Aventura en el autobús

Seis de la tarde, la noche anterior no dormí nada en una táctica que frecuento cuando voy a viajar; acumular sueño para dormir durante el viaje y hacer que este sea menos pesado. Salgo de mi casa en ropa cómoda, tomo el primer taxi que pasa en frente de ella y le pido que me lleve al terminal de pasajeros de la ciudad.

-Está haciendo algo de frío estos días, ¿no?

-Sí, ya está llegando fuerte el invierno.

-¿Viaje de vacaciones?

-Podría decirse, visitaré a mis padres en mi pueblo natal.

El taxista asiente y no mediamos más palabras, tras treinta minutos de camino llegamos al terminal de pasajeros, le pago la tarifa y me dirijo con mis maletas hacia el interior del edificio. Compro el boleto hacia mi pueblo natal y tras guarda las maletas en el autobús me dispongo a abordarlo, no hay puestos asignados así que me doy la libertad de escoger un lugar cómodo y donde me sienta seguro, busco alguno un lugar que tenga ambos puestos vacíos para sentarme del lado de la ventana, tras encontrarlo y sentarme, saco mis auriculares y mi teléfono, pongo un poco de jazz de ambiente y cierro los ojos para empezar a dormir.

Me despierta el frío nocturno del aire acondicionado y el movimiento del autobús, la cortina de la ventana está abierta, todo en el interior del autobús está oscuro, intercalan las luces de la carretera y permiten observar por pequeñas fracciones de segundo el entorno en el interior, cuando me quedé dormido estaba solo pero evidentemente ya estoy acompañado de alguien, me recuesto hacia la ventanilla y mantengo los ojos entreabiertos, tras pasar por el frente de varios focos de luz de la carretera vislumbro un rostro hermoso, es la chica que está sentada a mi lado, por un momento me pareció haber cruzado miradas y el haber percibido una sonrisa de ella, pero realmente no puedo decirlo con el poco tiempo de iluminación.

Me siento recto en mi asiento, verifico la hora en mi celular, son las once de la noche, aún faltan unas cuatro horas para llegar a mi destino.

-¿Jazz?

-¿Perdón? —me quité los auriculares

-Que si es jazz lo que estás escuchando.

-Ah, sí, es una especie de manía cuando viajo, me ayuda a relajarme.

-Lo noté, ni siquiera reaccionaste cuando me senté aquí. Te pregunto porque se escucha un poco hacia acá, por si tenías la duda. —Ríe levemente

-Si te molesta el sonido puedo bajarle un poco.

-No, para nada, me gusta el jazz, por eso pude reconocerlo.

Charlábamos en la oscuridad sin haber visto completamente nuestros rostros, pero de alguna forma se sentía ameno y al menos yo, ya me hacía una idea de su rostro con lo poco que se podía ver en esas pequeñas fracciones de segundos. La conversación no siguió y tras unos minutos me invade nuevamente el sueño y sin darme cuenta me quedo dormido.

Me despierta ahora una sensación en el hombro, tras mirar a mi derecha noto que mi compañera de asientos se quedó dormida... sobre él. Ahora pasamos por una calle mucho más iluminada, por lo que es mucho más visible el interior del autobús, confirmo lo poco que había visto anteriormente, es hermosa. Me muevo poco para no despertarla y observarla un poco más, detallo su vestimenta para ver que tal está de cuerpo, lleva una falda bastante corta y unas botas de invierno que le llegan un poco más abajo de las rodillas, ¿no le dará frío viajar así? detengo mi mirada lujuriosa e intento quedarme dormido nuevamente, no me molestaba el tenerla durmiendo en mi hombro, así que yo iba a seguir con lo mio, tras treinta minutos de intentos fallidos en dormir siento que su brazo empieza a tocar mi pierna y cada vez que el autobús giraba o hacía movimientos bruscos, su brazo abarcaba mucho más espacio en ella.

Madre mía, tiene unos brazos delgados y antes no me había dado cuenta, pero también trae un pedazo de escote que dejan a la vista un par de tetas bastante firmes, se ven naturales, intento desviar mi atención pero ya es demasiado tarde, mi pene ya está completamente erecto, esta chica está jodidamente buena, para ponérmela así de dura en nada de tiempo y con solo verle el escote... el autobús gira nuevamente a la derecha y como si de un último movimiento se tratase, su mano está sobre mi pene, tocando a través del pantalón, siento ligeros movimientos de sus dedos sobre mi miembro, ¿me lo estaré imaginando? la situación podría generar un malentendido bastante gordo, así que dejo de pensar con el pene e intento mover su mano para luego despertarla, mi sorpresa es cuando noto que al intentar moverla, puso su mano muy firme y acabo de captar el juego, realmente me quería agarrar el paquete a propósito. La observo unos segundos más desde arriba y noto que abre sus piernas, ¿me estará invitando a entrar? En un movimiento cauto, deslizo mi mano por sobre su brazo y toco uno de sus muslos en la zona donde no la cubre la falda aún y su respuesta no fue otra más que apretar fuerte mi pene.

