Mi timidez y mis tías 33

Cuando llegue a casa ya estaban cenando los comensales, pero yo pasé a la cocina y le pedí que me prepararan un bocadillo, después de saludar a mi madre cogí una cerveza y me subí a casa.
Clara y Julia me preguntaron en un momento un montón de cosas de sus hermanas, yo simplemente les dije que las había encontrado bastante bien, una muy gorda y la otra muy flaca, no les mentí, porque Cris cada día estaba más delgada, quizá por las peripecias sentimentales que acumulaba y Ana era obvio, pero pronto se “curaría” de su gordura.
Me duché nada más subir a la habitación, me puse el pijama corto y estuve comiendo el bocadillo mientras me entretenía mirando la tableta, al poco rato me acosté, estaba cansado y estuve repasando un poco el día tan agitado que había tenido.
Me gustó rememorar el rato que estuve esperando el tren, cuando Vicenta me llamó la atención no podía imaginar cómo iba a resultar la espera, realmente era una chica preciosa, sobre todo me gustó de ella la manera tan sutil de aunar la fantasía con el sexo, realmente me encantaba, se lo contaría a mi madre, le gustaría saber el buen rato que había pasado.
Respecto a mis tías, me preocupaban bastante, a mi madre le contaría lo justo, no quería que se alarmara pero Cris tenía un problema bastante grande hasta que no estabilizara su vida con alguien, además Ana no tenía muy buena sintonía con Jorge, me di cuenta que no lo habíamos nombrado en todo el rato, esperaba que cuando naciera el bebé cambiaría por completo.
No me di cuenta cuando me quedé dormido, no había apagado ni la lamparita de la mesita pero cuando me empujaron para que me hiciera a un lado noté el olor de mi madre recién duchada, estaba fresca y se me abrazó para que le diera calor.
Yo no tenía ganas de conversación medio dormido que estaba, pero ella supo despabilarme, me sacudió y me dio un mordisco en el lóbulo de la oreja, me di la vuelta hacia ella y se cobijó entre mis brazos.
Me volvió a preguntar ahora en serio por sus hermanas, tuve que contarle la verdad, Clara no era tonta y nos conocía a todos, yo no sabía mentir y de Cris y a Ana también sabía los momentos pasaban.
Mientras le contaba la visita a las hermanas, Clara se interesaba de todo pero instintivamente movía las manos como si estuviéramos hablando frente a frente sentados, sus manos no paraban y la costumbre hizo que me pusiera una mano entre mis piernas, mi polla estaba totalmente dormida, más bien parecía un gusano arrugado, pero ella retiró el prepucio y aún la hizo endurecerse, evidentemente no tenía intención de tener sexo, pero sus manos eran como las mías, se nos iban solas, llegue a tener una erección importante y cuando le conté la experiencia tan curiosa en la estación, le gustó y quiso premiarme con unas caricias, pero de pronto se quedó pensativa y me dijo…
-       Manu, no puedo quitarme de la cabeza lo que me has contado de Cris, seguro que está bien?
-       Si mujer tranquila, aunque cuando llegué estaba muy baja de moral cuando me fui parecía que llevaba campanillas.
-       Seguro?, aunque… si lo dices tú será verdad, aunque sospecho los ánimos que le habrás dado.
-       Bueno Clara eso ya lo dejo a tu imaginación, pero se ha quedado muy contenta y me ha dicho cosas que me han enternecido mucho.
-       Y Ana, también estaba triste?,
-       No creas que mucho, estaba a punto de hacerse la comida, cuando llegué la interrumpí pero comimos bien, aunque muy tarde.
-       O sea que también tuviste ánimos para ella, no?
-       Pues sí, era lo mínimo que podía hacer.
-       Bien ya me quedo más tranquila, me voy a mi cama, te dejo tranquilo, lo necesitarás después de haber follado a una jefe de tren y a dos hermanas, otra hermana más sería demasiado.
Me apretó el capullo y dándome un beso en los labios salió de mi cama riéndose, me estiré y al momento estaba durmiendo plácidamente.
Por la mañana le enseñé las camisas que me había comprado, le gustaron especialmente a mi prima Lisa, pero como vio el otro paquete lo abrió enseguida y sacó los calzoncillos extendiéndolos delante de todos, metió el puño cerrado donde debía ir mi paquete y dijo.
-       No sé si te va a caber todo lo que te cuelga, parecen pequeños.
Le quité de un estirón los bóxer haciéndome el enfadado mientras todos se reían.
Cuando llegó Benito antes de entrar al comedor vino hacia mí y me dijo despacio,
-       Manu, tenemos que hablar.
Luego se fue a comer, Ricardo ya le esperaba con la silla separada.
Yo estaba más o menos preparado para lo que podía decir Benito, imaginaba otra de sus consultas terapéuticas, así que estuve ayudando como siempre a las camareras hasta que se acabó el servicio de comidas.
Cuando terminó fue a saludar a mi madre que ya le estaba preparando su café, luego se vino donde yo estaba y me dijo…
-       Manu, tengo buenas noticias, como te dije en la reunión de los miércoles nos alabaron mucho y especialmente a ti por las curas que habíamos hecho, incluso algunas de las personas insinuaron que querían conocerte, sobre todo doña Francisca la anfitriona, yo lo evité como pude porque la conozco y sé que se encariña pronto con los chicos jóvenes, pero insistió tanto que tuve que decirle que te lo propondría, pero que eras muy tímido y no te gustaría en principio una reunión con personas ya de bastante más edad, pero Dª Francisca volvió a insistir y se le ocurrió invitarnos a los dos una tarde a merendar aparte, que te parece?
