Mi timidez y mis tías 20

Cuando volvía a casa pasé por una librería, pregunté por algún libro de la temática que estaba estudiando y la señora me indicó en qué estantería debían estar, estuve buscando entre la cantidad de libros que habían ordenados, pero no conseguí ver ninguno, volví al mostrador y le dije que no lo encontraba, la señora me miró con displicencia y me dijo que la siguiera, en seguida me señaló donde me había dicho, pero allí no estaba, un poco contrariada buscó por si lo habían traspapelado, pero no lo encontró, ya se había convertido en una cuestión de honor, pues estaba segura de que allí estaba, trajo una escalera y me dijo si se la podía sostener que no se moviera, por supuesto cogí la escalera fuertemente mientras subía, la señora llevaba pantalones y subió sin miedo, yo la miraba desde debajo, como no lo encontraba enseguida me fije en los pantalones, eran de punto y se le ajustaban bastante, se le notaba un buen culo y las piernas fuertes, seguramente por culpa de la escalera, por delante también se le marcaba el pubis bastante hinchado por cierto, pero lo mejor de la señora aún lo había visto.
Al alargar un brazo para llegar a otra caja de libros el suéter blanco que llevaba se ahuecó lo suficiente para que desde bajo se viera el estómago y sobre todo el sujetador que apenas podía cumplir con su función, por debajo de él asomaban dos porciones de teta que tal vez por lo forzado de la postura iban ganando la batalla al sujetador por la tensión, la señora se dio cuenta de que se salía parte de su anatomía y me miró, pero yo ya estaba mirando a otros libros, se estiró la prenda y volvió a rebuscar entre las cajas de menos tirada, al mirar yo otra vez vi que el problema no se había resuelto sino que se había agravado, le señora otra vez volvió a recolocarse la teta en su sitio, ya no miró hacia abajo y siguió buscando, al fin descubrió el libro, estaba mal colocado, pero un poco más alejado, lo que no debía hacer lo hizo y se estiró a cogerlo, yo me preparé y me aferré a la escalera, yo pude sujetarla, pero el sujetador no pudo y vi como se le iba subiendo según se estiraba, cuando llegó al máximo crítico sucedió, saltó hacia arriba y cayeron las dos tetas quedando colgando, los pezones me miraban desafiantes, la dependienta ya no se preocupo, lo importante era no caerse y coger el libro.
Eran un par de tetas preciosas, no eran propias de su edad, me encantaron.
Cuando bajaba con el libro en una mano y la otra sujetándose en la escalera pasó rozándome las dos maravillas a centímetros de la cara, cuando llegaban la altura de mi boca se paró y me preguntó.
-       Ves como yo estaba segura de que estaba ahí?, deberías darme un premio.
Yo con los dientes le mordí el pezón que tenía más cerca y humedecí el suéter blanco, sentí como se endurecía dentro de mi boca, cuando lo solté el gemelo estaba tan duro o más que él.
Siguió bajando y se dirigió al mostrador, le seguí y le pagué el libro, me dijo.
-       Cuando vuelvas me avisas y esconderé mejor el libro que quieras.
Llegué al bar, estaba con las luces tenues, aún no era hora de cenar y no había más que una mesa ocupada, mi madre se había subido con mi tía a casa para arreglarla un poco y Ricardo se ocupaba de la barra, Raquel ya había venido y discretamente me saludó, Encarna estaba arreglando la cubertería en los cajones.
Me senté en un rincón y me puse a leer el libro, estaba interesante, algunas cosas ya las sabía de sobra, pero otras me vinieron muy bien.
Entró una señora con una chiquilla, no le presté atención, se puso a hablar con las chicas y seguí con lo mío, al rato me llamó Encarna.
-       Manu, te presento a mi madre y a mi hermana pequeña Celia.
Les di dos besos a cada una, la madre de Encarna era bastante joven y cuando me dijo que aún tenía otra hija mayor me sorprendí, su hija Celia era muy joven, imagino que vendría cuando ya no esperaban, estuvieron contándome que habían venido para ver las reformas y demás, no les presté demasiada atención, lo reconozco, pero Celia me cogió el libro y empezó a ojearlo, pronto se cansó pues no tenía dibujos, su madre dijo…
-       Ves Celia, eso deberías hacer tú, estudiar, seguro que Manu le han dado buenas notas.
