Carnaval, 2da Parte... solitos en el futón

Había sido una mañana muy tentadora, con el desayuno en bombachita y con la remera que dejaba transparentar unas tetas hermosas, firmes, rosaditas... y ahora se viene la noche, el alcohol, la magia del Carnaval...

La primera parte del relato, por acá.

http://www.poringa.net/posts/relatos/2990239/Carnaval---Presentacion-e-inicio-del-relato.html

Ese día en la playa arranqué pajero y obsesionado. Las minas habían ido antes, casi al mediodía a la playa mientras que los otros 3 flacos se despertaron casi a las 2 de la tarde. Yo me había quedado en el depto con el futón y la tele y me había ido al centro a comprar para hacer un asado a la noche. Llegué, los pibes se habían despertado y fuimos para la playita a buscar a nuestras amigas. No me voy a poner en esta ocasión a describir a las otras dos, que estaban buenas y cada una tenía lo suyo, sino que voy a ir por Romi, mi obsesión de ese momento. Estaba con una bikini roja que le quedaba 10 puntos. Bueno, 9 porque no tenía un bronceado de la puta madre, pero estaba para clavarla ahí mismo en la playita, sobretodo porque cuando llegamos estaba tomando sol de espaldas, con el culito para arriba. Pasaron las horas y yo me daba cuenta que estaba poniéndome cargoso, así que aflojé un poco. Para colmo, vinieron unos gomas y empezaron a charlar con las minas, separando un poco el grupo. Esa noche me había comprometido como un boludo a hacer el asado, así que no tuve toda esa cosa de llegar del río, de las duchas, de cambiarse y demás. Hice el asado, cuando estaba listo me fui a duchar (reconozco que mientras estaba en la ducha tenía la esperanza de que se me metiera Romi en el baño, pero era difícil porque solamente habíamos histeriqueado mínimamente en el desayuno) y cuando terminamos de comer, partimos nuevamente para el corsodromo.
Nuevamente en el corsódromo pegamos mesa en primera fila y esta vez nos pusimos más cachondos. Un poco por el día de playa y otro poco por el vino del asado, arrancamos bailando más caliente y la cosa pintaba mejor. Ya se había formado una pareja y los otros 5 estábamos más cerca de enfiestarnos entre todos que de pensar cual sería el boludo de los hombres que se quedaría sin mina. Empezamos a vaciar botellas de cerveza e incluso aparecieron algunos picos. Romi tenía puesta una musculosa blanca con un corpiño blanco (la verduguee apenas empezada la noche que le quedaba mejor sin corpiño, como en el desayuno, a lo que respondió con una sonrisa picarona) y un jean medio suelto que con la tremenda cola que tenía, le quedaba perfecto. Yo hice un poco de rancho aparte y me puse atrás de ella a bailar como marcando el territorio. Ya habían pasado un par de horas y un par (o decenas) de tragos y cervezas cuando le mandé la mano en la pancita (divinamente firme, a pesar de tener un par de kilitos extra) y la tiré firmemente contra mi bulto, apoyándola 100% mi bulto contra esa cola hermosa. Se sintió 10 puntos, incluso yo que tenía bermudas de tela sentí como la garompa se me acomodaba entre los dos cachetes de ella, aún con el jean de por medio. No me dijo nada y siguió bailando, moviéndome un poquito más el culo. Yo ya empezaba a hacerme la película de cómo iba a ser garchármela, que ibamos a hacer, que posiciones, todo. Incluso aflojé un poco con el escario para no pasar papelones.Seguimos bailando y en un momento se dio vuelta. Bailamos un poquito de frente y me la empecé a chapar. Nos empezamos a comer la boca de una forma pornográfica, hiper caliente, desprolija. Las lenguas se cruzaban con furia, se metían dentro de la boca de cada uno y casi nos arrancamos los pelos. No tardé en posar mi mano en el culo de ella y apretarlo con mucha calentura. Me puse al palo y por la diferencia de altura, se la apoyé en la panza. Le mandé la mano por debajo de la musculosa al mismo tiempo que le metía la mano por adentro del jean, del lado de atrás. Estabamos a pleno, le estaba apretando un pecho y la cola cuando escucho la voz de Ramiro, en un error que no le voy a perdonar, que le dice a Romi “Nati se siente mal, te está llamando”. Me quedé sentado en la mesa hasta que se bajó la carpa, recontra caliente con el boludo de Ramiro, que podría haberse hecho cargo y tratar de ayudar a la mina sin venir a cortarme el proyecto de polvo. Romi como buena amiga la fue a buscar a la otra que se había pasado de rosca con el escabio y mientras la calmaba, decidieron volver a la casa. La parejita que se había formado había partido hacía un tiempo y seguramente estarían en la casa dándose murra. Me quedé con Ramiro y el otro flaco un rato más en el corsódromo y después nos volvimos, a eso de las 3. Yo tenía un malhumor tremendo, se me había esfumado la posibilidad de oro y si bien pensábamos volver el domingo a la noche, la chance era esa. Había sido atento, caballero, meloso y esperando el momento, había acelerado en el momento justo. Había hecho las cosas lo mejor que había podido y una borrachera inoportuna me dejaba sin nada.