-       Bueno ya me conoces, si te hago falta yo voy a donde sea, pero no acaba de gustarme el tema de doña Francisca, me imagino que querrá lio y una señora mayor, no me ilusiona, además puede ser agobiante después.
-       No creas, el doña Francisca se lo hace llamar por esnobismo, y no es muy mayor, lo que ocurre que enviudó dos veces muy joven, pero le gusta ser protagonista, por lo demás es encantadora.
-       Benito, que te voy a decir a ti, si crees que no me va a dar problemas voy, pero ya me contarás como tratarla.
-       De eso no te preocupes, solo una cosa… como ya te he visto varias veces, acostumbras a llevar, como te diría yo… que no sueles depilarte.
-       Bueno yo no tengo mucho vello y eso de depilarme el pecho y piernas no me seduce nada.
-       No, no me refería a eso precisamente, seré claro, a doña Francisca le gustan los hombres con la polla y los huevos depilados, y aunque no te prometo nada, sería un detalle a tu favor ir preparado.
-       Pero si no tengo casi pelo, ninguna chica se ha quejado de eso y muchas sí que llevan el coño como un bebe.
-       Bueno haz lo que quieras, te lo decía por si querías impresionarla.
Benito se fue hacia la barra, mi madre ya le estaba cambiando el café porque que se le había enfriado.
Me quedé pensativo, por una parte no me convencía nada pasar un mal rato depilándome pero por otro sería un aliciente nuevo para más de una, sobre todo creo que le sorprendería a mi madre, y a alguna más, quizá valiera la pena el sacrificio.
Cuando me crucé con Raquel que llevaba una bandeja de copas le pregunté.
-       Oye Raquel, me gustaría preguntarte algo.
La chica inmediatamente se paró y dejó la bandeja sobre una mesa, el par de tetas salieron a relucir desde debajo de la bandeja.
-       Mira tengo un problema, por lo menos para mí, pero me da un poco de corte decírtelo.
-       Manu a estas alturas creo que no debes de tener ningún reparo en decirme lo que sea.
-       Vale, tienes razón, el caso es que se me está ocurriendo la idea de depilarme y no sé cómo funciona esto, y a lo mejor tú me puedes orientar.
-       Bueno Manu, yo voy a una chica a depilarme, somos muy buenas amigas, de mucha confianza y me hace un buen precio.
-       No, si no es por el precio es por la vergüenza, en fin que me da miedo lo que pueda doler y demás.
-       Ah! Es eso, no te preocupes, las chicas nos depilamos todas y ya ves seguimos vivas, jajaja.
-       Ya pero los chicos… somos más miedosos.
-       Pero hombre si total, por quitarse unos pelillos en la espalda o el pecho o las piernas…
-       Ejem… no es eso precisamente lo mismo, bueno te lo voy a decir, es en la polla y los huevos, me quiero depilar la polla totalmente.
-       Ah! Ya salió, pues es lo mismo pero en la polla y los huevos, jajaja., perdona no me burlo, mi amiga te lo hará muy bien.
-       De verdad? Estoy cagado de miedo.
-       No te preocupes, hablaré con ella y te acompañaré si quieres.
-       Gracias Raquel, eres un sol.
-       De nada, ah! Sabes quién me preguntó por ti el otro día?
-       Pues ni idea.
-       Mi abuela Encarna, me dijo que te dijera que te recuerda mucho y que le caíste muy bien desde el primer día.
-       Pues dile que cuando quiera volveremos para merendar, jajaja.
-       No lo decía por eso, tonto, no tienes ni idea como está desde entonces, anda sin bastón y se mueve con mucha más agilidad y está más alegre y activa.
-       Pues me alegro mucho, es una mujer especial, pero lo de la merienda sigue en pie, jajaja.
A la mañana siguiente en un momento de descanso Raquel me anunció que su amiga la esteticen me había hecho un hueco para depilarme.
Me lo dijo como si nada, pero a mí me entro una flojedad en las piernas que me tuve que apoyar en una silla.
Salimos juntos del bar y fuimos al saloncito que tenía abierto al público, nos sentamos en la sala de espera pues estaba con otro cliente, yo miraba con temor toda la sala y el reloj, de vez en cuando se oía de dentro un aaaag! que me hacía saltar de la silla, Raquel se tronchaba de risa, menos mal que cuando salió el chico iba sonriente frotándose el pecho.
Cuando nos hizo pasar se presentó, se llamaba Adela, era una chica menuda, delgada aunque con una cara muy graciosa, bien maquillada y una melenita corta, vestía una blusa blanca y una faldita corta también blanca, casi no tuve valor de seguir fijándome en ella pues pronto me dio una toalla para ponerme cuando subiera en la camilla.
Raquel mientras estaba hablando indiferente con su amiga mientras preparaban la cera y demás yo me preparé para el tormento.
Cuando ya Adela me dijo que me tumbara en la camilla, me dio el pánico, miraba la luz del techo y me parecía estar en un quirófano, Adela se puso a mi lado mientras Raquel se sentaba en un rincón, entre ellas hablaban como si nada estuviera pasando.
Con la toalla me tapó de la cintura hacia abajo, yo me sentí más calmado hasta que me untó con la cera en el pecho, no la esperaba ni tan caliente ni tan inmediata, al tirón que siguió me salieron las lágrimas, pero no había acabado de digerir el dolor cuando otra tira de cera me dejaba limpio en el otro lado de la primera.
