El affaire de mi amiga

El trío de mi amiga

Hacía tiempo que Liliana no me llamaba, lo cual era extraño, ya que somos amigas desde hace más de una década, de hecho nuestros matrimonios fueron en el mismo año, con pocos meses de diferencia.

Me decido un día y le pregunto por WhatsApp, si se encontraba bien, a lo que respondió inmediatamente que necesitaba hablar conmigo. Así que quedamos en encontrarnos ese mismo día en un café céntrico.

Era una tarde primaveral y la veo llegar muy bien arreglada; y no era porque no nos gustaba vestir bien, ya que ambas somos coquetas, pero la veía con otra predisposición, pero no quise prejuzgar. Nos saludamos, nos sentamos; inmediatamente pedimos un par de irlandeses, porque lo que tenía que contarme lo ameritaba.

Luego de ponernos al día con las noticias más cotidianas, la enfrenté y le pregunté que le estaba pasando.

Liliana hizo un silencio, como para ordenar las ideas, y me comenzó a contar:
- Hace ya más de 4 meses, mi matrimonio comenzó a transitar por una crisis, por lo que hay muy poco diálogo y, por supuesto, el sexo está ausente.

Por aquel entonces, nuestros cuerpos de un poco más de 30 años estaban bien conservados y por cosas de la edad, necesitábamos saber que éramos aún apetecibles, por lo que hasta allí entendía su angustia.

Liliana continuó:
- Como sabes, mi único hombre había sido el que es mi marido hasta ahora.

Ambas nos desempeñamos como secretarias ejecutivas, ella en un Laboratorio medicinal, y yo en una Consultora de marketing, por lo que siempre lucimos bien.

Liliana tragó saliva y siguió con su monólogo:
- Un buen día, un compañero de trabajo, del departamento de ventas, entabla conversación y a los pocos días compartimos un almuerzo y algún que otro café after office. Claro que de a poco, se enteró de mis problemas matrimoniales; y yo supe de sus preparativos de casamiento con su novia; pero nada evitó que un día me sorprendiera con un beso en la boca. Ese mismo día, terminamos en un hotel después del horario laboral.

Yo quedé con la boca abierta e intenté que las fichas me cayeran rápidamente, para poder seguirla, pero ella continuó:
- Aún recuerdo los nervios de estar con otro hombre, pero me duró poco, porque desató en mí una lujuria desconocida al sentir sus besos y caricias tan devotas. Me pidió que se la chupara, lo cual obedecí, sintiendo como me retiraba la blusa, el corpiño y bajaba el cierre de mi pollera. Por la concentración que tenía en la mamada, no supe como quedé desnuda, aunque sólo me quedaban puestas mis medias negras de liga.

Lo que oía, no ayudaba a salir de mi sorpresa, ya que nunca habíamos hablado de nuestras intimidades con tal grado de detalle. La estaba desconociendo, pero seguí escuchándola atentamente, porque parecía estar rememorando ese instante con su mente.

- Me hizo suya varias veces – siguió contando con placer - no sabía que se podía tener más de un orgasmo en la misma jornada de sexo - exclamó.

Liliana siguió recordante como si no estuviera presente, con su mirada de un lado hacia el otro, como recorriendo su mente, y continuó:
- Al tiempo, nos habíamos convertido en amantes regulares, por lo que yo esperaba con ansias nuestro encuentro; aunque yo seguía con mis problemas de matrimonio y él con los preparativos de su boda. Y ahora no sé qué hacer – clavando sus ojos sobre los míos.
Yo quedé perpleja sin saber que decir.

Liliana exclamó:
- Liluska decime algo.

Yo reaccioné e intenté ser racional preguntándole:
- ¿Ya no querés a tu marido? ¿Querés dejarlo? ¿Querés separarte?

Ella me respondió inmediatamente:
- No. No quisiera que nuestra niñita sufriera.

Yo seguí interrogándola, pero en realidad no sabía para qué:
- ¿Él continúa con los preparativos de su casamiento? O ¿Va a dejar a su novia?

