¿Que quieren las mujeres.?

¿Qué quieren las mujeres? Freud se hizo la pregunta.
La leyenda de la edad media “Las bodas de Lady Ragnell” de la saga del rey Arturo, responde maravillosamente al interrogante: hacer su voluntad. Nada más y nada menos.
Bueno, yo creo que nada más no, también quieren satisfacer sus apetitos y deseos. Exactamente lo mismo que nosotros los varones pero, creo, que ellas son mucho más tercas y “rebuscadas” en pos de una voluntad propia o de satisfacer un deseo o una necesidad emotiva.
Mariel, mi esposa, y Laura, casada con Lucas, son amigas desde casi la cuna. Compartieron todos los niveles de educación, desde jardín de infantes a universidad, y todos los aspectos de la amistad; puedo jurarlo, no tienen secretos entre ellas.
Hace un tiempo Mariel sintió (considero que erróneamente) que, yo, no le prestaba toda la atención que merecía y, con el resentimiento, se le despertó el apetito por Hernán (socio del mismo club que nosotros), un tipo feísimo a mi juicio, pelirrojo con sobredosis de feomelanina (pigmento biológico responsable del color rojo del pelo).
Con o sin resentimientos (u otra alteración del ánimo agradable o penosa, pasajera o duradera) los humanos cualquiera sea el sexo, la edad, estado civil y compromiso con la pareja, no decidimos sentir algo por alguien. Hasta cierto punto debemos conceder que la excitación emocional es algo “que pasa” y no algo que “se hace”.
Pero, francamente, …..¿Calentarse, una chica, con Hernán? Increíble pero cierto.
Seguramente, Mariel, una vez decidida a trasgredir, se habrá sincerado con su amiga: “me quiero coger a ese flaco” o algo equivalente.
Laura, el deseo de transgredir lo tiene siempre despierto (Lucas, su marido es gerente de una mega empresa, vive a 150 Km/hs y, con frecuencia, está fuera de la ciudad o del País) y, quien sabe porque, se le ocurrió hacerlo conmigo: “me quiero coger a Juan, tu marido”, o equivalente, le habrá confesado a la amiga.
Es decir, el punto de partida de lo que pergeñaron juntas fue: “vos te queres dar el gusto con el “colorado”, todo bien, pero déjame que yo lo acueste a Juan”.
Ninguna de las dos necesita empeñarse a fondo para “calentar” a un hombre. Si bien no son hermosas, son muy lindas. De estatura superior a la media, espigadas, rostros agradables, no tienen de que quejarse sobre sus dotaciones de atributos femeninos (Cabello largo suelto, tetas, popas y piernas, impecables)
No tengo idea como Mariel concertó su trampa. Lo único que puedo asegurar es que les llevó los chicos a la madre y se fue a satisfacer deseos y/o necesidades con el hombre que la había turbado.
Laura, simplemente, vino a casa esa tarde que yo estaba solo. Tocó el timbre, minutos después, de que volví del trabajo, aproximadamente a las 15:00 Hs. Le abrí con la corbata aun puesta:
- ¡Hola Juanchin!! ¡Uhhyy que elegante!! ¿A quién vas a “jorobar” con la pinta que tenés hoy? - me besó en la mejilla y simuló buscar con la vista a su amiga mientras entraba y yo le cerraba la puerta a sus espaldas.
-Ya perjudiqué lo suficiente hoy. Acabo de volver y, de tarde soy inofensivo. – le respondí, en son de broma, aun sin sospechar la que se venía.
- ¡Ahh! Mirá que Mariel no está; tuvo que salir. Se llevó los chicos y me dejó un mensaje que va a volver a la hora de cenar. – mientras hablaba caí en la cuenta en que era, prácticamente, imposible que Laura no estuviese enterada, estaban en permanente contacto, personal, por chat, por email o telefónico.
- ¿Cuando ella no está, vos, que haces? - Su pregunta reforzó mi sospecha de que “esa nube traía agua”.
