Diosa

Sus pechos se balanceaban sobre mi cara, su vagina la sentía tan apretada, tan mojada, que el solo meterla se escuchaba el palmoteo, de mi verga en su estrecha conchita.

Gemía como poseída (En esos momentos uno se pregunta. ¿De verdad lo estaré haciendo tan bien? Solo un segundo) Porque ya era bastante estimulante que chillara como endiablada, sentía cada vez que se tensaba.

Gritaba.

su cara cada vez más distorsionada, sus ojos en blanco.

-¡Dame unas nalgadas! Me agarra la mano y hace ademán de que la golpee.

Le planto unos buenos cachetazos en el culo tremendo que saltaba en mis muslos.

-¡Dime cosas sucias! Gimiendo.

- ¿Eres mi puta? ¿Te gusta ser mi puta?

- ¡Sí, sí! Quiero me la llenes de leche, quiero todo tu semen en mi zorrita, quiero sentir cuando te vienes y me lo metes más rápido, y duro.

Solo escuchar a una mujer que diga esas cosas, provoca en tu cerebro un deseo gigante por cumplir con sus deseos. Estas entre el acabar pronto, y el durar más para no quedar como un precoz, pero sus pechos, sus gemidos, sus palabras sucias, las palmadas en el trasero. La di vuelta, la puse en 4 y se lo metí de una. Agarrando sus caderas fuertemente, escuchando entre gemidos que la llenara, sin más, sintiendo que la sangre me hervía, solté el chorro, me quede acostado en su espalda escuchando sus jadeos, hasta que finalmente me despegue, me quede contemplando como brotaba de su zorra mi líquido.

1 comentario - Diosa

Pervberto
Breve e intenso ejercicio del otro punto de vista.