Mi timidez y mis tias 2

Cuando llegué a casa mi madre estaba planchando en la salita, me preguntó por las reformas que estaba haciendo su hermana, sin dar mucha importancia le dije que pretendía cambiar un poco el ambiente reubicando los muebles y alguna cosa más, me senté cerca de mi madre viendo el televisor sin mucho interés, la veía planchar con esmero mi ropa y la suya, las sabanas y demás ropa, sobre la mesa un montón de prendas esperaban para ordenar.
-       Manu me podrías ayudar? Puedes ir plegando la ropa para guardarla
-       Claro mamá.
Me puse a plegar mi ropa, calcetines, calzoncillos, camisas, etc, no era la primera vez que le ayudaba y no se me daba mal.
Cuando hube acabado mi madre me acercó la suya, las camisas, las faldas, suéter era fácil, cuando llegué a la ropa interior mi madre me miraba de reojo, las bragas normales las plegué sin problemas, pero cuando llegué a unas de licra muy escuetas las extendí como imaginándolas puestas, mi madre sonreía disimuladamente, con los sujetadores pasó igual los que ya conocía no tuvieron efecto pero con el blanco de blonda me entretuve más de la cuenta, lo rellené con mis manos incluso comprobé la transparencia, mi madre sin mirarme me dijo suavemente…
-       Qué te parece el regalo de tu tía? No me lo esperaba, a mi me encanta y a ti?
-       Si quieres la verdad te diré que el sujetador es precioso, pero… tú lo haces mucho más sexi.
Mi madre dejó la plancha de golpe, no esperaba tanta sinceridad, después se repuso e intento quitarle importancia…
-       Que galante eres no hace falta que me adules, sé que no tengo buen tipo, no tengo ni tetas ni culo ni piernas ni nada…
-       Mamá no digas eso, eres mi madre y no debería decir esto, pero me parece que tienes todo lo que un hombre puede desear, tus tetas no son grandes, pero son o deben ser muy sensibles, tus piernas están muy bien y de culo no está mal pequeño pero redondito.
-       Ja ja ja, no exageres, vaya par de tetas más ridículas, no sé como dices eso, sensibles, nada de eso.
-        Yo no exagero, tus tetas no son ridículas, las tienes duras y los pezones salen como disparados negros y ásperos, vaya, ya lo he dicho! Oh! perdón mamá, no sé cómo se me ha escapado.
-       Que imaginación tienes, de sensibles nada y los pezones ya no sirven para nada.
-       Pues yo los he tenido en mis manos y estaban duros y los pezones parecen de piedra, para comérselos.
-       No te creo, de todas formas gracias, me gusta que me veas sexi.
-       El otro día estaban muy sexi, te hubiese comido toda, es una pena que no te cuides y e arregles más.
-       Mmm sabes decir cosas muy bonitas, y empiezo a creer que tienes algo de razón, se me están poniendo los pezones duros.
-       Por favor mamá, no me digas esto, ya no soy un bebe.
-       Ya lo sé Manu, no me había dado cuenta hasta el otro día que me regalaste el perfume, primero por el detalle, después por la forma de abrazarme por detrás, luego por cómo me abarcabas las tetas con tus manos y como me besaste el cuello y por último como me incrustaste la polla entre mi culo, por cierto la tienes muy grande y muy dura.
-       Perdona mamá, no pude controlarme, te sentí tan cercana y el olor de tu piel y el calor de tu cuerpo me hicieron desatarme.
-       No pasa nada, te comprendo, tienes una edad ideal para descubrir cosas y si quieres saber un secreto a mí me gustó mucho, me hizo sentirme viva otra vez al notar tu polla pegada a mí.
-       Gracias mamá me he sentido muy mal estos días, no me atrevía a mirarte otra vez a la cara.
-       Pues puedes estar tranquilo, ya he notado que mientras mirabas mi sujetador la polla se te ponía dura y aún no se te ha bajado, si quieres hacemos un trato, de ahora en adelante no nos tendremos reparos y además de madre e hijo seremos amigos, que te parece?
-       Mamá solo te puedo decir que además de la mejor madre eres una mujer especial, te quiero.
-       Pues vamos a sellar el pacto.
