A Merced de la Doctora - Parte 4

Sentí mi estómago revolverse mientras la Dra. Saenz se acercaba a la mesa de operaciones.
- El paciente está asegurado y listo para que iniciemos los procedimientos?
- Sí Doctora - asintió la Enfermera mientras ubicándose a mi derecha se ponía un barbijo, se calzaba un par de guantes de látex y preparaba el instrumental sobre una bandeja.
La Doctora me miró y observó cómo me habían posicionado, su actitud era concentrada y profesional, sin hacer contacto visual conmigo. Seguramente la Doctora hubiera aceptado que me dieran una posición más digna para mi revisación. De ninguna manera era necesario que yo estuviera tan expuesto ni que mis piernas tuvieran que estar tan separadas. Ella era una profesional de la medicina y seguramente iba a ser razonable. Traté de atraer su atención levantando mi cabeza de la mesa (lo mejor que pude).
- Mmmmmm.... mmmmm.... mmmmm....
La Doctora ignoró mis intentos de comunicarme. En su lugar, se sentó en un banco entre mis piernas y se acercó a mi entrepierna mientras la Enfermera le ofrecía un par de guantes de látex. La Doctora se puso los guantes haciendo ése típico "snap-snap" mientras observaba de cerca mi pene y testículos y se inclinaba para tener mejor visión de mi expuesto ano, como si estuviera evaluando cuidadosamente la conveniencia (para sus propias necesidades) de mi extremadamente humillante posición. Volví a moverme tanto como pude.
- Mmmmm.... mmmmm.... mmmm... - traté de llamar su atención mientras ella dirigía su mirada a la bandeja con instrumental que la Enfermera había preparado.
- MMMMMM.... MMMMMM...
Eventualmente la Doctora giró su cabeza y me miró a los ojos, finalmente reconociendo mi presencia allí como si yo fuera algo más que un espécimen.
- Levantar la cabeza de ésa manera es malo para tu cuello - dijo ella, y su voz se tornó notablemente más severa - Te quiero con la cabeza apoyada en la mesa de operaciones, vamos!
Yo estaba un poco aturdido por su completa apatía hacia mis intentos de establecer una comunicación pero, por alguna razón, obedecí. Mi cabeza me daba vueltas. Estaba incómodo y avergozado en ésa posición tan expuesto y tenso. Estaba muy preocupado por cómo se estaba desarrollando la revisación y sin embargo, cuando me ordenaron que recline la cabeza, yo instantáneamente seguí sus indicaciones y me relajé sobre la mesa de operaciones. Ella hizo un "tst" con la lengua.
- Son todos como chicos... - dijo la Doctora y noté una leve sonrisa en el habitual rostro severo de la hermosa Enfermera que estaba de pié a mi lado.
Observé a la Doctora atentamente, cautivado por ella, buscando alguna pista de qué es lo que iba a suceder, sabiendo que estaba a su merced. Sus serios y bellos ojos me miraron de arriba a abajo otra vez, prestando mucha atención en mis genitales antes de agachar la cabeza y observar de cerca mi ano de nuevo.
- Hmmmm... - la Doctora sacudió la cabeza y se dirigió a la Enfermera - Enfermera, quiero a mi paciente recostado en posición dorsal.
- Sí Doctora... En seguida Doctora - la Enfermera buscó algo debajo de la mesa de operaciones t de repente sentí cómo me reclinaba todavía más.
- Ahí está bien, perfecto... separale las piernas también... lo quiero totalmente accesible para proceder.
- Por supuesto Doctora - contestó la Enfermera mientras otra vez tocaba algo bajo la mesa de operaciones y yo lentamente sentí cómo mis piernas se separaban todavía más.
- MMMMMMMMM... MMMMMMM - me sacudí incómodo sobre la mesa de operaciones para encontrarme instantáneamente con un dedo elevado de la Dra. Saenz.
- Shhh... calladito! Te quiero con la boca cerrada y bien quietito... así... muy bien... portate bien.
Me sentí resignado a su autoridad mientras toda la mesa de operaciones bajaba de nivel y ella simultáneamente ajustaba su banqueta a un nivel más elevado. Ahora yo miraba a la Dra. Saenz desde abajo mientras ella acercaba la banqueta lo más posible a la mesa de operaciones, mirándome desde arriba.
- Muy bien... ahora voy a poder revisarte como yo quiero! - la Enfermera se mantuvo atenta, con sus manos enguantadas a cada lado de la bandeja con el instrumental, lista para asistir a la Doctora apenas lo notara. Y una vez más la Dra. Saenz me miró directamente.
- Mientras te dejaban bien limpito para poder penetrarte como corresponde tuve una pequeña conversación con tu novia que atrapó mi interés, especialmente considerando... bueno... algo que observé cuando te revisé en la camilla. Así que antes de proceder con tu examen rectal... - una vez más percibí la sensación de sus suaves dedos cubiertos por los guantes de látex sobre la parte más sensible de mi anatomía mientras sus dedos índice y pulgar de su mano derecha sostenían la base mientras el dedo índice de su mano izquierda se deslizaba de arriba a abajo de mi pene. Ella se inclinó hacia adelante para acercarse y poder observar mejor. Inicialmente sentí oleadas corriendo por todo mi cuerpo mientras ella me tocaba pero luego comenzó a pellizcar. Más temprano cuando había estado atado a la camilla la Doctora me había hecho sentir en el cielo con sus palpaciones delicadas e íntimas pero ahora me resultaba mucho menos agradable. Ella sostenía fuertemente la base de mi miembro mientras pellizcaba y tiraba brutalmente la piel que recubre mi pene. Había un clima muy diferente a cuando había estado sobre la camilla. El Consultorio estaba en silencio. Tan silencioso que yo podía escuchar los guantes de látex de mi Doctora deslizándose, y creo que hasta la respiración de la Enfermera. En lugar del tacto delicado y femenino de antes ella era más violenta, manipulaba mi pene como si lo estuviera inspeccionando. No quería levantar la cabeza y desobedecerla y no podía ver demasiado, pero sentía cómo pellizcaba y tironeaba mi prepucio de arriba a abajo e incluso mi glande estudiando mi anatomía cuidadosamente. Por suerte ella soltó mi pene (pero su mano derecha todavía sostenía la base firmemente) y buscó las luces de cirugía sobre mi entrepierna. La acercó y ajustó algo que la hizo más brillante.
- Hmmmm... Enfermera... venga y mire esto.
La hermosa Enfermera rubia inclinó su cabeza mirando de cerca mi pene mientras la Doctora lo manipulaba, como si le estuviera mostrando algo. La proximidad de la Enfermera era excitante, a medida que se inclinaba, se acercaba tanto que yo podía sentir su tibia respiración sobre mi pene. Sentí un pellizco y mi prepucio deslizado y tenso.
- No te parece que la piel está un poco enrojecida?
La Enfermera siguió con su cuidadosa inspección.
- Ah sí, definitivamente Doctora...
La Doctora sacudió la cabeza.
- Está un poco inflamada, no?... incluso... mirá! esto no es una abrasión?!
La Enfermera se inclinó para acercarse todavía más.
- Ah sí Doctora... coincido con su diagnóstico.
No estaba seguro pero me parecía que la Enfermera contenía una sonrisa mientras le respondía a la Doctora.

1 comentario - A Merced de la Doctora - Parte 4

MRjoses
Me preguntó si podrá volver a tener sexo con su novia después de esto