- Simple, trato de pasarla lo mejor posible ¿Queres acompañarme? -
- ¿Porque no? Invítame una cerveza.….charlamos un poco y….vemos… -
La verdad es que ella me gustaba (me sigue gustando), y mucho. Fantaseaba de tener algo con ella, pero nunca me animé, sobre todo porque es muy amiga de mi esposa y lo que yo menos quería era tener problemas, pero, sin reflexionar el paso estaba dado (en realidad lo había dado ella). Cuando consideramos pasar a la acción entran en juego nociones de responsabilidad individual (¿cobardía?), de ética, de nociones heredadas, de roles sociales. Sin embargo ese día, se estaban dando todas las condiciones, era una oportunidad única, difícil de dejar pasar. Momentáneamente no dije ni hice nada. La dejé sentada en el sofá del living y fui a la cocina por la cerveza. Pero de regreso me senté en el sillón enfrentado al sofá y, llenados los dos jarros, ella levantó el suyo y cruzó sus largas piernas de modo tal que, sin esfuerzo, se le veía el comienzo de los glúteos = culo. Me puse a mil. Ahí todo apego a la civilización, a las buenas costumbres, a la cortesía tambaleó:
- Laura, estoy seguro que vos sabías que Mariel no estaba en casa. Decime ¿A qué viniste, realmente? –
- A… a…..a estar un rato con vos,….a solas con vos….- susurró con los ojos fijos en los míos.
- ¡Sos la amiga de Mariel!! ¿Te parece que eso está bien..? ¿Qué podemos….? ..Vos sabes que ella es celosa…Si llega a saber….-
- Vamos a seguir siendo amigas, Juan…..ella sabe que…..vení sentate conmigo- fue su respuesta, con unas palmaditas, invitantes, en el almohadón del asiento a su izquierda.
El “…ella sabe que…..” no me pasó desapercibido pero más que la intriga pudo la calentura.
¿Mi prudencia? ¡Al carajo!! Me senté a su lado en el sofá. Ella, por unos instantes, apoyó su cabeza en mi hombro. Tenía, por lo menos, cuatro horas por delante, lo primero era coger esa hermosa hembra, ya vendría el pedido de aclaraciones.
Nos miramos a los ojos, ella los cerró y dulcemente nos dimos un primer tímido beso. Rápidamente la timidez se evaporó. Los besos se volvieron más y más apasionados Comencé a acariciar su hermoso cuerpo y ella: totalmente entregada. A partir de su espalda, que tenía una piel muy suave, seguí por sus hermosos pechos, mientras ella gemía suavemente y me abrazaba. Bajé hasta sus piernas y, subiéndole la pollerita, a su conchita y que ya estaba muy mojada, le corrí la bombacha negra y comencé a meterle dedo a sus labios y a su clítoris. En el aire se percibía un aroma embriagador a sexo en celo. Di por terminados los prolegómenos y le quité blusa, pollera y zapatos. Me erguí para quedarme lo más raudamente posible, sólo con el slip. Laura se estremecía de placer mientras, suavemente, la acosté en el sofá y la despojé de corpiño y bombacha. Al deshacerme de mi calzoncillo mi miembro, saltó tieso y quedó a la consideración de ella que lo rodeó con una mano. Si pensó en sexo oral, no le di chance, me subí entre sus piernas, la besé y, ahí tuve un destello de sensatez:
- Nena ¿ podes sin condón? –
Podía.
- ¡Cogeme!!!...¡ Cogeme por favor,… cogeme bien fuerte,…. te quiero adentro mío, …..la quiero ahora!....¡metemelaaaaa!!! – exigió.
