Loli, la madurita

TODOS LOS PERSONAJES SON MAYORES DE EDAD Y ESTE RELATO NO ES MIO SOLO QUIERO COMPARTIRLO CON LA COMUNIDAD PORINGERA


Loli, la madurita
Me encontraba pletórico por todo lo bueno que me había pasado y más pletórico aun, porque por fin era viernes y estaba convencido de que el fin de semana seria fabuloso, por lo menos trataría de que fuera así. Llegue al gym hable con mis compañeros y compañeras, luego preparamos todo para abrir. Empezó a llegar la gente como los demás días, era casi un ritual, la llegada, el orden en que lo hacían… llegaron como decían mis compañeras de trabajo, “mis chicas” venían muy habladoras. En la que más me fijaba era en Bea quería ver como respondía. Me di cuenta que era como si no hubiera pasado nada, aunque su mirada me escrutaba con otros ojos. No así Tina, que era verme y ponerse colorada.

Durante las clases sucedió lo que habitualmente sucedía, bromas, frases con doble intencionalidad, todas muy valientes, pero como siempre yo, como si nos las oyera. La que más me hizo gracia ese día por su atrevimiento fue Bea, que de pronto dijo… “Carlos… seguro que mucho lerele, pero luego poco larala y se rio” me miro descaradamente y note mucha picardía en sus ojos. Yo seguí la broma y no pasó nada más, la clase finalizo con muy buen rollo, despidiéndome de ellas hasta el lunes y deseándoles un buen fin de semana, como siempre se fueron a los vestuarios en grupito, cuando vi que Bea se daba la vuelta, miraba y venía a la zona donde estaba yo, vi su toalla y la cogí para dársela, ella casi susurrando me pregunto si el lunes, podíamos hablar cinco minutos fuera de allí, le conteste que, sin problemas, que ya quedaríamos.

Me fui para casa y antes de planificar lo que haría ese fin de semana, comí y me puse a revisar unos trabajos que tenía pendientes. Cuando llevaba un rato, me apeteció una horchata fresquita o un buen granizado, me asome a la terraza y vi que la terraza de la cafetería estaba completamente vacía, por lo que decidí bajar a tomarme algo, aprovechando que no había gente, imagine que estarían en la playa. Metí los papeles en una carpeta y me bajé. En el mismo portal me encontré con mi vecinita Bárbara y antes de que se pusiese zalamera, le dije que, si veía que en una semana no se ponían las pilas con los estudios, les diría a sus padres y a los de su amiga, que buscaran a otro. Ella me prometió por todo lo que había que prometer, que si estudiarían. Le dije que pronto lo veríamos y me marche.

Una vez que llegue a la cafetería, en dueño estaba más dormido que despierto. Le pedí una horchata y me salí a sentarme a la terraza, el me trajo la horchata y se quedó hablando conmigo. Cerré la carpeta que llevaba para no hacer un desaire al hombre y le estuve escuchando un buen rato. Menos mal que todo paro cuando llego más gente. Entre toda la gente que llego, lo hizo una pareja de entre 35 y 40 años, iban con su hijo. A ella la conocía de vista, está bastante buena, era voluptuosa, alta y por lo que oí bastante extrovertida. A él le conocía de jugar al futbol, pero nunca jugamos en el mismo equipo, nos saludábamos cuando nos veíamos, de una manera cortes y educada, pero sin ningún tipo de relación. El parcia “andar” por encima de las aguas, un poquito prepotente, no sabía en que trabajaba, pero sabía que donde fuera era de directivo, por algunos comentarios que escuche.

El me saludo como siempre, cortes, pero frio. Al lado de su mujer se veía pequeñito. Era la típica pareja que uno ve y dice que no pegan, pues eso me pasaba a mí. La mujer acompaño al niño a cruzar una calle poco transitada, para llevarlo a unos columpios que había. Llevaba falda vaquera por encina de las rodillas, un jersey muy fino muy caladito y con escote, de maga corta. Y unas sandalias con un poco de cuña, lo que le levantaba un culo vertiginoso. Yo miraba de forma distraída, pero sin perderla de vista.

Al rato de volver y sentada con su marido, noté cierta tensión entre ellos, por lo que pude escuchar venían de comer de casa de los padres de ella y no había ido muy bien la comida. Yo sabía que él se llamaba Isidro y allí me entere que ella se llamaba Loli. Me puse con mis papeles y mi horchata. Yo como siempre que bajaba allí estaba en un extremo. Ella se levanta y entra a comprar tabaco a la máquina que estaba en la entrada, cuando unos chavales de mi edad, tal vez alguno mayor, empezaron a proferir groserías hacia ella, aunque seguro que pensaban que eran piropos, como conmigo no iba la cosa, yo seguí a lo mío. Pero pude observar como el marido no decía nada, como se hacía el loco.

