaban más coche y camiones y cuando salimos el aparcamiento estaba casi lleno, en el momento de subir le dije a mi hijo que ahora podía conducir un rato yo para que descansara él, no era partidario de dejar el volante pero ante la insistencia de su madre y su mujer al final accedió, yo me sentía como un chiquillo con los zapatos nuevos, ya había conducido el coche por la ciudad pero ahora con toda la familia adentro y mi hijo al lado parecía que estaba haciendo el examen de conductor otra vez.  Javier se sentó a mi lado y estaba pendiente de todos los movimientos que hacía, no se fiaba mucho.

Vale papá, arranca y sal a la carretera, vamos por la ruta 14 y no la dejaremos hasta el destino o sea que no tienes pérdida pero si tienes alguna duda me lo dices con tiempo, ¿de acuerdo?
Si hombre sí, que parece que se lo dices a un novato.

                                                  Con cuidado y la sensación de que todos estaban pendientes de mi, salí a la ruta 14 la carretera era llana y recta, se perdía en el horizonte y el tráfico escaso, me puse cómodo y me preparé a hacer kilómetros a saco, a poca distancia mi hijo me anunció otro puente parecido al anterior que cruzaba otro río colosal el Paraná Guazú, yo me acordaba del río de mi ciudad, no llevaba agua y se había aprovechado el cauce para hacer jardines, parques deportivos, museos de ciencias y un oceanográfico muy importante pero el agua se la habían robado mucho antes para aprovecharla para el regadío de la inmensa vega de huerta que rodea a la ciudad, por aquí había mucha agua, a lo lejos se veían lagunas y canales pero la carretera seguía como una cinta interminable, no habían pueblos al margen por lo que si querías parar y ver algo tenías que separarte aunque no fuera mucho. 
                                                  Mi hijo ya iba un poco adormilado porque con el madrugón y los kilómetros que llevaba en el cuerpo ya se relajaba, también influía que se había confiado conmigo de que no tenía ningún problema con la carretera, se apoyó contra el cristal y se quedó dormido, el pequeño Javi una vez limpio y alimentado tampoco duró mucho y mi mujer mirando por la ventanilla llegó un momento que se aburría de ver tantos campos y cercas de ganado, yo tenía miedo de quedarme dormido al volante y Corina se dio cuenta de que me vendría bien un poco de conversación, apoyó los codos en los respaldos de adelante y me fue contando por donde pasábamos, me llamó la atención de un cartel grande.

¿A que no eres capaz de decir el nombre del pueblo que viene de un tirón?
¿Cuál ése?  Gualeguaa…  Aaah me lío, que difícil.
Jajaja. es Gualeguaychú, es un pueblo muy bonito y hacen unos carnavales muy importantes al estilo de Río de Janeiro en Brasil, me gustaría que me llevaras una noche de carnaval.

                                                  Corina con el dedo me hacía ricitos y caracoles en el pelo detrás de mis orejas a la vez que me hablaba bajito para no despertar a los demás, yo notaba su aliento tibio en el cuello y cogía con fuerza al volante para soportar la tentación, me iba explicando los canales que llenaban el paisaje, me contó muchas cosas, la chica además de buena era muy inteligente y tenía una cultura extraordinaria, me gustaba oírla contar cosas y… más claro.
                                                  Me contaba que el río Uruguay y el Paraná rodeaban la provincia por eso el nombre y a la derecha estaba el embalse de Concordia, era gigantesco, todo eso no lo veríamos pero me lo iba explicando para que no me entrara sueño, desde luego no me dormiría sabiendo que ella estaba pegada a mi cuello, de vez en cuando el paisaje era monótono se volvía a mirarlos a todos y me acercaba sus labios al cuello, apenas lo sentía pero era suficiente para tenerme bien despierto, hasta la polla lo estaba, ya llevábamos mucho territorio recorrido cuando Elena se despertó.  Corina le preguntó si estaba bien y ella entre sueños le dijo que si pero que tenía ganas de bajar y estirar las piernas y de paso ir al baño.  No hizo falta que me lo dijera y esperé hasta que vi la entrada de un bar de carretera, habían muchos camiones aparcados y pensé que sería recomendable.
                                                  Estacioné donde pude aunque tuve suerte y daba la sombra de un gran camión, Elena bajó y se desperezó, Corina salió también y le dijo.

