Viaje de un jubilado a argentina 8

           Cuando volvieron de hacer las compras mi nieto lloraba a todo volumen, desde el salón donde estaba me desperté al oírlo antes de que abrieran la puerta, la joven Carla hacía un rato que había terminado la limpieza, después de haber follado sin haberlo previsto la chica quedó tranquila, la había convencido de que mucha gente la quería, que follaba cada vez mejor, que estaba rodeada de gente y que nos importaba. Ya esperaba con impaciencia a su nueva compañía en la habitación vacante de su casa, yo me quedé dormido con la tranquilidad de haber hecho mi buena obra diaria.
                             Elena llevaba alzado en brazos a Javi, que no se veía casi detrás de su boca totalmente abierta, mi hijo se había quedado aparcando el coche y Corina iba delante de Elena abriendo paso. La vi entrar y en un primer momento la noté un poco enfadada pero fue saludarme y cambiar de expresión, me quedé más tranquilo y me interesé por el niño. Mi mujer suponía que el niño debía estar hambriento o también sucio o posiblemente las dos cosas a la vez, mientras su madre se cambiaba de ropa, lo primero que hizo fue limpiar al peque, ciertamente tenía motivo para llorar, cuando Corina salió llevaba un chaleco sin mangas muy holgado abrochado por delante, se lo acababa de comprar y cuando pasó por mi lado se dio una vuelta entera para que la viera por todos lados, estaba bellísima con cualquier cosa y le lancé un beso al aire, la sonrisa que me dedicó me hizo olvidar el enfado que tenía por haberme quedado encerrado en casa.
                             Elena ya tenía preparado a Javier, con sólo el pañal parecía un angelito rechoncho pero demostró su instinto y al ver llegar a su madre ya empezó a patalear alargando los brazos para que lo cogiera, ella ya había abierto el chaleco y enseñaba el canalillo entre las dos tetas libres y rellenas, al sentarlo en su regazo le ofreció una y se apretó el pezón, el olor de la leche guió al niño al pezón y se pegó a él con avaricia, quedé embobado mirando al niño, me habría puesto en la cola para mamar cuando terminara, me conformaba con las sobras porque esas tetas con o sin leche estaban sabrosas.
                             Cuando oí a mi hijo llegar me senté en el sofá, era como mi refugio, parecía que en él era invisible, traía mala cara y creí que estaba enfadado por algo, con la mirada le pregunté a mi mujer, ella me dijo que no lo comprendía, daba la impresión que el estar en casa no le iba bien.
                             Por la mañana decidí salir a dar una vuelta, ya me dirigía hacia mi parque preferido cuando me decidí por cambiar de rumbo, no había visto nada de Villa Devoto y estando allí era imperdonable, fui por la calle principal, estaba atestada de tiendas y con lo temprano que era había mucha actividad, se notaba un ambiente diferente, no sabía porqué pero las tiendas y la gente parecía mejor arreglada, los coches incluso diferentes y sobre todo la forma de hablar, parecían más “finos” en España diríamos más “pijos”, seguramente sería una sensación y no me atrevería a decirlo públicamente pero esa fue la primera sensación.
                             Pensé en desayunar y fui a entrar en una cafetería pero me acordé de una foto que había visto en internet antes de venir, había visto que en una plaza habían colocado un vagón de ferrocarril y lo habían transformado en una cafetería, pregunté a un joven trajeado, parecía que lo sabía y muy amable me encaminó. No estaba cerca pero las ganas de verlo hicieron que llegara aun con la lengua afuera. Por unas tarimas en forma de escalera se accedía y una vez adentro era como un vagón con mesitas en vez de asientos, estaba muy bien ambientado y en una pequeña barra atendían a los clientes.
                             Me senté en una mesita al lado de la ventanilla, pedí un café con leche con unas pastas o “facturas” como se le dice por aquí y me entretuve mirando al exterior, la gente se movía por las aceras, había poco tráfico en la plazuela que formaba y esperé a que me trajeran el pedido.
                             Delante de mí en unas mesas más adelante vi una cabeza que conocía hasta por detrás, me dio un vuelco el corazón, era Malena, me sorprendió que estuviera precisamente allí, me iba a levantar y saludarla pero no estaba totalmente seguro, ya me había equivocado con Gloria y no quería volverlo a hacer pero cuando la chica miró por la ventana la vi de perfil y aunque por detrás, me convencí, me levanté y con la mejor sonrisa me acerqué por atrás y me planté delante de ella.
¡Hola, preciosa!, ¿cómo estás?
