Mi timidez y mis tías 16

A Lisa y a mí nos gustaron los cortes de tela que Julia se había comprado para hacerse unos vestidos, sobre todo uno para ir de fiesta, según las sospechas de mi prima nos imaginamos con quien se iría. Cuando por la mañana Elvira la modista, la madre de Raquel, vino para tomarle medidas, estuvieron reunidas las dos hermanas y Lisa para elegir los modelos según habían visto en varias revistas de moda.
Yo mientras en el bar, estaba tras la barra pendiente de las camareras, no había mucho trabajo y se dedicaban a arreglar detalles que en momentos de agobio era imposible.
De momento, un gran estruendo se oyó en el almacén, entré corriendo y vi una pila de cajas de bebidas que estaba en el suelo, me pareció raro, pero cuando vi un zapato entre las botellas me asusté, lo primero que hice fue salir y buscar a Ricardo para que me ayudara, pero me acordé que era su día libre, volví en el momento que una pierna se movía y se quejaba de dolor, estuve apartando cajas y botellas, hasta descubrir que bajo de ellas Lourdes estaba empapada de zumos, la chica se quejaba de la espalda, intenté levantarla pero no podía moverse, estuve a su lado hasta que poco a poco se incorporó y se sentó en una caja, aparentemente no tenía nada roto, aunque vi que en la camisa tenía una mancha roja, ella decía que no era nada, pero claramente se notaba que era sangre, con la camisa mojada de zumo de todos los colores no se podía apreciar de donde salía la sangre, por lo que le dije que moviera los brazos, los movió, pero en un giro del brazo derecho se quejó, le dolía bajo del brazo, le dije que se subiera un poco la camisa para verlo, en efecto tenía un rasguño en todo el lado que le sangraba, aunque no parecía grave le insistí que moviera el brazo y el hombro, le dolía pero sobre todo las costillas, fui al botiquín, Raquel me preguntó qué había pasado, me dijo que si hacía falta la acompañaría al hospital, pero la tranquilicé, no parecía mucho.
Cuando volví al almacén, Lourdes se estaba mirando la herida, rápidamente se cubrió pero al verme con las gasas y el agua oxigenada y cremas se tranquilizo más, después de insistirle mucho me dejó verle la herida, era un rasguño fuerte, seguro con el borde de alguna caja de bebida, le sangraba un poco y con una gasa y agua le fui lavando la herida o por lo menos lo que me dejaba ver, pero descubrí que se extendía más arriba, la tapaba el lateral del sujetador, no quería por nada que le curara más, pero la evidencia fue cuando vio el sujetador manchado también de sangre, la convencí diciéndole que sujetara con las manos la copas, que yo le despasaría la prenda y le curaría debajo, luego le pondría un apósito y volvería a abrochárselo, al fin consintió, dejándome ver lo justo se apretó la prenda por delante, yo le solté el sujetador, era bastante discreto, color carne y bastante ancho, el cierre se me resistió bastante y me dijo que debía hacerlo con las dos manos, cuando lo solté suspiré tranquilo, ella con las manos apretaba las copas sobre sus tetas, le descubrí la zona y efectivamente sangraba bastante aunque era solo una rozadura, el agua oxigenada le escoció y se movió un poco, el lateral del sujetador se mojó y tuve que separarlo para secarlo con un algodón.
Lourdes apartó un poco la mano para que la secara, el nacimiento de la teta empezó a aparecer bajo el brazo, estaba rojo del rozamiento y lo mojé con la gasa, ella iba apartando la mano según le iba mojando con la gasa, cuando ya solo con tres dedos se cubría el pezón dejé de avanzar, para entonces casi toda la teta ya estaba a la vista, era hermosa, desde su nacimiento cogía volumen y haciéndose redonda por debajo pero sin llegar a hacer pliegue sobre el estómago, desde arriba hacía una curva y la mantenía levantada, yo con la gasa le limpie por debajo hasta casi llegar al esternón, la piel era de una suavidad sedosa, la chica me facilitaba la tarea de limpieza e iba apartando los dedos para que no me molestaran, llegué a limpiarle hasta la unión con la otra en medio del canalillo, solo me faltó el pezón que lo mantenía pellizcado con dos dedos.
Para evitar mancharse de la mercromina que le puse sobre la herida se sacó la camisa por encima de la cabeza, yo le ayudé para que no soltara las manos de las tetas, estaba preciosa con las manos sobre las tetas con los tirantes caídos del sujetador, solo sostenía una copa cubierta con la tela, en la otra solo mantenía dos dedos sobre su pezón.
Con una gasa seca le empecé a pasar para que no se irritara, desde la axila depilada hasta la cintura evitando la zona dañada, luego me extendía por el estomago hasta que subía a la base de la teta, desde allí lateralmente la rodeaba toda hasta subir por el canalillo hasta casi la garganta, luego volvía por el mismo sitio y le secaba el lado exterior, desde el nacimiento bajo el brazo hasta llegar a sus dedos sujetando el circulo moreno, le pregunté si le había secado bien, contestó con un hilillo de voz que sí.
Le dije que debía ponerle crema hidratante pues se podía irritar, lo comprendió y me puse en la mano una buena porción de crema, ella al notar mi mano caliente y la crema fría le dio un tiritón, vi como se le ponía la piel de gallina en toda la teta, ella recolocó los dedos sobre el pezón, pues había empezado a erguirse, al pasar la mano alrededor de todo el pecho le unté los dedos de crema, también ella instintivamente para no mancharse los quitó, mi mano que iba en la misma dirección pasó sobre el pezón, fue un segundo, pero mientras pasaba la mano rozándolo notaba las diferentes textura de la piel, suave y tibia, luego rugosa y luego en pleno pezón erguido áspera y dura, ante los hechos consumados Lourdes ya no se cubrió más con sus dedos, mi mano pasaba ya en todas direcciones solamente evitando la zona dañada, le puse crema hasta casi acabar el bote, ella se miró la otra teta estaba también mojada de crema y se quitó la mano con lo que quedaba del sujetador, en una de las pasadas sobre la teta me desvié a la otra, ya no me dijo nada, estuvo quieta mientras empezaba desde el principio por ponerle en el otro pezón, lo rodee con los dedos, lo endurecí como su gemelo y cuando estuvieron los dos iguales Lourdes solo me dijo…
- La crema huele muy bien.
- Y debe saber mejor, le dije yo.
La chica hincho el pecho haciendo levantar las dos tetas a la vez ofreciéndomelas, yo empecé a besarle la zona alrededor de la herida hasta llegar por debajo hasta el pezón, ella me acercó el otro y ya me lo metí en la boca directamente.
Me sujetaba mi cabeza con las manos guiándome por toda la redondez, desde la axila hasta el canal que las separaba, con una mano me bajé la cremallera para liberar mi polla que doblada me hacía sufrir, y casi lo había conseguido cuando oí llegar a Raquel, preguntando si se había hecho mucho daño.
Miré a mi alrededor, vi el destrozo de botellas y cajas por el suelo y comprendí que no era el momento ni el lugar para llegar a más, por lo que le puse un apósito y la camisa sin el sujetador, para que no le rozara, cuando salimos se notaba como las tetas hinchadas se movían bajo la camisa libremente.
Cuando mi tía se entero del incidente se preocupo mucho por Lourdes, la chica no sabía que decirle, temía una reprimenda por las botellas que se habían roto pero cuando Julia le dejó claro que los daños no le importaban y su herida era lo importante, le contó la cura que le había hecho yo, incluso se subió la camisa y le enseño como le había limpiado y tapado después la herida, mi tía quedó gratamente sorprendida ante mi rápida intervención y el esmero que había puesto en la cura, cuando Lourdes se despasó el sujetador para enseñarle hasta donde llegaba el rasguño mi tía sonrió al ver el inicio de la teta y lo prometedor que debía de seguir.
