Beatriz me sacó con su cuero y le di duro

Ahora es mi turno de contar una de mis últimas aventuras sacándomeel gusto de darle a bellas mujeres. Resulta que Elmer, este seguidor recopadoque me mandó un relato que hizo con Estela, me contó de una amiga contadorasuya, una tal Beatriz, con el nombre lindo ya me excito. Me dijo de susaventuras sexuales con la tipa, y alzadito le pregunté si usaba ropa de cuero.Elmer me contó que sí, que Beatriz usaba pollera de cuero y botas altas, quecada tanto se aparecía a él vestida elegante con ropa de cuero. Me ratoneétremendo, le agradecí la info al chabón y esa noche me imaginé a Beatriz conropa de cuero, entonces me masturbé con tutti, y al eyacular terrible cantidadde semen pegué varios gritos de placer y nombré a Beatriz totalmente excitado,queriendo que la mina estuviera ahí lista para recibir mi semen. Por lo menos,me saqué la calentura.
 
Pero obsesivo como soy, no me bastó, claro que no. Yo pensé cómocarajo llegar a la mujer, fantaseé con comer fiambre con ella, charlarle,acosarla y qué se´yo qué más. Pero cómo iba a hacer, no se me ocurría nada.Llamé a Elmer, le pregunté los datos de la mujer y él me dijo que hacía muchono la veía, pero me dio un número de celular viejo que tenía de ella y mesugirió que probara. Loco, llamé al celu y para mi suerte, atendió Beatriz. Leexpliqué que yo era amigo de Elmer, que él me había dado el teléfono y quequería invitarla a un recital que había en un barcito del barrio. Primero lamujer, media rara, empezó a boludear que no tenía mucha plata, pero le insistíy le dije que iría con Elmer. Y como Beatriz se llevaba muy bien con el flaco,que le había arreglado unos quilombos de papeles, aceptó enseguida. Arreglé conella, luego con Elmer y él, re copado, me dijo que me haría la gamba con lamujer, que aparte me recalcó era elegante, fina, linda.
 
Llegó el sábado a la tarde y llamé a Beatriz para confirmar, y meconfirmó nomás. NO sabía como venía la mano, pero por la excitación cualquiercosa. Aparte Elmer era mi aliado, la conocía a la mina y me haría el entre. Mepuse campera de cuero negra, camisa, pantalón negro, zapatos y me empapé elcuerpo de mi exquisito perfume, hasta me puse en las manos. Tipo 9 llegó Elmer,muy bien vestido y acompañado por Beatriz. Y mientras él me saludaba yo nibola, miraba a la tipa que efectivamente estaba fortísima. Rubia de cabellocorto, no muy alta pero con tacos, muy linda, bien conservada, a pesar de sus50 y algo, de esas mujeres maduras que me gustan tanto. Y encima, Beatrizestaba muy bien vestida con lo que a mí me gusta: campera de cuero negra,pollera negra, tacos de charol, perfume espectacular y muy maquillada, llena decollares y pulseras, y con su finísima cartera negra de cuero. Me dio un beso,me excité al oler su pintura de labios y perfume. Y los tres fuimos a cenar albar, donde primero disfrutamos el recital. Elmer le había dicho a la tipa queluego cenaríamos, pero al fin se excusó con que un amigo lo llamó a últimomomento, la hizo genial y me dejó con lo que yo tanto anhelaba: solo conBeatriz. Entonces, la rubia muy amable se quedó conmigo y me sugirió quecenáramos. Comimos tabla de queso y fiambre, pastas y luego flan con dulce deleche de postre, mientras charlábamos amigables y yo me ratoneaba como loco conla belleza, la finura, la presencia y la ropa de cuero de Beatriz, que apartetenía muy buena onda conmigo.
 