-       No creas, he sacado dos notables…
-       Y el resto?
-       El resto todo sobresaliente.
-       No podía ser menos, dijo Encarna.
A la madre de la camarera le dio una idea.
-       Encarna, que le parecería a Manu darle unas cuantas clases a tu hermanita?, a ver si se espabila.
-       Yo no sé dar clase, nunca he dado.
-       Pero tú sabes mucho y total el nivel de Celia es muy básico, nos harías un favor.
Me vi entre la espada y la pared, no quería defraudar a Encarna, pero tener que perder el tiempo con una cría aunque fuera su hermana…
Me iba a negar tajantemente, pero Encarna me miró con ojos de cordero y no tuve valor de decir que no.
Quedamos para ir dos veces por semana.
Cuando después de la cena subimos mi madre y yo, mi tía como siempre se quedó a cerrar el local.
Clara me contó que habían estado hablando las dos hermanas y que como estaban solas se tomaron unas copitas de licor de manzana, me di cuenta que habían sido alguna más de las que decía porque estaba muy contenta y habladora.
En nuestra habitación se acostó conmigo en mi cama, llevaba un camisón que aunque corto me daba a entender que no era día de sexo loco, nos abrazamos y se pegó a mí, estaba de confidencias…
-       Sabes Manu? Tu tía y yo nos hemos subido con la intención de hacer muchas cosas y al final no hemos hecho casi nada.
-       Me parece muy bien, ya trabajáis bastante.
-       Si ya, pero me ha estado contando cosas…
-       Qué cosas? Secretos?
-       Bueno… para otros si serían secretos pero para ti no puedo tenerlos.
-       Pues cuéntamelos.
-       Te has dado cuenta de que Ricardo vive arriba?
-       Claro, lo he visto bajar muchas veces.
-       Pues el otro día vi a mi hermana subiendo por la escalera por la noche.
-       Sería para darle algún recado o la ropa de camarero…
-       Pues… se lo he preguntado.
-       Y? que te ha dicho?
-       Pues cuando me lo iba a contar, ha sacado una botella de anís y dos vasos.
-       No era licor de manzana?
-       Vale… no era licor de manzana, era anís y muy dulce.
-       Y os pondríais un poquito.
-       Al principio sí, pero poco a poco iba sirviendo más, el caso es que me al fin me lo contó.
-       Qué te contó?
-       Pues que Ricardo tiene una cosa que a ella le gusta mucho y de vez en cuando sube a que se la deje.
-       No sabía lo que podía coleccionar Ricardo.
-       No colecciona nada Ricardo.
Se sentó en la cama y con las manos me señaló un tamaño.
-       Lo que tiene Ricardo es una polla así de grande.
-       No me lo puedo creer, y la tía se lo beneficia?
-       En cuanto puede, y me ha contado maravillas de él.
-       Vaya con Julia.
-       Hay otra cosa que quiero preguntarte…
-       Dime, Clara.
-       Tú tienes fantasías?
-       Claro, supongo que siempre se quiere algo difícil de conseguir.
-       Pues las mujeres también tenemos fantasías y sobre todo fantasías sexuales.
-       Y puedo saber cuál es la tuya?
-       Pues ya que lo dices tengo varias, pero hay una que sobresale.
-       Me intrigas, dime de una vez
Cogió aire y me dijo al oído…
-       Mi fantasía más fuerte es que me folle una polla muy grande, me gustaría sentirme llena de carne dura y caliente.
Me eche a reír…
-       En fin, yo ya sé que no soy un gigante, pero creo que no está mal.
-       No es eso, tú tienes una polla que me vuelve loca, y me tratas como a una reina, me corro contigo a placer, pero como será una polla como un calabacín?
-       Eso es fácil de saberlo, háblalo con Julia.
-       Pues, ya lo hemos hablado, pero antes quería saber tu opinión.
-       Ya sabes que quiero lo mejor y si a ti te apetece follar con un pollón, pues adelante, no lo dejes pasar.
-       Pero me da pena dejarte, estaría pensando que te estoy traicionando un poco.
-       Tranquila eso se puede arreglar, eres mi madre y no quiero tener secretos contigo y lo que te voy a contar también es privado, solo para ti.
-       Vale, palabra.
Me cogió la polla y me la chocó como se choca la mano en un acuerdo.