¿Perdone, me dice a mí?
Ejem… me parece que me he equivocado otra vez, ¿no es usted Malena?
Pues no, lo siento.
                             Me volví a mi asiento decepcionado, era la segunda vez que me equivocaba y me propuse no volver a hacerlo, con la mirada fija en la taza de café no me di cuenta hasta que alguien me tocó en el hombro.
¡Vaya qué sorpresa, si tengo delante a mi amigo Pepe!
Hola ¿qué te pasa a ti?, te acabo de saludar y ¡has hecho como que no me conocías!
¿Yo?, si acabo de llegar.
Entonces… ¿qué hacías allí?
                             Miró donde le señalaba y se puso a reír a carcajadas, tenía bonita hasta la risa, era sincera y cristalina, me cogió de la mano haciéndome levantar y me llevó a la otra mesa, me presentó a la otra chica.
Mira Pepe, te presento a mi hermana Marina, como ves somos gemelas, por eso no te conocía, habíamos quedado aquí para desayunar, nuestra madre vive cerca y veníamos a visitarla.
Uf, que fallo, pues estaba convencido de que eras tú, la verdad es que sois iguales.
Bueno de cara sí.
Hola, encantada de conocerte Pepe, no sabía que eras vos, lo cierto es que sos igual, tal como me había contado Malena.
¡Ah!, te ha hablado de mí, no lo imaginaba.
Si, entre mi hermana y yo no hay problemas ni secretos, nos lo contamos todo.
                             Yo miraba a las dos mujeres, eran perfectamente iguales y desde el primer momento me cayeron bien, de Malena ya conocía muchas cosas pero de Marina no sabía nada y me habría gustado conocerla.
Mi hermana está casada también, su marido se llama Álvaro, se quieren mucho y tiene un negocio de inmobiliaria, les va muy bien, cómo ves viste con elegancia y vive muy bien, no tienen hijos tampoco.
Bueno, ya sé algo de ti, ¿y qué hacéis aquí?
Hemos venido para felicitar a nuestra madre, se llama Marlene, por mi abuela que era francesa y vive cerca de aquí, hoy es su cumpleaños, es muy hermosa.
Como las hijas, claro.
                             Las dos chicas me miraban y sonreían, indudablemente les caía bien, a mi me tenían ganado de antemano, de momento Malena me hizo callar y le señaló algo a su hermana…
Marina, ¿aquel no es tu coche?, parece que es Álvaro y va acompañado, es una mujer joven.
Debe ser alguna cliente a la que le va a enseñar alguna casa para comprar.
Eso debe ser pero deben de conocerse mucho, no dejan de reír.
                             Lo cierto es que el coche paró al otro lado de la calle y de él bajó la pareja, la chica entre risas se cogió al brazo del marido de Marina y se dirigieron hacia la puerta de un edificio, en la misma puerta, la chica pasó delante de él y entró muy coqueta moviendo el culo. Marina se levantó de un salto, con los ojos echando fuego se abalanzó a la salida y lo hubiera hecho si Malena no la hubiera frenado.
¿Dónde vas Marina?, ¿qué vas a conseguir, que lo niegue o que rompáis el matrimonio por una cosa sin importancia?
Ese sinvergüenza se va a enterar, le voy a decir cuatro cosas y a ella… bueno a ella sólo le puedo decir que tiene buen gusto.
Claro mujer, lo único que vas a conseguir es que pierdas tu calidad de vida.
Ese se va a enterar, me las va a pagar.
Hermana, la venganza se sirve fría, ya sabes aunque… se puede servir en caliente.
¿Qué quieres decir?
                             Las dos hermanas se pusieron a cuchichear, luego se cogieron a mi brazo y después de pagar salimos a la calle, cruzamos la plaza por la puerta donde había entrado la pareja y Marina hizo un gesto de burla. Me llevaban entre las dos y tuve que preguntar…
¿Pero adónde vamos?
No te preocupes, vamos a casa de mamá, te la presentaremos.
                             Yo no tenía nada que hacer pero salir así… sin rumbo… Me llevaron a un edificio de bastante clase, el patio era de mármol y el ascensor de acero inoxidable con espejos, todo brillaba y cuando llegamos a casa de su madre me presentaron.
 
Felicidades mamá, te presentamos a Pepe, un español muy simpático que conocemos, lo hemos traído para que te felicite y lo conozcas.