Entre quejidos y lamentos puede resistir hasta que Adela me quitó la toalla, nunca me había sentido tan desprotegido, desde el ombligo hacia abajo no me lo sentía, me asomé por curiosidad y vi a mi polla escondida entre mis huevos como huyendo de lo que se le venía encima.
Yo instintivamente cruce las piernas pero Adela con suavidad me las separó de los tobillos, viendo la resistencia que ponía llamó a su amiga.
-       Raquel, me quieres ayudar un momento? Sola no podré, parece que Manu tiene más miedo que siete viejas.
-       Claro, que quiere que haga?
Como primera precaución me pusieron una toallita sobre los ojos, olía muy bien pero no veía nada, lo preferí a ver lo que me iban a hacer.
Desde el ombligo hacia abajo lo soporte como pude, ya no pensaba en la exposición de mi polla ante Adela y Raquel en el estado lamentable que estaba, cuando el calor me llegó al pubis, ya no pensaba más que en salir corriendo, pero fue bastante rápido, el mayor problema llegó cuando recorrieron los alrededores de la polla, Adela le dijo a Raquel.
-        Raquel, ayúdame por favor, sujétale mientras yo le aplico la cera.
Noté una mano, creí que era la de Raquel que me cogía la polla y me la iba cambiando de un lado para otro, la chica sabía cómo tratarme y poco a poco mi verga fue cogiendo consistencia y tamaño, de sostenerla con dos dedos de la piel hasta ahora que tenía que hacer un poco de fuerza para cambiarla de sitio, con la mano me apretaba el tronco y las venas se me hinchaban, entre ellas les oí comentar que debían ponerme crema para que no se irritara, habían depilado casi hasta el glande, por lo que cuando sentí la humedad y suavidad de la crema me relajé.
También les oí comentar algo de que ahora venia lo peor, no creí que lo decían en serio, pero cuando unas manos me palpaban los huevos me asusté.
Al mismo tiempo noté que la crema que me habían repartido por la polla no solo me suavizaba sino que al roce de la mano que la repartía se me ponía cada vez más dura, por eso agradecí cuando noté en el capullo un calor especial y una humedad más liquida, el roce de un diente en el frenillo me hizo comprender que mi polla estaba en la boca de alguna de las chicas, las chupadas y lametones que siguieron no me dejaron dudas y me olvidé de la depilación, incluso cuando mi mano rozó la pierna de la chica que estaba a mi lado reconocí por los pantalones que llevaba que era Raquel, aproveche para subir la mano hasta su culo, apreté sus nalgas mientras mi polla volvía a sentir el frescor del aire acondicionado.
De momento noté otra vez el calor y la humedad, volví a acariciar la pierna de Raquel, las había separado un poco y pude llegar un poco más allá, entre sus muslos calientes noté el bulto del pubis, pero el calor que sentía en la polla ya no era como antes solo en el glande, se había extendido por toda ella y se deslizaba suavemente, cuando noté el peso sobre mis caderas de un culo busqué el de Raquel, allí estaba a mi lado, levanté un poco la toalla de los ojos y vi apenas como de espaldas a mi estaba subida Adela con mi polla dentro de ella y se iba colocando para cabalgarme, realmente esa era su intención pero también era la de mientras se clavaba mi polla me iba repartiendo cera por los huevos y arrancándola, los huevos pronto estuvieron como una pelota de tenis, pero mientras saltaba sobre mi polla siguió por los muslos, me repartía cera y tiraba de ella, sin parar, mi polla estaba dura pero ni de lejos pensaba en eyacular, cuando terminó se levantó y se volvió a sentar sobre mí pero esta vez de cara, entonces sí que me fije en ella, era delgada, con una cintura mínima, pero con las caderas anchas que parecían un violonchelo, sus tetas bastante grandes para su complexión caían colgando sobre mí.
A mi lado Raquel seguía con la polla en la mano, la sostenía vertical para que su amiga se sentara cómodamente, seguía con sus pantalones, pero se había deshecho de la camiseta y del sujetador, sus dos tetas impresionantes se movían delante de ella al compas de los saltos de Adela, yo me cogí a los pezones de Raquel, además que ya los sabía tratar para ponerlos duros es que me llenaba las manos con ellos, cuando noté que Adela aceleraba sus saltos le dije a Raquel que yo no iba a durar mucho más, ella se bajó los pantalones dejándome su coño a la altura de mi mano, estuve acariciando su vagina llenándome de flujo, luego acaricie el clítoris, Adela ya saltaba sobre mí gimiendo, se estaba corriendo sobre mi polla y huevos pelados, cuando se repuso y se levantó estaba llena de una espuma blanquecina.
Raquel estaba llegando a su límite cuando Adela se levantaba, yo liberado de problemas morales me dejé llevar y empecé a notar cómo me iba a salir la leche a borbotones, Raquel también lo notó y acercó sus labios a mi capullo y se lo tragó, en mi mano notaba las contracciones de sus labios cuando soportaba su orgasmo, ella lo gozaba a la vez que tragaba mi leche según le llegaba a la garganta,
Adela en el otro lado cogía mi mano y la llevaba a sus tetas, estaban duras y aunque no eran tan grandes como las de su amiga las amasé hasta endurecer los pezones al máximo.