- Enhorabuena Lourdes, has tenido mucha suerte en que Manu estuviera cerca de ti, estoy segura que no te arrepentirás de que te haya curado, pero deberías decirle que dentro de unos días te levante el apósito y te vuelva a curar.
Cuando se cruzó conmigo mi tía me guiño un ojo.
Elvira cumplió su palabra, me pareció que no habría dormido casi para avanzar los vestidos de mi tía, a los dos día le llamó a Julia, le dijo que ya podía pasar para una primera prueba, mi tía tan sorprendida como yo se ilusionó enseguida, por la tarde se vistió para ir a casa de la modista, cuando ya estaba en la calle volvió y cogiéndome del brazo me dijo…
- Hazme un favor Manu, vente conmigo, así tendré una opinión desinteresada.
- Te advierto que yo no entiendo nada de vestidos, tía Julia.
- Si ya me lo figuro, entiendes más de lencería…
- En un principio no le cogí la indirecta, pero cuando lo hice preferí no darme por enterado.
Cuando llegamos a casa de Elvira, se deshizo en elogios y le encantó que le acompañara yo, nos hizo pasar a una salita al lado de lo que debía ser el taller donde cosía, yo me puse a ojear unas revistas, la verdad es que no me atraía nada ir de pruebas, mientras las dos mujeres hablaban de detalles en la prenda me dediqué a curiosear, todo eran retales y recortes de tela por el suelo y en estanterías, cuando me llamaron yo estaba mirando una curiosa máquina de coser antigua, pasé a la salita con las mujeres, mi tía ya tenía el vestido puesto, lleno de alfileres e hilvanes, casi no se le veían formas, me pidieron mi opinión, yo por compromiso les dije que en algún sitio me parecía muy largo o estrecho o ancho, Elvira iba corrigiendo lo que yo decía con la complacencia de Julia, mi fallo fue decirles que me parecía que con un poco más de escote le quedaría mejor, Julia enseguida se interesó más por mi comentario y me pidió que le señalara por donde debía quedar, con el dedo le señalé, pero Elvira me dio la tiza para marcar por donde me parecía mejor, con mucho temor fui marcando rayas pero Elvira me corregía por donde no podía ser.
Me hacía borrarle con la mano los errores, al fin dijo…
- Manu lo tuyo no es la tiza, mejor coge los alfileres y lo marcas.
Yo trague saliva, eso aún me daba más miedo, cogí los alfileres y pinchaba con mucha precaución cuando se clavaban demasiado deprisa temía clavárselo a mi tía, ella misma viendo el peligro, me sugirió que metiera la mano por dentro y me ayudara al clavarlos, lo hice con mucho cuidado pero no podía evitar de vez en cuando tocar el pecho de Julia, entonces apartaba la mano rápidamente, tan lento iba que me tuvo que decir…
- Manu no tengas miedo, que no soy de cristal, tócame sin miedo, bajo el vestido solo hay una teta o mejor dicho dos, tócalas y veras.
Me cogió la mano y las puso sobre sus tetas, me quedé con las manos abiertas frente a las dos chicas, ellas explotaron en una gran carcajada, ya me iba a rendir cuando Elvira me dijo…
- Es verdad Manu, no tengas miedo, unas tetas son unas tetas, no más, toca las mías.
También me cogió la mano y la puso en sus tetas, mi tía viéndome rojo de rubor, aún me cogió de mi otra mano y también se la puso sobre las de ella otra vez.
A partir de entonces me calmé y metiendo la mano por el escote pinchaba y sacaba el alfiler sin miedo, por supuesto no la separaba de la piel de Julia, una vez acordada la profundidad del escote vino otro problema, le hacían arrugas y Elvira lo achacó al sujetador que llevaba Julia, ésta lo había previsto todo, del bolso sacó uno nuevo que se había comprado, sin pensárselo se bajó el vestido y se quitó el que llevaba, los dos globos quedaron frente a mí, abrí los ojos quizá demasiado porque mi tía se puso el nuevo con una lentitud pasmosa, era precioso, con una copa muy bajita, se le salía la teta por arriba hasta el límite del pezón, aún así se sacaba la teta y se la arreglaba hasta dejarlo justo bajo la puntillita de la copa.
Elvira quedó maravillada, le dijo que nunca había visto nada tan bonito, y que nunca podría llevar, mi tía para quitarle el capricho se lo quitó y se lo ofreció…
- Quieres probártelo y ver cómo te queda? Si te gusta te diré donde lo compré, te harán descuento.
Elvira no rehusó la ocasión, se quitó la blusa que llevaba y luego el sujetador que llevaba, tampoco era feo pero nada que ver con el otro, las tetas de Elvira así de pronto también me causaron sorpresa aunque también me las sabía comido no hacía mucho, quizá por el tacto del tenue tejido y por la situación los pezones de Elvira se marcaron bajo la tela, mi tía le plegó la copa bajo el pecho y le dejó el pezón al aire, lo poco que le quedaba de copa sujetándole se las subía haciéndole un canalillo muy excitante, con un gesto cariñoso, le pellizcó los pezones y éstos salieron exultantes…
- Mira Manu, qué te parece el cambio de Elvira? Te has fijado como se le ponen los pezones enseguida? Los tiene muy sensibles.
- Pues eso que solo me los has tocado, si me los chupara Manu verías pezones duros Julia,
- No será para tanto, los míos seguro que te ganarían, sin tocármelos ya los tengo duros.
- Me gustaría verlo, fíjate, me apuesto la confección de un vestido a que tengo más pezones que tú.
- Acepto, si no, te traigo una clienta nueva con más vestidos.
Hecho, se dieron la mano como dos personas de honor, sin contar conmigo Elvira se quitó el sujetador y quedó con los pechos frente a mí, a su lado Julia, confiando que le haría ganar sin duda, por eso era su sobrino.
Elvira se subió en una banqueta de pruebas, sus tetas me llegaban justo a mi boca, me llamó y me puse pegado a ella, no tuve que buscarlas, Elvira me las fue poniendo en la boca, me las cambiaba mientras yo le chupaba ávidamente, los pezones se ponían rabiosamente duros, hasta la areola se contraía y se dilataba dentro de mi boca, cuando ya no podía respirar tuve que dejarlos salir, mi tía subió a la banqueta después de medirle a Elvira las tetas y los pezones con una cinta métrica, con las tetas de Julia frente a mi me lancé con el propósito de que ganara holgadamente, no tardaron en ponerse duros también, tenía que abrir más la boca, la areola era más ancha y además se hinchaba mucho más que la de Elvira, cuando me saqué una y me metí la otra el pezón, su cerco brillaba con mi saliva, me volví para ver qué opinaba Elvira, ésta se había sentado en un silloncito, se había subido la falda hasta le cintura y con las bragas en los tobillos se estaba metiendo en el coño el mango de un cepillo de la ropa, mi tía cuando la vio se bajó de la banqueta, le miró como entraba el cepillo hasta el fondo y se volvió hacia mí, me bajo la bragueta y me buscó dentro, no le fue difícil encontrar lo que buscaba, la polla estaba pegada al cinturón, casi se asomaba sola, la sacó y descubriendo el capullo frente a Elvira le dijo…
- Creo que esto te hará mejor papel que el cepillo.
Sin decir nada la modista arrojó lejos el cepillo y abrió las piernas, las bragas colgaban de una pierna, mi tía me adelantó hacia ella y no tarde en entrar en el coño de Elvira, ella suspiró al notar el trozo de carne caliente en sus entrañas, solamente susurró…
- Gracias Julia, has acertado, es lo que necesitaba y desde hace mucho, mucho, tiempo, ah! Y de la apuesta me doy por vencida, tienes los pezones más grandes que he visto.