 
                             La señora era un poco más joven que yo, vestía también con elegancia aun estando en casa, intenté darle la mano pero ella puso la mejilla para que la besara, intenté darle otro beso en la otra mejilla pero la retiró bruscamente, nos invitó a entrar y sacó unas bebidas para invitarnos pero sus hijas la interrumpieron y le dijeron.
No te preocupes mamá, Pepe es como de la familia, por cierto ¿no te tenías que marchar para comprarte algo?
¿Yo? no recuerdo que tenga que comprar nada.
Si mujer si, aquel vestido que no encuentras nunca y tardas mucho en volver…
                             Malena a la vez le hacía seña con las manos para que se marchara, la mujer tardó un poco en comprender que querían que nos dejara solos, si hubiera sido un hombre joven lo comprendía pero, dos mujeres jóvenes y yo… de su edad más o menos… no obstante conocía a sus hijas y confiaba en que sabían lo que hacían. Cuando salió de la casa sus hijas la despidieron con las manos.
Ven Pepe, a mi habitación, te vamos a enseñar nuestra colección de muñecas Barbie
Eso sí, vas a ver que las tenemos casi todas, mi madre nos la compraba siempre.
                             La habitación de las gemelas tenía dos camas individuales, a los lados llenando las paredes unas estanterías con cientos de muñecas, las había de todas las épocas, me fueron enseñando muñecas explicándome los vestidos que llevaba y demás detalles. Como los pasillos que quedaban eran estrechos para los tres Marina empujó una cama hacia la otra dejando mucho más espacio.
Cuando éramos jóvenes las vestíamos como nos gustaba vestir a nosotras, aún tenemos los vestidos de entonces, ya teníamos el mismo tipo que ahora.
Es verdad, vamos a probarnos algunos, se los enseñaremos a Pepe.
                             Yo sólo miraba aquí o allá y no me di cuenta hasta que Malena se fue a probar un vestido de cuando era más joven, la chica sin ningún pudor se quitó la camisa y la falda y se puso la otra falda, yo miraba la falda que me enseñaba pero sin quitar ojo del sujetador de Malena, ésta le dio otra falda a su hermana que hizo lo mismo, a mi me pasó lo mismo pero multiplicado por dos, las dos chicas sólo con las faldas y los sujetadores me ofrecían unas vistas inmejorables, no pude menos que confesarlo…
Desde luego no creo que tenga ocasión de ver dos gemelas tan iguales, sois iguales en todo, la cara, el tipo, todo.
No lo creas, en el rostro no te digo que no pero en lo demás Marina es diferente a mí, tu porque no te fijas bien.
Fijarme creo que sí, veo que tenéis unas tetas preciosas las dos y el resto de curvas marean.
Jajaja, la vista te engaña, Marina se ha hecho las tetas ¿no te has dado cuenta?
Imposible son igual que las tuyas, me lo vas a decir a mí…
                             Las dos hermanas quisieron convencerme y a la vez se quitaron el sujetador, las tetas hermosas de Malena saltaron potentes, redondas, altas y duras, coronadas por la areola y con el pezón salido, las de Marina eran diferentes, puntiagudas, separadas, mirando hacia los lados y con las areolas más grandes que terminaban en punta junto al pezón.
¿Te das cuenta? Marina las tiene más gordas. Se las dejaron muy bien.
Imagino de la talla 100 pero dudo que se las haya hecho.
Pepe mira bien, las cicatrices apenas se ven pero están.
                             Me acerqué para buscar las cicatrices, miré por debajo de la teta y por la orilla de la areola y nada, con la cara a cinco centímetros de la teta Malena me puso la mano en la nuca y la otra a su hermana en la espalda y nos juntó.
                                                                
Vamos… si lo están deseando los dos.
                             
                             La teta de Marina chocó en mi cara y la nariz se hundió en el pezón mi boca se abrió, buscó y encontró, en un momento la tenía llena de carne dura y tibia, Marina gemía suavemente mientras su hermana le soltaba el cierre de la falda, la falda cayó al suelo y se quedó con un tanga minúsculo. Malena demostró una agilidad pasmosa pues se agachó entre los dos, me soltó el pantalón y me lo bajó junto a los calzoncillos, la polla salió casi a tope pero ella la lamió un poco y cogiendo la mano de Marina se la llenó de mi rabo. La gemela la agarró con fuerza, noté que aún tenía ganas de venganza pero no me importaba ser la víctima, se apretó contra mí y me pajeó poniéndola al cien por cien. 