Llegamos a la casa y los pibes se fueron a dormir. El don juan que había pegado minita estaba felizmente durmiendo en la habitación de los hombres y la de las minas estaba con la puerta cerrada. De la bronca que tenía no me podía dormir, así que me puse a mirar la tele, me acuerdo que enganché la peli de Chevy Chase del año del pedo que lleva a la familia de vacaciones. En eso escucho una voz cuchicheando y una puerta que se abre. Pego un cogotazo para atrás para mirar y de la habitación de las minas, salía Romi hablando por el celular en voz muy bajita. Cuando me ve despierto, viene para el living y se sienta en el futón, en una punta (yo estaba sentado en el medio y entraban 3 personas cómodas). Por el tipo de charla me doy cuenta que estaba hablando con la hermana de la chica que se había pasado con el alcohol. Después me iba a enterar que la mina se asustó y había llamado a la hermana desde el corsódromo y ahora Romi, aparte de tranquilizarla, había empezado a hablar de otras cosas porque también eran amigas entre ellas. Esa noche Romi tenía puesto un camisón muy lindo, incluso muy fino para la ocasión, como si fuera de seda, color marfil.Como calculo la mayoría de las mujeres, dormía sin corpiño y tanto el modelo como el material, dejaban ver (tenía breteles finitos y largos, dejando mucho escote) y transparentar la mayoría de sus pechos. Lo que no se veía, se adivinaba por lo cómplice del material. Incluso al sentarse al lado mío, un bretel buena onda se le cayó del hombro y me dejaba, maniobra de cuello mediante, pispearle el pecho derecho. No me rescaté ni un segundo y me acerqué, para arrimar y de paso, verle ese pecho divino que se escapaba. La aureola era de un color rosado divino, grande en relación con todo el pecho y, como a mi más me gustaba, de apariencia suave y esponjosa, levemente “levantado” sobre la superficie del pecho. El pezón estaba calmo, bello en el centro de esa aureola perfecta. Sin mucho talento pero si con muchas ganas, improvisé un masaje de cuello mientras ella seguía hablando por teléfono. Ella giró un poco el torso dándome la espalda y se entregó al juego. En ese momento, no quería que cortara, porque eso me excitaba mucho más. Hacer despacito, satisfacer mi morbo mientras ella hablaba pasivamente por teléfono me calentaba de sobremanera. Le hice un par de masajes y el movimiento de su torax y espalda me permitía vislumbrar desde la altura de mi mirada a la altura de su cabeza, la plenitud del escote, su pecho derecho completo y por momentos, la aureola y el pezón del izquierdo. Casi por reflejo, después de dos o tres masajes, ella se levantó el bretel derecho, como en una indecisión entre entregarse o no. Seguí masajeándola y en un momento ante la presión de mis pulgares, soltó un “ay” contenido que me voló la cabeza. La chica del otro lado del teléfono le preguntó que había pasado y Romi le dijo que era una contractura que tenía. Yo para ese momento estaba completamente erecto y preso de una fantasía… sus hombros me parecían ideales, me enfermaba de excitación espiar sus pechos y la visión parcial que tenía de la pancita me daba ganas de morderla. Me acerqué todavía un poco más, donde ya mis piernas chocaban contra la espalda de ella y, mientras seguía con los masajes, le empecé a besar y morder las orejas y el cuello. Nuevamente tuve una respuesta positiva de su parte, porque giró el cuello y tiró levemente la cabeza para atrás, invitándome a besar y ver la parte delantera. Yo estaba completamente fuera de mí y me excitaba hacer eso tratando de ser silencioso, por los que dormían y principalmente por la comunicación telefónica que ella tenía. Mientras ella me daba la espalda me aventuré por el