Mi madre desenchufó la plancha y se acercó a mí, sentado como estaba se puso de pie frente a mi entre mis piernas, se desabrocho la camisa que llevaba y se soltó el cierre del sujetador por la espalda, bajándose los tirantes sostuvo con las manos las copas que cubrían sus tetas, con un movimiento rápido se lo quitó dejándolas frente a mis ojos, con las manos me atrajo la cabeza hacia ella y me dijo suavemente…
-       Cómeme las tetas, haz con mis pezones los que desees.
Me abalance con la boca abierta sobre ellas, me llevé la gran sorpresa de que al estar de pié las tetas abultaban mucho más y formaban el ansiado canalillo, aspiré con toda mi boca y la llené de teta suave y dura, el pezón rozaba mi paladar, miraba hacia arriba y veía la cara de mi madre, cerraba los ojos y se mordía los labios entre suspiros, cuando ya no podía respirar y había llenado de saliva el pecho de mi madre estaba lleno de moratones, ella se arrodilló y me soltó el cinturón, me empujó contra el respaldo de la silla y me bajo los pantalones hasta el suelo, me los quitó y los plegó en otra silla, mi polla después de la visita a Ana no estaba de la mejor forma pero ella se la metió en la boca igual, estaba blanda pero a fuerza de lametones y chupadas fue cogiendo dureza hasta que estuvo a su gusto, como una barra de hierro…
-       Este es mi niño, dijo.
Lamio el glande y fue metiéndose la polla hasta que le dieron arcadas, miré y no se veía más que mis huevos fuera, estuvo chupando con una paciencia bíblica, con el glande entre los labios y agitando con las manos el tronco hizo que por fin me corriera, no paró hasta que se aseguró de que estaban mis huevos vacios, luego me enseño la boca llena de leche y se la tragó, se levantó y me dio un beso en la boca.
Desde entonces la rutina de mi casa cambió bastante, yo fui abandonando la costumbre de estar en mi habitación casi todo el tiempo, ya no jugaba tanto con la consola, seguía estudiando con la misma dedicación que antes, pero ahora gozaba de largas sobremesas con mi madre, descubrí que era una gran conversadora, me gustaba estar con ella, me contaba cosas interesantes y yo procuraba aprender de ella, curiosamente no volvimos a hablar de nuestro pacto y la forma en que lo sellamos, pero el concepto de parentesco se fue diluyendo un poco y gano el de amistad, muchas noches nos sentábamos en el sofá de la salita donde estaba la televisión, si el programa era interesante lo seguíamos y lo comentábamos, ya no estábamos aislados cada uno en un sillón, ahora compartíamos el sofá, muchas veces cogidos por el cuello y recostados uno contra el otro, siempre encontrábamos un tema para pasarnos horas conversando y riendo.
Nunca lo pensé, pero no nos extrañó que la cercanía de nuestros cuerpos tuviera nada de reprochable, muchas veces mi madre se tumbaba a mi lado y apoyaba su cabeza en mi muslo, me hablaba mirándome desde bajo, nos reíamos con nuestras ocurrencias y sin pensarlo ni dando importancia me cogía mi mano y se la llevaba al estomago, yo la mantenía notando la cercanía y el calor de su piel, la movía sin prestar atención, a veces tan cerca de las tetas de mi madre que notaba la suavidad de su piel y el leve promontorio que había bajo el sujetador.
En alguna ocasión y por motivo de que le molestaban los aros de la prenda se lo quitaba, entonces más de una vez pasaba la mano sobre una de ellas incluso era mi madre quien me la dejaba sobre un pezón, yo descuidadamente lo cogía con dos dedos y los masajeaba suavemente sin pudor.
Si por algún motivo se ponían duros y ásperos mi polla instintivamente se ponía tiesa y no era raro que al estar pegada a su cabeza le rozara incluso le golpeara con sus palpitaciones, ella simplemente pasaba la mano sobre su cabeza, me la cogía y me decía…
-       Algún día me vas a hacer un chichón.
Luego cuando era ya tarde me daba un besito en el tronco y me despedía…
-       Ya es muy tarde, mañana hay que madrugar.
Este nuevo ambiente me hacía sentirme como el hombre de la casa, ya había dejado de ser el niño de golpe y me gustaba.