- Estaba segura que te gustaría, Manu es un chico especial.
- Si, es cierto Manu, tú sigue follándome, no pares por… tu tía, quiero tu leche, pero antes quiero correrme yo.
Mi tía, se sentó en el sillón bajo que tenía al lado, pero antes se quitó el vestido de prueba, con solo las bragas no tardo en quitárselas también, se estiró con las piernas abiertas y metiendo una mano fue separando sus labios del coño y pulsando su clítoris hasta hacerlo ponerse tan duro que parecía un pequeño pene.
Elvira debía estar muy deseosa de polla pues no tardó en correrse, se quedó con los brazos abiertos colgando del sillón, oí a mi tía a mi espalda.
- Dónde está mi sobrino favorito?, quien se va a comer mi coño?
Le sonreí y me arrodillé frente a ella, me puso las piernas sobre mis hombros, las abrió y me acercó mi cabeza hasta sus labios, ya estaban abiertos y mojados, cuando ya iba a correrse, me dijo…
- Ahora Manu te toca a ti córrete dentro de mí que para eso soy tu tía.
Se levantó del sillón y se arrodilló en el asiento, me puso sus nalgas frente a mí, los jugos que le habían salido del coño se habían escurrido hasta el culo, no hizo falta dilatarlo, mi capullo lo hizo, con lo suave que estaba se coló suavemente, Julia lo contraía y lo relajaba mientras yo solo empujaba, poco a poco fue entrando, la punta desapareció dentro y al llegar al escalón del glande se cerró sobre él en la dilatación conseguida ya fue fácil para el tronco seguir entrando, Elvira se había levantado y de rodillas había llegado hasta nosotros, me había cogido los huevos y me los amasaba, con saliva iba lubricando mi polla para que entrara fácil, con la otra mano pulsaba el clítoris de Julia, esta se lo agradeció apretándole una teta,
Me dio un poco de pena no vaciarme dentro de Elvira, se había quedado esperando, pero el culo de mi tía sería tanto o más estrecho que el de la modista y cuando lo llené de leche casi no le salió nada.
Mis empujones y las caricias de Elvira provocaron un orgasmo en mi tía que cayó hacia adelante, quedó colgando del respaldo del sillón, las tetas balanceándose detrás del mueble y solo su cintura la sujetaba de mis empujones, sus gemidos y suspiros se oían en toda la casa, con los brazos balanceándose en el aire, parecía un molino de viento, su vagina manaba jugos sin parar, los recogía con las manos Elvira, ésta en su excitación había vuelto a masturbarse entre sus piernas, se corrió ella sola, cuando ya me iba a salir del culo de mi tía caído como estaba sobre ella, Elvira me regalo una lamida en los huevos, que me dejó mojado pero limpio como recién duchado.
Nos sentamos en el suelo, sobre los retales, al final quedamos para volver otro día a probarse por segunda vez.
Cuando salimos a la calle mi tía se colgó de mi brazo, a mí me gustaba que las mujeres tuvieran este gesto de confianza y complicidad conmigo, por la calle hacíamos una buena pareja, a mi tía la conocía todo el mundo y sabían que yo era su sobrino, ella me mostraba orgullosa y yo notaba que más de un hombre me envidiaba.
Pensé que iríamos directamente a casa pero mi tía me propuso…
- Sabes una cosa? Me gustaría que me invitases a un refresco.
- Encantado, será un honor para mí.
Entramos en una cafetería y mi tía eligió una mesa que estaba al fondo al lado de un ventanal, donde se veía pasar a todo el mundo, pedimos las bebidas y mi tía me cogió la mano en un gesto cariñoso…
- Manu estoy muy orgullosa de ti, hoy una vez más me has demostrado que eres todo un hombre, te he propuesto sentarnos un rato por dos motivos, el primero para descansar un rato, pues me has dejado el culo partido en dos, apenas podía andar cuando hemos salido de casa de Elvira, el segundo motivo es más delicado, creo que Ricardo te ha comentado algo ya, me ha dicho que a ti no te parecía mal del todo hacer un trío, comprendo que es una situación nueva para todos y que cambia un poco la forma de actuar, y eso es uno de los incentivos que tiene, investigar en las relaciones sexuales, a mí me hace ilusión y cuando me dijo que podrías ser tú la tercera persona ya me decidí del todo, eres un buen amante y sobre todo una buena persona, me encantaría estar con vosotros, tu aportas una frescura en el sexo que no tenemos nosotros, de hecho te tengo que confesar que eres el único que me la ha metido por el culo, la delicadeza que me tratas me ha conquistado, ni mi marido ni ahora Ricardo han conseguido mi culo, es algo que tendrás que enseñarle.
Yo estaba callado, emocionado por una parte, por la confianza que aquella mujer tan especial me demostraba y porque además era mi tía Julia, cada vez que la miraba veía una persona especialmente sensual y a la vez cariñosa.
- Pero hoy algo ha cambado, al verte follando a Elvira se me ha ocurrido que sería un poco egoísta por mi parte teneos a los dos para mí sola, saldríais a menos acción, y he pensado si podríamos incluir también a Elvira, la he estado observando y tiene un tipo estupendo, unas setas impresionantes y además lo más importante que folla bien porque le gusta follar, tú le gustas como se lo haces, también he observado que a ti tampoco te es indiferente y se la metes gustosamente, por lo que te pido parecer para comentárselo a Ricardo.
- Julia, eres una mujer admirable, me halagas mucho y te agradezco las atenciones que me tienes, como tía y sobre todo como mujer, nunca habría imaginado poder conquistar a una chica tan guapa como tú, por otro lado me has quitado sin querer una espinita que me escocía un poco, no sé si con tres tendríamos algo de competencia entre dos hombres con una mujer, pero con esa idea nueva veo que es una buena solución y no impediría cumplir tus deseos y nos tendrías a los dos en cualquier momento también dedicados a ti, además Elvira está buenísima también y es muy caliente, seguro que pasaremos un buen rato los cuatro.
Cuando salimos del bar ya estaba anocheciendo, mi tía salía exultante, desde detrás me fijé el buen tipo que tenía y lo bien que andaba ahora que había descansado su culo.
Cuando estábamos sirviendo la cena me fijé que Lourdes se quejaba del golpe que había recibido, en algunos movimientos se tocaba el lado herido, Julia se me acercó y me dijo…
- Manu he visto la cura que le has hecho a Lourdes, estuviste muy acertado, pero parece que se queja, le has preguntado cómo le va?
- La verdad es que no, solo era un rasguño, creí que ya se le habría curado.
Me acerque a la chica en la primera ocasión que tuve de descanso.
- Como te va Lourdes?, he notado que te duele aún la herida, ya se te ha curado?
- No me va mal del todo, pero no me la he destapado, vivo yo sola y no tengo tiempo de ir al centro de salud.
- Pues habérmelo dicho mujer, sabes que no me cuesta nada curártelo, si quieres vamos al cuarto y te lo miro.
- No, ahora tenemos trabajo, pero si quieres mañana tengo libre y estaré toda la mañana en casa.
- Bueno yo llevaré lo necesario.
A la mañana siguiente puse en una bolsa todo lo que encontré en el botiquín y fui a la dirección que me había dicho la camarera, vivía en un piso compartido pero ahora estaba sola pues su compañera estaba de vacaciones, me enseñó el comedor y la cocina comunes, estaba todo muy bien cuidado, al llegar a su habitación me gustó el orden en que tenía todo, era una habitación espaciosa y muy bien iluminada, daba a la calle con un balcón amplio. Lourdes llevaba un chándal y me hizo sentar en una silla, me ofreció café que se había hecho y lo tomamos juntos, estaba rico y fuerte, le pregunté por su familia y me dijo que era de un pueblo cercano, pero que no había encontrado trabajo allí, se había venido al restaurante y que aunque se trabajaban muchas horas, estaba muy a gusto.
