Nos volvimos a ver

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Los días fueron pasando y no tocamos el tema. Era como si lo que pasó fue de una sola vez y hasta se podía decir que la culpa era un asomo en los dos.
A mí me costaba no imaginarla a ella cada vez que cojemos con mi chica. Esa intempestividad con la que lo hicimos, lo natural y salvaje que fue, de salirnos de lo correcto y hacer lo que es correcto para nuestros deseos. Verla apoyada sobre sus codos en el freezzer diciéndole al novio que ya salía, que me pida que se la vuelque en la boca, la forma en que me miraba mientras mi pija latía expulsando hasta la última gota de semen, son cosas que me pueden. Y quería más. Y en el fondo sabía que ella quería una vez más.

Dos semanas después, en una de las veces en que el novio se pasó por donde trabajamos, ella le comentaba que yo le podía dar una mano en la materia que necesitaba ayuda, en una que él no recordaba pero que ella le había comentado hace unos días. Ahora tengo la sensación de que buscó que sonara casual.

-(...)o le puedo pedir a Nico, porque la verdad que no consigo a nadie que dé una materia así. Vos no me podés dar una mano?
-En qué cosa? -Le pregunto porque recién me acercaba a ellos.
-Una materia que tengo y necesito alguien que me ayude a estudiar.
-Uy, pero estamos en carreras distintas -Nunca fui bueno para las indirectas en el momento-
-No importa, es como estudiar con un compañero. Tener alguien que no me deje distraer básicamente, ya que no hay profesores para lo que necesito.
-Ah, sí. No tengo problema para eso. -Entendía menos que el novio-

Quedó como una charla al voleo, pero a los pocos días me dijo de que lo hagamos. Que ya tenía la excusa para que fuera a su casa cuando el no estuviera. Así que así fue. Quedamos citados para esa misma tarde. Podíamos disponer de toda la tarde y con solo tener unos libros sobre la mesa, ya tenía la explicación para que yo estuviera ahí si nos encontraba.

Al llegar y abrirme la puerta, llevaba unos pantalones y camisa de jean, sin corpiño pude notar, y una bufanda roja. Cierro la puerta tras de mí y tomándola del brazo la acerco a mí besándola salvajemente, a lo que ella responde con su lengua caliente dentro de mi boca y sus brazos rodeando mi cuello. La tiro sobre un pequeño sillón de dos plazas en su salita y sobre ella comienzo a desabotonar su camisa dejando al descubierto sus pechos redonditos y blanquitos, con sus pezones apuntándome. Subo mis manos a su cabeza y tiro levemente de su pelo para dejar a la vista su cuello, el cual comienzo a besar desde la base hasta su oreja, la que muerdo suavemente con mi nariz respirando agitada. Su respiración se acelera, su piel se eriza y sus manos buscan el cinto apuradas por desprenderlo. Al abrir mi vaquero acaricia mi miembro erecto por sobre el boxer. Besándonos, lo toma desprendiéndose de mi boca para exhalar un gemido entrecortado. La doy vuelta colocándola en cuatro. Le saco la camisa casi a tirones y con su bufanda aún puesta, se la coloco sobre sus ojos.
-Sí, haceme lo que quieras, como quieras... -Me dice en un suspiro.
Sin su camisa, bajo su jean y su tanga turquesa a la vez hasta sus rodillas. Mirando así su cola parada, su espalda arqueada, me lanzo de boca a su rosado ano en la desesperación de besarlo. Hacía círculos con mi lengua cada vez más cerrados hasta que poniéndola en punta me hacía camino dentro de ella. Su respiración se aceleraba y gemía, yo me excitaba cada vez más. Con mis manos separaba sus nalgas y mi boca succionaba su conchita rosada como una ventosa, mientras mi lengua giraba en los bordes de su entrada. Recorría la distancia desde su culito hasta el clítoris haciendo zigzagues y me detenía en él para chuparlo, mordisquearlo, lamer. Me toma de la cabeza con una mano y hace que entierre mi nariz en su concha mientras continuaba trabajando en su clítoris.
-Ay sí, ay sí. Dale que ya termino, Dale.
Con la mano que tenía libre suelto una nalgada a lo que responde con una sacudida y un pequeño grito. Había acabado. Sentí como se relajaba sobre los almohadones. Me incorporo y comienzo a sacarme la ropa. Sin sacar la mirada de su nalga izquierda que quedó ligeramente rosada por mi mano en contraste con su piel blanca. Me acerco a su cabeza y ella la levanta. Abriendo la boca adelantándose a lo que ya venía, me dice que se la meta. Sus labios, brillando de saliva, se cierran en torno a mi glande. Inspira llevándose ese olor a pija caliente. Caliente por la excitación y lo apretado que estaba en mi boxer. Comienza a saborearlo. Su lengua juega en la cabeza colorada e hinchada. Comienza a meterla cada vez más, lentamente, hasta que su nariz toca con mi pubis. Al retirarse despacio, y dejarla casi afuera, empieza a cabecear aceleradamente, más fuerte. Aún con los ojos vendados, mi pija salía por completo de su boca pero la introducía como si mirara lo que hacía. Ajustaba su bufanda y tomaba firme su pelo para dejarla inmóvil y yo mismo cojer su boca. Me separo de ella y me voy a su cola. Otro chirlo hace que se estremezca y que arquee más su espalda. Su anito me llamaba. Me mojo la mano con mi saliva y la paso por su concha, cubriéndola por completo, para luego meter mi pija en un solo movimiento. En un mete y saca bien acompasado, dejo caer saliva sobre su ano y con mi dedo busco lubricar y dilatar ese rosado agujerito.
Luego de un momento, Ella tomámdose un pecho y mordiendo el almohadón, veo cómo se estremese y luego de dos segundos, esa relajación que acusa que por segunda vez llegaba al orgasmo. Mi movimiento se aceleraba, buscaba los roces adecuados para acabar, Pero ella me pide que le haga la cola. Me salgo para inclinarme y dar unas últimas caricias con mi lengua mojada sobre su culito. Ella con sus dos manos se abre las nalgas y yo la coloco en su puertita. Me meto despacio hasta que la tiene toda dentro de ella, ella respiraba lenta y profundamente aguantando mi miembro. Cuando empiezo a bombear su cara se regocija. Se saca la bufanda de sus ojos y me mira mientras se muerde el labio.
-Dale, haceme la cola. Más rápido, dale. -Me dice entre gemidos.
Yo acelero y mi pija se hincha. O su cola se estrecha.
-Ya me voy, te la dejo acá.
-Ay sí, llename de leche Nico. Llename.
Tomándola de las caderas, hago los bombeos finales que llevan que le descargue todo dentro de ella. Siento que siente toda la leche que salía con cada embestida final dentro de ella.
Quedamos los dos tirados en el sillón, sudados y cansados.

Luego de un pequeño descanso, ella se sube a mí. Nos besamos apasionadamente. Nuestras lenguas se buscaban en su boca y en la mía. Su conchita volvía a mojarse y el calor que sentía salir de ella sobre mi pija, hizo que se fuera parando. Cuando la cabeza, una vez más dura, buscaba entrar, ella con su mano la acompañó hasta estar dentro de ella. Me cabalgó suavemente por un momento hasta que ambos acabamos. Primero ella y después yo después de pedirme que se la deje en sus tetas.

1 comentario - Nos volvimos a ver

josegroso +1
excelente...muy caliente...
van p