La amiga de mi mujer

Ese día llovía. No daban ganas de salir por la lluvia incesante. Por suerte yo había regresado de un largo viaje y decidí tomarme, previo aviso a la empresa, ese viernes de descanso.
Pero Romina, mi esposa tenía que ir a su trabajo. Después del desayuno nos saludamos, le abrí el portón de la cochera. Vuelto a cerrar el portón, regresé a la cocina para un último café con leche y. de nuevo, a la cama convencido que ese era mi programa del día: sueño, relax y lectura.
Me desperté y levanté dos horas después, “agredido” por la campanilla del teléfono, vaya a saber cuánto había sonado, por qué no respondió nadie a mi soñoliento “hola”. Segundos después volvió a sonar. Levanté el auricular y, del otro lado, una voz chillona:
-¡Hola, Julio, soy Silvana! ¿Dónde estabas? Es la cuarta vez que intento comunicarme….¿Todo bien? –
“Levantando los ojos al cielo” respondí que todo estaba en orden.
Ella es una de las amigas de mi esposa. Linda, muy linda realmente, pero derrocha verborragia: literalmente es “una catarata de palabras” cuando habla. ¿Se entiende?
Sin casi dejarme meter bocado, soltó:
-Disculpame Julio. Ayer estuve con Romina y me dijo que hoy no ibas a trabajar. El tema es que olvidé, en tu casa, unos papeles que tengo, sí o sí, presentar en la compañía de seguro por un litigio que tenemos con un vecino lindero. Necesito pasar por allí. …….-
¿Hoy? ¡Que mala pata!!! Ésta viene y me atosiga hablando.
-Bueno Silvana vení, pero no sé dónde están los papeles que necesitas -
-¿Será posible que ustedes los hombres nunca saben lo que hay o sucede en su casa, fuera de cuando se acaba la cerveza o hay partido por TV? En último caso los buscamos juntos. En media hora estoy allá. -
Tenía el tiempo justo para reordenar un poco la cocina, bañarme y vestirme.
¡Errorrrr!! Aún estaba bajo la ducha cuando sonó el timbre de calle. Ya había llegado. Me sequé como pude, calcé la salida de baño y unas chinelas y fui a abrirle.
-Hola, entrá. Disculpá si te recibo así, pero llegaste en un suspiro. Sentate que voy a ponerme algo encima -
-Tranquilo Julio, no me escandalizo ante un hombre con bata. ¿No te secaste la cabeza? ¿No te hace mal con la porquería de tiempo, de hoy? ………. ¿Tenés los papeles?-
Lo dicho, mujer de 50 preguntas por minuto.
-Disculpá, pero no tuve tiempo de buscarlos. Voy a ver si los encuentro después de vest…..-
-¡Ahhh yyy ….Diosss …..los hombres…..dejame ver –
Se quitó la camperita, miró en los estantes del modular del comedor y, de ahí, se fue directo al dormitorio. La seguí como un cachorrito.
-¡Jaaa! Veo que esta mañana dormimos hasta tarde ¡Ehhhh!-
Me sentí como descolocado, en mi casa.
Miró sobre la cómoda y la mesita de luz de mi mujer se me acercó y quedamos frente a frente, con los ojos fijos los unos en los otros.
-¡No te enojas si dejamos los papeles para más tarde?-
Se me acercó y sin desviar la mirada de mis ojos, amagó besarme. Tiré mi cabeza hacia atrás y, creo, alcancé a balbucear su nombre.
-¿Qué te pasa, me tenés miedo? ¡Porque no le ponemos un poco de calor a este día horrible? Romina no se va a enterar nunca …..-
-Tu marido tampoco ….-
Esta vez el que fue a la carga fui yo. Nos trenzamos en largo beso, mientras las manos (las cuatro) comenzaron a hurgar nuestros cuerpos, con la ropa de por medio, hasta que ella se detuvo, aflojó el cinto de mi bata y me la quitó, con celeridad y decisión.
Quedé totalmente desnudo delante de ella, que sonrió, me besó en la boca, en el cuello y luego en ambas tetillas. De ahí, con la legua afuera y sin separarla de mi piel, bajó lamiendo, se arrodilló con la cabeza a la altura de mi miembro, levantó la vista, sonrió y se abocó a lamer y chupar, de modo excitante, cada centímetro de mi verga, no despreciando, los huevos.
Esa boca, capaz de disparar palabras, como ametralladora, también lo era para dar un sexo oral estupendo. Lo disfruté un buen lapso de tiempo, hasta justo antes de eyacular. Ahí obligué a Silvana a levantarse, le quité blusa y corpiño, le manosee y besé las tetas, le bajé y saqué el pantalón. Se acostó de espaldas, perdió la bombacha y me apresté a devolverle la gentileza.
Comencé a besar su cuerpo perfumado, desde la boca, cuello, tetas y pezones, tiesos, mientras mi mano derecha acariciaba su entrepiernas, húmedo y caliente. Con una breve parada en el ombligo, mi lengua alcanzó el monte de venus y, por fin, la concha. Me deleité con su sabor en mis papilas gustativas, mientras lamía el clítoris y, con dos dedos, le hurgaba el interior. Sus gemidos y exclamaciones, acariciaban mis oídos, sus manos, mi cabeza y se “prendían” de mi cabello como queriendo mantenerme donde estaba.
Pero la gana del coger propiamente dicho, a ese punto, era impostergable.
Me subí sobre ella, acomodé la verga y la penetré. Por un instante pareció ponerse algo tensa pero, enseguida, se soltó y ajustó los movimientos de su pubis y su boca a derramar gemidos, suspiros, monosílabos a borbotones, de acuerdo a mis estocadas.
Al aproximarse el momento culminante de ese poema lascivo le murmuré al oído:
-¿Los nenitos los queres adentro o afuera?-
-¡Si la sacas ahora, ……. te mato!-
Cedí, dócilmente, a su voluntad: fue un desparramo de semen.
Seguí, entre sus piernas abiertas, abrazados, besándonos. Luego me acosté a su lado. Conversamos, nos referimos a lo sucedido, a lo grato que había sido.
Nos duchamos juntos, acariciándonos, besándonos y jugando como chicos.
Pero lo nuestro era coger ¡Vaya si cogimos!! Dos veces más esa mañana y tarde.
No sé cuántas veces más, toda vez que logramos congeniar horarios, durante varios meses.
Obvio que en hoteles, la mayoría de las veces.
En reuniones de amigos, familiares o formales, nos “disfrazábamos, de perfectos desconocidos.
¡Ahhh! Ese día de mal tiempo, fue una jornada inolvidable. Silvana, “olvidó” los papeles para la compañía de seguro.
Los vino a buscar, con Romina en casa.

6 comentarios - La amiga de mi mujer

Rub1t0
+10 por los tag
kramalo
muy bueno..!! la última parte no la entendí....vino a buscar los papeles olvidados, con tu mujer en casa....?