Follando con mi mejor amiga



Fue una tarde de verano, una de esas que ansías sexo por todos lados. Quedé con una amiga para tomarnos unas copas. Quedamos en el centro de la ciudad, y me dijo que quería un sitio tranquilo, donde poder charlar tranquilamente sin que nadie nos moleste, así que la llevé a un pub que conozco a las afueras de la ciudad. Serían las 8 de la tarde.


Al llegar, me ofrecí a invitarle a lo que se tomase, lo cual ella aceptó encantada. Comenzamos a hablar de su novio. Era un tipo que no la trataba bien, ni si quiera en el ámbito sexual. Pasó el tiempo, y después de algunas copas más, decidimos irnos de allí. Le pregunté si quería que la llevase a casa, pero me dijo que no, que si no me importaba que se viniese a mi casa, y allí nos tomábamos el último trago, lo cual, yo accedí encantado.


Llegamos a las 11 de la noche, y hacía mucho calor en el salón, por lo que le pregunte si le importaba que me quitase la camiseta. Nos servimos unos tapones de tequila, y brindamos por nosotros. Empezamos a hablar y el tema se desvió al sexual. Empezamos a contarnos anécdotas, algunas graciosas y otras excitantes. Las miradas se iban cruzando, y yo, con las ansias de sexo, y el alcohol que había tomado, no pude controlarme y cogí de los brazos y le dije: "Bésame". Ella, en principio, se quedó paralizada, no sabía que hacer, pero su mirada daba a entender que estaba deseando tener sexo conmigo, por lo que tomé la iniciativa y la besé en los labios con pasión. Ella accedió y respondió metiendo su larga lengua por mi boca, jugando con la mía. Fui bajando con mi boca hasta el cuello, besándolo y mordisqueándolo suavemente. Su respiración se aceleraba, y me agarraba fuerte, como si no quisiera que la soltase nunca.


Le quité su camisa, y desabroché el sujetador, dejando sus redondeados al descubierto. Comencé a besar y a succionar sus preciosos pezones, y ella comenzó a gemir y a clavarme las uñas. Su cuerpo se movía cadenciosamente. Al poco le dije al oído: "quiero que me la chupes", y ella aceptó sin inmutarse. Me desabrochó los pantalones bruscamente, y me los bajó hasta las rodillas junto con los calzoncillos, cogió mi verga y se la fue metiendo en la boca poco a poco, haciéndome sentir un enorme placer. Ella me miraba, y al ver la cara de placer que tenía, se excitaba más, moviendo su cabeza más rápidamente. Cuando creí que ya no aguantaba más, ella paró, como si lo adivinase y me dijo: "aún no, quiero que te corras dentro de mi", lo cual me excitó muchísimo, así que me decidí a bajarle los pantalones y dejarla completamente desnuda, la subí encima de la mesa, le abrí las piernas, y le comencé a chupar su lindo coño, haciéndola gemir de placer. Sus jugos me ponían enfermo, y mi polla estaba dura como una estaca. Ella me pedía a gritos que la follara, así que accedí encantado. Introduje mi verga suavemente en su coño, y ella gimió otra vez, mientras me decía: "hazme tuya, clávamela hasta el fondo, quiero sentirte muy dentro de mi". Estas palabras me ponían cada vez peor; ella movía sus caderas cada vez más rápido, y yo no podía aguantar más, hasta que al final exploté.


Ella quedó algo defraudada, asi que le dije: "tranquila, en dos minutos volveré a la carga", lo cual le alegró muchísimo. Así que yo seguí acariciándole su clítoris, que en ese momento estaba excitado, y ella lo agradeció cogiéndome la verga y masturbándome. A los pocos minutos mi polla estaba otra vez erecta, y ella la dirigió hacia su entrada vaginal. Antes de meterla, acaricié su clítoris con mi pene, pero ella me dijo: "métemela hasta el fondo", asi que obedecí. Ella gimió de placer, pero al estar incómodos en el salón, la cogí entre mis brazos y la llevé a mi habitación. Una vez allí, me coloqué encima de ella, y comencé a penetrarla suavemente. Poco a poco fui incrementando la velocidad, hasta que ella llegó al orgasmo más brutal que había visto en mi vida. Su cuerpo se retorció y ella me sonrió de manera pícara, y me dijo: "ahora te toca a ti". Se incorporó y cogió mi polla entre sus manos, y comenzó a chupármela con energía, y mientras tanto me acariciaba los genitales con suavidad, hasta que no pude aguantar más y me corrí dentro de su boca. Nos recostamos el uno junto al otro y nos fumamos un cigarrillo, y ella me comentó que con su novio no había disfrutado tanto como conmigo. Después nos vestimos y la acerqué a casa, pensando que esta seria la primera de tantas veces que podría follar con mi mejor amiga

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