Espera Elena te acompaño para que no vayas sola.
¿Qué tal papá?  Perdona pero me he dormido sin darme cuenta, estaba rendido.
Ya lo sé, la carretera cansa y aunque no hay muchas curvas es monótona eso tiene mucho que ver.  Corina me ha estado dando conversación, me ha explicado muchas cosas, de un pueblo con un nombre muy difícil Guale…
¡Ah!  Gualeguaychú, si es muy bonito si no fuera por la prisa que tenemos podíamos haber entrado hacen unos carnavales preciosos.
Si ya me lo ha contado y lo de los ríos que rodean la provincia.
Sí, las tres provincias, Entre Ríos, Corrientes y Misiones conforman la Zona Mesopotámica Argentina.

                                                  Bajamos también nosotros, el niño seguía dormido y no nos alejamos vigilándolo, todo alrededor eran campos de yerba de mate, ahora comprendía la afición, eran campos que se perdían en el horizonte, había hortalizas, prados con ganado, campo de tabaco, todo estaba aprovechado, al momento vinieron las dos mujeres, mi hijo viéndolas venir me dijo.

Vaya par de monumentos ¿eh papá?  Tenemos mucha suerte.
Si hijo muchísima suerte y de ese tesoro que duerme ahí, ¿qué me dices?
Ah, es un encanto y lo bien que se porta, sólo sabe jugar dormir y mamar, es una suerte que Corina le haya dado el pecho, se ha criado muy bien.
Si es una suerte, tiene una leche muy buena.
¿Cómo ha ido chicas?  ¿todo a vuestro gusto?
Muy bien, ya estamos listas hasta otra parada más.
Ahora cogeré yo el coche papá así descansas un rato tú.
Como quieras pero cuando te canses ya sabes que entre los dos no se hace pesado.

                                                  Nada más pasar el restaurante al lado había una gasolinera y Javier llenó el depósito, revisó todo y salimos otra vez a la carretera, en la gasolinera mi mujer se empeñó en que me pasara yo detrás, ella estaba un poco mareada y quería ir adelante, a mi me daba igual aunque adelante se ve todo mejor.
                                                  Yo le habría cedido el asiento de la ventanilla a Corina pero ella prefirió sentarse en el medio para cuidar a Javi, lo vi lógico y la dejé pasar, el niño ya se había despabilado y parloteaba en su jerga pero al poco empezó a lloriquear, mi mujer siempre al tanto miró el reloj y dijo.

Corina el niño debe tener hambre ya, ha estado mucho tiempo durmiendo pero si le dieras pecho se tranquilizaría.