centro del escote, llegando a besar casi entre sus pechos y volví a subir, para besarle el hombro derecho. Al llegar al bretel suavemente lo saqué, lo deslicé por su brazo hacia abajo, hasta que quedó suelto. Seguí bajando por la espalda hasta donde me lo permitió el camisón y volví a subir por el otro lado. Una mano había pasado a tomarla por la cintura del lado izquierdo y la otra se había hundido en el pelo de su nuca y revolvía con energía su pelo, lo que le causaba escalofríos de placer. Nuevamente llegué al bretel por su hombro izquierdo y lo saqué para abajo, pero esta vez al llegar al nivel del camisón, seguí llevándolo para abajo. Romi seguía su conversación como si nada pasara, lo que me calentaba mucho más. El momento en que los pechos quedaron al descubierto fue sublime. Ese segundo cuando la tela ofrece una leve resistencia y de golpe los pechos se zafan, es simplemente grandioso. Una vez pasados los pechos, el camisón bajó hasta llegar al futón. Recién en ese momento Romi me dedicó una mirada pícara. Con su espalda desnuda frente a mí, comencé a manosearle los pechos, desde atrás. Suavemente con las yemas de los dedos pasaba alrededor de las aureolas, haciéndola desear. Ella empezaba a morderse los labios mientras hablaba por teléfono y cerraba los ojitos. Empecé a recorrer las aureolas, eran de las más suaves que había sentido en mi vida. Pasaba del mimo suave y gentil a apretarle los pechos con desesperación, estaba completamente excitado. Mientras mi mano izquierda no dejaba de jugar con sus pechos, mi mano derecha comenzó un suave descenso por su cuerpo. Pasé disfrutando cada centimetro de esa pancita que me había enloquecido en el sambódromo. Llegué al lugar donde el camisón se había estancado sobre sus piernas y si dudar, escondí mi mano debajo. Sentí en la punta de mis dedos el elástico superior de su bombacha. Y con mucho cuidado y sutilidad, mandé mis dedos por abajo. Descubrí un felpudito prolijo y recortadito. Mis dedos avanzaban lentamente hacia sus labios vaginales, disfrutando el camino. Ella ya tenía constantemente sus ojos cerrados y sus respuestas telefónicas eran monosílabos, algunos incluso arrastrados por el placer. En mi excitación no sabía que cosa hacer primero, de tantas que quería hacerle, así que mientras mi mano izquierda jugaba con su pecho izquierdo y mi mano derecha se iba metiendo en su conchita, pasé la cabeza por debajo de su brazo derecho y empecé a chuparle la teta derecha. Primero la parte externa, que es mi preferida. Esa parte blanca que está generalmente pegada al brazo. De a poquito fui para el medio y con mucha fruición, empecé a chuparle el pezón. Romi con su brazo me apretó contra su pecho, como pidiéndome que no parara y lo hiciera más fuerte. En ese mismo momento, mi dedo índice alcanzaba su clítoris y el dedo mayor se metia entre esos labios carnosos completamente mojados. Ella subió la pierna izquierda y la abrió, poniéndola sobre el apoyabrazos del futón, lo que facilitó enormemente que mi dedo mayor se metiera en esa conchita mojada y calentita hasta bien adentro. Ahí por primera vez ella soltó un un “Ahhh” no tan censurado y la chica del teléfono empezó a sospechar. Ella con una mano sostenía el celular y con la otra apresaba mi cabeeza contra sus pechos, los cuales yo gustosamente chupaba, besaba y mordía. Los pezones estaban completamente erectos y ella, por primera separándose del teléfono, me dio una orden: “mordémelos”. Empecé despaciro a masticarle sucesivamente los pezones mientras le frotaba el clítoris y le mandaba dos dedos. Yo sentía que la garompa me iba a explotar adentro del shortcito de River y de hecho, el shortcito estaba completamente estirado. Estaba super