Agradecimiento a la comunidad

 
Estimada comunidad:
Hace un tiempo escribí una serie de historias. Acá fueron recibidas muy bien; mucha gente se sumó a mandarme mensajes privados y tras un par de encuentros, una de las personas que conocí me animó a escribir una historia de forma más profesional.
Así comencé a escribir en Amazon, dónde ya publicaron dos libros míos y está publicando el tercero, bajo el seudónimo de Marcus Argentarius. Esta escena, de uno de mis últimos libros, es un agradecimiento para todos ustedes.
Muchas gracias
Marcus
 
Personajes
 
Daniela: una chica delgada, de cabello rubio oscuro y ojazos grises. De 22 años, Mide 1.56cm, hasta hace poco estudiaba danza (clásica, primero y luego jazz) lo que le dá un aire elegante, pero se viste de forma simple (zapatillas, remeras, jeans) lo cuál le resta puntos.
 
Marcelo: 48 años, es el dueño y director de una clínica en la zona norte del Gran Buenos Aires. Está divorciado de dos ex esposas de mismo nombre: María, aunque como la segunda es María Ignacia la llama Nacha desde que se separaron, cosa que ella odia.
Relativamente bajo (1.68m) es de contextura delgada y tiene rasgos distinguidos: el pelo castaño claro ya está salpicado por canas, cuida su barba candado y su vestimenta, que podríamos describir comosmart dress: zapatos, pantalones de vestir, camisas elegantes, un saco y siempre un reloj que hace juego.
 
Acción
 
En el auto, Dani estaba entre jubilosa y aterrorizada. Todo el viaje, que fue casi en silencio, Dani estuvo mirando a Marcelo, sin intentar mostrarlo, manteniendo una imagen de distante. Pero era difícil, dado que Marcelo cada vez que el auto se paraba en un semáforo intentaba acariciarla.
 
Dani, gentil pero firmemente le sacaba las manos e intentaba no mirarlo. Sin embargo, podía darse cuenta de lo excitado que estaba Marcelo. El pene se le marcaba de forma clara en el pantalón y Dani se dió cuenta que ella también estaba muy, pero muy excitada.
 
Marcelo estaba vestido de forma descuidada para su estándar. Tenía una camisa blanca debajo de un traje demasiado vistoso para su estilo, de color vino. Dani, sabiendo que esta era una prueba vestía su mejor prenda: un conjunto de falda gris y una camisa ceñida blanca, con el pelo recogido en rodete y anteojos (sin aumento, puramente decorativos) que le daban un aspecto severo, de ejecutiva. Unos zapatos grises con un toque rojo, de tacos altos, altísimos completaban la transformación.
 
"Y ahora ¿qué hago?" pensaba para sus adentros. "¿Tendría que haber compra la cinturonga, así lo sodomizo? ¿Eso querrá en su interior?". Pero, aunque la imagen la excitaba...era demasiado para la primera vez que, aparte, iba a la casa de Marcelo. Por lo que, en el trayecto (breve, en realidad) pensó rápidamente un plan.
 
El departamento de Marcelo, al llegar...era más de lo que esperaba. En el piso 20, el último del lujoso edificio dónde vivía, daba a una avenida. Grande, amplio, era el departamento de toda una familia de clase acomodada. Pero se notaba a la legua que un hombre solo vivía ahí. De los cuatro cuartos que pudo mirar rápidamente Dani, uno solo estaba ocupado. Había cajas en el suelo, que al parecer databan de la mudanza. El living (más amplio, probablemente que la casa de Dani completa) solo tenía un sillón unipersonal viejo y un televisor grande, grandísimo. En su conjunto, el departamento daba un poco de tristeza.
 
Dani no pudo ver mucho porque en cuánto entró ya tenía a Marcelo sobre ella. "No" le dijo, escapándole como podía a los besos..."No" volvió a decir más fuerte.
 
"Ahora, Marcelo, me vas a garchar como un hombre grande y poderoso lo hace con una chica como yo" le dijo. Marcelo no podía casi hablar...para ser honesta, a Dani le costaba, también. El verlo tan sacado, tan pasional a Marcelo era un intoxicante casi demasiado fuerte. El percibir a su miembro erecto que el pantalón no podía disimular la volvía loca. Pero sabía que, si aflojaba ese día, lo perdería.
 