No había margen para más demora. En un santiamén y sin ceremonias le enterré, favorecido por lo bien lubricada que estaba, de un solo envión todo el largo de la verga. Se estremeció al sentirme adentro. Me detuve, teniéndola ensartada, unos segundos, durante los cuales le amasé las tetas, para después iniciar un mete-saca desaforado, la sacaba casi toda y volvía a metérsela de un solo envión que le arrancaba a Laura (y a mi) todas las exteriorizaciones imaginables de lo bien que la pasaba (y la pasaba yo):
- ¡Ooooohhh!!...¡Ooohhh!!!......¡Siiiiiiiii!!!!.....¡Uuuuhhhmmmm!!...¡Aaaaahhhh!! -
Pero ese primer polvo fue casi un bochorno. Me comporté como un principiante calentón y en pocos (eso sí, deliciosos) minutos “explote” inundándole la cueva.
- ¡Ahhhiiiiii....nooo!!....¡Nooo!!!....¡Noooooooo!!!- se quejó defraudada en su expectativa
Las contracciones de su insatisfacción se encargaron de dejarme la verga como limón exprimido, sin la menor gota de semen remanente.
Para no extender inútilmente el relato, aclaro que durante ese primer encuentro, me rehíce con dos cogidas adicionales, ambas, no en el sofá sino en la cama, con gran satisfacción (= pistoneos prolongados, orgasmos frenéticos y bulliciosos) de Laura y recuperación de mi autoestima de varón.
Despatarrados, lado a lado, recuperadas las pulsaciones normales, momentáneamente saciados los apetitos y con casi una hora (de las cuatro iniciales disponibles) por delante, después que intercambiamos halagos a nuestras capacidades amatorias y loas al placer experimentado, quise saber que escondía la frase trunca “…ella sabe que…..” que dejó escapar Laura, para, al parecer, derrotar mi inicial reticencia a intimar con ella:
- Decime, muñeca ¿Mariel sabe que vos venías, hoy, a buscar guerra? – abrí el tema
- ¡Siiiiiii!! ¡Soy reboluda!! Se me escapó, me traicionó el subconsciente cuando te veía reacio a “agarrar viaje”. Parecía que no querías “cagarla” a ella conmigo. ¡Es una macana!!! Se suponía que vos no tenías que enterarte que lo habíamos arreglado entre las dos. –
Palabras más, palabras menos explicó lo que anticipé al inicio de este relato:
• Mariel se había calentado con el pelirrojo Hernán y, como siempre había hecho, se lo confió a la amiga y hablado con ella sobre el que y como hacer.
• Laura, tampoco se consideraba muy bien atendida por Lucas, su marido. Sin sospecharlo, Mariel con sus confidencias sobre sus sentires (e intención de facturarme su fastidio, dándole al colorado,….) le encendió y, hasta cierto punto legitimó, la fantasía de la amiga de coger conmigo.
• Después de darle vueltas, al derecho y al revés a la decisión, de ambas del cómo y del cuando satisfacer sus deseos, convinieron que ese era el día para llevarla a cabo.
Así fue. Mariel, llevó los chicos con su madre para su encuentro tórrido con Hernán. Laura vino a buscarme, resuelta a consumar su fantasía ardiente, conmigo.
Después de hacerme prometer que mantendría la calma, que aceptaba las cosas como sucedieron, esto es, sin “embalarme” con Mariel que, aseguraba, me quería muchísimo, Laura se fue, no sin antes dejar abierta la posibilidad de repetir, a la brevedad, nuestra experiencia, súper satisfactoria, de esa tarde.
Habrán transcurrido no más de 30 minutos, escuché un coche, un taxi, detenerse en el frente y el bullicio de los nenes que regresaban de la mano de la madre, que al entrar me saludó, sonriente:
- Hola amor, ¿Todo bien? – Su mirarme no era inquisidor. Seguro que Laura la había llamado y tranquilizado (¿mentido?) que todo había transcurrido según planeado. Me dio un beso y dejó que los chicos me abrazaran efusivamente.
- Juan ¿Pedimos unas empanadas para la cena? Estoy “destruida” y no me da ganas de lidiar con la cocina –
Sin duda, pensé, su trenzada con el “ruso” le había demandado un derroche de energía no habitual. ¿Será del tipo pasivo el “pelo de zanahoria”?