Una mañana de domingo estaba durmiendo, ya era tarde, entre sueños vi pasar a mi madre frente a mi puerta, simplemente fue una sombra que me llamaba…
-       Vamos Manu levántate, ya es tarde.
No hice caso y seguí medio dormido, pero al momento mi madre me llamaba a gritos, pedía ayuda urgente.
Salté de la cama, no tenía idea que pasaba ni de donde me llamaba, no veía claro, al siguiente grito ya me orienté, venía de la cocina, corrí tropezando con las sillas, cuando llegué solo vi a mi madre asomada a la ventana, con el cuerpo medio fuera, me urgía que le ayudara.
La ventana era muy estrecha, me acerqué a mi madre y me asomé, me di cuenta del problema, mi madre se había duchado y quiso tender la toalla que la envolvía en el tendedor, pero se había soltado de un lado y las pinzas se habían caído, si ella soltaba la toalla mojada se caería a la calle, me separé de ella y evalué la situación, no parecía tan grave como me había parecido y me hizo gracia la imagen que veía, mi madre con medio cuerpo fuera, los brazos sosteniendo la toalla colgante, las piernas abiertas, sin ninguna ropa y gritando, no lo pensé y me acerqué a ella, al pasar por la mesa donde esperaba el desayuno metí los dedos en la terrina de mantequilla, me puse detrás de mi madre pasé los dedos entre sus piernas, los labios del coño estaban abiertos y la mantequilla los lubricó, los abrí con dos dedos y apoye mi glande en la entrada de la vagina, mi madre ya no se ocupaba de la toalla, se preocupaba por lo que yo intentaba hacer, me acordé de mi tía, despacio, muy despacio…
Cuando tenía medio glande dentro, la cogí por las caderas y empujé, mi madre pataleaba, me ordenaba que parara, pero cuando termine de meterla toda noté que se relajaba, ya no me gritaba, solo cuando empecé a sacarla me susurró…
-       No por favor, no lo hagas, no la saques aún.
Volví a meterla, pude oír el suspiro que se le escapó y se la metí otra vez hasta el fondo, la polla discurría suave dentro de la vagina, sus jugos pronto ayudaron todavía más, con un último esfuerzo logró meter la toalla dentro de casa pero con las tetas colgando se quedó apoyada en la ventana.
Las tetas parecían el doble de su tamaño y se las cogí por debajo, lo que me hizo metérsela aún más, separó las nalgas para poder acogerme y se volvió a mi sonriente.
Me señaló la silla de la cocina y sin sacársela me senté, ella con los pies en el suelo se levanto y cuando casi la tenía fuera se volvió a sentar de golpe, se la clavó hasta el fondo, suspiró y volvió a repetirlo varias veces, mi polla estaba dura apuntando hacia arriba y la esperaba impaciente, mis manos acariciaban los pezones que parecían botones de aparato de radio, quise verla de frente y se dio la vuelta, mientras seguía saltando mi mano se deslizo a su coño, sus labios abiertos recibían mi tronco como un embolo, encontré el clítoris sin dificultad, estaba duro y húmedo y reaccionó con alegría cuando me reconoció, por mi polla bajaban los jugos vaginales hasta mis huevos.
Mi madre me clavaba las uñas en mi espalda cuando notaba mi polla en el útero, buscaba mi polla y la dirigía con maestría donde más placer sentía, sus ojos cerrados me lo decían todo, cuando su cuerpo se tensó una sacudida junto un quejido profundo y unos arañazos en mi espalda me indicaron que había tenido un orgasmo impresionante, quizá como hacía mucho que no lo sentía igual, me abrazó y se desplomó.
Mi polla la tenía empalada, la abracé y me levante apartando todo lo que había sobre la mesa de la cocina, la tumbe sobre ella, pasé sus piernas inertes sobre mis hombros y comprobé que tenía la polla aún dentro, me estuve quieto hasta que empezó a reaccionar, se la sacaba y metía suavemente y ella gemía, con los ojos cerrados se cogía los pezones y se los estiraba mucho más de lo que yo me atrevía, fui acelerando el ritmo y ella suspiraba con cada metida, empecé a meterla rápidamente, ella debió notar las palpitaciones de mi glande porque me susurró…
-       No por favor, Manu no te corras dentro de mí, estoy ovulando.