"Quiero que hoy me obedezcas. ¿Estás listo, Marcelo?" le preguntó. Marcelo solo asintió con la cabeza. "No, no me sirve" le dijo fríamente. "Quiero que digas 'hoy te obedezco' o me voy de acá".
 
Marcelo tragó saliva...y por un momento, Dani vió un destello de ira en sus ojos. Sabiendo que solo tenía una chance, se dió vuelta y lo escuchó decir, antes siquiera de poder dar un paso "si...si, hoy te obedezco, por favor no te vayas".
 
De espaldas a él, Dani sintió como una sonrisa se le dibujaba y una sensación cálida la invadía. Por primera vez en estos meses, realmente supo que tenía de vuelta el control; el control de su sexualidad, de sí misma y del hombre que ella amaba. Espero un segundo, hasta poder controlarse y con tranquilidad se dió vuelta y le dijo "sentáte en el sillón".
 
Lentamente avanzó hacia su hombre, que retrocedió sin dejar de mirarla...como una presa frente a un depredador. Al llegar al sillón, cayó para atrás y Dani, lentamente, dejando que un dedo acaricie la cabeza de Marcelo (que cerró sus ojos para sentirlo) se puso a su espalda.
 
"No mires" le dijo y despacio, abrió su cartera. En ella solo cabían sus armas secretas, compradas el otro día: una venda, una cuerda de seda (posible raso), el dildo, la mordaza y las esposas.
 
Lo primero que hizo fue decirle "estirá tus manos atrás" y tomó las esposas. Marcelo lo hizo, sin mirar, sonriendo...sonrisa que se le borró un poco, al costarle girar tanto los brazos. Sonrisa que se le terminó de borrar cuándo escuchó el "clic" y sintió el frío de las esposas. El sillón tenía un respaldo que, por una parte que sobresalía junto a la falta de elongación, impedía que Marcelo se pudiera levantar estando así esposado.
 
"Pero qué." empezó a decir, pero Dani lo cortó con un "SILENCIO" que resonó en el depto. Marcelo se quedó callado, pero su boca se seguía moviendo. Parece un nene perdido, pensó Dani.
 
"Hoy me obedecés, Marcelo" le dijo..."para que no sigas así, me temo que te voy a tener que adiestrar..."
La cara de Marcelo comenzó a desencajarse. Intentó levantarse, pero las esposas, cruzadas atrás del sillón, no lo permitían. Empezó a farfullar algo, pero Dani lo solucionó fácilmente, colocándole la mordaza.
 
Marcelo todavía se resistía así que Dani se inclinó y con su boca a milímetros de la oreja de Marcelo le dijo, sintiéndolo estremecerse por su aliento:
"Marcelo, hoy me vás a obedecer...porque lo necesitás ¿sabés? No sabés tomar lo que querés. Y encima, tenés miedo de garcharme, como un macho. Yo te voy a enseñar...pero si vos querés, te desato las manos y me voy. ¿Querés eso?"
 
Marcelo sacudió la cabeza, vigorosamente.
 
"Entonces, dejáme a mí" le dijo Dani. Tomando la venda, se la colocó sobre los ojos. Marcelo parecía sorprendentemente relajado, entregado a su destino: solo su falo pulsante, bajo sus calzones desmentía tal relajación.
 
Habiéndolo atado, Dani lentamente dió la vuelta, siempre manteniendo un contacto físico con él. Cuando llegó enfrente, se sentó encima como si él fuera parte del sillón.
 
Lo sintió estremecerse de pies a cabeza...era casi doloroso sentarse sobre su pene, tan erecto que ella no podía dejar de pensar en clavarse en él. Pero se sentó entre el estómago y el pene y comenzó a levantarse lentamente, frotándose con el falo envuelto en tela a la altura de su clítoris.
 
"Como me gusta esto de tenerlo así" pensó Dani, entre visiones de su pija llenándola..."es mucho más divertido, es como tener un consolador humano".
 
Eso la hizo recordar el consolador eléctrico. Inclinándose, lo tomó de su cartera que estaba en el suelo y lo prendió. Marcelo saltó un poco al escucharlo, lo que le volvió a llevar a pensar a Dani que en algún punto quería ser penetrado por él. Pero ahora quería asegurar su hombría...luego habría tiempo para experimentar nuevas cosas.
 