                                                  Corina le hizo caso y le dijo a Javier que iba a sacar de la sillita a Javi para darle el pecho, que buscara un sitio y parara, mi hijo encontró un sitio ideal bajo un gran olmo que cubría todo el coche, hacia una brisa estupenda y no habían insectos, me bajé para dejarle más sitio a Corina y mi hijo también, el también aprovechó y se fue detrás del olmo y descargó la vejiga allí mismo.  Elena le ayudaba a soltar a Javi y Corina se sacaba una teta y se la ofrecía a su hijo que ávidamente se enganchaba a ella, yo estuve mirando por los alrededores era un campo de tabaco y tenía una hojas grandísimas, se me acercó mi hijo y le expliqué cómo hacían en Cuba los cigarros habanos con aquellas hojas tan grandes, estuvimos charlando un buen rato hasta que las mujeres nos avisaron que Javi ya estaba en su silla.
                                                  Volvimos al coche y Corina como siempre se sentó en el medio, mi mujer delante con Javier y yo detrás de él, otra vez la carretera, mi hijo puso la radio y estuvimos entretenidos un rato, el acento era diferente incluso a veces hablaban en otro idioma, me explicaron que era guaraní e incluso otros de otros grupos diferentes, mi mujer se aburrió pronto y volvió a dormirse, mi hijo seguía con la cabeza una canción de moda y el niño jugaba con un sonajero, Corina se inclinó un poco hacia adelante y se acomodó la falda, era con mucho vuelo, debía estar muy cómoda sin apreturas, la extendió y la estiró detrás de ella y por los lados repartiéndola en círculo a mi me cubrió una pierna, el coche seguía adelante  cuando noté el calor de la pierna de Corina pegada a la mía, debajo de la falda no la veía pero la notaba a mi lado y el coche no era tan estrecho para eso.  Miré a Corina, ella miraba hacia adelante  pero me empujó un poco con la pierna y me hizo mirar hacia abajo, levantó un poco la falda y me enseñó el muslo que tenía pegado a mi pierna.
                                                  No me pude resistir y primero le puse la mano sobre su rodilla y fui subiéndola por debajo de la falda, ella la sujetaba para que no se moviera y me dejara la mano a la vista, mi mano estaba en el medio del muslo, notaba la piel caliente y dura y pasé la mano por el interior hasta tocar el otro muslo, estaba igual de caliente y tentador, entre los dos muslos fui subiendo la mano, al espacio se iba estrechando y paré pero Corina abrió un poco las piernas y me dejó sitio para seguir, mi mano tocaba con la palma de la mano a un muslo y con el exterior al otro, según iba subiendo las piernas se iban separando hasta que paré otra vez no me atrevía a seguir porque si le tocaba las bragas a Corina podría dar por terminada la broma o que hiciera algún gesto que lo notara mi hijo.
                                                  Pero Corina esperó un poco y como vio que no seguía abrió y cerró varias veces las piernas como invitándome a seguir, subí un poco más hasta tocar con el dedo meñique el fin de recorrido de la chica y busqué las bragas, el tacto era inequívoco, depilado a un milímetro escaso notaba la aspereza y el calor que de allí manaba, la chica fue abriendo las piernas esperando que siguiera, lo que tocaba era la piel directamente, no llevaba bragas, abrí los ojos asombrado y ella se inclinó a mi oído y me dijo.
 

Me he quitado las bombachitas para ti cuando he acompañado a tu mujer al baño.

                                                  Lo comprobé y en efecto entre la ingle que se abría al separar más aún los muslos noté los labios cerrados del coño de Corina, pasé el dedo suavemente, tan suave que no llegaba a abrirle los labios pero ya noté entre ellos que el clítoris se asomaba arrugado, a la próxima pasada ya fui presionando más y los labios se separaban y me ofrecían la humedad que tenían, al clítoris ya no estaba tan arrugado y se endurecía por momentos, sólo llegaba hasta medio coño y Corina adelantó el culo en el asiento poniendo los codos en los respaldos delanteros, mi mano derecha estaba repasando los labios por toda su longitud, notaba los menores que guardaban la entrada de su vagina y me entretuve separándolos, Corina se iba posicionando en el asiento para facilitar que mi mano llegara donde quisiera, se llegó a sentar al borde mismo del asiento, mi mano llegaba a todo su coño y pude meterle un dedo en la vagina, ella respiraba fuerte justo al lado de la cabeza de Javier que conducía.
                                                  Mi mano izquierda acudió a cogerle la teta que colgaba moviéndose al compas del coche, la tenía un poco más blanda porque Javi la había vaciado un momento antes pero forzando un poco la copa del sujetador la saqué, el pezón seguía duro y goteaba un poco, cuando le pasé dos dedos alrededor del clítoris abrió la piernas del todo me tenía aprisionado contra la puerta del coche pero su coño estaba abierto totalmente pude dedicar dos dedos al clítoris otros dos a la vagina y con el otro intenté llegar al otro agujero que le seguía pero no llegaba.  Corina estuvo aguantando un rato mis caricias, hasta que notaba que le iba a llegar el orgasmo y levantó el culo del asiento, estuvo apoyada como pudo contra los respaldos de adelante pero dejó que mi dedo sobrante se metiera en su culo elevado, el pulgar se hundió sin apenas lubricarse, sólo con los jugos de su vagina pero entró todo lo que pudo, los dedos se tocaban dentro de ella separados por los tejidos de la vagina y el recto. 
                                                  Cuando Corina hundió la cara entre los dos respaldos de adelante supe que se iba a correr, lo hizo silenciosamente aunque le ayudó la música caribeña que sonaba en el formidable equipo del coche, estuve acariciándole hasta que se sentó rendida, las piernas le temblaban de la tensión de la postura y los espasmos del orgasmo, se guardó la teta que yo le había sacado del sujetador y con un pañuelo de papel que le di se secó el coño empapado, yo se lo pedí para guardármelo en el bolsillo pero pensé que si se me olvidaba Elena olería el coño de Corina y lo asociaría por lo que bajé un dedo el cristal de la ventanilla y lo pasé como si fuera una carta en un buzón de correos, lo vi volar siguiéndonos un momento detrás del coche, luego me arrepentí, no está bien tirar cosas a la carretera.
                                                  Corina se arreglo la falda, aún me dio tiempo para pasar la mano entre sus muslos que estaban mojados, al momento sus parpados acusaron el esfuerzo y lánguidamente ladeó el cuello y apoyó la cabeza en mi hombro y se durmió.
                                                  Ahí empezó mi calvario, tenía la cara de Corina a escasos centímetros de la mía, su boca carnosa casi me rozaba, sus pestañas me arañaban la cara y su mano dormida se había posado sobre mi entrepierna y aunque inmóvil sentía su peso en mi polla, aún así aguanté mucho trayecto, mirando hacia afuera para no pensar demasiado, hasta que oí a mi mujer.

