en la despedida de mi hermana

 Las amigas de mi hermana vivían todas en la capital, y eran la mar de divertidas, sobre todo una, delgadita y provocativa, que apenas se separaba de mí y que iba a conseguir que me doliera la barriga de tanto reír.
Durante la cena ya nos dejaron entrever que habían preparado meticulosamente toda la velada, incluyendo la visita a un strip-tease de chicos. Yo, con una vaporosa minifalda y un reducido top estaba casi tan radiante como mi hermana, cuyo wonderbra se las veía y se las deseaba para contener toda la carne que amenazaba con escapar por el generoso escote de su ajustado vestido. Las demás vestían mas o menos por el estilo, dejando bien a las claras que esa noche nos disponíamos a ser las reinas indiscutibles de la ciudad.
Durante la copiosa cena en el restaurante italiano bebimos mucho más alcohol del que estoy acostumbrada a tomar, y las numerosas copas que consumimos en los diversos locales que recorrimos durante aquella noche no contribuyeron a mejorarlo precisamente.
Por eso cuando llegamos a la sala del strip-tease la que más y la que menos estabamos ya bastante borrachas.
Todas nos arremolinábamos como gallinas en celo al pie de la pasarela cada vez que uno de ellos iniciaba algún sensual desnudo, peleándonos como fieras cuando se acercaban a nosotras para introducir algún que otro billete dentro de sus abultados slips. Sobre todo en el de un negro inmenso, cuyo monstruoso aparato casi le llegaba a la mitad del muslo.
Recuerdo que fue en mitad de una de estas actuaciones, siendo las únicas luces del local las de los focos que alumbraban a los chicos, cuando note que una mano se apoyaba en mi muslo, por debajo del vestido. Con la poca luz que había pude ver que era la mano de la amiga de mi hermana, esa tan simpática que ya les he nombrado antes. Ella estaba de espaldas a mí, y yo me apoyaba en sus hombros, en parte para ver mejor la actuación, y en parte porque las demás chicas que se apelotonaban a nuestro alrededor no me dejaba otra opción. El alcohol, y la confianza, hicieron que no le diera mayor importancia a esa osada mano; hasta que esta, hábilmente, se introdujo dentro de mi tanga
Me quede quieta, ya que no solo la gente no me dejaba apartarme, sino que he de reconocer que la puñetera sabia manejar extraordinariamente sus largos dedos. Cada uno de ellos tocaba, o se introducía, en el lugar adecuado para volverme medio loca a base de placer. Termine por morder la mullida hombrera de su vestido para que mis gemidos de gozo, mientras alcanzaba el primer orgasmo de la noche, no se oyeran por toda la sala.
Ella, en vista de su inesperado éxito, acelero los movimientos de sus lujuriosos dedos; los cuales, aprovechando la humedad que ahora reinaba en mi, profundizaban hasta rincones completamente desconocidos para mí. El segundo orgasmo fue tan violento que logro que se me doblaran las rodillas. Por suerte este coincidió con el final de una de las actuaciones, por lo que me pude marchar al fin,  al baño 