Me contó que el motivo de que le cayeran las cajas de bebidas fue que por querer adelantar el trabajo cogió una pila entera de cajas, demasiadas para ella, se volcó la caretilla y cayeron sobre ella.
Cuando me decía esto se tocó en el lado y se resintió, me dijo que tenía dolor en las costillas.
Se levantó un poco la chaquetilla del chándal y vi que tenía un poco morada la piel, el parche que yo le puse todavía no se lo había cambiado ninguna vez, saqué todas la cosas que había traído al efecto y las extendí en la mesita, le dije que se levantara un poco más la chaqueta, ella lo hizo y le fui despegando el apósito, le dolía cuando tiraba de él, con alcohol le fui desprendiendo con cuidado el pegamento, a cada momento se le caía la chaqueta sobre mis manos y no me dejaba ver, opto por subírsela por detrás hasta la cabeza, con la espalda descubierta ya podía llegar bien, seguí quitando pegamento, ella con las manos en la cabeza sostenía la prenda, que solo le cubría por delante.
Cuando vi la herida me tranquilice, tenía buen aspecto, estaba roja aún pero se veía que curaba deprisa, le limpié bien la herida, le noté un escalofrío cuando le pasaba la gasa mojada, a los lados de la espalda bajo los brazos se le notaba el nacimiento de los dos pechos, era bonito ves como aumentaba la curva y de una leve protuberancia se hacía un bulto considerable y armonioso, por debajo de la chaquetilla empezó a aparecer un trozo del pecho derecho, era un poco de piel blanca y sueva, ella lo notó y soltó la chaqueta y se lo cubrió, pero provocó que se le cayera de la otra mano y le quedara la teta izquierda totalmente al descubierto, harta de tanta postura incómoda se acabo de sacar la chaqueta por encima de la cabeza y se quedó con las dos tetas frente a mí, yo me contuve y no le di la menor importancia y seguí con la cura, le vi el hematoma que tenía y se lo enseñé, ella giró la cintura para mirarlo y tensó las tetas con la postura, aún se irguieron más frente a mí, los pezones se deformaron y se hicieron ovalados, parecían dos ojos orientales, le tapé la herida otra vez y empecé a guardar todo lo de la cura, Lourdes se me quedó mirando con la cabeza agachada y me dijo…
- No me pones crema hidratante?
- Claro, precisamente la dejaba para el final, hoy he traído un bote entero.
Empecé el frasco para Lourdes, la crema era suave y fresca, me puse detrás de la chica y empecé a frotarle el cuello, los pelos de la nuca se le erizaron, le fui recorriendo los hombros hasta bajar por su espalda, se le notaba la piel erizada por donde pasaba, cuando la repartí por las axilas, la chica levantó los dos brazos a la cabeza, mis manos pasaron por debajo de ellos, con cuidado de no manchar la cura pasé directamente al comienzo de sus senos, me deslicé bajo de ellos hasta juntar mis manos sobre su estómago, luego cada una subió hasta llegar al comienzo de sus tetas, ella suspiró al notarme, volví a untarme las manos con más crema y volví al mismo sitio, al principio la carne cedió ante la presión de mis manos y las tetas fueron aumentando de volumen por encima, pero cuando ya llegaba a los pezones se dejaron caer sobre las palmas, estaban duras, calientes y suaves, al estar tan resbaladizas, siguieron su camino y dejaron bajo mis manos a los pezones anchos, quise suavizarlos masajeándolos con los dedos llenos de crema, pero cuanto más los rozaba más ásperos se ponían, ya estaban como garbanzos cuando Lourdes se echo hacia atrás y se apoyó contra mi pecho, mis manos pasaron por delante de ella, mientras sus brazos los pasaba a su espalda, con las dos manos a la vez cogía sus tetas y las amasaba cuidadosamente estirando sus pezones y apretándolos como si fueran a sacarles leche, ella metía su cabeza bajo mi cuello mimosa, volvió la cara y se quedó a unos milímetros de mi boca, la besé, primero fue un beso suave, apenas un roce en sus labios, pero luego encontré sus labios entre abiertos y su lengua apareciendo entre ellos, al primer roce de mi lengua con la suya sus labios se abrieron como una flor y nuestras bocas se llenaron del aliento del otro, los dos sabíamos a café, aún me supo más delicioso y excitante, le junté las tetas en una, pegué un pezón con el otro, sus manos pronto encontraron mi polla entre mis piernas y la sacaron, con las dos manos me la acariciaban por detrás de ella mientras que sus tetas eran mías, cuando se levantó según lo hacía, yo le iba bajando el pantalón del chándal, descubrí sus caderas, los hoyuelos de sus nalgas y el nacimiento de su culo, mis manos abandonaron por un momento sus tetas y bajaron por el estómago a su vientre plano y se enredaron con el triángulo de vello rizado que cubría su pubis, entre las dos manos separé la mata de pelo hasta encontrar el nacimiento de sus labios, los separé y mientras una mano seguía hacia abajo buscando el clítoris la otra volvía a apretar su teta izquierda, el pantalón de Lourdes cayó al suelo, ella sacó una pierna y la otra lo lanzó a un rincón, cuando se inclinó sobre sus rodillas yo aproveche para sacarme el pantalón y bajármelo a los tobillos, sujeté a la chica de las caderas, le fui guiando hacia mí, cuando ya estaba casi tocándome, Lourdes pasando la mano entre sus piernas me cogió la polla, con la otra mano se mojó los dedos de saliva y me lubricó el glande, luego encaró el capullo a su vagina y se fue dejando caer, cuando se quedó sentada sobre mis muslos pasó los brazos por detrás y me cogió la cara, mientras me besaba su cadera empezó a moverse de detrás hacia adelante, su cintura hacía todo el movimiento, yo intentaba estirarme y levantar mis caderas para que pudiera recibir más cantidad de polla, pero ella me susurró…
- No hace falta que me des más, ya me cojo lo que necesito, relájate y bésame.
- Eres maravillosa, Lourdes me estas poniendo a cien, quisiera estar siempre dentro de ti, no sé lo que podré aguantar.
- Yo también te siento dentro y me encanta, pero por favor, si no tienes protección no te corras dentro de mí, estoy en mis días fértiles.
Aguanté lo indecible, cuando me palpitaba el capullo peligrosamente la chica se levantó y se dio la vuelta y se sentó otra vez, pero ahora frente a mí, le busqué entre el vello del coño el clítoris que me rozaba en las venas de la polla, le acaricié con los dedos, la chica me rodeó el cuello con sus brazos, me atrajo hacia ella y cuando se corrió me arañó en la espalda, saltaba sobre mis muslos clavándose al caer la polla hasta los huevos, yo estirado con el miembro con la máxima erección, cruzaba los dedos para no correrme dentro, cuando ya no pude más, me abrace a ella, la subí los suficiente para que mi polla saliera justo a tiempo, los chorros de leche quedaron entre sus rizos morenos, mi polla atrapada entre los dos pero fuera de peligro, mis palpitaciones las acusábamos los dos en nuestras pelvis.
- Gracias Manu ha sido maravilloso, espero que podamos repetirlo.
Cuando volví a casa mi tía me vio con las cosas de la cura y me preguntó por la camarera, le dije…
- Vengo de curarla, está bastante mejor, pero volveré otro día para seguir la evolución.
Mi tía me miró y se fijó que tenía los pantalones todo arrugados, miró a su alrededor y al vernos solos me pasó la mano por mi polla, la apretó un poco y me dijo…
- Estoy segura que estará bastante mejor que antes de la cura, agradecerá que vuelvas.
Continuará.