Desde luego Pepe… que sufrido eres, Corina sin darse cuenta se ha dormido y te está aplastando, serías capaz de caerte del coche por no decirle nada, cógele y ponla derecha porque ella también estará incómoda.

                                                  Bajo la supervisión de Elena cogí por los brazos a Corina que dormida no hacía nada por ayudar, no quería tocar nada más que lo preciso, aunque algún roce le hice en las tetas pero mi mujer lo consideró inevitable, cuando le cogí la cabeza (con gusto se la hubiera sujetado mientras le estampaba un beso en aquellos labios semi abiertos que sabían a miel), cuando Elena dio su conformidad se volvió hacia adelante.  Corina me puso otra vez la mano sobre la polla y me apretó, me guiñó el ojo y me demostró que no estaba dormida del todo.
                                                  Con delicadeza le cogí su mano “muerta” y se la devolví, Corina hizo el gesto de arreglarse el pelo aunque yo todavía no le había soltado la mano, en mis nudillos conté cuatro roces escalonados al apretarme la mano contra su pezón todavía duro.  La chica sabía cómo tenerme a punto de ebullición siempre y le gustaba, disfrutaba de verme a veces apurado por el riesgo a que nos vieran y el morbo que eso tenía a la vez que sabía que yo estaba loco por ella, su cuerpo para mí era como un imán, si me hubieran preguntado lo que más me gustaba de ella me habrían puesto en un aprieto, toda ella era sensualidad, no sólo sus pechos o su sexo, eso para mí era una cosa más, tan burro me ponía el haberle acariciado los muslos como si le hubiera pasado la mano por la espalda o masajeado los dedos de los pies, era su piel, su cara de “niña mala” esa mirada que me decía todo lo que me haría y lo que le gustaría que le hiciera y esos ojos escrutadores que adivinaban si había tenido algún desliz con otra, a mi me desconcertaba a la vez que me daba rabia ser tan trasparente, me gustaba que ella lo supiera, alagaba mi ego.
                                                  La carretera era interminable yo desde detrás le preguntaba a mi hijo a cada momento.

Javier ¿aún falta mucho?
Papá, pareces un crío pequeño, aún no llegamos ni a la mitad del recorrido.
¿Estás seguro?, yo creo que nos hemos salido del mapa ya.
Jajaja, que gracia tienes suegro, cualquiera diría que te estás aburriendo, ¿tú te aburres Elena?
Para nada, a veces es un poco monótono pero voy muy cómoda, si quieres te dejo el sitio con Javier.
No te preocupes, al lado de Pepe le voy mostrando las cosas que a él le gustan más, ¿verdad Pepe?
Sin duda Corina eres una perfecta guía, si no fuera por ti sería muy aburrido el viaje.