Cuando la situación recobró su ritmo normal, yo me quedé exhausto, con las piernas abiertas, la polla chorreando flujos de Adela y de saliva de Raquel y la piel roja de la cera.
Entre las dos chicas terminaron de ponerme crema y me dijeron que me podía levantar.
La sensación valía la pena, me sentía libre con un espació entre las piernas que no conocía, los huevos no me rozaban y la polla la sentía balancearse delante de mí.
Cuando le pregunté a Adela lo que le debía, me dijo.
Por ser la primera vez es regalo de la casa, pero quiero que vuelvas pronto.
Me acerqué para despedirme dándole dos besos, pero ella prefirió uno pero en la boca, tengo que reconocer que besaba muy bien.
Cuando salimos a la calle Raquel se cogió de mi brazo, yo andaba como los vaqueros de las películas de indios.
Que tal vaquero?, has sufrido mucho?.
-       Contigo no puedo sufrir, toda tú eres placer.
Raquel se apretó a mi brazo y me dio un beso en la mejilla.
Cuando llegué a casa mi madre desde la barra frunció el ceño, algo no le gustaba, pero no me dijo nada hasta que estuvimos en la habitación solos.
-       Qué te pasa Manu?, te veo raro, pereces más delgado, no sé, te sientes mal?
Me bajé los pantalones y el bóxer y le dije.
-       Esto es lo que me pasa, te parece poco?
Las carcajadas se debieron oír por toda la casa, mi madre daba vueltas mirándome por todos lados, la espalda, el pecho, las piernas, pero se detuvo cuando se quedó frente a mi polla, acercó la lamparita de noche y me iluminó de cerca.
-       Qué maravilla, quien lo diría, parece mucho más grande y gorda, y esos huevos, pegados a la polla parecen melocotones, esto lo voy a estrenar yo!
-       Eso creo que no va a poder ser.
-       Manu, es que no me vas a conceder este capricho?
-       Con mucho gusto, tú lo sabes pero es que no serías la primera.
-       Cómo?, es que ya te han probado primero?
-       Primero y después, tú serás la tercera.
-       Mmm, vaya, me tendré que conformar, pero esto no se le hace a una madre, la tercera seré yo pues.
Y vaya si lo fue, cuando me tumbé sobre ella ya había abierto las piernas del todo, no dejaba de decir que ahora era mucho más grande y gorda, y que la iba a reventar. Me apretaba las nalgas contra ella a la vez que levantaba sus caderas a mi encuentro.
Seguro que era amor de madre.
Benito me dijo que había quedado el martes por la tarde en ir a merendar a casa de doña Francisca, yo no estaba todavía convencido de lo que podía salir de allí, de momento ya me había depilado todo y ya se me había calmado la irritación de la piel, tengo que reconocer que era una sensación bastante agradable notar los huevos y la polla rozándose unos contra otros, casi siempre estaba con una media erección, Raquel como lo sabía no desaprovechaba la ocasión de apretarme la polla cuando no nos veía nadie.
El día convenido el médico y yo acudimos a la cita, yo estrenaba camisa y bóxer y vestíamos más o menos normales, Benito aparcó en la puerta de la casona de la señora, era posiblemente la casa más elegante del pueblo, quizá más que el Ayuntamiento, cuando llamamos, la puerta se abrió automáticamente y pasamos al hall, había una escalera muy amplia que llevaba a la planta superior, desde allí oímos a la señora que nos invitaba a subir.
Benito llevaba el maletín de médico que nunca lo abandonaba, supuse que iba siempre prevenido, deformación profesional, tras cruzar dos salones llegamos a una salita muy iluminada tenía un gran mirador encristalado, que daba a la avenida principal, estaba decorado con visillos blancos y cortinas de color azul. Tenía forma de arco y bajo de él había un sofá que tomaba su misma forma, frente a él una mesita ovalada sobre una alfombra mullida.
La señora salió a recibirnos en el primer salón, al tras luz ya me pareció que era más joven de lo que había imaginado y que vestía elegantemente.
Al médico le alargó la mano como saludo y a mí me dio dos besos sin llegar a tocar las mejillas, note el aroma del perfume que llevaba y el suave maquillaje que le cubría el cutis.
Nos hizo pasar muy amablemente y nos dijo si queríamos tomar algo antes de la merienda, nos invitó a sentarnos en el sofá semi circular, Benito le dijo que le apetecía un café y yo por no salirme de la norma le dije que también me apetecía, ella misma desde un mueble auxiliar donde había una cafetera de capsulas preparó tres cafés, los sirvió en tazas de porcelana china y nos los tomamos mientras hacíamos comentarios banales.
Cuanto terminamos la señora se levantó para retirar las tazas y de paso admiramos el buen cuerpo que lucía, llevaba una blusa muy holgada de seda y una falda estrecha que la marcaba las caderas, unos tacones altos le hacían unas piernas finas y elegantes.
Cuando volvió se sentó entre nosotros dos, yo estaba a su izquierda, estuvimos hablando un poco de las reuniones que celebraban y de algún detalle de los asistentes, pronto salió el teme de las curas.
-       Ah! Manu, tengo que felicitarte por la eficacia de tus curas, me ha dicho don Benito que eres un alumno aventajado de medicina y que a este paso pronto serás doctor.
Yo miré a Benito y él miró hacia otro lado, a mí como no me gustan las mentiras y no sabía si eso me iba a perjudicar en un futuro le hable claro a la señora.