-       Clara, en principio quiero que comprendas que lo que te voy a contar no lo he hecho antes por no decepcionarte o algo parecido, pero mi vida sexual, abarca bastante más de lo que te imaginas…
-       No me digas, pero bueno eso es normal a tu edad, aunque como eres tan discreto…
-       En principio te diré que sois una familia especial para mí, y tus hermanas son igual de especiales como tú.
-       Una cosa, ahora que lo dices… no me dirás que tú y Ana?
-       Pues sí, y también con Cris y con tu hermana Julia.
De Lisa no quise decir nada, de momento.
Lo dije todo seguido, así me descargué y esperé la bronca.
Clara se quedó con la boca abierta, estaba procesando que su hijo a la vez que se acostaba con ella, con su madre, lo hacía también con sus tías, sus hermanas, y todas estaban encantadas con él, por una parte no se extrañaba, pero así de pronto.
-       Manu has superado mis suposiciones, en un momento llegué a pensar que tu tía Ana tenía verdadera pasión por ti, pero no a ese nivel claro y lo de Julia, ahora que lo dices tampoco es de extrañar, porque le gusta follar siempre, vive para follar, pero Cris? Estas seguro?, si Cris es lesbiana, yo lo sé desde hace tiempo, aunque nadie hablamos del tema, tu y ella folláis?
-       Ya sé que es un poco fuerte para decírtelo de golpe, pero me quemaba por dentro ocultártelo.
-       Y yo que creía que era muy fuerte contarte lo de la polla de Ricardo.
-       Eso también lo sabía, la tarde que Julia se probó el vestido en casa de Elvira habíamos quedado con Ricardo y follamos los cuatro a la vez. Y si que es verdad, tiene una polla de caballo.
-       Madre mía, de lo que me entero hoy, estoy saturada.
-       Pero tengo una idea, cual era la otra fantasía que tenías importante?.
-       Pues ya no sé si decírtelo, era que me follaran dos pollas a la vez.
-       Pues ya ves, dicho y hecho, quedamos y Ricardo te folla hasta que aguantes y yo le ayudo también, y la tía por supuesto, cuenta con ella.
-       Si claro, no se lo perdería por nada.
-       Pues díselo y que lo organice.
Clara se volvió hacia mí y me dio a modo de premio un beso, se subió sobre mis piernas y se quitó el camisón por la cabeza, sus menudas tetas aparecían duras ya pesando lo que iba a disfrutar.
-       Por qué no hacemos un ensayo los dos solos?
Cuando se sentó en mis tobillos fue arrastrando sus pezones por mis muslos, cuando su boca alcanzo mi polla ya estaba dura, la cogió con las dos manos y después de darle dos lamidas se la metió en la boca, cuando ya la tuvo mojada se la metió hasta la garganta, su nariz tocaba mis pelos rizados, con las manos amasaba mis huevos, subió sobre mi sin soltar mi polla y cuando la tuvo entre sus piernas se la metió en el coño.
-       Ésta es la polla de mi Manu, la que más gusto me da y me hace correr todas las veces.
Se tumbó sobre mí apoyando los pezones sobre los míos, su cintura no paraba de arquearse metiéndose la polla dentro, no sé si pensando en mi polla o en la que le iba a meter Ricardo se corrió, pero aguanto todos los espasmos hasta que yo no pude más y lo hice dentro de ella, se quedó en X sobre mí, yo no notaba su peso, y la mantuve encima hasta que mi polla se deshincho y salió junto a mi leche y su espuma.
Por la mañana parecía otra, cuando bajé yo, ya se lo había contado a Julia, esta me miró y me guiño un ojo, luego vi como iba a hablar con Ricardo, no estuvieron mucho rato, pero él me sonrió desde el comedor.
Encarna se me acercó y me recordó la cita con su hermana, se me cayó el alma, pero ya estaba comprometido.
La camarera me dio su dirección, cuando llegué había cogido unos apuntes, no sabía que elegir, así es que improvisé. Me recibió su madre Asun, estaba arreglada, seguramente iba a salir, pero primero me llevó a la habitación de Celia, yo aluciné, estaba decorada toda de rosa, colores pastel, peluches por todas partes y posters de las princesas de Disney llenaban las paredes, sobre la mesa carpetas, lápices y libretas con las fotos de todas las princesas, cuando apareció Celia precediendo a Encarna nos miramos, la chica se encogió de hombros, la chiquilla iba vestida también de azul celeste y con calcetines, miré al cielo.