 
                                                  Al poco rato mi hijo anunció, con voz de revisor de tren.

Señores pasajeros en estos momentos entramos en la provincia de Corrientes, los habitantes del territorio guaraní les dan la bienvenida.
Bueno guaraníes y todos los demás Javier, hay una mezcla importante de pueblos, ya los veréis y los distinguiréis, en cambio en Misiones donde vive mi amiga y familia son diferentes, allí se establecieron inmigrantes del norte de Europa, polacos, rusos, alemanes o sea de la Europa del este, ya se distingue mucho la raza eslava y aria, pelo rubio, ojos azules, personas altas y con buenos cuerpos… ya me dirás Pepe, te van a gustar porque las chicas son muy pechugonas, de esculturales cuerpos, cinturas estrechas y anchas caderas.
Por favor Corina calla, deja a mi marido que no sueñe antes de hora, seguro que está deseando llegar más por ver a las alemanas que a las cataratas, jajaja

                                                  Me lo tomé como un comentario para animar el ambiente, hasta ahora las argentinas no me habían defraudado en absoluto, por supuesto había de todas y todas tenían cosas buenas, sin nombrar a la que llevaba al lado, aquella era la mejor.

Javier cuando veas algún sitio apropiado paras y cambiamos, debes estar rendido, llevas más de 300 km de un tirón.

                                                  Mi hijo no contestó pero a la primera salida paró y muy cerca había una tienda de recuerdos, donde se vendían bebidas y algo de comer.  Corina cogió al niño que ya se estaba cansando de la sillita y todos fuimos a ver cosas, la tienda estaba atiborrada, la chica que atendía era indudablemente guaraní, se notaban sus rasgos y me gustó el acento, era un argentino pero diferente al porteño, Elena le preguntó que tenían de cosas típicas de Corrientes, a la chica viéndonos turistas se le iluminó la cara, se ve que por aquellas tierras tan alejadas no tenía mucho turismo y la mayoría iban en tren o en autobús, rápidamente nos enseñó artesanía de plata, de cuero, de astas de animales, pieles y cerámica, todo hecho a mano, mi mujer estaba alucinada eran verdaderas maravillas, iba apartando de todo.  Corina le dijo sutilmente que frenara porque todavía nos quedaba mucho viaje y muchas cosas que ver, de todas formas compró algo de plata y un cacharro de cerámica.
                                                  Cuando ya nos íbamos me fijé que tenían bombillos de mate, tenían verdaderas preciosidades, me acordé de mi amigo del parque, me había instruido un poco de los mejores y aunque habían otros más bonitos para decorar me compré el que me gustó, ahora podría acompañar a mi amigo pero ya estaba envolviéndolo cuando vi otro más bonito que cumplía con las características de mi amigo, lo compré para regalárselo y además pregunté si tenían yerba mate, me señaló una estantería llena, me explicó las mejores marcas, habían algunas corrientes que se vendían en los supermercados de Buenos Aires pero ella me recomendó un paquete de yerba que hacía su padre para su consumo propio, era buenísima pero no la podía tener expuesta porque no pagaba impuestos, me fié de la chica y le compré tres paquetes, dos para mi amigo y uno para mi si me animaba a usarlo, de todas formas sabía que se lo regalaría a mi amigo también, aunque nos hiciéramos algún mate juntos.
                                                  Ya me puse yo a conducir, mi mujer se empeño que ya estaba demasiado tiempo aprovechándose del asiento delantero y obligó a Corina a sentarse adelante conmigo, Javier se quedó detrás mío con la cara pegada al cristal, pronto se haría una siesta.
                                                  Corina empezó a comentar lo que veíamos, todo eran campos de cítricos, tabaco y mate como en la provincia anterior, me dijo que habían sitios preciosos pero que no estaban cerca de la carretera, habían ríos y lagos donde se podía pescar, venían desde el extranjero a pescar el surubí o el dorado unos peces muy grandes y valientes, me habló de sitios preciosos como Esteros del Iberá y cuando puso la radio sonaba una canción que me dijo que era propia de la región de Corrientes se llamaba el Chamamé, no la conocía pero me gustó.  Hablaba y hablaba de cosas interesantes, estaba recostada sobre el cristal de la ventanilla hablándome directamente a mí, yo mirando a la carretera no me había fijado que había puesto una pierna debajo de la otra y entre las dos había dejado un hueco que el sol que entraba por el parabrisas se encargaba de iluminar, anteriormente había sido mi mano quien había acariciado aquellos muslos ahora era mis ojos los que se clavaban entre ellos fijándose en los labios del coño de mi nuera, ella seguramente no se había dado cuenta, movía las manos mucho cuando hablaba y más ahora que lo hacía con vehemencia pero su falda subía y bajaba a un ritmo que me llevaba loco, en un momento se fijó que se había manchado el zapato de polvo y puso el pie sobre el asiento que estaba sentada, con la pierna plegada la falda se le quedó en la cintura y mientras trataba de buscar un pañuelo de papel por la guantera me ofreció un espectáculo inigualable, con los labios del coño abiertos el clítoris se mostraba entero, tanto me distrajo que sin darme cuenta pisé la raya blanca del arcén de la carretera y casi me salgo, rectifiqué pero Elena se dio cuenta del bandazo, yo me excusé.