Ella volvió para la mesa y los tíos siguieron igual, cada vez eran más brutos en sus comentarios. Ella se sentó junto a su marido y le dijo toda seria lago al oído, pero el no hizo ningún gesto. Se acercaron a la mesa y muy chulescos le pidieron un cigarro, el marido fue a darles uno y ella cogiendo el paquete de tabaco con rabia, dijo… “Una mierda, que se lo compren, que no tiene ningún respeto” a cuatro de ellos eso les cabreo. Empezaron a decirle de todo, chulita, estirada, que la única mierda que había allí era ella… y el marido con voz suave les decía… “Vamos chicos, tranquilizaros que estas cosas al final se ponen mal y ya sabemos lo que pasa” empezaron a meterse ahora también con él.

Según iba pasando todo yo me enervaba más hasta que no puede aguantarme y aunque jamás había tenido una pelea, ni en el colegio, no sé si por mi tamaño o porque, pero nunca. Me dirigí hacia ellos y les dije que ya estaba bien, que se marcharan de allí, que estaban molestando. Cuando el más gallito me dijo… “¿A ti nunca te han dado una hostia?” recordé lo que me decía un amigo muy peleón que tenía yo, que en un caso así le diera primero al bocazas, que los demás se lo pensarían. Le contesté que nunca me habían dado una hostia, pero que, si ese día tenía que ser, pues adelante, según lo decía me puse de pies.

El tío no sé si por estar con sus amigos se vino para mi muy decido y con los otros detrás, no lo pensé y le di un buen puñetazo que lo espatarro en el suelo, yo creí que todo se acaba allí, pero cundo me equivoque y cuanto se equivocaba mi amigo, allí se produjo una autentica tangana, con golpes por todos los lados. La verdad que dentro de lo que cabe salí bien parado, todo se acabó cuando el de la cafetería dijo que había llamado a la policía. Todos se fueron corriendo. Yo estaba sangrando un poco por la nariz, tenía como un picotazo en la cabeza, que salía sangre, pero era muy escandaloso, pero por la sangre.

El dueño de la cafetería me dijo que pasara que tenía un botiquín. Lo primero que hice fue ir al servicio a mirarme al espejo lo de la cabeza y era lo que me había notado con mis dedos como un picotazo, imaginé que algún anillo o algo similar. Me puse un poco de algodón en la nariz para que se cortara la sangre, cuando veo que llega Loli con una gran sonrisa, dándome las gracias y cogiendo el agua oxigenada, un poco de algodón, quería curarme. Yo le dije que no hacía falta y oí la voz de su marido diciéndome que la dejara que era muy buena curando heridas, a él no le veía porque el servicio era tan pequeño, que yo estaba sentado en la taza del water y ella de pie, dándole la puerta y quedando a medio abrir, pero él seguía hablando, tratando de quitar importancia a lo sucedido, que seguro que se hubieran ido si no les hubiéramos hecho caso, bala, bala, bla…

Ella oyendo al marido hizo una muesca de desagrado, que fue casi imperceptible, pero yo me di cuenta. Loli me dijo que lo mismo ahora me escocia algo, yo le conteste que adelante. Que nadie me pregunte porque, porque no lo sé y después lo pensé mucho, no llegando a ninguna conclusión, simplemente paso. Cuando ella pudo el algodón empapado sobre la herida de la cabeza, yo pasé mi mano por debajo de su falda, tocando descaradamente sus muslos y después de acariciarlos un rato, subí la mano hasta arriba. Llegando a su coñito. Todo esto mientras el marido no paraba de hablar, que yo no sé ella, pero yo no escuchaba nada.

Cuando mi mano llego arriba del todo, levante un poco mi cabeza y mientras ella tenía su mano sobre ella, yo miraba sus ojos mientras le metía mano descaradamente. Ella ni sonreía, ni se ponía seria, simplemente nos mirábamos, cuando logre separar sus braguitas, mis dedos jugaron con su coñito que estaba demasiado mojado. En un momento dado el marido asomo la cabeza por el hueco de la puerta, por mucho que se hubiese asomado era imposible que viera mi mano porque la puerta lo tapaba, pero yo aproveche para meter dos dedos dentro de ella. Lo único que dijo ella fue que no empujara más la puerta y que ya casi estaba.