Liliana responde de mala manera, como si yo no hubiera entendido nada:
- No. Él se casará con ella, pero ambos tenemos muy buen sexo.

De pronto se pone de pie, toma su billetera y me dice:
- Ahora te tengo que dejar, porque voy a encontrarme con él, pero debía contártelo.
Liliana dejó el lugar rápidamente y yo quedé con las imágenes descriptas y la situación compleja. Aún escuchaba su tono de excitación al contármelo, pero quizás se trataba de su eminente encuentro. De cualquier manera, me quedaba una sensación rara, como si algo no me estuviera contando.

A la semana siguiente, volví a enviarle un WhatsApp, preguntándole como andaba; pero esta vez tardó en responder, y cuando lo hizo fue con el emoticón de pulgar hacia arriba. Así que la llamé y le dije cual era mi sensación, a lo que confesó, y quedamos en encontrarnos al otro día, en el mismo lugar, a la misma hora.

Al otro día, la espero con ansias por lo que había quedado por contarme, pero yo, más fría, sabía que esta situación debía resolverse, aunque no sabía cómo.

Nuevamente la veo venir al café, aunque esta vez menos eufórica, como si haberme contado su affaire la hubiera llenado de confianza.

Nos saludamos, pedimos nuevamente un par de irlandeses, y me aclaró que hoy no se encontraría con él, por lo que contaba con todo el tiempo del mundo.

Así que yo fui directamente al meollo y le pregunté:
- ¿Qué te guardaste?

Liliana tardó en responder, también como ordenando las ideas en su mente, y al rato comenzó a contarme:
- En una de nuestras tantas citas, después del horario de oficina, habíamos decidido tomar algo de alcohol antes, por lo que paramos en un bar, camino al hotel. En el bar, la conversación era sobre puro sexo y nos confesábamos nuestras fantasías, las cuales no salían de lo normal. Él fantaseaba con hacerlo con dos mujeres y por ende yo repetía el mismo trío, pero con dos hombres. El tema nos había acelerado el deseo de partir hacia el hotel, pero de pronto nos interrumpe un amigo de él; yo me sonrojé porque era la primera vez que nos cruzábamos con alguien; teníamos especial cuidado para que no nos descubrieran.

Yo intentaba imaginarme la situación. Ella continuó contando:
- Su amigo se sumó a la mesa e invitó otra vuelta de copas, lo cual produjo en mí, un principio de borrachera. La conversación seguía subida de tono, ya que su amigo sabía del compromiso de mi compañero y yo sólo podía cumplir el rol de amante, por lo que no me preocupé en disimular y confié en la discreción de él.

Yo pensaba en lo incómodo de la situación, y seguí escuchándola atentamente:
- Al rato, a pesar de la amena conversación, me levanto para ir al toilette y aproveché a realizar señas para irnos. Cuando vuelvo, ya había pagado la cuenta y nos dirigimos a la salida.
- Afuera, él me advierte que alcanzaría a su amigo, porque quedaba en el camino hacia dónde íbamos.
- Los tres nos sentamos en el asiento delantero, ya que se trataba de una camioneta con asiento largo de puerta a puerta. ¿Sabés cuáles son?
Ella me pregunta como si fuera importante que yo supiera de autos, por lo que hice una expresión de que no importaba. Así que Liliana continuó:
- A las pocas cuadras, mi amante había comenzado a tocarme la pierna como escusa de pasar los cambios de la camioneta, mientras que yo experimentaba las consecuencias del alcohol ingerido.
- Ya uno de sus dedos llegaba a mi ingle, pero cuidaba que la pollera no se levantara tanto. De pronto, al oído me ordena que lo toque en su entrepierna, lo cual hice, procurando antes vigilar que no me descubriera nuestro acompañante. Noté que su erección era importante, como así también él verificaba mi humedad debajo de la pollera.