No es nada, era para evitar una piedra en la carretera.

                                                  Corina sí que se dio cuenta de que me había distraído y cuando miró debajo de su falda vio el motivo, los rayos del sol deslumbraban el coño moreno y bien depilado que lucía entre las piernas, moviendo la cabeza recriminándome bajó la pierna y la dejó donde debía estar, luego se bajó la falda muy pudorosa por debajo de las rodillas.
                                                  Corina también acusó el cansancio de la carretera, al poco rato fue ladeándose hasta quedarse dormida, de vez en cuando la miraba de reojo, estaba hermosa hasta dormida tenía un aura de belleza que era imposible no admirar, mi mujer se despertó y se acercó a mí.

¿Cómo estás, Pepe?  Estarás cansado, podrías parar un rato, todos estamos agotados de tanto coche, míralos, durmiendo plácidamente, si encuentras un sitio fresco paras un rato y estiramos las piernas.

                                                  Yo tenía ganas de llegar cuanto antes pero reconocía que Elena tenía razón, al momento vi un cartel que anunciaba la provincia de Misiones, me alegré bastante, ya faltaba menos y vi al lado de la carretera una zona de descanso, con cuidado me coloqué debajo de un gran árbol, salí del coche y ayudé a mi mujer a salir por delante, no nos alejamos demasiado pero nos paseamos alrededor del gran tronco del árbol, cuando estábamos al resguardo del tronco mi mujer me abrazó y me besó como cuando éramos novios, se sentía feliz, me abrazó y tuvimos un momento de íntima felicidad, me gustó sentir la presión de los pechos de mi mujer apretándose contra mí y yo le besé en el cuello, sabía que era su punto débil y enseguida se le puso todo el cuerpo de carne de gallina, yo supuse que no serían sólo los brazos y le busqué debajo de la camisa, noté que los pezones se me habían adelantado y me esperaban duros, aún así sentí cómo se estremecía, su mano tampoco estuvo inactiva me buscó la entrepierna y al notar que mi polla también había reaccionado a sus caricias la recorrió todo a lo largo, se apretó contra mi cogiéndome el capullo, amasándomelo, seguro que habría llegado a más, cuando éramos novios y teníamos suerte de encontrar un sitio solitario siempre terminábamos asi, haciéndome una paja mientras yo le acariciaba el clítoris corriéndonos a la vez, era lo más excitante que podíamos aspirar pues no habían muchas facilidades para llegar a más.