Después de refrescar mi cara, mi cuerpo, y mi intimidad, y de tranquilizar mi conciencia echándole la culpa de todo al exceso de alcohol, decidí volver a la mesa. Pues allí estaban sentadas todas las amigas de mi hermana, tomando unas copas mientras aprovechaban el descanso de los atractivos machos que habia en el lugar
La picarona que me había hecho gozar me recibió con los ojos brillantes, pero no hizo ningún comentario sobre lo que acababa de suceder entre ambas. Luego, al percatarme de la prolongada ausencia de mi hermana pregunte por su paradero y ellas, entre sonrisas cómplices, se negaron a revelarme su paradero. Fue mi nueva amante la que se ofreció a llevarme donde estaba mi hermana, siempre que prometiese guardar silencio sobre lo que probablemente iba a contemplar. Yo, más curiosa que preocupada, acepte rápidamente el trato, y deje que me llevara de la mano, como si fuera una niña pequeña, por un largo pasillo que conducía a la zona de los vestuarios. El forzudo vigilante que allí había hablo con ella como si fueran grandes amigos, y acepto que pasáramos en cuanto se entero de que yo era la hermana de la chica que ya estaba dentro. Al final del pasaje solo había una vieja puerta, que la osada chica entreabrió con grandes precauciones, para dejar solo una rendija por la cual pudiéramos mirar las dos. Y vi lo que jamas pense que verían mis ojos.
No podía creer que fuera mi hermana mayor, a la que siempre había tenido por tímida y apocada, la que estuviera lamiendo, golosa, el enorme miembro que uno de los artistas había desnudado para ella. El chico estaba sentado, muy cómodamente, sobre una mesa llena de útiles de maquillaje y vestuario, dejando que mi viciosa hermanita saboreara su rígido y larguisimo instrumento a placer mientras terminaba de soltarle por fin los últimos botones del vestido, para dejar bien a la vista sus grandes tetas 
En cuanto libero sus soberbios pechos  empezó a amasarlos sin contemplaciones, deleitándose con la dureza de sus gruesos pezones.
Nuria seguía devorando, entusiasmada, toda la carne que conseguía introducirse en su ansiosa boca, emitiendo pequeños jadeos y quejidos cuando las habilidosas manos de su galán estrujaban los puntos más sensibles de sus amplias colinas. No supe por que los suspiros se transformaban poco a poco en gemidos de placer hasta que no me desplace un poco de mi posición, y vi lo que hacían el resto de los artistas dentro del camerino.
Al fondo permanecía, algo indiferente, el que yo consideraba amanerado, presenciando, como nosotras, el espectáculo, mientras jugueteaba con Nuria.
Pero lo mas curioso fue ver arrodillado detrás suyo al negro colosal. Este, que mantenía las piernas de mi hermana bien separadas con sus musculosos brazos, le había subido el vestido hasta la cintura y le había incrustado toda la cabeza en su húmeda entrepierna.
Estaba tan encandilada con el increíble espectáculo que contemplaba hay dentro que no le di ninguna importancia a que la amiga de mi hermana presionara con sus pequeños y puntiagudos pechos contra mi espalda, mientras se pegaba aun más a mí. Pero si me importo que una de sus largas manos se introdujera debajo de mi  top, deslizándose hábilmente sobre mi sujetador   así decidí que entregarme a sus turbios manejos era un precio asequible mientras pudiera seguir viendo lo que pasaba 
La lesbiana lujuriosa, consciente de mi forzada pasividad, introdujo su otra mano en el interior de mi tanga dado que mi hermana absorbía toda su atención. Y no era para menos, pues su primer orgasmo fue tan intenso que casi se atraganta con el grueso aparato de su amante, que no quería dejar de saborear, ni siquiera mientras jadeaba, ebria de placer.
El musculoso negro, considerando que mi ardiente hermana ya estaba lo suficientemente humedecida, libero su monstruoso aparato del interior del slip, ya se había endurecido. Luego se sitúo de pie detrás de mi hermana, acomodándose lo mejor posible para penetrarla de una vez.
Aunque después de lo que había visto no podía dejar de pensar que el negro la iba a destrozar . Mi hermana mayor volvió a sorprenderme cuando, nada mas notar la presencia del rígido aparato en la entrada de su vagina se abrió aun más de piernas, agitando sensualmente las caderas, demostrando asi lo dispuesta que estaba para la intromisión. El afortunado negro, que parecía estar tan asombrado como lo estaba yo, fue metiendo su descomunal miembro poco a poco en su esponjosa hoquedad, entrando y saliendo hasta que por fin sus pesados testículos golpearon los muslos de mi hermana.