Sus comentarios son el motivo para seguir escribiendo A Lisa y a mí nos gustaron los cortes de tela que Julia se había comprado para hacerse unos vestidos, sobre todo uno para ir de fiesta, según las sospechas de mi prima nos imaginamos con quien se iría. Cuando por la mañana Elvira la modista, la madre de Raquel, vino para tomarle medidas, estuvieron reunidas las dos hermanas y Lisa para elegir los modelos según habían visto en varias revistas de moda.
Yo mientras en el bar, estaba tras la barra pendiente de las camareras, no había mucho trabajo y se dedicaban a arreglar detalles que en momentos de agobio era imposible.
De momento, un gran estruendo se oyó en el almacén, entré corriendo y vi una pila de cajas de bebidas que estaba en el suelo, me pareció raro, pero cuando vi un zapato entre las botellas me asusté, lo primero que hice fue salir y buscar a Ricardo para que me ayudara, pero me acordé que era su día libre, volví en el momento que una pierna se movía y se quejaba de dolor, estuve apartando cajas y botellas, hasta descubrir que bajo de ellas Lourdes estaba empapada de zumos, la chica se quejaba de la espalda, intenté levantarla pero no podía moverse, estuve a su lado hasta que poco a poco se incorporó y se sentó en una caja, aparentemente no tenía nada roto, aunque vi que en la camisa tenía una mancha roja, ella decía que no era nada, pero claramente se notaba que era sangre, con la camisa mojada de zumo de todos los colores no se podía apreciar de donde salía la sangre, por lo que le dije que moviera los brazos, los movió, pero en un giro del brazo derecho se quejó, le dolía bajo del brazo, le dije que se subiera un poco la camisa para verlo, en efecto tenía un rasguño en todo el lado que le sangraba, aunque no parecía grave le insistí que moviera el brazo y el hombro, le dolía pero sobre todo las costillas, fui al botiquín, Raquel me preguntó qué había pasado, me dijo que si hacía falta la acompañaría al hospital, pero la tranquilicé, no parecía mucho.
Cuando volví al almacén, Lourdes se estaba mirando la herida, rápidamente se cubrió pero al verme con las gasas y el agua oxigenada y cremas se tranquilizo más, después de insistirle mucho me dejó verle la herida, era un rasguño fuerte, seguro con el borde de alguna caja de bebida, le sangraba un poco y con una gasa y agua le fui lavando la herida o por lo menos lo que me dejaba ver, pero descubrí que se extendía más arriba, la tapaba el lateral del sujetador, no quería por nada que le curara más, pero la evidencia fue cuando vio el sujetador manchado también de sangre, la convencí diciéndole que sujetara con las manos la copas, que yo le despasaría la prenda y le curaría debajo, luego le pondría un apósito y volvería a abrochárselo, al fin consintió, dejándome ver lo justo se apretó la prenda por delante, yo le solté el sujetador, era bastante discreto, color carne y bastante ancho, el cierre se me resistió bastante y me dijo que debía hacerlo con las dos manos, cuando lo solté suspiré tranquilo, ella con las manos apretaba las copas sobre sus tetas, le descubrí la zona y efectivamente sangraba bastante aunque era solo una rozadura, el agua oxigenada le escoció y se movió un poco, el lateral del sujetador se mojó y tuve que separarlo para secarlo con un algodón.
Lourdes apartó un poco la mano para que la secara, el nacimiento de la teta empezó a aparecer bajo el brazo, estaba rojo del rozamiento y lo mojé con la gasa, ella iba apartando la mano según le iba mojando con la gasa, cuando ya solo con tres dedos se cubría el pezón dejé de avanzar, para entonces casi toda la teta ya estaba a la vista, era hermosa, desde su nacimiento cogía volumen y haciéndose redonda por debajo pero sin llegar a hacer pliegue sobre el estómago, desde arriba hacía una curva y la mantenía levantada, yo con la gasa le limpie por debajo hasta casi llegar al esternón, la piel era de una suavidad sedosa, la chica me facilitaba la tarea de limpieza e iba apartando los dedos para que no me molestaran, llegué a limpiarle hasta la unión con la otra en medio del canalillo, solo me faltó el pezón que lo mantenía pellizcado con dos dedos.
Para evitar mancharse de la mercromina que le puse sobre la herida se sacó la camisa por encima de la cabeza, yo le ayudé para que no soltara las manos de las tetas, estaba preciosa con las manos sobre las tetas con los tirantes caídos del sujetador, solo sostenía una copa cubierta con la tela, en la otra solo mantenía dos dedos sobre su pezón.
Con una gasa seca le empecé a pasar para que no se irritara, desde la axila depilada hasta la cintura evitando la zona dañada, luego me extendía por el estomago hasta que subía a la base de la teta, desde allí lateralmente la rodeaba toda hasta subir por el canalillo hasta casi la garganta, luego volvía por el mismo sitio y le secaba el lado exterior, desde el nacimiento bajo el brazo hasta llegar a sus dedos sujetando el circulo moreno, le pregunté si le había secado bien, contestó con un hilillo de voz que sí.
Le dije que debía ponerle crema hidratante pues se podía irritar, lo comprendió y me puse en la mano una buena porción de crema, ella al notar mi mano caliente y la crema fría le dio un tiritón, vi como se le ponía la piel de gallina en toda la teta, ella recolocó los dedos sobre el pezón, pues había empezado a erguirse, al pasar la mano alrededor de todo el pecho le unté los dedos de crema, también ella instintivamente para no mancharse los quitó, mi mano que iba en la misma dirección pasó sobre el pezón, fue un segundo, pero mientras pasaba la mano rozándolo notaba las diferentes textura de la piel, suave y tibia, luego rugosa y luego en pleno pezón erguido áspera y dura, ante los hechos consumados Lourdes ya no se cubrió más con sus dedos, mi mano pasaba ya en todas direcciones solamente evitando la zona dañada, le puse crema hasta casi acabar el bote, ella se miró la otra teta estaba también mojada de crema y se quitó la mano con lo que quedaba del sujetador, en una de las pasadas sobre la teta me desvié a la otra, ya no me dijo nada, estuvo quieta mientras empezaba desde el principio por ponerle en el otro pezón, lo rodee con los dedos, lo endurecí como su gemelo y cuando estuvieron los dos iguales Lourdes solo me dijo…
- La crema huele muy bien.
- Y debe saber mejor, le dije yo.
La chica hincho el pecho haciendo levantar las dos tetas a la vez ofreciéndomelas, yo empecé a besarle la zona alrededor de la herida hasta llegar por debajo hasta el pezón, ella me acercó el otro y ya me lo metí en la boca directamente.
Me sujetaba mi cabeza con las manos guiándome por toda la redondez, desde la axila hasta el canal que las separaba, con una mano me bajé la cremallera para liberar mi polla que doblada me hacía sufrir, y casi lo había conseguido cuando oí llegar a Raquel, preguntando si se había hecho mucho daño.
Miré a mi alrededor, vi el destrozo de botellas y cajas por el suelo y comprendí que no era el momento ni el lugar para llegar a más, por lo que le puse un apósito y la camisa sin el sujetador, para que no le rozara, cuando salimos se notaba como las tetas hinchadas se movían bajo la camisa libremente.
Cuando mi tía se entero del incidente se preocupo mucho por Lourdes, la chica no sabía que decirle, temía una reprimenda por las botellas que se habían roto pero cuando Julia le dejó claro que los daños no le importaban y su herida era lo importante, le contó la cura que le había hecho yo, incluso se subió la camisa y le enseño como le había limpiado y tapado después la herida, mi tía quedó gratamente sorprendida ante mi rápida intervención y el esmero que había puesto en la cura, cuando Lourdes se despasó el sujetador para enseñarle hasta donde llegaba el rasguño mi tía sonrió al ver el inicio de la teta y lo prometedor que debía de seguir.