                             Malena se había quitado su falda y las bragas negras que llevaba y se puso a mi espalda y con las tetas pegadas me restregaba el pubis caliente y pelado por mis nalgas. Cuando tuvo la polla a su gusto Marina se soltó una cinta del tanga que cayó inerte, separó las piernas y subió una a la cama, de pie como estábamos se pasó mi polla entre sus labios, lo hizo varias veces hasta que la encaró en su vagina, lo noté porque quemaba. Malena nos abrazó a los dos a la vez y tiró de su hermana contra ella teniéndome a mí en medio, mi polla entró de golpe en el coño de Marina, Malena apretaba mi culo con su pubis y obligaba a que no se saliera, yo me ocupaba de la nueva sensación de tocar las tetas largas y duras de Marina.  
                             Malena no dejó de apretarnos hasta que su hermana se corrió, me tuvo clavado en su hermana hasta que se le pasó el orgasmo, luego se agachó y me limpió la polla de los flujos de su hermana con la boca. No bien se levantó Malena se volvió de espaldas a mí, se agachó, su hermana dirigió mi polla al coño de su gemela agachada y cogiéndola de la cintura nos juntó y nos clavó como su hermana había hecho antes con nosotros, yo me sentía un poco utilizado por las dos hembras pero estaba tan bien dentro de una u otra que podía superarlo, me entretuve en cogerle los pezones a Malena que le colgaban balanceándose, la chica tampoco tardó en correrse, tenía un control sobre su vagina total y no quiso ser menos que Marina, mi polla chorreaba jugos de Malena y yo necesitaba un tiempo para relajarme, les pregunté por el baño y con esa excusa salí de la habitación.
                             Me di de bruces con Marlene, ella no lo esperaba y yo mucho menos, al abrir la puerta la mujer se apartó, estaba escuchando lo que ocurría en la habitación y yo con la polla en ristre me quedé pasmado apuntándola.
¡Oh! lo siento, no creí que iba a salir…
Señora, yo tampoco creía que estaría escuchando…
Mamá ¿qué hacías en la puerta?, ¿no te habías ido?
Sí pero no estaba tranquila, el caballero tiene una edad más propia de mí y vosotras… tan jóvenes…
Precisamente mamá por eso estamos las dos juntas, entre las dos sumamos tu edad, jajaja.
                             La mujer se quedó con la boca abierta sin saber que argumentar a su hija Marina, cuando nos dimos cuenta estábamos riéndonos los cuatro, las dos hijas, yo en pelotas y su madre enjoyada.
Bueno hijitas veo que ya habéis crecido bastante, os dejo que sigáis, a usted Pepe le deseo suerte con las dos.
Gracias, la necesitaré, un placer señora.
Adiós mamá pero de verdad, jajaja.
                             La madre salió moviendo la cabeza tratando de creerse lo que había visto, sus hijas cogiendo con un hombre mayor que habría querido para ella y más cuando había visto el calibre de polla que usaba, al entrar en el ascensor pasó la mano por su entrepierna y notó que estaba húmeda.
                             Las chicas volvieron a su habitación riendo, comentaban la ocurrencia de su madre espiándonos, las dos coincidían que seguro que se había mojado y no erraron. En el baño vacié la vejiga, me quedé nuevo y aproveché para peinarme y busqué por si tenían colonia o desodorante pero todo era femenino, lo único que me interesó fue un tubo de crema con base de agua, me dio una idea y me unté la polla, cuando entré de nuevo a la habitación me brillaba como cromada, en la mano llevaba camuflado el tubo de crema.
Bueno chicas, ha llegado la hora de Pepe, preparaos…
Muy bien, ahora te toca a ti, somos muy egoístas, jajaja.
                             Las dos chicas aplaudían, sobre todo Malena que tenía más conocimiento de causa.
Estamos a tu disposición, somos tuyas, manda por esa boquita amo, jajaja.
Mmm, dos bombones para mí solito, jajaja, pellizcadme porque estoy soñando.
Vos dirás, ¿quién se va a comer estas tetitas?
De momento subiros a la orilla de la cama de rodillas una al lado de la otra para decidirme primero.
¿Así?
                             Las dos chicas sabía cómo pero Malena ejercía de maestra de ceremonia y puso a su hermana con el culo hacia afuera y las piernas bastante abiertas, la miró desde mi ángulo y aún la mejoró haciéndole que agachara la cabeza hasta apoyarla en la sábana, me hizo notar cómo colgaban las tetas de su hermana, eran más gordas por la mitad que por el nacimiento y terminaban en punta afilada, las apretó para demostrarme la tersura de la piel. Cuando di mi conformidad se puso a su lado de la misma forma, agachadas las dos exponían sus coños abiertos con los labios separados y húmedos, para una toma de contacto me acerqué a ella y dudando opté por meterle la polla en directo a Marina, un gemido ahogado se oyó cuando me hundí hasta adentro, con lo lubricada que tenía la polla y lo mojada que ella estaba no hubo resistencia y le toqué el útero con el capullo, después de la prueba cambié a Malena, ésta movía el culo reclamando mi atención, sus tetas se balanceaban compitiendo con las de su gemela, con la redondez coronada de pezón duro hacía un surco en la tela de la cama.