Apuré hasta el último momento pero la saqué y escupí varios chorros de leche espesa, el primero cayó entre las dos tetas, el tercero lleno el ombligo de semen, el pubis recibió el resto, solo me dijo…
-       Gracias Manu, eres un buen chico.
Nos sentamos a la mesa, el desayuno aunque desordenado estaba preparado, cuando unté el pan con mantequilla nos miramos y estallamos en una carcajada, jugamos un rato poniéndonos nata por el cuerpo, cuando terminamos las tetas de mi madre y mi polla parecían copos de nieve.
Esa tarde estuvimos en el sofá sin encender la televisión aunque mi madre hizo palomitas de maíz igualmente, un gran cuenco, nos pasábamos uno al otro los copos, de vez en cuando la engañaba dándole mi polla o ella me ofrecía un pezón, ya era muy tarde cuando nos fuimos a dormir, no teníamos hambre y nos metimos en nuestras habitaciones, me acosté feliz y me dormí pronto, soñé que mi madre estaba conmigo, me abrace a ella pero cuando note humedad en mi polla no coincidía con el abrazo que me daba, abrí los ojos y en la oscuridad distinguí la melena de mi madre que subía y bajaba a la altura de mi cintura, le cogí la cabeza y la mantuve quieta mientras mi cadera tomaba el movimiento y le metía y sacaba la polla en su boca, cuando empecé a dar largos suspiros mi madre se soltó y cogiéndome de la mano me dijo…
-       Ven conmigo, estaremos mejor.
Le seguí a su dormitorio, para mí era como un santuario de mi madre, hasta ahora siempre que entraba lo hacía con cierto respeto, ahora lo hacía con la polla dura en la mano la mujer que me iba a follar, me abrazó y me empujó de espaldas, mi polla vertical, fue absorbida por la boca tibia y húmeda de la mujer que me deseaba, pareció que adivinaba mis deseos y giró sobre mi y sin sacarla de entre sus labios pasó una pierna sobre mi cabeza y fue acercando su coño hasta mi boca, fue una sensación extraña, me iba a comer el coño por donde yo había nacido, la proximidad, el olor a mujer caliente, el brillo de sus labios me acabaron de convencer, mi lengua entro en la vagina y desde ahí fue separando los labios hasta llegar al clítoris, aunque ya lo había acariciado, la sensación de levantar con la lengua la piel que lo cubría y atraparlo con los labios hizo que mi polla se endureciera al límite, mi madre tuvo que abrir al máximo las mandíbulas para poder abarcar el grosor que adquirió, la consecuencia fue que se dejara caer sobre mi boca, una oleada de flujo vaginal inundo mi boca, desde el pubis hasta el perineo mi lengua no podía tragar todo lo que manaba, el cuerpo de mi madre serpenteaba sobre mí, yo le cogía los pezones que campaneaban sobre mí, cuando pude respirar le dije…
-       Por favor fóllame tu a mí, hazme lo que quieras.
No tuve que insistir, se subió sobre mis caderas con una mano me cogió el tronco de mi polla y la encaró entre sus labios, fue bajando poco a poco, vi como mi polla iba desapareciendo dentro del cuerpo de mi madre, ella miraba al techo mientras iba ingresando carne dura en sus entrañas, cuando llegó al final comprobé como sus labios estaban pegados a mi pubis, se había metido toda mi tranca.
Lentamente empezó a moverse, lo hacía verticalmente al principio, pero pronto lo hizo circularmente, se inclinó sobre mí para que le chupara los pezones, los mordí con desespero, le cogí de las nalgas y le marcaba el ritmo, por el espejo que tenía enfrente veía como mi polla se incrustaba en su coño, la vi fatigada y abrazándome a ella nos dimos la vuelta, sin decírselo abrió las piernas y las levantó hasta casi su cabeza, yo sobre ella entraba y salía haciendo un ruido de chapoteo, se estiraba los pezones y los retorcía, se dio la vuelta y me ofreció el trasero poniéndose a cuatro, el agujero de su vagina no se había cerrado aún cuando lo volví a llenar, los ruidos vaginales eran rítmicos, desde el glande hasta los huevos entraba de un golpe, provocando que las tetas colgantes se balancearan, su cabeza cayó sobre la ropa, sus manos crispadas se agarraron a las sabanas, un gemido largo y victorioso precedieron a unos temblores en todo su cuerpo, tuve que sostenerla por las caderas, baje el ritmo para que saboreara mejor el orgasmo, cuando volví a acelerar, la erección había bajado un poco, se dio la vuelta y se tumbo bajo de mis piernas, me rodeo las nalgas y me atrajo hacia su boca, la polla entro limpiamente, me moví como si se acabara el mundo y no paré hasta que la leche rebosaba por la comisura de sus labios, el cuello y hasta los pechos estaban perlados de semen, ella lo recogió con un dedo y los fue lamiendo hasta tragarlo todo.