- Enhorabuena Lourdes, has tenido mucha suerte en que Manu estuviera cerca de ti, estoy segura que no te arrepentirás de que te haya curado, pero deberías decirle que dentro de unos días te levante el apósito y te vuelva a curar.
Cuando se cruzó conmigo mi tía me guiño un ojo.
Elvira cumplió su palabra, me pareció que no habría dormido casi para avanzar los vestidos de mi tía, a los dos día le llamó a Julia, le dijo que ya podía pasar para una primera prueba, mi tía tan sorprendida como yo se ilusionó enseguida, por la tarde se vistió para ir a casa de la modista, cuando ya estaba en la calle volvió y cogiéndome del brazo me dijo…
- Hazme un favor Manu, vente conmigo, así tendré una opinión desinteresada.
- Te advierto que yo no entiendo nada de vestidos, tía Julia.
- Si ya me lo figuro, entiendes más de lencería…
- En un principio no le cogí la indirecta, pero cuando lo hice preferí no darme por enterado.
Cuando llegamos a casa de Elvira, se deshizo en elogios y le encantó que le acompañara yo, nos hizo pasar a una salita al lado de lo que debía ser el taller donde cosía, yo me puse a ojear unas revistas, la verdad es que no me atraía nada ir de pruebas, mientras las dos mujeres hablaban de detalles en la prenda me dediqué a curiosear, todo eran retales y recortes de tela por el suelo y en estanterías, cuando me llamaron yo estaba mirando una curiosa máquina de coser antigua, pasé a la salita con las mujeres, mi tía ya tenía el vestido puesto, lleno de alfileres e hilvanes, casi no se le veían formas, me pidieron mi opinión, yo por compromiso les dije que en algún sitio me parecía muy largo o estrecho o ancho, Elvira iba corrigiendo lo que yo decía con la complacencia de Julia, mi fallo fue decirles que me parecía que con un poco más de escote le quedaría mejor, Julia enseguida se interesó más por mi comentario y me pidió que le señalara por donde debía quedar, con el dedo le señalé, pero Elvira me dio la tiza para marcar por donde me parecía mejor, con mucho temor fui marcando rayas pero Elvira me corregía por donde no podía ser.
Me hacía borrarle con la mano los errores, al fin dijo…
- Manu lo tuyo no es la tiza, mejor coge los alfileres y lo marcas.
Yo trague saliva, eso aún me daba más miedo, cogí los alfileres y pinchaba con mucha precaución cuando se clavaban demasiado deprisa temía clavárselo a mi tía, ella misma viendo el peligro, me sugirió que metiera la mano por dentro y me ayudara al clavarlos, lo hice con mucho cuidado pero no podía evitar de vez en cuando tocar el pecho de Julia, entonces apartaba la mano rápidamente, tan lento iba que me tuvo que decir…
- Manu no tengas miedo, que no soy de cristal, tócame sin miedo, bajo el vestido solo hay una teta o mejor dicho dos, tócalas y veras.
Me cogió la mano y las puso sobre sus tetas, me quedé con las manos abiertas frente a las dos chicas, ellas explotaron en una gran carcajada, ya me iba a rendir cuando Elvira me dijo…
- Es verdad Manu, no tengas miedo, unas tetas son unas tetas, no más, toca las mías.
También me cogió la mano y la puso en sus tetas, mi tía viéndome rojo de rubor, aún me cogió de mi otra mano y también se la puso sobre las de ella otra vez.
A partir de entonces me calmé y metiendo la mano por el escote pinchaba y sacaba el alfiler sin miedo, por supuesto no la separaba de la piel de Julia, una vez acordada la profundidad del escote vino otro problema, le hacían arrugas y Elvira lo achacó al sujetador que llevaba Julia, ésta lo había previsto todo, del bolso sacó uno nuevo que se había comprado, sin pensárselo se bajó el vestido y se quitó el que llevaba, los dos globos quedaron frente a mí, abrí los ojos quizá demasiado porque mi tía se puso el nuevo con una lentitud pasmosa, era precioso, con una copa muy bajita, se le salía la teta por arriba hasta el límite del pezón, aún así se sacaba la teta y se la arreglaba hasta dejarlo justo bajo la puntillita de la copa.
Elvira quedó maravillada, le dijo que nunca había visto nada tan bonito, y que nunca podría llevar, mi tía para quitarle el capricho se lo quitó y se lo ofreció…
- Quieres probártelo y ver cómo te queda? Si te gusta te diré donde lo compré, te harán descuento.
Elvira no rehusó la ocasión, se quitó la blusa que llevaba y luego el sujetador que llevaba, tampoco era feo pero nada que ver con el otro, las tetas de Elvira así de pronto también me causaron sorpresa aunque también me las sabía comido no hacía mucho, quizá por el tacto del tenue tejido y por la situación los pezones de Elvira se marcaron bajo la tela, mi tía le plegó la copa bajo el pecho y le dejó el pezón al aire, lo poco que le quedaba de copa sujetándole se las subía haciéndole un canalillo muy excitante, con un gesto cariñoso, le pellizcó los pezones y éstos salieron exultantes…
- Mira Manu, qué te parece el cambio de Elvira? Te has fijado como se le ponen los pezones enseguida? Los tiene muy sensibles.
- Pues eso que solo me los has tocado, si me los chupara Manu verías pezones duros Julia,
- No será para tanto, los míos seguro que te ganarían, sin tocármelos ya los tengo duros.
- Me gustaría verlo, fíjate, me apuesto la confección de un vestido a que tengo más pezones que tú.
- Acepto, si no, te traigo una clienta nueva con más vestidos.
Hecho, se dieron la mano como dos personas de honor, sin contar conmigo Elvira se quitó el sujetador y quedó con los pechos frente a mí, a su lado Julia, confiando que le haría ganar sin duda, por eso era su sobrino.
Elvira se subió en una banqueta de pruebas, sus tetas me llegaban justo a mi boca, me llamó y me puse pegado a ella, no tuve que buscarlas, Elvira me las fue poniendo en la boca, me las cambiaba mientras yo le chupaba ávidamente, los pezones se ponían rabiosamente duros, hasta la areola se contraía y se dilataba dentro de mi boca, cuando ya no podía respirar tuve que dejarlos salir, mi tía subió a la banqueta después de medirle a Elvira las tetas y los pezones con una cinta métrica, con las tetas de Julia frente a mi me lancé con el propósito de que ganara holgadamente, no tardaron en ponerse duros también, tenía que abrir más la boca, la areola era más ancha y además se hinchaba mucho más que la de Elvira, cuando me saqué una y me metí la otra el pezón, su cerco brillaba con mi saliva, me volví para ver qué opinaba Elvira, ésta se había sentado en un silloncito, se había subido la falda hasta le cintura y con las bragas en los tobillos se estaba metiendo en el coño el mango de un cepillo de la ropa, mi tía cuando la vio se bajó de la banqueta, le miró como entraba el cepillo hasta el fondo y se volvió hacia mí, me bajo la bragueta y me buscó dentro, no le fue difícil encontrar lo que buscaba, la polla estaba pegada al cinturón, casi se asomaba sola, la sacó y descubriendo el capullo frente a Elvira le dijo…
- Creo que esto te hará mejor papel que el cepillo.
Sin decir nada la modista arrojó lejos el cepillo y abrió las piernas, las bragas colgaban de una pierna, mi tía me adelantó hacia ella y no tarde en entrar en el coño de Elvira, ella suspiró al notar el trozo de carne caliente en sus entrañas, solamente susurró…
- Gracias Julia, has acertado, es lo que necesitaba y desde hace mucho, mucho, tiempo, ah! Y de la apuesta me doy por vencida, tienes los pezones más grandes que he visto.