Después de la cena y acostados los nenes, al entrar a dormitorio, encontré a Mariel en ropa interior. Me alucinó, como siempre, verla desplazarse ondulante con esas prendas diminutas, los grandes ojos claros, las mejillas color manzana, la piel blanca apenas bronceada, sueltos los cabellos largos y dorados y el cuerpo tan hermoso como su rostro.
- Me voy a dar una ducha – me susurró, con naturalidad, y entró en el baño.
Toda secuela de mi trajín sexual de la tarde, se evaporó súbitamente. Me sentí como si no hubiese cogido por semanas. Me dejé llevar por el impulso y yo también entré en el baño y en la ducha con ella:
- Perooo..¿Qué haces Juannnn?...No seas locooo…..-
No se lo esperaba y, en un primer momento, intentó (simuló) oponerse pero, aceptó complacida, la caricia inicial en sus pechos y las siguientes en todo el cuerpo. Al rozar la concha, no pude evitar la imagen, fugaz, de una mano en el extremo de un brazo, de vello rojo subido, acariciándola y una verga, con pendejos colorados, penetrándola. Deseché el pensamiento rápidamente. Nos secamos, somera y precipitadamente y la llevé, alzada, a la cama. Me calenté.....nos calentamos como siempre, como si nada fuera de lugar hubiese ocurrido a la tarde. Para la calentura el único remedio es coger. Nos regalamos un polvo de aquellos, con culminación apoteótica. Eso sí, yo arriba haciendo el gasto del entra y sale, como es de varones “bien nacidos” no como otros que….hacen cabalgar a la dama.
Antes del epílogo en pleno “festival” de sensaciones, le susurré varias veces:
- ¿Alguien, alguna vez, te cogió mejor que tu Juan???-
- Nooo….¡Ahiiii!!!...vos sabes que nooo…¡Uuuuhhh!!! – replicó (¿mintió?) Mariel una y otra vez, intercalado entre jadeos, gemidos y contorsiones de goce.
¿Sabe una cosa? Le creí y le creo, aunque en ocasiones ella busque cobijo en otros brazos y otra verga para su entrepierna.
Lo mismo digo yo a pesar de que otras mujeres tienen lo suyo, que están muy bien y que saben un rato de cómo hacerles el favor a los hombres, con Mariel no hay parangón.
Laura, por ejemplo, ...me hizo, (me hace), sentir en el podio de los “machos”, pero con Mariel (¿el plus está en el amor que nos tenemos?) disfruto, lejos, de los placeres más gloriosos.
Nunca hablamos, ni creo que lo hagamos algún día, de sus contravenciones con el pelirrojo u otro que exacerbe su deseo sexual, ni de las mías.
Nuestra relación, antes, durante y después de las trampas, sigue inalterada y plena. ¿Qué hicimos de malo? ¿Qué crimen de lesa humanidad cometimos? ¿Cuántas víctimas hubo? No tiene asidero sentir culpa, ni recriminar al conyugue, por un daño que no se cometió. Estamos en el siglo XXI, el cuerpo en que vivimos es nuestro y lo que hagamos con él al ser infieles no puede realmente lastimar a nuestra pareja.



6 comentarios - ¿Que quieren las mujeres.?

Pervberto
Excelente relato, con lujuria sin frenos, estilo elegante y reflexiones de interés, aunque nosotros tenemos una preferencia diferente a la hora de contarle a la otra parte. Sin embargo, que quede simplemente como una opinión diversa, ya que eso no me lleva a sentirme autorizado a discrepar, porque ¿quiénes somos unos para decirles a los otros lo que deben hacer para disfrutar mejor de la vida?
Rodspulloff
Muy bueno lo tuyo, espero el proximo
masitasexxx
Muy bien! Todo lo que a una pareja le haga revivir la pasión está bueno!
Te felicito y muy caliente el relato