Por la mañana me despertó con un beso en la boca, al abrir los ojos vi otra mujer distinta a la de días antes, su sonrisa era sensual y su mirada parecía soñar, solo me dijo…
-       Si quieres, luego traeré tu ropa a mi armario.
-       No, gracias Clara sabes que me encantaría pero creo que será mejor para los dos que mantengamos nuestros espacios privados, sabes lo que te quiero y estaré siempre contigo para todo lo que quieras.
-       Eres muy sensato Manu, también sabes que soy toda tuya, soy muy feliz de tenerte a mi lado.
Nos abrazamos nuestros cuerpos desnudos y con olor a sexo estuvieron unidos un buen rato.
La vida en casa prácticamente siguió igual ahora habíamos llegado a un grado máximo de intimidad que facilitó la convivencia todavía más.
Cuando salí de la habitación de Clara, me sorprendí de varias cosas, una que era la primera vez en mi vida que a mi madre la llamaba por su nombre, me gustó y me propuse seguir llamándola igual, aunque fuera en casa, también caí en la cuenta de que con mi tía Ana tenía una relación de sexo-amistad-familiar que me habría gustado contar a Clara, no lo desestimaba pero al ser su hermana y casada podría no parecerle bien, también dudaba si contar a Ana los cambios que había tenido en casa, aunque tenía la mente muy abierta no sabía hasta donde podría aceptar, por todo esto decidí seguir callado y en un futuro volvería a planteármelo.
Pasaron dos días hasta que sonó el teléfono en mi casa, lo cogió Clara, desde el salón me dijo…
-       Manu ponte, es tu tía Ana.
Después de saludarme me pidió si podría acercarme un momento, quería que le ayudara a mover un sofá y un mueble, mi tío llegaba mañana y quería tenerlo listo.
Le dije que estaba estudiando y tenía clase dentro de dos horas y era importante, pero insistió y no pude negarme.
Cogí los libros y salí corriendo hacía casa de mis tíos, nada más llamar Ana me abrió la puerta, se notaba que estaba apurada, el pelo desordenado sudorosa y sin pintar.
Me hizo pasar al salón rápidamente, entre los dos empujamos el sofá hasta la pared de enfrente, pesaba como un muerto, yo sudaba a chorros y me quité la camiseta, Ana que llevaba una camisa de su marido atada a la cintura y un pantalón corto se desató la camisa también, no me di cuenta hasta que se abría con sus movimientos, por supuesto no llevaba sujetador en casa, la verdad no le hacía ninguna falta, pero los pezones eran sus pezones, procuré no distraerme, me pidió mover también el mueble de la vajilla, también pesaba, estaba lleno, las gotas de sudor me caían por la cara, a ella también, la camisa le molestaba y se la quitó de un manotazo, no le dije nada y ella tampoco a mí, seguimos trabajando.
Cuando ya habíamos dejado todo a su gusto me puse la camiseta para irme, pero se le ocurrió que faltaban colgar tres cuadros, trajo una escalera y me rogó con ojos lastimeros que los cambiara también, me juró que era lo último que me pedía, miré el reloj, iba apurado de tiempo, pero me decidí, me preguntó si sabía manejar el taladro y lo hizo con doble intención, me reí y se me pasó el mal humor, subí a la escalera, era fácil, dos cuadros cambiaron de sitio rápidamente, pero el tercero no terminaba de gustarle su ubicación, yo miraba mi reloj impaciente, al pasar por mi lado subido en la escalera me rozó con la mano mi bragueta me preguntó…
-       Como tienes el taladro hoy?