                             Marina se había quedado desilusionada por la brevedad de mis empujones y Malena le cedió el turno pero no creí que era justo y mojándome el dedo de crema mientras volvía a meterle la polla a Marina rodeaba el culo a Malena, con un contorneo de cintura agradecía la caricia y pedía más, el dedo presionó un poco, sólo lo bastante para hundirse un centímetro y la chica suspiró, esto me animó y siguiendo el ritmo de mi cadera con su hermana le fui introduciendo un dedo al principio y luego dos, como notaba a Malena gozando con mis dedos probé a cubrir con crema el ano de Marina, ésta saltó pero cómo sólo le rodeaba al agujero se calmó, ya estaba con una gruesa capa de crema cuando saqué la polla y la subí a la otra entrada.
Eso no, ¡por ahí no quiero!
Mujer no tengas miedo, te va a gustar.
¿Qué te pasa hermana?
Que me quiere partir el orto, con esa pija gorda me abre en dos.
¡Qué miedosa eres hermana!, confía en Pepe es un maestro, luego no querrás por otro sitio.
¿A vos te la ha metido por el culo?
Por supuesto y fue una delicia, ahora mismo tengo dos dedos suyos adentro dilatándolo, estoy esperando a que me llene con esa poronga de carne dura.
Por Dios, Malena, que no me lo ha metido ni mi marido, ese cabrón de mierda.
Razón de más, así te podrás reír de él.
Me has convencido, Pepe adelante pero por favor, ¡no me rompas el culo!
                             Con luz verde presioné un poco, Marina huía hacia adelante y no podía metérsela, su hermana viendo la maniobra se puso delante de su cabeza y la sostuvo haciendo tope, con las piernas abiertas y el coño en su nuca le abrió las nalgas, me cogió la polla y la apoyó en el ano de su hermana, le cogí las dos tetas a Malena, las tenía duras y brillantes y al estar seguro de que no iba a esquivarme empujé despacio pero sin parar hasta que el capullo entró. Malena iba escupiendo al culo que se hundía con la presión intentando aliviar mi invasión a la vez que le recomendaba que se relajara, cuando lo hizo como un ensalmo se tragó medio tronco de una vez y suspiramos los tres. Malena me tomó por debajo de los huevos y tiró de mí obligándome a acabar de meterla, su hermana que se había agarrado con las manos a la sábana ya las había abierto y movía las caderas para que le entrara a fondo.
                             Malena se puso de pie sobre la cama, pasó sobre su hermana y con una pierna a cada lado de ella se acercó a mí, abrió los labios del coño dejando el clítoris palpitando y lo puso frente a mi boca. Mientras le iba metiendo la polla cada vez más rápido aceleraba las lamidas al coño de Malena, ésta me cogió la cabeza y la apretó contra ella, Marina se cogía las tetas y tiraba de ellas, yo simplemente metía y sacaba desde la punta al fondo.
¡Mamaaaaá! Por favor…
Aaagh, mmm, augf.
                             La puerta se cerró suavemente, Malena había descubierto a su madre, tenía la falda arremangada con las bragas a un lado, se estaba metiendo el dedo en el coño y se corría en silencio para no ser descubierta pero su hija la conocía más de lo que ella suponía.
                             Noté que me iba a correr y se lo dije a Malena, me habría gustado hacerlo en ella pues era mi musa pero decidió que llenara a su hermana. Marina me rogaba que le vaciara mis huevos en su coño.
Cógeme Pepe, córrete en mi concha, déjame preñada, a ver si aprende el boludo de Álvaro.
                             Malena me miró riéndose, me dijo que no le hiciera caso y seguí lamiendo y follando hasta que me flojearon las piernas al inyectarle mi semen caliente en el culo a Marina. Su hermana me sujetó a la vez que no dejaba que moviera la cabeza de su coño abierto, se estaba corriendo en mi boca, sabía a gloria y cuando me pude separar tenía los labios blancos de flujo.