-       Doña Francisca, le quiero aclarar que yo no soy médico ni estudio medicina, yo estoy estudiando empresariales y temas de económicas, pero don Benito ha confiado mucho en mí y yo le estoy muy agradecido.
-       Me encanta tu sinceridad y honradez, en compensación te voy a contar una cosa de mi vida que casi nadie conoce. Yo naci en una familia humilde aquí en el pueblo pero desde muy jovencita destaqué por mi tipo, mi belleza y mi elegancia natural, era muy diferente a las demás chicas de aquí aunque esté mal decirlo, el caso es que en las fiestas todas las demás estrenaban vestido nuevo y yo me tenía que conformar con el que me hacía mis vecinas con la tela que me compraba mi madre, el caso es que con aquellos sencillos vestidos me sentía como una reina, yo desde muy cría tenía unos pechos exuberantes, duros, altos, brillantes y con unos pezones que se marcaban en la tela, a mí no me gustaba llevar nunca sujetador, en aquella época eran muy artificiosos y deformaban mis preciosas tetas, mi madre me reñía pero yo salía con el sujetador y enseguida me lo quitaba, me gustaba notar el roce de la áspera tela en mis pezones tan sensibles. El caso es que un año nos presentamos las chicas de una edad parecida a un concurso de mises, pero contra todo pronóstico gané el primer premio holgadamente, a los pocos día un caballero que visitaba el pueblo se fijó en mí y me propuso que me fuera a vivir con él a la capital, mi madre no quería pero como el futuro aquí era poco alentador me fui con él y al poco tiempo nos casamos, pero la fatalidad fue que al poco tiempo en un accidente de coche mi marido se mato, por fortuna su posición era holgada y me quedé a vivir en la capital hasta que en una fiesta conocí a un viudo de una marquesa, yo estaba sola y muy joven y el señor aunque bastante mayor que yo estaba bastante bien físicamente y era muy amable conmigo, me casé con él, pero también duró poco y enviudé por segunda vez, cuando se abrió el testamento me enteré que me había dejado una muy apreciable fortuna y varios inmueble, y me resigne a vivir sola.
Mientras hablaba y nos contaba su historia apoyaba sus manos en nuestros muslos, de momento no nos hizo reacción.
-       Pero todavía me conservo bastante bien físicamente, mis carnes no están fláccidas, mis tetas están casi como antes y me gusta vivir. Aunque no me gusta mucho me llaman doña Francisca la marquesa, por mi ex marido, pero no lo soy.
-       Uf que vida más interesante y es una pena que no haya tenido suerte con los hombre, pues tiene un cuerpo envidiable.
-       Gracias Manu, me caes muy bien y para demostrártelo te voy a decir que desde ahora nos llamemos con más familiaridad, a mi llamarme Paquita que es como me llamaban en el pueblo de joven y a vosotros os llamaré Benito y Manu, aunque os ruego que cuando estemos en compañía sigáis llamándome como todos, es por mantener el misterio, sabéis?
-       Gracias Paquita, a Manu y a mí nos gusta tu familiaridad y estamos admirados de la historia que nos has contado, sobre todo del concurso que ganaste.
-       Huy si, entonces lleve un vestido fruncido y muy escotado como se llevaban entonces, como las artistas Sofía Loren o Claudia Cardinale, con faldas anchas y la cintura estrecha con un cinturón muy apretado, seguro que si lo conservara me lo podría poner.
-       Seguro que sí, pero algo habrás cambiado con los años.
-       No creáis, tengo la misma cintura, un poco más de culo, pero las mismas tetas, igual de duras y sensibles.
-       creemos lo que tú lo dices, pero yo había imaginado que con el sujetador de marca que llevas y la falda y tacones es preciso tener un tipo tan sensual.
-       Jajaja, dices que llevo un sujetador de marca? Pues te equivocas, no llevo sujetador.
-       No puede ser, si no se te mueven las tetas bajo de la blusa tan fina.
-       Porque están muy duras, ya os lo dije, no os lo creéis? Tocar, tocar.
Con este tema que había tocado Paquita mi polla había empezado a reaccionar, iba creciendo pierna abajo, siguiendo el camal del bóxer, imagino que a Benito le ocurriría lo mismo pero como él la tenía tan encorvada hacia arriba supongo que la llevaría pegada al ombligo
Pase la mano sobre la blusa, era de seda y el tacto era mínimo, bajo de ella efectivamente no descubrí tela ninguna, solo la tibia piel de una teta dura y perfectamente redonda, Benito quiso hacer de poli malo y dijo.
-       Paquita no nos engañes, reconozco que te han hecho un buen trabajo, pero presiento que te has hecho un retoque.
-       De verdad Benito, no te lo crees? Tú me crees Manu?
-       Bueno yo en principio te creo, pero no entiendo mucho, si el médico que ha tocado más tetas dice eso…
Paquita desabrochó la falda y se sacó la blusa por la cabeza, se levantó delante de nosotros y se puso con los brazos en jarras, primero se acercó a Benito, este haciéndose el incrédulo examinó primero con la mirada buscando cicatrices de una posible operación, al no encontrarlas les pasó la mano buscando imperfecciones en la piel y eran perfectas.
Paquita orgullosa se plantó frente a mí, yo que iba de poli bueno, ya di por sentado que eran naturales y las apreté juntándolas y cogiéndoles los pezones, los acerque a mi boca y ella se inclinó para que llegara mejor, me los metí en los labios y los lamí y los chupé hasta cansarme, estaban duros y muy salidos cuando los solté.