Al ratito ya salió y yo le di las gracias. Devolví el botiquín al de la cafetería y me dijo que me había puesto una nueva horchata invitación de la casa. Cuando quise regresar a mi mesa, vi que estaba ocupada, pero Isidro me dijo… “Tranquilo no te preocupes, que tengo tus cosas aquí y he pasado lo que tomabas a nuestra mesa para que estés con nosotros” para luego añadir… “Como sé que vives solo, Loli yo hemos decidido que esta noche cenas con nosotros” se veía un tío muy decidido por lo menos en eso, era de los típicos que están acostumbrados a que se haga lo que ellos dicen. Pero además vi que la cara de la mujer era de, a mí nadie me ha preguntado.

Trate de excusarme diciendo que los viernes yo salía y que entonces se me haría muy tarde, pero el contesto que no había problema, que en su casa se cenaba prontito. Al final acepte y quedamos en una hora. Subí los papeles a mi casa y me acerqué a una pastelería, por comprar algo, por tener un detalle. Una vez en su casa y o iba pensando que, si ella quería más, se pondría más “cómoda” para estar por casa, ósea más descarada. Pero cuando la vi, iba vestida exactamente igual. Me defraudo un poco, pero no todo iba a pasar como yo quería.

Estando en el salón, ella iba poniendo la mesa, yo trate de ayudar, pero Isidro no me lo permitió, pero el no hizo ni el amago de ayudar. Ella socarronamente me dijo que daba igual, que es que tenía su marido unas manos muy delicadas. El empezó a soltar la perorata de que él trabajaba muchas horas, que se tenía que esforzar mucho… y ella mientras él iba por una cosa a otra habitación, con bastante sorna me dijo… “Ahora tocara la parte de que es el director más joven…” una vez sentados en la mesa.

ISIDRO-Porque a mí nadie me ha regalado nada. Todo ha sido gracias a mi esfuerzo. A estudiar en vez de golfear como otros. Trabaja y estudiaba.

YO-Hombre eso lo hacemos muchos.

ISIDRO-Que va, no te creas que tantos. Mira yo he sido el director más joven de mi empresa (omitiré de cual, pero muy conocida) también me sacrifique trasladándome de ciudad. (Era lo que me acaba de decir la mujer, por lo que se ve era costumbre de él, contar lo mismo)

LOLI-No te sacrificaste tu solo, que yo también. Tuve que dejar mi trabajo, recuérdalo.

ISIDRO-Pero no vas a comparar ser administrativa a ser director, por favor.

YO-Hombre todo cuenta, no es lo mismo estar trabajando, que tenerte que quedar en casa. Lo de tu mujer también es un importante sacrificio.

ISIDRO-Pero si tiene una vida comodísima.

YO-Pero…

LOLI-No sigas Carlos que por mucho que se lo expliques no va a querer entenderlo.

El niño se dormía en la mesa, él se levantó y lo llevo a dormir. Aproveche para ayudar a Loli a recoger la mesa y ella me dijo que no hacía falta, pero no le hice caso y le ayude. En la cocina no me pude contener y le toqué el culo por encima de la falda, ella nuevamente no dijo nada, ni hizo amago de quitarse. Pero tampoco colaboró, era una situación extraña. Isidro apareció por la cocina y mirándome serio me dijo… “Es que esto son cosas de la mujer”, para mis adentros pensé que tenía una patada en la boca. No me pude contener y le dije… “Como un hombre joven, culto como tu puede decir semejante barbaridad” el solo me dijo… “Eres muy joven ya lo entenderás”

Como ella fumaba y el no, había que salirse a la terraza a fumar. Aunque ya era prácticamente de noche, tenían el toldo echado, imagino que para evitar miradas indeseables. Nos sentamos en la terraza y ella se puso a fumar. El que hablaba prácticamente todo era Isidro, era de los que se gustan oírse. Paso por todos los temas, hasta que me pregunto que, si tenía novia, para responderse el mismo, diciendo ah, si vives solo. Pues que era mejor para mí, que una vez que te cazan y tienen un hijo, toda la atención es para los hijos y por las noches en la cama, siempre dolía la cabeza, riéndose a carcajadas desmesuradas. Pero el único que se reía era él. Yo la miraba y ella fumaba tranquilamente y con cara de fastidio, sonó el teléfono fijo de la casa, ella dejo el cigarro en el cenicero y se levantó, yo a través de las cortinas, al haber luz dentro y fuera no, pude ver como cogía el teléfono y hablaba poco, dejando el auricular sobre el mueble. Diciéndole a su marido que era su hermano.