                             Al salir al salón ya iba vestido, las chicas con la falda mal abrochada y los sujetadores en las manos, en el sofá su madre con la falda arriba, abierta de piernas y con las manos en el coño.
Lo siento de verdad pero no he podido resistirme, quería ver como cogía Pepe a mis hijas, a mi hace mucho que no me cogen y menos así.
Pero mamá, ¿entonces has visto como me rompía el orto?
Qué niña eres, a mi es como más me gusta, si no me metían el pene por el culo no me corría.
Mamaaá, ¿de verdad? Yo que creía que era una cosa mala.
¿Mala?, es de lo mejor que te pueden hacer, bueno si te comen la concha bien también vale, ¿eh?
Me encanta vuestra madre, es toda una mujer.
Y a mí me encantáis vos, sos todo un caballero que sabe coger a una mujer, me pregunto si no querría visitarme algún día, podíamos quedar para tomar algo aquí, no tengo la edad de mis hijas pero experiencia…
 
                             Nos reímos todos, mientras las hijas se iban vistiendo, Marina se abrochó el sujetador por delante y le dio la vuelta, luego se colocó los tirantes y metió con demasiada lentitud y sensualidad una teta y después la otra mientras me miraba fijamente.
Malena lo hizo con naturalidad dejándolas en su sitio.
Mi madre las tiene como yo o casi.
 
                             Marlene se levantó y estiró el vestido, sacó pecho y se dio la vuelta para que la viera haciendo que su falda ancha cogiera vuelo, ya para despedirme me cogió la cara con las dos manos, yo esperaba el consabido único beso argentino pero el que me dio fue en la boca.
No tardes mucho en volver Pepe.
                             Salimos a la calle, al llegar a la esquina de donde habíamos visto al marido de Marina salían del patio la pareja, él iba en actitud suplicante y ella enfadada iba adelante y de momento se paró, se giró y le dio una sonora bofetada en la cara, varias personas que pasaban por su lado se pararon asombradas, él humillado corrió a su coche y no se volvió para ver como la mujer paraba a un taxi.
                             Marina se me colgó del brazo, y me dijo al oído.
Que se joda ese boludo.
                             Se ofrecieron a acompañarme a mi casa, fuimos andando tranquilamente, ya estábamos cerca cuando me topé de cara con mi amigo canoso y bigotudo, quise soltar a las chicas pero ya me había visto y lo saludé cortésmente. 
                             Si hubiera sido joven habría subido la escalera de dos en dos escalones pero me tuve que contentar en subir en el ascensor repeinándome antes de entrar en casa, aparentemente todo estaba igual, mi mujer cacharreando en la cocina, Javier con el ordenador preparando su próximo viaje y Corina jugando con Javi, cuando entré en el salón mi nuera arrugó la nariz como oliendo el aire, yo no olía a nada pero ella debía ser un portento del olfato pues me señaló la polla, le sonreí, me hizo gracia la simpatía que le tenía ya a mi verga y a ella le encantaba que la usara incluso con otras.
                             Cuando Javier se desembarazó del montón de papeles que tenía en la mesa cerró el ordenador y me dijo.
Papá, mañana tengo que ir a Balcarce, tengo que dar una conferencia y una reunión sobre temas de telefonía, si quieres te puedes venir conmigo, iremos en el coche.
¡Qué bien me encantará! ¿Hay algo que ver por allí?
Mejor no te lo digo, es una sorpresa.
                             Me fio totalmente de mi hijo, bueno en algunas cosas… pero se parece mucho a mi, no puedo negarlo. Por la mañana me desperté muy temprano, habíamos quedado en madrugar para aprovechar el día y ya se estaba afeitando cuando salió Corina de la habitación y vino a la cocina, llevaba otro camisón, éste lila y era largo tenía mucho vuelo la falda y el escote de pico le llegaba por la cintura, abajo se trasparentaba todo, al verme miró hacia atrás y se levantó la falda, me hizo una reverencia como si yo fuera un monarca, me enseñó el coño y las tetas de paso, la afeitadora eléctrica sonaba en el baño de Javier. Cuando éste acabó su mujer ya había vuelto a la cama no sin antes haberme apretado la polla al pasar junto a mí en la cocina.
                             Salimos de casa y estaba amaneciendo en la dirección de Balcarce me dijo Javier, iríamos de cara al sol, habían unos 500 km. y tendríamos tiempo para ver cosas, el coche de mi hijo era muy potente, se notaba que ganaba bastante dinero en la empresa y cobraba en dólares americanos, le gustaba conducir como a mí de joven, lo llevaba con seguridad y se conocía la ruta a la perfección, después de una maraña de calles y autovías, salimos a la carretera, me explicó que al final estaba el océano y la ciudad de Mar del Plata.