Paquita victoriosa se sentó entre nosotros de golpe y paso los brazos sobre nuestros hombros, sus tetas sobresalían sin ningún impedimento al frente.
-       Ahora convenceros lo que queráis, podéis comérmelas.
Nos lanzamos los dos, la teta izquierda que me tocaba a mi ya tenía ventaja pues el pezón estaba salido y duro pero Benito pronto lo igualo con la suya, Paquita bajó las manos y las puso sobre nuestras braguetas, pronto encontró la de Benito que la tenía bajo el cinturón pero a la mía la estuvo buscando, pasando la mano por mi muslo derecho no la encontró y por la bragueta estaba vacía, solo fue cuando pasó la mano por el muslo izquierdo cuando desde el nacimiento hasta el glande fue recorriéndole con la mano, la pasó varias veces apretando cada vez más.
Se volvió hacia Benito y le buscó la boca besándolo, mientras yo seguía chupándole la teta, incluso me apoderé de la que había dejado libre el médico, y comí las dos.
Poco a poco el beso en la boca de Paquita a Benito se fue alargando y su cabeza fue bajando hasta donde su mano había despasado su cinturón, bajo su camisa buscó y encontró vertical la polla en forma de plátano del médico, como le venía de camino solo tuvo que abrir la boca y la polla se le coló hasta la garganta, siguió inclinada sobre su polla.
Yo al no llegar a sus tetas tan fácilmente, le subí las piernas sobre las mías y quedó tumbada entre los dos, mi mano pasó bajo su falda estrecha, solo pude avanzar hasta un poco más de sus rodillas.
Paquita notando mi dificultad, se acabó de bajar la cremallera de la falda, levantó el culo y se la saqué por los pies.
Un par de piernas quedaron sobre las mías, la estuve acariciando desde las tetas hasta el pubis, notaba como elevaba las caderas cuando me acercaba al monte de Venus, dejó caer al suelo una de sus piernas quedando separadas, le pasé los dedos por debajo del elástico de las braguitas negras que llevaba, estaba totalmente depilada y no tuve dificultad en encontrar sus labios, los abrí con dos dedos pero de pronto se levantó, se quitó las bragas, dejó de chuparle la polla a Benito y se volvió hacia mí, me besó como antes lo había hecho con Benito, su lengua llenó mi boca enredándose con la mía y bajó luego hacia mi bragueta para buscar mi polla, era mucho más complicado sacarla pues estaba extendida sobre mi muslo.
Se impacientó, se incorporó y me hizo poner en pié, se puso de rodillas en la alfombra y me bajó de un tirón el pantalón, luego recorrió toda la longitud del bulto sobre mi pierna y tirando de los camales hizo que saltara mi verga cimbreando hasta quedar horizontal frente a su cara.
Se quedó mirando extasiada.
-       Oooh diosss! Qué maravilla, que polla más linda. Benito no te lo perdonaré nunca, por qué no me avisaste antes? Una polla tan preciosa y toda depilada, con los huevos y todo parece inmensa.
Yo me había quitado los pantalones y la camisa, me quedé completamente desnudo mientras ella no tenía ojos más que para mi polla erecta, Benito por su parte también se había desnudado y se había puesto a su lado aunque ella no lo había visto aún. Pero se volvió hacia él cuando le contesto.
-       Considéralo un regalo Paquita, como este que tengo para ti.
Me giré hacia donde ahora fijaba la vista la mujer, la gran polla arqueada de Benito estaba también tan depilada como la mía, la de él completamente diferente, pero impresionante.
Paquita las cogió las dos a la vez, agachada como estaba no sabía cual elegir y después de retirar los prepucios se las fue metiendo en la boca alternativamente, la mía le llegaba justo a los labios mientras que la de Benito tenía que forzarla hacia abajo para poder chuparla, nosotros mientras le acariciábamos las dos tetas tan impresionantes que tenía.
Me dijo que me sentara en el sofá y siguió inclinada, chupando mi polla, la recorría desde la base al capullo sin dejar un milímetro seco mientras me acariciaba los huevos amasándolos.
Noté como se tragaba el glande y aspiraba en el momento que Benito le había cogido de las caderas e inclinándose un poco le había metido su polla en el coño, tuvo que adaptarse despacio a su vagina pues la deformaba.
Paquita no dejó de lamer y chupar, cuando se quedó sin saliva quiso que me recostara sobre el sofá y se subió sobre mí, Benito apenas tuvo que sacar su polla de Paquita para que ella se metiera la mía de un salto, se quedó mirando al techo con los ojos cerrados hasta que se acostumbró al nuevo tamaño.
Las manos de Benito pasaron por debajo de sus brazos y atraparon los dos tetas, le estrujaba los pezones mientras ella gemía de gusto, él se arrimó a ella pegado a su espalda, yo con la polla dentro noté como Paquita se tensaba y se quedaba quieta, al momento la oí suspirar, el lado de mi polla sentí pasar la de Benito que había entrado en su ano, le había lubricado con el gel que había traído en el maletín.
La chica al principio se quejaba un poco hasta que los dos se la metimos hasta dentro del todo, la impresión que le dio de estar llena de carne dura le hizo olvidar cualquier molestia inicial.
Me besaba sin parar mordiéndome en el cuello y las orejas, sentía como la polla de Benito más larga y más fina que la mía le llegaba hasta el fondo del recto pero ella se pegó a mí y siguió cabalgándome lentamente.