Yo la escuchaba atentamente, y no sé si por su relato, el tono de voz que le imprimía, o las escenas que me imaginaba; yo comenzaba a experimentar un cachondeo que simulaba. Ella siguió contándome:
- Al rato, nuevamente al oído, me ordena que metiera la mano, lo cual hice con mucha dificultad y mucho disimulo. Bajé su cierre mirando a su amigo, pero este estaba inmutable con la mirada hacia el costado de la ventanilla. Cuando metí la mano y verifique esa erección, volví a experimentar aquella explosiva lujuria de la primera vez.

Yo no podía creer lo que estaba escuchando, pero ya no lo entendía como un problema para ella, y seguí atentamente escuchándola:
- Mientras internamente pensaba y deseaba que nuestro acompañante llegara a destino, él nuevamente al oído, me ordena que se la chupe, lo cual me paralizó, pero dentro de mí quería obedecerlo. Sin salir de la sorpresa, y luego del salto por pasar encima de un pozo en la calle, me incliné para hacerlo. Tomándolo con la mano, lo dirigí a mi boca y comencé a lamerlo, pensando inconscientemente que su amigo respetaría nuestra intimidad, lo cual hizo durante algunos minutos.
Yo ya sentía humedad en mi entrepiernas, e ignoraba cuanto más podía ocultarla, pero ahora no quería que parara de contarme.
- Los dedos de él ya jugaban descaradamente en mi clítoris, mientras su otra mano sostenía el volante.
- Mi corazón volvió a detenerse al sentir que una mano grande y firme, había comenzado a acariciar mi nalga que se mostraba, producto de mi inclinación.
- Sorprendida por la situación, seguía succionando su pene como mi única salvación, pero también sentía los otros dedos que se hacían camino hacia mi ano y su otra mano ya recorrería mi muslo, subiendo la pollera y dejando asomar la liga de mi media.

Ya era una hermosa película porno para mi, y seguramente mi cara estaba demostrándolo, pero ella seguía recordando aquel momento, por lo que siguió con su historia:
- Como si fuera la conciencia, apareció la cara de mi esposo en mi mente, despertando sentimientos encontrados.
- Con la pija de mi amante completamente dentro de mi boca, mientras él buscaba un lugar en donde estacionar, y su amigo que ya me tenía tomada de mis caderas e intentando acomodarme como para penetrarme de atrás, surgió una resistencia que me hizo incorporar e impedir que continuara lo que se estaba iniciando. Ellos muy respetuosos me pidieron perdón, aclarando que se había dejado llevar por la situación y yo asumiendo que estaba quedando como mojigata, sonreí.

Yo suspiré, y Liliana descubrió que su relato me había calentado. Abstraídas del lugar, ella me propuso seguir contándome en su departamento, en un ámbito más íntimo. Por lo que pagamos rápidamente y caminamos a paso redoblado, no por mucho tiempo, ya que ella vivía cerca, en el centro. Yo sólo exclamé:
- Mujer!!! Qué historia!!!

Mientras le enviaba un mensaje a mi marido, avisándole que estaba con ella yendo a su departamento, hasta que me puse nerviosa y no pude seguir tecleando, así que lo llamé y le conté que mi amiga Liliana tenía un problema grave. Ella a mi lado reía, como si yo hubiera exagerado.

Llegamos a su departamento y nos tiramos sobre el futón, pero se incorporó rápidamente en búsqueda de una botella de vino blanco y dos copas, como para proseguir.

Liliana, haciéndose la distraída, me preguntó:
- ¿Hasta dónde te conté?

Yo la miré como que me estaba tomando el pelo, pero le seguí la corriente y le contesté:
- Contaste hasta que cortaste la situación. Les paraste el carro porque te acordaste de tu marido.

Ella muy resuelta me responde:
- Ah, sí. Pero les sonreí porque me sentía una idiota. Así que al poco tiempo estábamos frente al hotel y ambos me miraron, y yo sólo atiné a sonreír. Él puso primera e ingresamos.