Su madre se asomó a la puerta y le dio una recomendación a Celia y otra a Encarna.
-       Celia estudia mucho, haz caso a lo que te diga Manu y tu Encarna no le dejes que se distraiga, hasta luego.
-       Adiós mamá, dijeron a coro.
Celia era una mujercita realmente, era bastante alta aunque estaba muy delgada, aparte de que vestida como iba demostraba tener una mentalidad muy infantil, me centré en saber a qué nivel estaba la niña.
Le pregunte algunas cosas al azar para ver cómo iba y la vi muy inocente, su hermana al principio me ayudaba bastante pero cuando pasaba el tiempo la niña no demostraba el más mínimo interés, todos abandonamos un poco la tarea.
-       Te gusta mi habitación Manu?
-       Pues… sí mucho, tienes muchos juguetes.
-       Son mis amigas, tengo todas las princesas que hay.
-       Y muñecas también todas.
-       Si, mira las Barbies, tengo casi la colección, pero me falta Ken.
-       Pues estarán solas sin su amigo.
-       Sí, pero pronto lo tendré y se casarán.
-       Cómo que se casarán?
-       Si porque ellas ya son mayores, ya tienen tetitas, las ves?
-       Pero eso casi no son tetitas!.
-       Bueno no son como las de mi hermana, Encarna tiene las tetas grandes para cuando se case y a mí también me están creciendo, quieres verlas?
-       Pues, no hace falta, te creo.
-       Pues ya se me notan bastante pero una me crece más que la otra, mira.
Se subió la camiseta que llevaba, me enseñó las tetas, una era muy pequeña, pero la otra ya era de una talla que necesitaba llevar sujetador.
-       Por eso me duelen, porque no son iguales, una está dura y la otra no, tócalas y verás.
Yo miré a Encarna, ella se encogió de hombros y se dispuso a ver qué pasaba, la teta pequeña estaba blanda todavía pero la otra estaba bien formada, el pezón estaba duro y se puso más aún cuando lo acaricié con los dedos, ella se quejó porque le dolió y le dije…
-       Déjame que le dé un besito para que se cure.
Se estuvo quieta cuando le lamí toda la teta, la areola le creció hasta hacer forma de pera, la niña suspiraba mirando a su hermana.
-       Pues espera unos años y verás cómo te crecen igual que a Encarna.
-       No, si la que tiene las tetas gordas en Irene, mi hermana mayor.
-       Pues las de Encarna no están nada mal, doy fe.
Encarna estaba divertida al oír la conversación que teníamos, pero se puso seria cuando su hermana dijo…
-       Qué va! Las de Encarna son muy pequeñas, anda hermana, enséñaselas a Manu.
La chica se negó, pero Celia se puso pesada y le estiraba la ropa para quitársela, ante el temor que le rompiera la camisa, se la despasó un poco, su hermana estaba tan expectante como yo, y se despaso otro botón y otro hasta bajo, Celia se le acercó y le abrió la camisa para que las viera, tenía un escote muy bonito, la cría no dejaba de levantarle las tetas haciendo que saltaran.
-       Tócalas tú y verás como las de Encarna sí que están duras.
No me lo tuvo que decir dos veces, la niña me llevó la mano hasta las tetas de Encarna, yo le pasé la mano sobre el sujetador, pero uno de mis dedos pasaba disimuladamente bajo de la prenda y rozaba el pezón.
-       Mira Manu, a Encarna también se le ponen duras las puntitas.
Mientras le estaba tocando las tetas a Encarna, la chiquilla se sentó en mis piernas, no se podía estar quieta, mientras yo le pasaba la mano por encima del sujetador, la niña le bajaba el tirante y le dejaba el otro pezón asomando. La niña se sentó sobre mi regazo.
-       Manu que tienes aquí que me molesta?
-       Debe ser el móvil, le dije yo.
-       No creo porque, el móvil es plano y esto es redondo.
Encarna me miraba alarmada, efectivamente Celia se había sentado encima de mi polla y se le metía entre las nalgas.
-       Con Pedro me pasa lo mismo, cuando me siento a jugar con él, siempre tiene algo en los bolsillos.