-       Madre mía, nunca pensé que iba a estar tan llena de polla, mis maridos nunca fueron buenos amantes y ahora estoy follada por dos pollas como estacas, es lo máximo que podía pasarme.
Benito me guiño el ojo y acercándose al oído de Paquita le susurró.
-       Paquita nunca digas que es lo máximo, siempre se puede superar.
-       No creo, estoy llena completamente.
Benito saco suavemente su polla, la chica se quedó desilusionada, pero cuando el médico se untó de gel otra vez la verga y se acercó a ella volvió a sonreír.
Benito le puso el capullo en la entrada del ano, ella enseguida abrió lo que pudo el agujero disponiéndose a recibirlo pero el médico me advirtió antes y yo saqué la mitad de mi polla, cuando él pegó la suya a la mía empujamos los dos y la vagina estuvo un momento en máxima tensión para recibir las dos vergas.
Paquita se quedó inmóvil con los ojos abiertos, no sabía que iba a pasar ciertamente, pero cuando su vagina fue cediendo y dilatando los centímetros de pollas fueron entrando, nos dimos un descanso al entrar la mitad, pero Paquita no decía nada, posiblemente no pudiera decir nada, pero entramos de igual modo.
Nuestros huevos se juntaron pegados a los labios del coño de Paquita, ella no se atrevía a moverse, nunca creyó que podría dilatar tanto su coño, no había sido madre, pero ahora su vagina dilataba casi igual.
Nos sorprendió que fuera ella quien empezara a moverse adelante y atrás, nuestras pollas gemelas estaban quietas mientras que la vagina se escurría sobre nosotros, los flujos aumentaron notoriamente y pronto nos mojaba hasta los huevos.
Tuvo el primer orgasmo, los temblores los recibimos entre Benito y yo, su coño estaba inmovilizado por nuestras vergas pero sus tetas me rozaban el pecho como si me estuvieran marcando a fuego, cayó sobre mí desfallecida hasta que pudo reponerse, nosotros solo manteníamos un mínimo ritmo de metidas mientras ella revivía.
Se fue levantando sobre mí, Benito se retiró y fue sacando su polla lentamente para que no notara el cambio brusco, ella se metió dos dedos en el coño para asegurarse de que había recibidos dos miembros de una vez y tuvo que meter los cuatro para confirmarlo.
Le dijo a Benito que ahora le tocaba a él sentarse en el sofá, lo hizo obedientemente, ella se sentó sobre sus piernas de espaldas a él, Benito le sostuvo cogiéndole las dos tetas y apretándoselas una contra la otra.
Paquita se fue sentando tímidamente sobre la polla, tuvo que cogerla entre sus piernas para poder guiarla hasta su coño, se sentó de golpe pues ya estaba suficientemente dilatada, le llegó seguro a forzarle el útero pero no se inmutó, las tetas bajo el dominio de Benito estaban duras y brillantes, quise comerme el par de pezones y el médico apartó las manos de ellos, para acercarme más a ella le cogí debajo de las rodillas y tiré de ella hacia arriba, la polla de Benito se salió de su coño.
Frente a mí las nalgas de Paquita con los labios abiertos y el coño dilatado, manteniéndola en alto le metí mi polla un momento, ella lo agradeció levantando aún más sus caderas, pero yo saque el glande y lo apoye en el ano de la dama, también estaba lo suficiente dilatado para que mi capullo entrara no sin hacer una contracción, fui dejándola caer mientras iba metiendo mi polla en su culo, pero a medio camino noté el glande puntiagudo de Benito, que me esperaba, cuando estuvimos alineados entramos los dos.
Paquita sollozaba en silencio, expectante, le dolía pero sabía que lo que le estaba pasando esta tarde era difícil de repetir y aguantó hasta que llegó a sentarse sobre Benito, su polla había desaparecido en su culo y la mía también.
Una vez aclimatada la chica se cogió a mi cuello y se levantó lo suficiente para sacarse la mitad de las dos pollas, pero se convenció que gozaba mucho más con toda la carne dentro y se dejó caer otra vez, el orgasmo le había vencido, se movió bastante con los estertores de los calambres que sentía por todo el cuerpo pero no se salió de las dos estacas que la taladraban.
Caímos rendidos cuando se apaciguó, Benito le miró por si tenía algún daño y la tranquilizó, solo se veían dos agujeros un poco irritados pero que habían resistido un trato extremo.
Paquita estaba muy contenta, nos mantenía las pollas duras, era consciente de que no nos habíamos corrido y nos sentó uno al lado del otro con las manos nos estuvo poniendo las pollas otra vez en forma hasta que alcanzaron la máxima dureza, nos acarició donde más nos podía gustar, no nos dejó rincón sin lamer o chupar, pero cuando notó que empezábamos a sentir la llegada de la eyaculación nos hizo levantar y mientras ella estaba de rodillas frente a nosotros nos fue alternativamente chupando y lamiendo hasta que no pudimos más, nosotros pensábamos que nos íbamos a correr en sus tetas en honor de su dureza, pero ella se metió un capullo en la boca y lo agitó y cuando ya estaba a punto se metió también el otro, con las dos manos agitaba las pollas con los glandes dentro.
Las lagrimas le salían cuando los capullos se hincharon y empezaron a expulsar leche, por la comisura de los labios se escapaba un poco pero en las sucesivas corridas la leche le salió por la nariz, no se angustió y siguió tragando hasta que ya no pudo sacarnos más, luego se limpió el semen de la cara y nos tumbamos los tres en el sofá.