No pude con mi genio y como hago con muchas mujeres, le empecé apreguntonear cositas, qué buena campera de cuero, dónde la había comprado, siusaba otras cosas, me dijo que tenía pollera de cuero, guantes, carteras, botasy un tapado que su hermana le regaló porque ya no le iba. Fui avanzando, no meimportaba nada, me la cogía con s’olo o’irla, encima fina para hablar y delinda voz. Que si usaba cremita, pintura de labios, que si era separada, que sihabía tenido sexo últimamente, hasta pensé en si había quedado embarazada. Ypara mi sorpresa, Beatriz me contó todo con detalles, gaucha y abierta, bienabierta. Tanto, que ya pensaba en darle con ropa y todo. AL menos, la teníaahí, vestidita con cuero, tal como la quería, toda para mí. Y cómo sentícosquilleo en mi pene que engordó de golpe cuando me tomé de su brazo parasalir y sentí su campera de cuero y su cartera fina. Beatriz me hablabaanimada, yo sólo iba creciendo de locura con su cuero, su fuerte aroma apintura de labios y perfume.
 
Y fui subiendo de temperatura interna, pensando cómo cogerla,porque no me alcanzaba con mironearla. Me excitaba, me ratoneaba, escuchaba sustacos hacer ruido a lcaminar del bar hacia su casa y la mía, sentía su camperade cuero, olía y olía su pintura de labios, me le pegoseaba para estar máscerca.
 
Y pasó lo que tenía que pasar. Al llegar a una esquina, exploté,la empujé contra una pared, Beatriz se sorprendió y yo rápido la manoseé conganas. La mujer se quiso resistir en un principio, pero mi ebullición pudo más.Porque cuando exploto, exploto. Le saqué la cartera, y sin dejar de manosearla,decirle cositas, besarla y toparla atrás, le pasé mis manos por su gordoteculo, la sujeté, le bajé la pollera, le bajé excitado la bombacha, saqué mipene grueso, largo y duro como un garrote y se lo metí con todo por su preciosacola dándole y dándole contra la parecita. Ella, inclinada, se sorprendió conmi corpacho, y mientras la sujetaba con fuerza, froté y froté con locura. Penséen todo de nuevo: Beatriz, rubia, cuero, pintura de labios, perfume, su carterafina, cargada de cosas de mujer. No sólo froté con más y más potencia, sino quehasta me creció la pijota cada vez más. Y tras 10 de traca traca, acabé yeyaculé tremendo y monstruoso semen en la cola de Beatriz.
 
Creí que la tipa, apenas recuperada, me iba a denunciar. Pero no.Como me había dicho Elmer, era bastante tranquilita. Nomás, Bea, ahora le decíaBea, me llamó Diego, Dieguito, y me pidió jadeando y sacadita por la vagina.Monté en cólera, me puse furioso y sin dejar de besarla, manosearla, chuparla ytodo, se la di por la vagina con una furia de locos. Beatriz, una divina, gemíay gritaba excitada, me pedía más y más, dame, dame, llename. Le di, le di y ledi, ella se movió, frotó y frotó, yo froté, froté, froté, froté, froté y blum:eyaculé monstruoso y espeso semen en su vagina. Y al sacarlo, se lo pasé por lacara y Beatriz lamió y tragó el semen que quedó. “Mmm, mi amor, sos un potro,podés competir con Elmer, je je”, me dijo riendo, re simpática. Y agregó: “Meencantó conocerte. Eso sí, arreglemos para otra noche y te llevo a casa, asícenamos y hacemos una noche intensa amorcito, sin que nadie nos pesque… ¿Qué teparece dulce?”, me decía con su voz acarameladita. Yo estaba que me la cogía denuevo, pero acepté y tras darle un buen beso en la boca, rematando mi sueñocumplido, seguimos viaje a nuestras casas. Me gané una mujer madura, linda, ysobre todo, lo que más me excita: con ropa de cuero. Y habrá más. Ah: graciasElmer, sos un genio, q’é  amiguita pibe.

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