- Estaba segura que te gustaría, Manu es un chico especial.
- Si, es cierto Manu, tú sigue follándome, no pares por… tu tía, quiero tu leche, pero antes quiero correrme yo.
Mi tía, se sentó en el sillón bajo que tenía al lado, pero antes se quitó el vestido de prueba, con solo las bragas no tardo en quitárselas también, se estiró con las piernas abiertas y metiendo una mano fue separando sus labios del coño y pulsando su clítoris hasta hacerlo ponerse tan duro que parecía un pequeño pene.
Elvira debía estar muy deseosa de polla pues no tardó en correrse, se quedó con los brazos abiertos colgando del sillón, oí a mi tía a mi espalda.
- Dónde está mi sobrino favorito?, quien se va a comer mi coño?
Le sonreí y me arrodillé frente a ella, me puso las piernas sobre mis hombros, las abrió y me acercó mi cabeza hasta sus labios, ya estaban abiertos y mojados, cuando ya iba a correrse, me dijo…
- Ahora Manu te toca a ti córrete dentro de mí que para eso soy tu tía.
Se levantó del sillón y se arrodilló en el asiento, me puso sus nalgas frente a mí, los jugos que le habían salido del coño se habían escurrido hasta el culo, no hizo falta dilatarlo, mi capullo lo hizo, con lo suave que estaba se coló suavemente, Julia lo contraía y lo relajaba mientras yo solo empujaba, poco a poco fue entrando, la punta desapareció dentro y al llegar al escalón del glande se cerró sobre él en la dilatación conseguida ya fue fácil para el tronco seguir entrando, Elvira se había levantado y de rodillas había llegado hasta nosotros, me había cogido los huevos y me los amasaba, con saliva iba lubricando mi polla para que entrara fácil, con la otra mano pulsaba el clítoris de Julia, esta se lo agradeció apretándole una teta,
Me dio un poco de pena no vaciarme dentro de Elvira, se había quedado esperando, pero el culo de mi tía sería tanto o más estrecho que el de la modista y cuando lo llené de leche casi no le salió nada.
Mis empujones y las caricias de Elvira provocaron un orgasmo en mi tía que cayó hacia adelante, quedó colgando del respaldo del sillón, las tetas balanceándose detrás del mueble y solo su cintura la sujetaba de mis empujones, sus gemidos y suspiros se oían en toda la casa, con los brazos balanceándose en el aire, parecía un molino de viento, su vagina manaba jugos sin parar, los recogía con las manos Elvira, ésta en su excitación había vuelto a masturbarse entre sus piernas, se corrió ella sola, cuando ya me iba a salir del culo de mi tía caído como estaba sobre ella, Elvira me regalo una lamida en los huevos, que me dejó mojado pero limpio como recién duchado.
Nos sentamos en el suelo, sobre los retales, al final quedamos para volver otro día a probarse por segunda vez.
Cuando salimos a la calle mi tía se colgó de mi brazo, a mí me gustaba que las mujeres tuvieran este gesto de confianza y complicidad conmigo, por la calle hacíamos una buena pareja, a mi tía la conocía todo el mundo y sabían que yo era su sobrino, ella me mostraba orgullosa y yo notaba que más de un hombre me envidiaba.
Pensé que iríamos directamente a casa pero mi tía me propuso…
- Sabes una cosa? Me gustaría que me invitases a un refresco.
- Encantado, será un honor para mí.
Entramos en una cafetería y mi tía eligió una mesa que estaba al fondo al lado de un ventanal, donde se veía pasar a todo el mundo, pedimos las bebidas y mi tía me cogió la mano en un gesto cariñoso…
- Manu estoy muy orgullosa de ti, hoy una vez más me has demostrado que eres todo un hombre, te he propuesto sentarnos un rato por dos motivos, el primero para descansar un rato, pues me has dejado el culo partido en dos, apenas podía andar cuando hemos salido de casa de Elvira, el segundo motivo es más delicado, creo que Ricardo te ha comentado algo ya, me ha dicho que a ti no te parecía mal del todo hacer un trío, comprendo que es una situación nueva para todos y que cambia un poco la forma de actuar, y eso es uno de los incentivos que tiene, investigar en las relaciones sexuales, a mí me hace ilusión y cuando me dijo que podrías ser tú la tercera persona ya me decidí del todo, eres un buen amante y sobre todo una buena persona, me encantaría estar con vosotros, tu aportas una frescura en el sexo que no tenemos nosotros, de hecho te tengo que confesar que eres el único que me la ha metido por el culo, la delicadeza que me tratas me ha conquistado, ni mi marido ni ahora Ricardo han conseguido mi culo, es algo que tendrás que enseñarle.
Yo estaba callado, emocionado por una parte, por la confianza que aquella mujer tan especial me demostraba y porque además era mi tía Julia, cada vez que la miraba veía una persona especialmente sensual y a la vez cariñosa.
- Pero hoy algo ha cambado, al verte follando a Elvira se me ha ocurrido que sería un poco egoísta por mi parte teneos a los dos para mí sola, saldríais a menos acción, y he pensado si podríamos incluir también a Elvira, la he estado observando y tiene un tipo estupendo, unas setas impresionantes y además lo más importante que folla bien porque le gusta follar, tú le gustas como se lo haces, también he observado que a ti tampoco te es indiferente y se la metes gustosamente, por lo que te pido parecer para comentárselo a Ricardo.
- Julia, eres una mujer admirable, me halagas mucho y te agradezco las atenciones que me tienes, como tía y sobre todo como mujer, nunca habría imaginado poder conquistar a una chica tan guapa como tú, por otro lado me has quitado sin querer una espinita que me escocía un poco, no sé si con tres tendríamos algo de competencia entre dos hombres con una mujer, pero con esa idea nueva veo que es una buena solución y no impediría cumplir tus deseos y nos tendrías a los dos en cualquier momento también dedicados a ti, además Elvira está buenísima también y es muy caliente, seguro que pasaremos un buen rato los cuatro.
Cuando salimos del bar ya estaba anocheciendo, mi tía salía exultante, desde detrás me fijé el buen tipo que tenía y lo bien que andaba ahora que había descansado su culo.
Cuando estábamos sirviendo la cena me fijé que Lourdes se quejaba del golpe que había recibido, en algunos movimientos se tocaba el lado herido, Julia se me acercó y me dijo…
- Manu he visto la cura que le has hecho a Lourdes, estuviste muy acertado, pero parece que se queja, le has preguntado cómo le va?
- La verdad es que no, solo era un rasguño, creí que ya se le habría curado.
Me acerque a la chica en la primera ocasión que tuve de descanso.
- Como te va Lourdes?, he notado que te duele aún la herida, ya se te ha curado?
- No me va mal del todo, pero no me la he destapado, vivo yo sola y no tengo tiempo de ir al centro de salud.
- Pues habérmelo dicho mujer, sabes que no me cuesta nada curártelo, si quieres vamos al cuarto y te lo miro.
- No, ahora tenemos trabajo, pero si quieres mañana tengo libre y estaré toda la mañana en casa.
- Bueno yo llevaré lo necesario.
A la mañana siguiente puse en una bolsa todo lo que encontré en el botiquín y fui a la dirección que me había dicho la camarera, vivía en un piso compartido pero ahora estaba sola pues su compañera estaba de vacaciones, me enseñó el comedor y la cocina comunes, estaba todo muy bien cuidado, al llegar a su habitación me gustó el orden en que tenía todo, era una habitación espaciosa y muy bien iluminada, daba a la calle con un balcón amplio. Lourdes llevaba un chándal y me hizo sentar en una silla, me ofreció café que se había hecho y lo tomamos juntos, estaba rico y fuerte, le pregunté por su familia y me dijo que era de un pueblo cercano, pero que no había encontrado trabajo allí, se había venido al restaurante y que aunque se trabajaban muchas horas, estaba muy a gusto.