Mi mente revolucionó completamente y pasé de mi estado sereno y calculador a mi estado de desenfrenada lujuria, con mi mano y en movimientos lentos voy desplazando su falda mientras me deleito con la suave piel de su pierna a la vez que ella baja el cierre de mi pantalón y cuando está a punto de exponer mi pene al aire libre reacciono: Estoy en un maldito autobús. Miro rápidamente hacia el otro extremo a la derecha donde hay otro par de asientos, para mi gran suerte, ambos están dormidos o eso es lo que parece. Continúo en la faena y pongo dos dedos sobre su vagina, temperatura tibia al tacto, realizo movimientos circulares y noto como su respiración se acelera, ya está masajeando mi pene de forma desenfrenada, ¿qué mierda está pasando aquí? tomo uno de los laterales de su tanga para desplazarla a un lado y sentir su vagina a piel viva, ella se deja caer un poco su cabeza y empieza a lamer mi pezón por encima de mi camiseta, estoy demasiado excitado, ambos nos tocamos de forma mutua sin mediar ni una sola palabra, solo bastó un poco de contacto físico para despertar nuestro deseo, no dejo de mover mi dedo en su clítoris a la par que empiezo a sentir humedad, ella también está muy excitada.

-Mételos. —Susurró ella en mi oído mientras yo estimulaba su clítoris.

Respondo a su petición e introduzco mi dedo indice y corazón a la vez en su vagina, está muy estrecha, húmeda y caliente, empiezo a meter y a sacar mis dedos lentamente de su vagina que, con los fluidos empezaba a hacer un poco de ruido, disminuí mucho más la velocidad para evitar levantar sospechas con los demás.

-No te atrevas a parar, bastardo, mueve los malditos dedos si no quieres que te arranque el pene de un mordisco.

Repitió ella nuevamente en susurros a mi oído, se deja caer sobre mi pene y se lo mete todo entero a la boca, siento la presión de sus dientes en la base del tronco, ¡¿Iba en serio con lo de arrancármelo?! aumenté un poco el ritmo y a pesar de la posición tan incómoda me las arreglé para masajear a la par su clítoris mientras le metía y le sacaba los otros dos dedos, ella empezó a lamer mi glande con movimientos delicados mientras subía y bajaba su cabeza a un ritmo lento, poco a poco empiezo a sentir sus contracciones nerviosas, empezaba a tener un orgasmo, le coloco la tanga en su sitio para evitar un squirt potente que pudiera alertar de lo que hacíamos a los demás pasajeros, con mi mano desde el exterior la sigo masajeando mientras siento como se empapa toda la tanga, ella toma mi pene con ambas manos y aumenta su ritmo, tanto tiempo de estimulo prolongado ya hacía efecto en mi también, le toco un poco la cabeza y la tiro suavemente de los hombros hacia atrás para avisarle que estoy a punto de correrme, pero ella no se detiene, eyaculo potentemente en su boca, ella sella por completo mi pene con sus labios y siento la caricia de su lengua por todo mi tronco, se lo estaba tragando todo. Me dio unas dos lamidas más de limpieza y se apartó de mi, noté que se acomodó su tanga y se giró dándome la espalda. ¿Qué carajos acaba de pasar?

-Mi niño hermoso, te extrañaba muchísimo.

-Ya, ma', que tampoco pasó mucho tiempo.

Ambos nos abrazamos fuertemente, era mi mamá quien me estaba esperando en el terminal de pasajeros del pueblo, cargamos mis maletas en su auto y nos fuimos a su casa, mi casa de la infancia. ¿Qué pasó con la chica del autobús, se preguntan? Se negó a entablar conversación conmigo el resto del viaje y se limitó a simplemente darme la espalda, en algún momento me quedé dormido y cuando desperté ya teníamos unos cinco minutos de haber llegado al pueblo, ella ya no estaba. A pesar de no haberle metido el pene, fue el sexo más loco que he tenido hasta ahora.

4 comentarios - Aventura en el autobús

Karanchh +1
Que calentura papá! Muy bien relato
Djgnxjdvg
Gran relato, más como estos que son los que me ponen duro como el Diamante