¡Eh pareja, a ver qué hacemos, que estáis provocando a los mirones!
¿Y tú qué haces ahí mirando?  No te da vergüenza con lo mayor que eres, ¿o es que estás con ganas?
Yo siempre tengo ganas, jajaja pero ahora mi marido no está para fiestas, tendré que esperar.

                                                  Corina nos había sorprendido sobándonos, me gustó que mi mujer le contestara con soltura, en otros tiempos habría sido impensable, se habría ruborizado y habría salido corriendo pero Corina también le influenciaba para bien, lo había notado en la forma de vestir, de hablar y en general en la forma de tratarme a mí, no me tenía en cuenta cosas que en otro tiempo hubiera supuesto un enfado o una escena de celos.  Para corroborar nuestro cariño nos dimos un beso delante de Corina al estilo de película americana, la chica aplaudió emocionada, yo pienso que ella añoraba que su marido tuviera el deseo de vez en cuando de  darle un beso como aquel que había visto con nosotros.
                                                  Javier ya se había despertado y se nos unió, llevaba en brazos a su hijo y nos sorprendió a todos sobre todo a Corina, con el niño entre ellos la abrazó y le dio un beso todavía más “cinematográfico” que el nuestro, Corina se quedó tambaleándose y corrió detrás de su marido colgándose de su brazo, Javier se volvió hacia nosotros y nos guiñó un ojo, había tenido buena idea y le había salido bien.
                                                  Volvimos al coche, habíamos descansado y además lo más importante estábamos más animados, los dos besos habían cambiado el ambiente, ya en la provincia de Misiones, me sorprendí cuando vi el letrero a la izquierda que anunciaba la ciudad de Aristóbulo del Valle, era el nombre del parque de Buenos Aires donde me reunía con mi amigo y confidente además del centro de partida hacia mis incursiones por la ciudad.
                                                  La carretera 14 seguía pero esta vez iba haciéndose más sinuosa tenía más curvas y se hacía más animada, otra ciudad para ver era Ciudad del Este y Puerto Iguazú, antes ya habíamos visto el desvío al Parque de las Cataratas de Iguazú pero según las indicaciones que nos habían dicho había una carretera que se internaba en la selva por un camino de tierra roja y a poca distancia estaba la casa de la amiga de Corina.
                                                  Paramos para repostar y descansar un rato, llevábamos un montón de horas en el coche, Javi era el que mejor se portaba, su madre respetaba sus horas y la teta la tenía siempre a punto (ya habría querido para mí lo mismo) Javier estaba cansado y aunque yo lo sustituía en muchos tramos la mayor parte condujo él, mi mujer no decía nada pero también estaba agotada y yo haciéndome el macho estaba deseando llegar y meterme en la cama un montón de horas.  La que mejor lo llevaba era Corina, tenía una edad y una vitalidad admirable y siempre estaba dispuesta a entablar una conversación para distraernos y para que Javier no le entrara al sueño.  En la gasolinera compramos unas chocolatinas y bebidas isotónicas, a Javier le despejaron mucho pero yo preferí un café bien cargado y me entoné bastante, paseamos por la tienda de la estación de servicio y dejamos descansar un rato al coche que se había portado tan bien, la gente se notaba diferente, las casas y los comercios había dejado de ser tan “guaraní” y se notaba un ambiente con mucha influencia del norte de Europa, los nombres de los comercios y de las calles tenían ascendencia alemana y polaca, en general era curioso la diversidad de migraciones que habían por toda Argentina, cuando ya nos decidimos de hacer la última etapa tanto Elena como yo insistimos en que Corina ocupara el asiento del lado de Javier, se había portado demasiado bien cediéndonoslo a nosotros, además era normal que llegáramos a casa de su amiga y la reconocieran a ella.
                                                  Siguiendo las indicaciones que le había dado su amiga Ingrid no debíamos perdernos, estaba en un camino que se internaba en la selva pero en una explanada de tierra roja con una cerca blanca llena de flores exóticas.
                                                  Todos íbamos pendientes de las señas cuando al rodear una masa de árboles altísimos se abrió un claro y en medio estaba una casa grande que con toda seguridad debía ser de ellas, no tuvimos que preguntar, Javier se acercó con el coche y antes de llegar a parar ya salió una chica de la casa, no sé para los demás, para mí fue como una aparición, vino con los brazos abiertos al ver a Corina, las dos se fundieron en un abrazo emocionante, cuando estaban abrazadas besándose las comparé.  Corina con melena corta morena, la piel también morena, alta con unas buenas curvas estaba pegada a su amiga que era de su misma altura pero rubia natural, pelo largo lacio con unos labios carnosos, color fresa y con las mismas curvas que Corina, cuando vino hacia nosotros pude distinguir la cara, tenía los ojos de un azul claro bellísimo que resaltaban con una sombra y un poco de maquillaje, las pestañas largas y los labios color rosa pálido, al lado de Corina que tenía los ojos color café y los pómulos morenos y los labios rojos eran dos bellezas completas pero totalmente distintas.
                                                  Nos presentó y lo primero que hizo fue enseñarle a Javi, Ingrid enseguida se lo cogió y el crío le dedicó una de sus mejores sonrisas, incluso tuvo la genialidad de cogerle una teta y apretarle hundiéndoles los deditos, todos nos reímos ante la ocurrencia del niño Corina mirando hacia el verdor de los árboles dijo.

