Mi suegra

Mi suegra es una señora de 59 años, pero a pesar de eso, tiene unas nalgas grandes y no se diga de sus pechos, son muy generosos y redondos. Es una mujer corpulenta sin ser demasiado alta, aún se ve muy guapa y desde que la conocí me dieron unas ganas tremendas de coger con ella. Veía sus tetas y fantaseaba con lamerlas y chupar sus pezones. Cada que tenía oportunidad hallaba el modo de tocárselas aunque fuera rápidamente y claro sin que se percatara de mis intenciones, así que en cada abrazo o saludo o despedida siempre mis manos buscaban el contacto con sus enormes pechos.

Ella se dio cuenta que me atraía y comenzó a insinuarme con actitudes que no le era indiferente. No lo hacía abiertamente porque había sido educada a la antigua, pero dentro de su ser deseaba tener un encuentro conmigo. Pasaron algunos meses en los que el juego se hacía más interesante. Ella echaba miradas a mi entrepierna y después me miraba a los ojos sonriendo. Esto no hacía más que aumentar mi deseo, me cogía a mi esposa pensando que era ella. Fue un día en que nos invitó a comer en su casa. Se puso un vestido algo ceñido y escotado, se maquilló y se veía muy guapa. Cuando llegué a su casa me acerqué para besar su mejilla, como era costumbre y en un movimiento sus labios quedaron junto a los míos. Me limpió el labial de una forma que aún hace que se me endurezca la verga. Ambos disimulamos y entramos a la casa. Ese día se comportó de una manera provocativa, mirándome y haciendo señas a sus enormes senos.

Poco a poco se fueron dando las condiciones para poder coger, Ella, era más atrevida cada vez, yo no perdía oportunidad para manosearla. Ella se excitaba mucho con cualquier roce porque hacía algunos años que había enviudado.

Fue un día que la encontré caminando por la calle, cerca de un supermercado. Se subió al coche y platicamos un poco, como para entrar en tema. Entonces fui directo y le pregunté:

—¿Quieres coger? Me miró como si no hubiese escuchado la pregunta, pero me contestó pasando su mano por mi entrepierna.
—Sí —dijo suspirando

Di vuelta para dirigirme a la parte de la ciudad en donde había varios moteles. Escogí uno que ya conocía y entramos. Ella iba muy nerviosa y me confesó que nunca había ido a un motel. Entramos al cuarto y no pude esperar para tocarle las tetas. Por fin podía hacerlo a plenitud. Toqué sus nalgas, la besé en el cuello y ella gemía de placer. Empecé a quitarle la ropa. Le dije que nos se cohibiera que me encantaba su cuerpo y que iba a demostrárselo. Me ayudó a quitarle la blusa y debajo traía un sostén de encaje muy provocador. Luego la senté en la cama para quitarle los zapatos y posteriormente el pantalón. Me sorprendió ver su pantaleta muy mojada, pero caí en la cuenta que era por la excitación. Estaba muy mojada su vagina. La estimulé aún más con los dedos, ella casi gritaba y digo casi porque cuando sintió mi lengua lamiendo su clítoris no se pudo contener y explotó. Después me dijo que nunca había tenido sexo oral. Su vagina tenía un sabor delicioso. Cuando llegó el momento de penetrarla estaba hecha una furia de lujuria. Me abrazaba, me mordía, me enterraba las uñas, me besaba metiendo frenéticamente su lengua en mi boca. Yo estaba superexcitado y mi verga estaba más dura que nunca. Empecé frotando mi verga en su vagina, despacio, dándosela a desear. Se la fui metiendo lentamente, primero una parte y después toda. Estaba apretada y eso me hizo excitarme más. Me colgué de sus tetas, lamí sus pezones, los mordí, los chupé todo lo que quise, mientras ella disfrutaba de todas mis caricias. El clímax llegó cuando la penetré por atrás; al parecer nunca lo había hecho así. Se detenía de la cabecera de la cama y yo la embestí con mucha fuerza. Sus nalgas chocaban en mis muslos y yo tenía sus tetas en mis manos. Fue una delicia venirme adentro de ella.

Estábamos descansando cuando ella empezó a tocarme la verga, tenía sus tetas sobre mi abdomen y el solo hecho de pensar que me la iba a mamar, bastó para que se me volviera a poner dura. Sentí como se la metió en su boca y empezó a mamar, rico, despacio, apretando mi verga con sus labios. Entonces le dije que se moviera de manera que quedamos haciendo el 69. No me importó mamar mi propio semen. Mezclado con sus fluidos me sabía a gloria. Después de un rato me vine en su boca. Yo ya había dado buena cuenta de su vagina de su ano, tanto lo chupé que se le había expandido. Me mostró como se tragaba mi semen. Nunca pensé que esa mujer fuera tan sensual. Tenía mi cara húmeda de sus fluidos, me besó en la boca y me dijo "hazme por el culo". No creí que yo tuviera fuerzas para hacerlo, pero cuando empezó a frotar sus ricas tetas en mi verga, la fuerza salió de no se donde y se me volvió a parar. Se sentó encima de mí y comenzó a meterse mi verga por el ano. Subía y bajaba, parecía que nunca se iba a detener. Era tanto el placer que sentía que me desmayaba.

Nunca había tenido un encuentro sexual tan placentero como el que tuve con mi suegra. Lo mejor es que lo repetimos cada vez que podemos y sigue siendo excitante.

3 comentarios - Mi suegra

sebisexx +1
Muy excitante la historia, también me provoca ese morbo de hacer lo mismo
DIEGOTE19X5 +1
Muy bien a las vete hay que darle para que tengan y para que guarden
DIEGOTE19X5
Buen relato máquina y subí fotos de la suegra