Encarna se puso alerta y le preguntó.
-       Con que Pedro juegas tú?
-       Con quién va a ser, con Pedro, el marido de Irene.
Encarna con los ojos me miró espantada, y con los labios me deletreó.
-       Es mi cuñado.
-       Pero Pedro con quien juega más es con mamá.
-       Que Pedro juega con mamá?, con nuestra mamá?
-       Claro, muchos días viene, le llama mamá para arreglar cualquier cosa, la lavadora, la lámpara…
-       Tú los has visto?
-       Claro, un día estaban jugando a pilla, pilla, y Pedro pilló a mamá y la cogía por detrás, sin dejarla escapar.
-       No me lo creo, te lo estás inventando.
-       De eso nada y juegan al caballito, otro día estaba Pedro sentado en una silla del comedor y mamá estaba sentada en sus rodillas saltando, me dijeron que eso era el caballito, cuando mamá se levanto yo estaba mirando por detrás de la puerta, del pantalón de Pedro salía eso que sirve para mear y estaba todo mojado.
Encarna no sabía qué hacer ni que pensar, yo le dije a la niña.
-       Celia, por qué no dejamos ya de estudiar y te vas a ver películas de Disney al salón.
-       Vale, cojo la tableta.
Yo tenía la polla dura como un palo y mis manos seguían tocando las tetas de Encarna, ella estaba en otro mundo.
Cuando me acerqué a ella me saqué la polla y se la acerqué a la boca, la abrió como un robot, se la metí y ella empezó a chupar, mientras le saque las dos tetas y las amasé, me senté en la silla y le cogí las manos, la atraje hacia mí y la senté sobre mis rodillas, ella se levantó la falda y se fue sentando hasta encontrar mi polla, con las bragas en las rodillas se le fue metiendo hasta suspirar, estuvo saltando sobre mí, sus tetas fuera del sujetador me rozaban la cara, le acaricié el clítoris y pronto me clavó las uñas en la espalda, cuando estaba en pleno orgasmo se oyó la voz de Celia a su espalda.
-       Encarna me puedes dejar el cargador de la tableta?
-       No, por dios, ahora no, musitó la chica.
-       Así, así juegan la mamá y Pedro.
Encarna siguió saltando ya sin importarle nada, hasta que no se le pasó el orgasmo no paró, cuando se levantó su hermanita dijo.
-       Ves como tenía razón, esa cosa que tiene en el pantalón es igual a la de Pedro y también está mojada.
-       Pues me tienes que prometer que no le vas a decir nunca nada de lo que has visto a mamá ni a Irene, lo entiendes?
-       Si, mamá también me lo dijo, que no se lo contara a nadie.
-       Si se lo cuentas, le diré yo a Irene que Pedro viene a jugar con mamá y se enfadará mucho.
Yo aunque no me había corrido aún desistí y lo dejé para mejor ocasión, la polla ya se había encogido a la llegada de Celia.
Oímos como se abría la puerta y al momento entraba su hermana Irene, me sorprendió lo poco que se parecían, Irene era más bajita, gordita y sobre todo con unas tetas inmensas, por el escote le asomaban dos grandes masas de carne que sin poder marcar canalillo se le juntaban una con otra, los bultos casi le llegaban a las clavículas, no era fea ni mucho menos, tenía bastantes rasgos con Encarna.
Vino preguntando por Pedro, nos contó que había salido pronto a comprar unas cosas para mamá, lo que le extraño que se duchara antes, si tenía que arreglar algo y se iba a ensuciar.
Al cuarto de hora aparecieron Pedro y Asun, la madre de las chicas, venían acalorados, Pedro contó que había visto a Asun en la parada del autobús y la había traído a casa, Encarna me hizo notar la mancha de flujo vaginal que rodeaba la bragueta de su cuñado, parecía que habían pasado los caracoles por allí.
Irene me preguntó si podría yo arreglarle el ordenador de su casa un día, ya me llamaría cuando ella estuviera libre, se lo conté a Encarna y me dijo…
-       Ordenador? Si mi hermana no tiene ordenador, ni lo ha visto en su vida.
Cuando vi un momento propicio me despedí y me fui, la cosa se complicaba por momentos y no quería ser yo el que pagara los platos rotos.
Continuará

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