al palo, durísima. Ella me soltó la cabeza y me manoteó la pija, por sobre el short. En ese momento saludó, cortó la conversación y revoleó el teléfono. Me comió la boca, con la misma pasión y desenfreno que en el corsódromo. Saqué la mano de su conchita y la agarré por la cintura, mientras con la otra me corría el short para que me agarre la pija como correspondía. Le metí una mano en el culo y la levanté, para sentármela encima y metérsela entera de una. Ella se resistió. Me dijo que no estaba tomando las pastillas y estaba en fecha de ovular. Yo estaba desesperadísimo, le decía que no importaba, que acababa afuera, no entendía razones. Ella oponía resistencia inteligentemente pero así y todo, llegué a “puertearla”. Ella seguía insistiendo en que sin forro no, así que aflojé un poco y ella dijo unas palabras geniales: “Igual no la vamos a dejar así, es un desperdicio” en referencia a mi pija, que explotaba. Se puso de pie, se volvió a poner el camisón “por si se levanta alguien” y se arrodilló delante mío. Me agarró la pija con una mano y mirándome a los ojos con mucha cara de putita me empezó a chupar la pija de una forma que me vuelve loco. En lugar de juguetear con la cabeza y hacer el mete saca, ella se la mandó hasta donde le entraba en la boca y ahí empezó a juguetear. Con los labios me hacía una presión increíble, con los dientes me mordía apenitas y la lengua se movía para todos lados. Yo de vez en cuando hacía fuerza para hincharla un poco más y ella me miraba con cara de pícara cuando eso pasaba. Estuvo un par de minutos así hasta que le dije que me dejara chuparle la concha también, hacer un 69. Con mi pija en la boca cerró los ojitos y me dijo que no. Ahí me desesperé, porque sentí que me explotaba la pija de la calentura, y la agarré de la nuca y le empecé a coger la boca, la sacaba entera y se la volvía a meter hasta el fondo, incluso casi por momentos la ahogaba. Ella hiper gauchita no se quejaba y pedía mas. Yo ahí me dí cuenta que esa era la minita que yo veía todos los días en la oficina, con la que interactuaba laboralmente, con esos pantaloncitos de vestir ajustados, los zapatos con taco, las camisitas de vestir ajustadas, las polleras… y eso fue el toque final para acabar. Le dije que me iba y ella asintió con la cabeza. Le seguí bombeando la boca y al momento de acabar, se la metí entera. A medida que iba descargando semen, la iba sacando. Ella se tragó la primera descarga y me sonrió. Las otras descargas de semen se las tiré en la puntita de la lengua. Ella jugueteó un poco con la punta de la pija, pasándole la lengua toda enchastrada. La pija no se me bajaba, quería seguir a toda costa, más todavía cuando ella alejó un poco la carita y mientras sonreía, un hilito de semen se le escapaba por la comisura. Se lo volvió a tragar metiéndolo para adentro con la lenguita y con buena onda pero muy en serio, me dijo “todo muy lindo y muy rico, pero ahora hay que dormir eh? Portate bien”. Se acomodó un poco el camisón y se metió en el baño. Me acosté en el sillón y me pegó todo el cansancio y la relajación juntas, tanto que no la escuché cuando salió, creo que ya me había dormido.

El desayuno por la mañana siguiente fue con mucha gente, una parejita feliz y una mina con mareos y resaca. Me di cuenta que nadie se había dado cuenta de lo mio con Romi y que ella no había contado nada, así que no hubo nada especial. Tarde de playa, un mínimo comentario en soledad con ella sobre lo bien que la pasamos y la sensación, pese a no decirlo, que eso no terminaba ahí. Y por suerte, no terminó ahí…

Hasta la próxima historia!!! Gracias por sus comentarios y buen recibimiento!

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