Lentamente, siguiendo con la cabalgata, Dani lamió el consolador y corriéndose la bombacha de encaje lo metió lentamente, hasta la mitad. Cada vez que bajaba, el consolador chocaba contra la pija de Marcelo y ella se sentía penetrada.
 
Cada vez más adentro, cada vez más fuerte...la situación se sentía como un afrodisíaco en sí. Al poco tiempo, cabalgando, Dani sintió que las olas de calor subían por ella y acabó como una loba. Podía sentir el pantalón mojado de Marcelo...pero quería saber si eran sus jugos o él también había acabado. Así que se dió vuelta y se arrodilló entre las piernas de Marcelo. Sin sacarle el pantalón, lo primero que hizo fue meterse su pene en la boca...sintió el sabor amargo de la tela, de su propia acabada y del sabor entre salado y agridulce de la venida de Marcelo. Ok...lo había excitado, pero aún estaba erecto...Dani, agradeciendo que no podía ver, sonrió de oreja a oreja.
 
Lentamente, fue desabrochando el pantalón y se lo fue bajando hasta pasar las rodillas, sin sacarle los zapatos. Su bóxer estaba, sin dudas, algo manchado. Dani primero besó su pene por sobre el bóxer, pero sintió que, cuando bajaba a sus testículos, se tensaba.
 
De nuevo volvió la idea...quizás pruebe algo, pensó Dani. Parándose, puso las manos debajo de las rodillas y le subió las piernas, hasta que quedaron por sobre los apoyabrazos. Ahí de nuevo Marcelo tuvo un movimiento. "Quieto" le dijo secamente Dani y arrodillándose, debajo de la carpa hecha por los pantalones, comenzó de nuevo a pasarle lentamente la lengua por el bóxer a la altura del tronco del falo, bajando a los testículos...y siguió bajando.
 
Cuando su lengua toco la rugosidad del ano de Marcelo, este salto y casi baja las piernas. "Quieto, relajáte, todo lo que pase acá es algo entre nosotros" le digo Dani, severa. Ah..es esto, pensó, mientras su lengua acariciaba su ano, por sobre la tela...era como besar unos labios muy cerrados. Marcelo comenzó a temblar...Dani comprendió que era demasiado y se contuvo de meter un dedo ensalivado...pronto habría ocasión.
 
Saliendo de bajo los pantalones, volvió a hacerle bajar las piernas y ahí corrió el bóxer. Esta vez no perdió tiempo: se abalanzó sobre su pija y se la tragó hasta el fondo. No había ternura o sensualidad: esta vez, su único objetivo era que se vaciara sobre ella. Atragantándose rápidamente ("sin arcadas no hay pete" decían siempre sonrientes Fer y Karen) no pasó más de un minuto hasta que ella sintiera convulsionarse su pija en el fondo de su garganta. Sacándosela de la boca, empezó a masturbarla violentamente mientras que con la boca abierta solo la tocaba con su lengua. El primer lechazo no se hizo esperar y fue al fondo de su garganta; cerrando los ojos, agarró al segundo en su cara, el tercero en su pelo y lo masturbó entre sus pechos mientras su acabada llegaba al fin.
 
Marcelo se derrumbó, cansado...pero ella no había terminado con él. Lo dejó descansar unos segundos, que aprovechó para quitarse la bombacha, la falda y la camisa, quedando solo en tacos. Lentamente, tocando todo el tiempo a Marcelo con su cuerpo desnudo se trepó sobre él, poniendo su vagina a la altura de su cara. Tuvo un momento de terror ("y si nos caemos para atrás") pero su poco peso, sumado a que el sillón era sólido, hizo que no se moviera ni un poco. Lentamente, inclinándose sobre Marcelo le sacó la mordaza.
 
"Ni una palabra" le dijo..."no me interesa lo que esa lengua quiera decir, sino lo que quiera hacer". Y lentamente se dió vuelta, dándole la espalda y sentándose sobre la cara de Marcelo.
 
"Ahora, Marcelo...usá esa lengua hermosa que tenés para comerme el culo" le dijo "Lo quiero bien abierto y mojado para que me lo partas".
 
No hubo más que decirlo que la lengua de Marcelo, cálida e insistente, estaba intentando entrar en ella. Quién hubiera sabido que se le daba tan bien, pensó Dani...me encanta como me lo come. Mientras tanto, prendió de nuevo el consolador eléctrico y lo pasó sobre su clítoris.
 