                             Los kilómetros iban pasando y el paisaje se iba aclarando de las calles agobiantes de Buenos Aires se pasaba a campos con alambradas que protegía a manadas de reses y ganado, los pueblos se quedaban generalmente a las orillas de la carretera y no interrumpían la marcha. Aún sin correr mucho se hacía una buena media de velocidad. A Javier también le gustaban las cosas nuevas como a mí y me contaba cualquier curiosidad, se le notaba feliz haciéndolo y a mi escuchándolo, tenía previsto aprovechar el viaje para recriminar su comportamiento con su mujer y su falta de sensibilidad con Javi, los dos eran muy importantes para no prestarles toda su atención pero no tuve valor, seguramente encontraría otro momento, no quería estropearle el viaje.
                             En medio de una llanura inmensa apenas salpicada por unas colinas llegamos a un cruce, a la derecha un letrero verde anunciaba Balcarce, hasta ahora la carretera parecía trazada con un lápiz, la mayoría de veces recta en la llanura, al girar a unos kilómetros se veía una ciudad pequeña, antes una serie de empresas, talleres, fábricas y almacenes anunciaban la urbe, cuando entramos lo primero que me llamó la atención eran las calles, cuadriculadas como el tablero de Ajedrez, unas a derecha y otras al contrario y lo que más me llamó la atención era que todas tenían números en vez de nombres, Javier me explicó que era relativamente joven la ciudad y que estaba urbanizada con buen criterio, se apreciaba un buen nivel de vida, había mucha vida social, bares, hoteles y seguramente vida nocturna. Pasamos por el centro despacio, habían varias plazas y calles arboladas, las casas más o menos parecidas y al llegar a un parque bastante frondoso Javier frenó de momento, bajó la ventanilla y me señaló hacia el parque.
¿Qué pasa, porqué paras?
Mira allí.
Un jardín, bonito y qué.
Fíjate mejor, aquel monumento.
 
                             Estaba a la sombra de unos árboles y pude ver, “Juan Manuel Fangio”. Quedé sorprendido, a mí unos de los pocos deportes que me gustan son los de motor y aquello era lo máximo, nada menos que Fangio pero mi hijo siguió unos metros y me señaló un edifico bastante importante en comparación con el resto, “Museo de Juan Manuel Fangio”abrí y cerré los ojos varias veces, no me lo creía pero mi hijo me lo aseguró…
Ale papá, ahí está la sorpresa, aquí nació y se hizo Fangio, éste es su museo, yo ya lo he visto, hay un montón de coches de carreras de todos los tiempos, de él y de otros corredores, te va a gustar y además hay mucho que ver, si quieres come por ahí y vas a visitarlo, yo voy a la Estación Terrena a la reunión, luego te llamo y quedamos para almorzar, ¿vale?
                             Como me había aconsejado Javier busqué un bar, no sabía cual elegir pues había varios y todos muy elegantes, al fin me decidí por uno, tenía un ventanal grande que daba al paseo central, pedí al camarero y al momento ya estaba comiendo, ya reconfortado pues sólo había desayunado, pronto, poco y con prisa pues la visión de mi nuera me había atragantado y luego la mayoría de los pueblos estaban separados de la ruta, ahora me dirigí al museo, bajo una inmensa entrada pasé y seguí una guía explicativa, me maravilló la cantidad de coches y recuerdos del piloto y otros corredores de su época o posteriores que le admiraban copas trofeos y coches y más coches, me explicaron que era hijo de italianos y de su inicio de crío, eran de admirar sus gestas con aquellos coches sin ningún tipo de seguridad y que corrían por carreteras infernales a casi la velocidad de los actuales, no salía de una sorpresa a otra, cuando salí no sabía la hora que era, me senté junto al monumento que había visto en el parque, se estaba fresco y esperé hasta que me llamó Javier, al rato me pitó desde la calle, fui a subir al coche y vi que estaba ocupado por una chica bastante joven, me la presentó como Inés, era la directora de una sección de la Estación, era muy guapa y me extrañó su juventud para ser directora, pasé al asiento de atrás y fuimos a comer. Javier eligió un restaurante de mucha categoría, se notaba que quería impresionar a la bella mujer, no sabía porqué pero notaba que algo no cuadraba aunque me fiaba completamente de Javier.
