La Clínica de mis Sueños - Capítulo 6: Electroterapia

Pronto las Dras. Helga y Brigitte volvieron. La Dra. Annette puso mi cabeza y brazos en la posición anterior, asegurando mis brazos y cabeza con cintas como estaban antes. La Dra. Brigitte procedió a liberar mi prepucio del instrumento que lo dilataba. Todos los anillos fueron liberados, quitaron el catéter y el cilindro de goma fue elevado con cuidado. También quitaron la abrazadera en la base del pene. Sentí mi pene muy suave. La Dra, Helga lo agarró y me lo examinó detenidamente.
- Excelente. La Dra. Brigitte hizo un gran trabajo David. Vas a ver que no vas a tener más dolor en este prepucio. Estoy segura que vas a estar muy satisfecho del resultado. Las hemorroides tampoco te van a molestar más. La operación fue muy exitosa.
- Muchas gracias doctoras. Gracias Dra. Helga. Gracias Dra. Brigitte.
Las tres doctoras estaban a mi alrededor, sosteniendo sus manos sobre su cintura, mirándome a los ojos. Podía sentir el aroma del látex de sus guantes estériles. Podía apreciar las curvas formas de sus pechos y pezones. Mi corazón se aceleró. El monitor lo reflejó.
- Tranquilo David... tranquilo - dijo la Dra, Annette - Respirá hondo.
La Dra. Helga seguía a mi lado.
- David, vamos a proceder con la electroterapia. Va a ser tu último tratamiento, pero es largo y muy intenso. Vas a apreciar las habilidades de la Dra. Annette todavía más. Ahora relajate. Te vamos a manipular de una forma que nunca imaginaste.
Mi corazón se aceleró y mi pene empezó a sentirse húmedo. Vi a la Dra. Annette llenar una jeringa con el líquido azul e inyectarla en mi brazo izquierdo. La Dra, Brigitte acercó hasta la mesa de operaciones un equipo lleno de accesorios y cables que llegaban hasta un panel de control. Agarró un tubo de gel y empezó a esparcir la sustancia por todo mi pene y escroto. Pueden imaginar el placer, mi pene rápidamente se puso duro y erecto. La Dra. Brigitte después me inyectó gel en la uretra. Colocaron el equipo justo sobre mi pene y la Dra. Brigitte procedió a ajustar los accesorios a mi pene. Bajó un brazo con tres abrazaderas, una la fijó a la base, otra a la mitad y después de retraer fácilmente mi prepucio la tercera fue fijada a mi glande, la abrazaderas estaban conectadas con cables al panel de control. Deslizó una vara de acero quirúrgico por mi uretra tan profundo como pudo pero sin presionar, supongo que llegó hasta mi próstata. La vara también tenía un cable que la conectaba al panel de control. La Dra. Brigitte presionó un botón y la vara empezó a deslizarse hacia arriba y hacia abajo dentro de mi uretra.
- Estás bien David? - me preguntó.
- Sí doctora - contesté.
La Dra. Brigitte presionó el botón de nuevo y llevó la vara muy profundo en mi uretra. Bajaron otro accesorio, esta vez a la altura de mi escroto. La Dra. Brigitte me agarró el escroto con sus suaves manos enguantadas, lo apoyó sobre una especie de plato de acero quirúrgico y lo fijó con nueve varas de unos cinco centímetros, de modo que mi escroto quedó aprisionado entre el plato y las varas. Cables conectaban cada una de las varas con el panel de control. La Dra. Helga había estado supervisando todo el proceso y la Dra. Brigitte hizo los ajustes finales. La Dra. Helga cubrió sus dedos con gel y me los insertó en el ano. Me penetró profundamente y movió sus dedos dentro mío para asegurarse que el gel cubriera mis órganos internos, incluso mi próstata. Quitó los dedos y me insertó un instrumento largo y fino, pero con un final redondo y bastante más grueso. Cables conectaban ése instrumento con el panel de control. La Dra. Helga estuvo un tiempo manipulando el instrumento y de repente empecé a sentir cómo me dilataba lo suficiente como para sentir una firme presión en mi interior.
- Aaahhhh.... - me quejé.
- Calladito... estamos operando - me advirtió la Dra. Annette.