Me contó que el motivo de que le cayeran las cajas de bebidas fue que por querer adelantar el trabajo cogió una pila entera de cajas, demasiadas para ella, se volcó la caretilla y cayeron sobre ella.
Cuando me decía esto se tocó en el lado y se resintió, me dijo que tenía dolor en las costillas.
Se levantó un poco la chaquetilla del chándal y vi que tenía un poco morada la piel, el parche que yo le puse todavía no se lo había cambiado ninguna vez, saqué todas la cosas que había traído al efecto y las extendí en la mesita, le dije que se levantara un poco más la chaqueta, ella lo hizo y le fui despegando el apósito, le dolía cuando tiraba de él, con alcohol le fui desprendiendo con cuidado el pegamento, a cada momento se le caía la chaqueta sobre mis manos y no me dejaba ver, opto por subírsela por detrás hasta la cabeza, con la espalda descubierta ya podía llegar bien, seguí quitando pegamento, ella con las manos en la cabeza sostenía la prenda, que solo le cubría por delante.
Cuando vi la herida me tranquilice, tenía buen aspecto, estaba roja aún pero se veía que curaba deprisa, le limpié bien la herida, le noté un escalofrío cuando le pasaba la gasa mojada, a los lados de la espalda bajo los brazos se le notaba el nacimiento de los dos pechos, era bonito ves como aumentaba la curva y de una leve protuberancia se hacía un bulto considerable y armonioso, por debajo de la chaquetilla empezó a aparecer un trozo del pecho derecho, era un poco de piel blanca y sueva, ella lo notó y soltó la chaqueta y se lo cubrió, pero provocó que se le cayera de la otra mano y le quedara la teta izquierda totalmente al descubierto, harta de tanta postura incómoda se acabo de sacar la chaqueta por encima de la cabeza y se quedó con las dos tetas frente a mí, yo me contuve y no le di la menor importancia y seguí con la cura, le vi el hematoma que tenía y se lo enseñé, ella giró la cintura para mirarlo y tensó las tetas con la postura, aún se irguieron más frente a mí, los pezones se deformaron y se hicieron ovalados, parecían dos ojos orientales, le tapé la herida otra vez y empecé a guardar todo lo de la cura, Lourdes se me quedó mirando con la cabeza agachada y me dijo…
- No me pones crema hidratante?
- Claro, precisamente la dejaba para el final, hoy he traído un bote entero.
Empecé el frasco para Lourdes, la crema era suave y fresca, me puse detrás de la chica y empecé a frotarle el cuello, los pelos de la nuca se le erizaron, le fui recorriendo los hombros hasta bajar por su espalda, se le notaba la piel erizada por donde pasaba, cuando la repartí por las axilas, la chica levantó los dos brazos a la cabeza, mis manos pasaron por debajo de ellos, con cuidado de no manchar la cura pasé directamente al comienzo de sus senos, me deslicé bajo de ellos hasta juntar mis manos sobre su estómago, luego cada una subió hasta llegar al comienzo de sus tetas, ella suspiró al notarme, volví a untarme las manos con más crema y volví al mismo sitio, al principio la carne cedió ante la presión de mis manos y las tetas fueron aumentando de volumen por encima, pero cuando ya llegaba a los pezones se dejaron caer sobre las palmas, estaban duras, calientes y suaves, al estar tan resbaladizas, siguieron su camino y dejaron bajo mis manos a los pezones anchos, quise suavizarlos masajeándolos con los dedos llenos de crema, pero cuanto más los rozaba más ásperos se ponían, ya estaban como garbanzos cuando Lourdes se echo hacia atrás y se apoyó contra mi pecho, mis manos pasaron por delante de ella, mientras sus brazos los pasaba a su espalda, con las dos manos a la vez cogía sus tetas y las amasaba cuidadosamente estirando sus pezones y apretándolos como si fueran a sacarles leche, ella metía su cabeza bajo mi cuello mimosa, volvió la cara y se quedó a unos milímetros de mi boca, la besé, primero fue un beso suave, apenas un roce en sus labios, pero luego encontré sus labios entre abiertos y su lengua apareciendo entre ellos, al primer roce de mi lengua con la suya sus labios se abrieron como una flor y nuestras bocas se llenaron del aliento del otro, los dos sabíamos a café, aún me supo más delicioso y excitante, le junté las tetas en una, pegué un pezón con el otro, sus manos pronto encontraron mi polla entre mis piernas y la sacaron, con las dos manos me la acariciaban por detrás de ella mientras que sus tetas eran mías, cuando se levantó según lo hacía, yo le iba bajando el pantalón del chándal, descubrí sus caderas, los hoyuelos de sus nalgas y el nacimiento de su culo, mis manos abandonaron por un momento sus tetas y bajaron por el estómago a su vientre plano y se enredaron con el triángulo de vello rizado que cubría su pubis, entre las dos manos separé la mata de pelo hasta encontrar el nacimiento de sus labios, los separé y mientras una mano seguía hacia abajo buscando el clítoris la otra volvía a apretar su teta izquierda, el pantalón de Lourdes cayó al suelo, ella sacó una pierna y la otra lo lanzó a un rincón, cuando se inclinó sobre sus rodillas yo aproveche para sacarme el pantalón y bajármelo a los tobillos, sujeté a la chica de las caderas, le fui guiando hacia mí, cuando ya estaba casi tocándome, Lourdes pasando la mano entre sus piernas me cogió la polla, con la otra mano se mojó los dedos de saliva y me lubricó el glande, luego encaró el capullo a su vagina y se fue dejando caer, cuando se quedó sentada sobre mis muslos pasó los brazos por detrás y me cogió la cara, mientras me besaba su cadera empezó a moverse de detrás hacia adelante, su cintura hacía todo el movimiento, yo intentaba estirarme y levantar mis caderas para que pudiera recibir más cantidad de polla, pero ella me susurró…
- No hace falta que me des más, ya me cojo lo que necesito, relájate y bésame.
- Eres maravillosa, Lourdes me estas poniendo a cien, quisiera estar siempre dentro de ti, no sé lo que podré aguantar.
- Yo también te siento dentro y me encanta, pero por favor, si no tienes protección no te corras dentro de mí, estoy en mis días fértiles.
Aguanté lo indecible, cuando me palpitaba el capullo peligrosamente la chica se levantó y se dio la vuelta y se sentó otra vez, pero ahora frente a mí, le busqué entre el vello del coño el clítoris que me rozaba en las venas de la polla, le acaricié con los dedos, la chica me rodeó el cuello con sus brazos, me atrajo hacia ella y cuando se corrió me arañó en la espalda, saltaba sobre mis muslos clavándose al caer la polla hasta los huevos, yo estirado con el miembro con la máxima erección, cruzaba los dedos para no correrme dentro, cuando ya no pude más, me abrace a ella, la subí los suficiente para que mi polla saliera justo a tiempo, los chorros de leche quedaron entre sus rizos morenos, mi polla atrapada entre los dos pero fuera de peligro, mis palpitaciones las acusábamos los dos en nuestras pelvis.
- Gracias Manu ha sido maravilloso, espero que podamos repetirlo.
Cuando volví a casa mi tía me vio con las cosas de la cura y me preguntó por la camarera, le dije…
- Vengo de curarla, está bastante mejor, pero volveré otro día para seguir la evolución.
Mi tía me miró y se fijó que tenía los pantalones todo arrugados, miró a su alrededor y al vernos solos me pasó la mano por mi polla, la apretó un poco y me dijo…
- Estoy segura que estará bastante mejor que antes de la cura, agradecerá que vuelvas.
Continuará

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