Después de un rato nos dijo suavemente.
-       Que os apetece para merendar? 
Nosotros nos quedamos mirando sin saber que contestar, después de haber follado a tumba abierta no pensábamos en merendar, pero Paquita nos saco de la duda.
-       Yo aún me tomaría un vaso de leche.
Sin tenerlo ensayado replicamos al unísono.
-       A la leche te invitamos nosotros.
La chica se levantó de inmediato, y me dijo que me sentara sobre el respaldo del sofá, cuando lo hice ella se puso de rodillas sobre el asiento y antes de meterse mi polla en la boca se volvió a Benito y le dijo.
-       Doctor, ya sabe donde tiene que intervenir.
El médico no esperó a la segunda orden, se levantó y cogiéndola de las caderas se la metió de un golpe certero en el coño, Paquita acusó el golpe pero solo suspiró al sentirse llena, en el empujón Benito había provocado que mi polla se le hundiera hasta el fondo de la garganta, sus labios rozaban mi pelvis y aunque hacía arcadas no se la sacó hasta que le fue preciso respirar.
Me hizo separar las piernas al máximo, ante ella mi polla horizontal a su cara con mis huevos pegados a ella y los muslos separados fueron lamidos chupados y absorbidos hasta la saciedad, yo notaba como se tragaba la polla a golpes empujada desde detrás por Benito que sin misericordia le hundía su arqueada polla hasta las entrañas.
Paquita se corrió y no fue una corrida normal, yo creo que se meo pues no había visto una corrida femenina igual, ya no eran flujos abundantes, era un chorro que del coño caía por sus muslos, Benito ni se inmutó siguió metiéndosela desoyendo las suplicas de que ya no podía aguantar más placer, a los ruegos alternaba ánimos para que siguiera llenándola de polla hasta dentro.
Yo acusaba sus cambios de excitación en mi polla, o se la tragaba hasta dentro del paladar o me chupaba el capullo solamente, pero cuando Benito la separó las nalgas y cambió la polla de agujero ella solo suspiró…
-       Por fin Benito, hasta dentro del todo.
El médico obedeció, no miró si todavía estaba dilatada, simplemente la hundió hasta pegar sus huevos en los labios de la vagina de Paguita, ella me cogió los huevos y me los levantó, creí que me los iba a arrancar, pero cuando vio mi agujero entre mis cachetes sacó la lengua y la pegó rodeándolo, instintivamente abrir las piernas aún más y ella lamió hasta que pudo meter un poco la punta de la lengua, me pajeaba con la mano mientras volvía a repetirse otro orgasmo en todo su cuerpo, sus movimientos eran descoordinados, pero no soltaba mi polla.
Aguantó todas las convulsiones mientras seguíamos follando solamente cuando se calmó se paró y me dijo.
-       Manu quiero que te corras en mis tetas, necesito tu leche joven para que sigan tan duras y altas como ahora y tu Benito quiero que te corras en mi coño, lléname de leche, necesito sentirme llena.
Paquita se dio la vuelta, Benito le metió la polla en el coño de un golpe certero mientras yo me ponía sobre ella, siguió pajeándome hasta que notó que mi polla ya no aguantaba, me la cedió a mí y ella cogió suss tetas y las juntó, yo apretando el glande con dos dedos me la meneé hasta que los chorros bien dirigidos cayeron sobre sus tetas y pezones, no se perdió ni una gota.
Paquita se estaba repartiendo si semen por toda la superficie mamaria cuando Benito se tensó y quedándose quieto un momento se vació dentro de Paquita, ella con las manos llenas de leche sobre sus tetas saboreó el momento mientras estaba siendo inundada hasta el borde de la vagina.
Benito no la sacó de momento, quiso que la chica sintiera el calor de su semen dentro de ella, cuando al fin sacó la polla de la vagina un torrente de leche salió con ella.
Paquita me lamió todo hasta dejarme limpio de leche, aunque húmedo de saliva, luego se dedicó a repasar la polla de Benito, estaba llena de flujos y semen, pero todo quedó impoluto después de pasar la lengua Paquita.
Nos quedamos sentados en el sofá medio desfallecidos, Paquita como siempre fue la primera en reaccionar y nos trajo una bandeja con jamón y una botella de vino tinto.
Benito miró la etiqueta de la botella e hizo un gesto de aprobación.
-       Excelente cosecha.
Merendamos desnudos mirando sus tetas, Paquita me insinuó con la mirada que teníamos que volver a merendar con ella, yo asentí complacido.
Cuando nos vestimos y nos despedimos Paquita le dio un beso en la boca a Benito y le dijo…
-       Gracias Benito, hoy te has superado, venid cuando queráis, estaré impaciente para volver a merendar con vosotros.
-       A mí me dio un piquito en los labios.
-       Manu, me has sorprendido gratamente, has superado con crecer las virtudes que me habían contados de tus procedimientos, vuelve cuando quieras, te voy a hacer un regalo, ya te lo diré cuando esté a punto, creo que te gustará.
Salimos a la calle, y de vuelta en el coche Benito me preguntó.
-       Que te ha parecido doña Francisca?
-       Es una mujer extraordinaria, y folla como los ángeles, aunque deduzco que tú ya lo habías comprobado.
-       Bueno, digamos que le hago visitas terapéuticas de vez en cuando.
Nos reímos a carcajadas los dos mientras aparcaba frente al restaurante.
Continuará

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