Con la máquina en la mano y la otra sujetándome a la escalera no pude evitar que me bajara los pantalones hasta los tobillos, en el escalón que estaba mi polla coincidía a la altura de su cara, no esperó a ponérmela dura, se la metió toda en la boca y según iba creciendo con las caricias de su lengua y los apretones en mi huevos la iba dejando salir, no lo hizo del todo, cuando estaba dura empezó a mover la cabeza y la hacía desaparecer casi totalmente, yo no podía moverme con el pantalón liado a los pies y encima de la escalera, Ana siguió mamándomela, yo casi había olvidado la clase, mi tía por suerte no, siguió chupándome la polla hasta que desoyendo mi aviso sacó el glande de sus labios y esperó que los chorros le dieran en su cara, le llenaron los ojos, el pelo, los labios, incluso un pezón desapareció bajo un goterón de leche, con la lengua me limpio la polla y los huevos, sin limpiarse me subió los pantalón y dándome los libros y me arrastro a la puerta de la calle, la última imagen que vi de ella asomada a la puerta llena de leche, me dijo…
-       Gracias por todo, voy a ducharme otra vez, ahora con agua.
Llegué justo cuando todos mis compañeros se sentaban, algunos rodeaban a las chicas, yo me senté cerca de la profesora, era de los más aventajados, me alegré de no haberme perdido la clase, aunque me costó elegir. Al final de la clase ya me iba hacia la calle cuando me encontré a un amigo, me propuso ir a ver una película en 3D con muchos efectos de acción, no me pareció mal y lo acordamos para el sábado, cuando ya nos despedíamos se acercó una chica, era amiga de Carlos, él le informó de la quedada para el cine, ella se auto invitó, yo encogí los hombros y accedí.
El viernes me llamó mi tía, mi tío Jorge había llegado la noche anterior y quería verme, yo ya sabía para que era, me traería algún regalo como siempre, yo podía presumir de tener los mejores juegos de consola gracias a mi tío.
Llegué a media mañana, mi tía bastante arreglada me abrió y me beso con un piquito, me extrañé, pero me dijo que Jorge se acababa de meter en la ducha y me contó en confidencia que estaba muy contento, le había encantado no tener que usar condón más y follaron tres veces por la noche corriéndose dentro, incluso hacía un momento habían vuelto hacer “un rapidito” y se estaba duchando.
Le pregunté inocentemente que era eso de “un rapidito” me dijo al oído que era como lo hacia él, se la metía y en un momento se corría y ya estaba.
Se me encendió la bombilla de momento, o sea que no esperaba a que mi tía se corriera…
No lo pensé, cogí a mi tía por la cintura, le di la vuelta, la apoye contra el respaldo del sofá, levanté la falda ancha que lucía y ladeándole el tanga que llevaba le metí la polla, no hizo falta lubricarla, aún estaba mojada del polvo anterior, apenas protestó, solo estaba atenta al ruido en el cuarto de baño, mi polla actuaba con fuerza dentro de ella, quizá fue eso o el morbo que flotaba en el salón lo que hizo que cayera sobre el sofá gozando un orgasmo loco, las piernas abiertas facilitaron que siguiera follándola hasta correrme dentro también, al momento el agua de la ducha ceso, mi tía medio mareada se metió en la cocina y me dio un papel para limpiarme, lo hice y lo guarde en el bolsillo justo cuando mi tío salía del baño.
Me dedicó una sonrisa de oreja a oreja y me abrazo, estaba eufórico, me preguntó cómo me iban los estudios, por mi madre y me contó que estaba muy contento por varias cosas, una por los cambios en el mobiliario y otras más que no podía contarme, me agradeció la ayuda a Ana en los cambios.
De detrás del sofá donde hacía un momento me había follado a su mujer sacó un paquete, era más grande de los normal, me hizo sentarme en el sofá y con gran ceremonia me lo dio, lo abrí expectante y descubrí que esta vez había cambiado, era una tableta, además de marca y muy completa, estaba entusiasmado, nunca lo hubiese imaginado, era mi ilusión imposible, lo abracé sinceramente, detrás de él salió mi tía de la cocina, a su espalda se levanto el vestido y me enseño como por sus muslos corría aún mi leche hacía sus rodillas, yo volví a abrazar a mi tío.

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Donde puedo allar la primera parte?