Dani se sentía en el cielo...la combinación de la lengua cálida que ya estaba entrando en ella y el vibrador la estaban llevando al orgasmo...pero la posición era incómoda, así que se dió vuelta y sin decir nada, agarro la cabeza de Marcelo y la estrelló contra los labios de su vagina. Marcelo reaccionó mejor de lo esperado: siguió sin perder un segundo su trabajo y Dani lentamente introdujo el mojado dildo en su ya dilatado culo.
 
Ahora sí...temblando, se vino en la cara de Marcelo mientras este mordía su clítoris. Lo abrazó contra sí mientras dejaba de temblar: podía ver su pene erecto y dispuesto. Lentamente, dió la vuelta de nuevo al sillón y lentamente, buscando las llaves, desabrochó lo suficiente las manos de Marcelo para que pudiera pasarlas por la parte de detrás del sillón...pero volvió rápidamente a abrochárselas en cuánto se liberaron. "Sentáte, todavía no terminamos" le dijo. Caminando a su frente, se acostó boca abajo, levantando su culo con las piernas abiertas.
 
Desde el suelo le dijo "Marcelo: estoy acá en el suelo, enfrente tuyo. No me podés ver y no podés usar las manos, así que vas a tener que arrodillarte y reptar...pero quiero que así me montes y me partas el orto en mil pedazos".
 
No terminó de decirlo que vió como Marcelo se paró de un salto , se dejó caer sobre las dos rodillas y empezó a reptar. Con su mano izquierda, Dani prendió el vibrador y lo introdujo en su vagina. El placer se interrumpió brevemente por una idea graciosa que casi la hace reír ("sigue el vibrador, Luke") pero al poco tiempo sintió como la cabeza de Marcelo golpeaba en su cola.
 
Marcelo primero aprovechó para lamer los labios de su vagina y meter rápidamente su lengua de nuevo en el culo de Dani, que suspiró de placer. Lentamente fue trepando por la espalda, mientras Dani se sentía cada vez más clavada contra el suelo por su peso. Al sentir ya su pija, dura y caliente, con la mano derecha la tomo y la puso en la puerta de su cola, ya dilatada...pero Marcelo seguía acomodándose.
 
"Vamos, qué está..." empezó a decir y Marcelo se dejó caer sobre ella, ahora sí clavándola contra el suelo. Dani no pudo seguir hablando, tanta era la sensación de estar llena. El dolor (sí, me duele, pensaba, pero está buenísimo) y el morbo no le dejaban hablar.
 
Usando la cabeza como apoyo, Marcelo empezó a bombearla rápidamente, mientras mordía salvajemente su espalda. Dani sabía que no iba a durar; tanto él estaba a punto de estallar como ella se sentía muy aplastada. Era demasiado rudo para durar mucho, así que empezó a decirle guarradas.
 
"Dale, dame... ¿qué sós un nene? Ah...así, así ¡dame más fuerte! No...es demasiado...nooooo" llegó a decir mientras sentía que, debajo de él su mano izquierda perdía la sensación por estar aplastada y empezaba a venirse mientras en su cola, bien rota, sentía la cálida sensación de la leche de Marcelo. Dani, traspasada por demasiadas sensaciones encontradas se sintió perder unos segundos la conciencia.
 
Volvió rápidamente a ella cuándo Marcelo salió de su cola (estaba en mis riñones, alcanzó a pensar) y se dejó caer resoplando en el suelo a su lado. Dani sonrió, esta vez sin miedo a que la vea. Lentamente se incorporó y se sentó sobre su pecho, con las piernas abajo de los sobacos de Marcelo. Sin dejar de sonreír, se inclinó sobre él y le sacó la venda.
 
Así la vió Marcelo: sentada sobre él, sonriendo, mientras sentía que su cola, cálida goteaba algo (mi leche, comprendió Marcelo con un pequeño shock) sobre su pecho. Era una visión: una chica joven y dulce que le sonreía desnuda sobre él, con la cara y el pelo manchado de su semen.
 
"Ok, ahora que aprendiste a garcharme como un hombre" le dijo Dani sin dejar de sonreír "te voy a explicar cómo hablar con tus hijos..."
 

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