Seguramente se me notó la sorpresa, que ella me hizo una expresión picaresca, tomé una copa entera de vino, que la sentí recorrer por todo el esófago hasta que chocó con mi calentura. Ella continuó contándome, como si lo que venía era lo mejor:
- Entramos a la habitación que estaba iluminada de azul, pero muy tenue. Él se puso por delante, para aflojar mi nerviosismo, y con su amigo por detrás, comenzaron a acariciarme. Yo estaba hervida al sentirlos y pensar en lo que se venía.

Y exclamó: - Imagínate!!!

Si. Yo me estaba imaginando todo y resistía las ganas de tocarme, mientras la escuchaba. Ella continuó:
- Poco a poco, sentí caer mi blusa a mis espaldas, él sumergiéndose en mis pechos, y su amigo, por detrás bajando el cierre de la pollera.
- No fue hasta que cayó mi pollera, al sentir aquel paño sobre mis pies, la sensación de vulnerabilidad. Sólo estaba en ropa de interior y medias, como si fuera la puta de los dos.
Liliana me miró fijo y me dijo como para tranquilizarme:
- Tocate si querés. Somos amigas. Sé que esto calienta a cualquiera.
Yo no le respondí, sólo puse una expresión como para que continuara, y ella lo hizo:
- Al rato, yo pude desabrocharle el cinturón, bajar su cierre, y sentir sus manos sobre mis hombros, como dirigiéndome hacia abajo, a lo cual respondí inmediatamente. Así que comencé a mamársela como tanto le gusta.

A esa altura y sin darme cuenta, yo ya estaba acariciándome los muslos, pero la seguía escuchándola con atención:
- En medio de la mamada, sentí que su amigo me tocaba la nuca con su miembro, mientras ambos me acariciaban los pechos. Pero yo miré a mi amor, como buscando su aprobación, a lo que él asintió con la cabeza, por lo que giré sobre mis tacos aguja y comencé a succionársela. De cualquier manera sin exclusividad, ya que me alternaba entre ambos penes. No sabes qué sensación me dice.

Yo me lo imaginaba, mientras mis manos ya había subido hasta media pierna mi pollera, pero ella continuó disimulando, a pesar de mi situación de calentura.
- Después de unos minutos y sentir que los había satisfecho con mis mamadas, ambos me tomaron de las axilas y me hicieron sentar al borde de la cama.
- Él me besaba profundamente la boca y los pechos, podía sentir su devoción y extrema calentura, mientras su amigo se metió de cabeza en mi entrepiernas, para jugar con su lengua y dedo índice en mi clítoris.

Me exclama: - Los jugos no se hicieron esperar. Y me sonrió de forma cómplice.

Yo proseguía con una mano sobre el muslo, reteniéndola para no metérmela en la entrepierna, pero con la otra ya me tocaba un pezón disimulando que me acomodaba la blusa. La miré como para qué continuara y no me prestara atención, así que ella continuaba:
- En esa posición no pude evitar sentir un orgasmo, lo que hizo que él me recostara sobre la cama y comenzara a cogerme por delante. Su amigo se acomodó a la altura de mi cabeza, como para que lo siguiera mamando, lo cual hice sin pedir permiso, mi calentura había derribado toda vergüenza o pudor.

Ella se detuvo mirándome, y me preguntó: - ¿Sigo?

Yo no pude evitar gemir y exclamarle: - Por favor

- Al rato, su amigo se acomodó detrás de mí y me tomó la mano, dirigiéndola hacia su miembro. Yo lo tomé y comencé a apoyarlo en la puerta de mi ano, dejándome que yo dirigiera y eligiera el momento. Mi éxtasis era supremo.

De pronto, como sabiendo mi necesidad, Liliana extendió y metió su mano en mi entrepiernas, mientras me describía sus sensaciones. Yo no atiné a nada, más que acariciar mis pechos sin disimulo. Y así continuó contándome:
- Tenía a él entrándome y saliendo vertiginosamente de mi vagina empapada, y a su amigo ya entrando y saliendo de mi ano de forma pausada. Sentir aquellos miembros chocándose dentro mío, me arrancaba gemidos y un sin número de orgasmos.
- Después de cogernos por un buen rato, su amigo soltó su semen sobre la base de mi espalda, mientras que él me llenaba la vagina. El momento había sido glorioso y sabía que ya no sería la misma.