La Dra. Helga se estaba cambiando sus guantes y se acercó a mi lado. Me agarró las tetillas entre sus dedos, pellizcó y tiró sin soltarlas. Yo hice un quejido de placer. Ella siguió pellizcando y tirando y pellizcando. Yo gemía de placer.
- Tenés tetillas muy sensibles David - me susurró la Dra. Helga.
Su voz era muy sensual. Puso unas especie de ventosas sobre cada tetilla. De las ventosas salían dos tubos, uno conectado a succión y otro más corto con un cable al panel de control. Cuando aplicaron la succión mis tetillas se elevaron y crecieron. La Dra. Helga presionó el tubo más chico de mi tetilla derecha y la ví clavar una aguja directo en mi pezón. Repitió el proceso en la otra tetilla.
La Dra. Helga se ubicó detrás mío al lado de la Dra. Annette.
- David, para este tratamiento te vamos a recostar.
El respaldo de la mesa de operaciones bajó hasta dejarme casi horizontal, pero con mis piernas elevadas. Veía a las Dras. Helga y Annette sobre mi.
- Estás cómodo?
- Sí doctora - contesté, cautivado por la visión de estas dos bellas criaturas eróticas que me observaban desde arriba.
Pude ver el panel de control que conectaba todos los cables y a su vez se conectaba a una computadora. La Dra. Helga se ubicó frente a la computadora y la Dra. Annette frente a los monitores-
- Todo listo doctora - le dijo la Dra. Helga a la Dra. Brigitte que asintió en silencio.
La Dra. Annette levantó dos jeringas con largas agujas y se colocó entre mis piernas. Me pasó un algodón con alcohol por los glúteos y me aplicó una inyección en cada glúteo. De inmediato sentí mi cuerpo colapsar contra la mesa de operaciones. La Dra. Annette me pasó otro algodón con alcohol por los glúteos y me los acarició, acariciando también mi perineo con sus suaves manos enguantadas. Suspiré cuando la Dra. Annette volvió a ponerse detrás mío.
- David, para obtener el mayor efecto de este tratamiento te vamos a cubrir la cara con una manta de goma y una máscara de goma que te va a cubrir nariz y boca para suministrarte los gases que queramos - me explicó la Dra. Annette - En caso que el tratamiento se torne muy angustiante, podés apretar este botón - y me puso una pequeña caja con un botón en la mano izquierda - También te vamos a suprimir la capacidad de escuchar. Sólo vas a escuchar lo que nosotras te digamos a través de auriculares.
La Dra. Annette me puso la máscara de goma negra cubriéndome boca y nariz, y después me cubrió el resto del rostro y cabeza con una manta de fina goma negra con unos orificios para los oídos, que fueron cubiertos con auriculares
- David, si me escuchás apretá el botón - me dijo la voz de la Dra. Helga y apreté el botón.
- Estás cómodo David? Si estás cómodo apretá el botón - y yo apreté de nuevo.
- Muy bien David... relajate y disfrutá.
Y comenzó una secuencia de electroestimulación que me mantuvo al borde del orgasmo supongo que por unos veinte minutos. Al principio el estímulo era individual por "zonas". Primero los anillos alrededor de mi pene recibieron descargas en secuencia, primero la base, luego el medio y al final el glande y así. A medida que la secuencia se completaba la intensidad aumentaba para luego decrecer, dando el efecto de dos oleadas sincronizadas, una que variaba el lugar del estímulo y otra que variaba la intensidad. El estímulo del pene terminó y las varas en contacto con mi escroto empezaron a lanzar descargas, otra vez en secuencia, variando la intensidad para dar el doble efecto. Podía sentir el estímulo en mis testículos a veces sincronizado y otras no. Era una sensación imposible de describir. Después la sonda uretral inició descargas de frecuencia e intensidad irregular, a lo que se sumaba el movimiento ascendente y descendente dentro de mi uretra. El placer se tornaba intolerable, la Dra. Annette lo había notado y el gas aumentó permitiéndome profundos jadeos.
- Muy bien David... respirá todo el gas que puedas - me susurró la Dra. Annette en los auriculares.
Después, sin parar el estúmulo uretral, empezó el estímulo anal. Era realmente demasiado, pero la Dra. Annette siempre me mantenía al límite.
- Respirá hondo David.... hondo hasta los pulmones - me susurró varias veces.