                             La comida estuvo de maravilla, sólo que no me cerraba lo de la chica, se trataban con mucha familiaridad incluso con manoseo, lo cierto es que la chica estaba muy buena, vestía con elegancia aunque sencilla pero no hablaban de nada del trabajo, no me pareció mal pues para comer hay que olvidar los negocios. Javier me pilló más de una vez estirando el cuello para descubrir qué cantidad y calidad de tetas tenía, me sentí avergonzado, parecía un adolescente y cuando terminamos de comer le pedí disculpas a Javier, me dejaron en el parque, les dije que volvería a ver el museo, aquello no se veía todos los días y se fueron, los seguí con la mirada disfrutando de la sombra de mediodía y dos manzanas más allá vi que se detenía y descendían entrando a un local, pensé que se tomarían un café a salvo de mis miradas curiosas, seguro que me tratarían de viejo verde pero la chica lo valía.
                             Me acerqué al museo y vi que abrían más tarde por lo que me volví a sentar, el banco de piedra me hizo querer dar una vuelta y me dirigí hacia donde estaba el coche de Javier, realmente no parecía un bar, allí ponía “Albergue transitorio”, me quedé igual pero no era ni bar ni restaurante ni hotel, no sabía que pensar y me fui, casi llego al final de la avenida, me sentaba cuando encontraba una buena sombra, en el ambiente se notaba el olor a prado y ganado, estaba claro a que se dedicaba la ciudad. De lejos vi a Javier y la chica que salían de la casa, subían al coche y se iban, seguí paseando hasta que llegué a la altura del establecimiento y no sé porqué entré. En un mostrador viendo la televisión había un señor de mi edad, me presenté y le dije que me había perdido y buscaba a un señor joven que iba acompañado por una mujer, le dije que teníamos que volver a Buenos Aires y no sabía dónde estaba.
 
¿Vos sos español?
Si claro ¿cómo lo ha notado?
Es sencillo, se nota su acento y su forma de hablar, el señor que busca habla argentino pero con acento español también, la mujer es argentina, muy bonita por cierto.
Si es verdad una hembra preciosa, y ¿donde tienen el bar? Me tomaría un café.
¿El bar? Nosotros no tenemos bar, esto es un alojamiento transitorio solamente.
Y eso… ¿qué es precisamente? No lo había oído nunca.
Pues es un alojamiento donde alquilamos habitaciones por horas, quien quiere alquila y está el tiempo que paga.
Y ¿qué vienen a hacer aquí?
Depende, hay quien viene a descansar a hacer la siesta o estudiar pero lo más corriente es venir con una mujer a coger, ¿comprende?
¡Aaaah! Ya comprendo. Bueno me voy, quiero repasar el museo de Fangio, he venido adrede desde Buenos Aires para verlo.
Y ¿ya ha visto el Autódromo?
¿Qué autódromo?, no sabía que tienen uno aquí.
Claro y es de los mejores, tengo una idea, si quiere lo llevo, vivo cerca, dejaré a mi hija aquí y nos vamos, ¡María!
¿Dime papá?
¿Ya has arreglado la habitación de la pareja que acaba de salir? me tengo que ir.
Si papá vaya desorden, estaba como si hubiera habido una guerra, se conoce que vienen a coger con ganas, todo deshecho, la ducha, las sábanas llenas de semen, cada vez que vienen tengo que cambiar toda la ropa de la cama.
                             Yo no creía lo que oía, mi hijo venía a follar con la chica guapa y no era sólo hoy, se veían cada vez que venía y follaba como un loco y luego en casa con una paja o mamada de Corina se hacía el muerto, joder con Javier…
                             El caballero me llevó a ver el autódromo, era impresionante incluso me dio una vuelta de honor, habían barreras de neumáticos formando chicanas pero parecía poco usado.
Desde que un corredor se mató se revisaron las medidas de seguridad y como no las cumplía se fue abandonando para las carreras importantes.
Es una maravilla y saber que Fangio corría por aquí…
Y muchos más en primera línea.
Gracias por enseñármelo con tanto detalle, es usted una persona muy amable.
De nada, me llamo Ernesto.
Yo Pepe, encantado.
                             El viaje de vuelta fue diferente, casi no hablamos como al venir, desde que le pregunté por la reunión y me dijo que después de comer se había metido en un despacho con los jefes me mosqueé y me puse a dormir, cuando me desperté entrábamos en Buenos Aires.
Continuará.
Me gusta conocer su opinión.
Gracias.

1 comentario - Viaje de un jubilado a argentina 8

Ronaldo107
Cada cuanto tiempo lo vas a estar subiendo??