En ese momento, le mojé sus dedos con mis jugos y solté un suspiro. A modo de agradecimiento, estiré una de mis manos, y comencé a masturbarla, a lo que me agradeció con la mirada.

Se echó hacia atrás y exclamo:
- No sabes que polvazo.
- Me levanté como pude para higienizarme, y cuando volví, los vi a ambos de espaldas en la cama; y sin poder aplacar mi tentación, comencé a mamárselas nuevamente; ambos me acariciaban y exclamaban cosas que jamás había escuchado, como: Qué pedazo de mina!!! Qué hembra que sos!!! Te vamos a dar toda la noche!!!
- Y al rato ya estábamos los tres ensayando nuevas poses de trío.

En eso, la escucho gemir profundamente y se reincorpora para decirme:
- Mmmm. Nuestra amistad alcanzó un nuevo escalón.

Ambas estallamos en risas.

Brindamos y me fijé la hora, a percatándome lo tarde que se había hecho, por lo que pido un taxi y regreso a mi casa tan rápido como pude.

Al llegar, voy directo a la cocina a preparar la cena. Mi marido por detrás, me preguntaba por mi amiga, a lo que yo le esquivaba la respuesta y le prometía que un día de estos le contaría.

Cenamos, vimos un poco de TV y nos fuimos a la cama con mi marido; pero seguía caliente, resonándome en la cabeza aquel relato, acompañado de mis propias imágenes mentales.

Cuando vi a Fernando en la cama, decidí tomar mis medias negras de liga, las cuales me puse en el baño y me perfumé con el aroma que a él tanto le gusta.

Al regresar, sonrió y corrió el acolchado; yo me dirigí a mi mesa de luz y tomé el vibrador. Cuando me acosté, le dije: - Mírame.

Y comencé a jugar con el juguete, hasta que lo metí y rápidamente me hizo gemir. Su expresión era de sorpresa, así que me acomodé y comencé a mamársela.

Estaba tan mojada, que el vibrador había entrado casi en su totalidad.

Sin darme cuenta, se ve que la chupaba con devoción, ya que Fernando estaba extasiado.

Al rato, me acomodé de espaldas a él, sin sacarme le juguete y tomé su duro miembro, llevándolo a mi ano.

En un ratito, estábamos cogiendo duro. Yo imaginándome a mi amiga entre los dos tipos, gimiendo y perdiendo la cuenta de los orgasmos; y Fernando dejándose llevar por la calentura.

A pesar de la tremenda acabada que sentí en mi culito, Fernando siguió como si telepáticamente le hubiera contado lo de mi amiga.

Al par de horas, estábamos exhaustos y él me preguntó.
- ¿Tiene algo que ver esto con lo de tu amiga?

Yo dudé, pero le contesté:
- Sí. Mi amiga se acostó con dos tipos.

Y al rato exclamé: - Extramatrimonialmente.

A lo que Fernando dijo: - Con razón!!! – y rió.

A los meses, puse en marcha un blog para exponer relatos, en donde la gente me escribe contándome sus experiencias: www.literturasensual.com.ar

Mi amiga también provocó que yo ya no fuera la misma, pero esto lo contaré en otra oportunidad.

6 comentarios - El affaire de mi amiga

exiliado-40
ufffff nena muy caliente y muy bueno +2
horrotika
Buenisimo, ojala sigas compartiendo, van puntos y te invitamos a pasar por nuestros post, tal vez alguno te interese, saludos!!
h_ccapo
Excelente.... Ojalá pudiera convencer a mi novia
kramalo
muy bueno...!! y de paso, estás llevando gente para tu "rancho", pero el link que pusiste, no anda...
Cabezotete
Me calentaste y me imaginé todo con tu amiga.. pero cuando hablaste de vos me pusiste a mil. Besos besos hermosa.