El impresionante negro pronto empezó a menear la cintura de una forma cada vez más fogosa, firmemente aferrado a sus generosas caderas, obligando a mi hermana a seguir su violento ritmo. Los empujones eran ya tan fuertes y frenéticos que los pesados cántaros desnudos de Nuria se bamboleaban de una forma descontrolada, escapándose una y otra vez de entre los dedos de su primer amante. Este, incapaz ya de pellizcarle los pezones, se tenia que conformar con estrujar sus globos, amasándolos y tirando de ellos como si la estuviera ordeñando. Debió ser por eso que prefirió dejarlo, y usar las manos para sujetar la cabeza de mi hermana, obligándola así a que absorbiese el largo miembro a su modo.
Yo, por mi parte, a esas alturas ya había obtenido un placentero orgasmo a manos de la ardiente lesbiana, que parecía haberse enamorado de mis sensibles pezones. Había estado jugando con ellos, muy entretenida, mientras me hacia llegar al clímax; y, cuando este al fin se produjo, aprovecho mi momentánea debilidad para despojarme de toda la ropa interior, que se quedo como recuerdo de nuestro encuentro. Las húmedas tanga, que ya estaban enroscadas a la altura de mis tobillos desaparecieron en un instante,despues me saco el corpiño
Eso sí, mientras me lo quitaba descubrió las amplias aureolas rosadas que rodean mis pezones; pues prácticamente me despojo del top, dejándomelos al aire para maniobrar con mayor comodidad. No sé si fue su bello color, su suave tacto, o su agradable sabor, lo que más la entusiasmo, pero el caso es que estuvo un buen rato disfrutando de ellas.
Cuando por fin abandono mis senos desnudos fue para arrodillarse, ansiosa, a mis pies, a la búsqueda de mi cálida intimidad, y demostrarme así que sabía manejar la lengua y los labios aun mejor que las manos; llevándome, rápidamente, a las puertas de otro orgasmo.
Pero, a pesar de mi indecente situación, yo seguía pendiente de lo que hacia mi hermana.
 a juzgar por los fuertes jadeos de Nuria, supuse que esta ya había alcanzado tres o cuatro orgasmos a manos de sus fogosos amantes, que seguían penetrándola incansablemente, 
 Yo, en mitad de un fuerte orgasmo,veía como su tercer amante conseguía introducir toda su pija en su cola, mientras aullaba presa del mas violento orgasmo que había tenido hasta el momento, gritando como una poseída.

A partir de ese mágico instante su cara volvió a reflejar el gozo que la embargaba al tiempo que los muchachos se esforzaban, cada uno a su manera, en hacerle alcanzar un nuevo clímax, meneándose todos al ritmo de los lujuriosos movimientos de mi hermana.
Pero todo tiene un limite, y pronto su primer amante eyaculo, abundantemente, dentro de su acogedora boca, no permitiendo que Nuria levantara la cabeza de su entrepierna hasta que hubo succionado todo lo que manó de su enorme fuente. Este chico, cuando por fin tuvo su largo aparato limpio y reluciente se bajo de la mesa donde ella apoyaba sus brazos, sentándose en el suelo para succionar y morder ansiosamente los  senos de mi hermana, que no cesaban de bambolear alocadamente en cada empujón.
Mientras, sus otros dos acompañantes seguían penetrándola de una forma cada vez mas violenta, seguros, gracias a sus  jadeos, de que Nuria disfrutaba tanto como ellos.
Al cabo de un rato el negro también eyaculo en sus tetas dejandola bañada de leche 


Nosotras decidimos que este era el momento adecuado de emigrar, y nos marchamos, abrazadas como buenas amigas, a la mesa, donde nos esperaban, aburridas, y bastante borrachas, las demás chicas. Mi hermana regreso, bastante fatigada, al cabo de unos minutos, dispuesta a dar por finalizada la interesante y reveladora velada.
la verdda que ver a mi hermana ser cogida asi , no solo que no me importo sini que goze mucho con su amiga

en la despedida de mi hermana

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3 comentarios - en la despedida de mi hermana

ACUARA2 +1
Me quede muy caliente con tu relato
pipen82
En conclusión le cojieron la cola?