Fíjate, Javi ya tiene sus mañas, ¿a quién habrá salido?

                                                  Seguidamente Elena y Corina se volvieron mirándome con una sonrisa, yo disimulaba haciéndome el ignorante, mi nieto ya me había hecho mirar las tetas de Ingrid, la chica las tenía algo más grandes que Corina, redondas y con un canalillo que se  juntaba en el escote pero lo más importante fue que cuando Javi le apretó, seguramente lo hizo sobre el pezón porque se le marcó con toda claridad, mi mujer me miró y Corina también, sabían que yo me había dado cuenta y las dos sabían de mi debilidad por los pezones grandes, en la puerta de la casa esperaba otra mujer rubia que nos recibió con una amplia sonrisa, yo habría jurado que era la hermana de Ingrid, era un poco más llenita de carnes y la cara más redonda el pelo castaño y algo más baja pero la cara era prácticamente igual, al acercarme más vi que tenía más años por lo que deduje que sería su madre, en efecto era Erika tenía 55 años y físicamente era un poco diferente a Ingrid, le encontraba algo que no cuadraba en el conjunto de su cuerpo, era también muy atractiva, buenas caderas y buen culo pero en la tetas notaba alguna cosa que no se parecían, en cambio Ingrid y Corina eran casi iguales en casi todo menos en el tono de piel y en el pelo.
                                                  Entramos en casa, me gustó el tipo de decoración se notaba cierta clase y con detalles de muy buen gusto, las paredes llenas de cuadros tanto pintados como bordados se veían muchas cosas de artesanía, luego me enteré que Erika tenía mucha habilidad para hacer manualidades de todas clases, esa era una de sus ayudas en los ingresos caseros, ayudé a Javier a descargar el equipaje y Erika y su hija nos ayudaron a llevarlos a las habitaciones que habían dispuesto para nosotros.  Erika nos había preparado un refrigerio que se lo agradecimos con toda el alma, después de tantas horas de coche sentados en cómodos sillones y después de comerme varios canapés y dos vasos de cerveza tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no quedarme dormido.  La conversación de las chicas era muy amena, nos contaron cómo vivían en un lugar tan apartado de la capital pero realmente se defendían muy bien era una zona muy turística, con las Cataratas del Iguazú muy cerca la afluencias de turistas era constante todo el año y el nivel de vida era bueno, tenían todo lo que les era necesario y sobre todo la tranquilidad de vivir alejados del bullicio y en un ambiente precioso, la selva además de la vegetación era la fauna, innumerables pájaros y animales de todas clases se paseaban con toda tranquilidad, sin miedo a las personas, parecían todos animales domésticos, nos contaron que su otra hija trabajaba de guía en el Parque Iguazú acompañando a los grupos de turistas para enseñarles los saltos de agua.
                                                  

0 comentarios - Viaje de un jubilado a la argentina 27-A