Y después me aplicaron el estimulo a mis tetillas. La sensación era hermosa. Y entonces los anillos del pene arrancaron otra vez, y se sumó el estímulo al escroto. Toda la "orquesta" funcionaba "armoniosamente". Durante el procedimiento asumo que las Dras. Helga y Annette monitoreaban mis reacciones, la Dra. Helga ajustando la intensidad de la estimulación y modificando las secuencias y la Dra. Annette ajustando el gas, a veces aumentando la sensualidad y otras más frecuentes para asegurarase que no eyaculara.
La Dra. Brigitte continuamente manipulaba la sonda uretral y la sonda anal simultáneamente, disminuyendo o aumentando el contacto con mi próstata desde ambas direcciones. Las varas presionando mi escroto lanzaban intensas olas a mis testículos. Mis tetillas recibían suaves aplicaciones de intenso estímulo. Todo mi cuerpo estaba totalmente relajado pero en estado de intenso placer erótico. Las tres doctoras constantemente me susurraban aumentando la carga erótica. A pesar del manto de goma que me cubría el rostro podía sentir la presencia de las doctoras cerca mío.
Después de unos, como dije, veinte minutos pude sentir un sutil cambio en la estimulación y el gas cambió por uno con intenso aroma erótico. Pude sentir incrementarse la intensidad de la sonda anal y a la Dra. Brigitte trabajando profundo en mi próstata. La intensidad de la estimulación de las nueve varas en contacto con mi escroto y mis testículos aumentó gradualmente a un nivel casi intolerable, y lo mismo pasó con la estimulación de mis tetillas. La frecuencia de los estímulos ahora estaba sincronizada como si la Dra. Helga estuviera buscando la frecuencia correcta para el máximo orgasmo.
Pero cuando todo indicaba que la había encontrado y el orgasmo crecía desde lo más profundo de mi, ésa frecuencia sutilmente cambió y se me negó el orgasmo. Así siguió y, de no haber estado firmemente sujetado hubiera retorcido en respuesta a semejante estímulo, pese a que mis músculos estaban tan relajados que no sentía tensión alguna excepto en mi pene que había crecido aún más que la vez anterior. Después de unos minutos los niveles de intensidad se modificaron sutilmente y todo parecía ir cambiando a oleadas en secuencia. La frecuencia fue cambiando hasta un momento crítico. Pronto empecé a sentir el inicio de un orgasmo creciendo desde lo más profundo de mí. Pero milagrosamente se edificaba lenta pero intensamente. Las tres doctoras murmuraron.
- No te apures...
- No necesitás llegar al orgasmo...
- Disfrutá el placer...
Por unos minutos pude suprimir el instinto de eyacular. En ése momento sentí las suaves manos cubiertas por guantes de látex de mis doctoras acariciando mis muslos y perineo. Era lo mejor! Aumentó la frecuencia de la estimulación al pene y no pude soportar más.
- Estas listo David - me susurró la Dra. Helga.
El orgasmo llegaba desde mi próstata y testículos. En cuanto eyaculé sentí como me quitaban la sonda uretral y una doctora me masajeaba suavemente mi glande expuesto con sus dedos enguantados. Me siguieron estimulando mientras eyaculaba y eyaculé y eyaculé como creo nunca haberlo hecho o siquiera creí que fuera posible. Los sucesivos chorros de semen eran intensos, con presión. Al final fueron reduciendo los estímulos y se detuvieron. Sentí un cambio en el aroma del gas y me quedé dormido.
Me desperté con la visión de mis tres doctoras paradas frente mío. Se habían quitado las batas de cirugía, pero llevaban las chaquetillas blancas y los barbijos y tenían puestos guantes de látex.
Todos los instrumentos y las cintas que me sujetaban a la mesa de operaciones habían sido removidos. Mis piernas apoyaban cómodamente sobre la camilla. La Dra. Annette me dio un vaso con algo para tomar.
- Cómo te sentís David? Espero que bien - dijo la Dra. Helga con las manos en los bolsillos de su chaquetilla.
- Muy bien doctora.... sus manos son... hermosas...
- Tu cirugía fue muy exitosa David. Ahora podés darte una ducha y cuando termines de vestirte pasá por la habitación que está indicada como "Consultorio de Alta Médica". Apreciaría que dejes nuestros honorarios en un sobre en ésa habitación.

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