Se fue hacia el teléfono y se sentó en una butaca. Ella cogió nuevamente el cigarro. Le dije que se sentara más cerca, me miro y se levantó, cuando llego a mi altura, le hice parar, quedándose de pie. Volví a hacer lo mismo que por la tarde, con la única diferencia que se giró, mirando hacia el salón de su casa y que abrió más las piernas. Seguía fumando como si con ella no fuera la cosa. Hubo un momento que apoyo un brazo en el marco de la cristalera. Ahora con las dos manos, baje un poco más las bragas, lo suficiente para no tener obstáculos. Me chupe y ensalive bien mi pulgar derecho y mientras con la otra mano no dejaba de tocar su clítoris, lleve el dedo a la entrada de su culto.

Fue la primera reacción que se produjo, no me quería dejar, “Por ahí no, olvídate de eso” me dijo seria. Mi contestación fue… “Calla y vigila, que hare lo que quiera” y así lo hice y ella solo se quejó un poquito cuando noto el dedo dentro, que además no fui nada sutil al hacerlo. Compaginé los movimientos a la perfección de las dos manos, pude ver como caía la ceniza al suelo, hasta que de pronto ella y de manera nerviosa, se quitó diciendo, ahí viene.

Cuando entro en la terraza dijo que ahora vendría su hermano para que le ayudara en un tema fiscal de su negocio. Fue cuando me entere que el hermano vivía en un bloque de al lado. Me pregunto qué de que quería la copa y le dije que no bebía, que con un café estaba bien. Él dijo que los cafés eran cosa de su mujer, yéndose a poner la copa y Loli me pregunto que como quería mi café, contestándole que… “Me da igual cómo me lo pongas, pero te quiero sin bragas y sin sujetador, pero el tuyo que sea sin leche, que eso lo pongo yo, para que no pongas tu todo”

Fue la primera sonrisa que puso y se fue. Mientras estábamos Isidro y yo solos en la terraza, llego el hermano y me lo presento. Loli trajo una bandeja con café, puso las tazas y se quedó corta de leche y el marido mirándole le dijo, “mira que eres torpe” ella le dijo no te preocupes que ya me pondré la leche. Una vez que se tomaron el café, se disculpó y se fueron a otra habitación donde él tenía como un despacho. Yo ya había notado que ella no llevaba sujetador y rápidamente puede notar que no llevaba nada debajo.

Le dije que me ponía cachondísimo que estuviera así de mojada y ella me dijo que la culpa la había tenido yo, que se puso así cuando me vio pelear por ella, que le dio todo un subidón, no con la mierda de marido que tenía. Y me dijo… “Si vamos a hacer algo, que sea ya, que, aunque siempre tardan mucho, no vaya a ser que hoy acaben antes” yo ya tenía la polla como un garrote. Le dije que se sentara, ella me dijo que girara la silla hacia el salón, para ver mejor y controlar, pero no miro para mi polla.

Me coloque como ella dijo y me dio espalda, se fue a agachar, yo coloque bien mi polla para que atinara a la primera, cuando empezó a notarla, se le escapo un suspiro diciendo… “Joder… que es lo que tienes ahí, madre mía, que bestia” mucho bestia, pero se sentó casi de golpe. Entro con suma facilidad. Pase mis manos por debajo de su jersey y agarre bien sus tetas. Después de acariciarlas durante un rato, empecé con sus pezones. Apretando y aflojando, esta mujer no decía nada, pero su cuerpo lo decía todo. Se notaba que estaba muy excitada, imaginaba también que, por el morbo de la situación, allí en la terraza y pudiendo ser pillada. Mientras notaba como ella se tocaba el clítoris y se corrió de una manera desenfrenada, pero sin hacer nada de ruido, solo resoplo bastante, echándose hacia atrás, pegando su espalda en mi pecho, estirando sus piernas y dejando car todo su peso contra mi cuerpo.

Se levantó de un golpe y me miro, diciéndome…

-Ha sido genial, pero puede ser mejor, ¿te atreves a follarme delante de mi marido? o te da miedo.

-A mi miedo no me da, si a él le da igual a mí también. No será el primer trio que haga.

-No me has entendido, follar delante de él, pero sin su participación, es una fantasía y me apetece mucho.

-Explícate, que me he perdido.

-Pues follar mientras él está dormido, en nuestra habitación.

-Yo estaría dispuesto, pero si se despierta, que se despertara y se me pone tonto, las hostias que no le han dado esta tarde, se las tendré que dar yo, ¿eres consciente de eso?

-No creo que sea necesario, aunque se las tiene bien merecidas, por lo de la tarde y por muchas cosas más, pero ya te digo que no será necesario. Tengo unas pastillas que lo dejaran KO.

-Eso me da mal rollo, mira que si le sientan mal.

-Jajaja, ya las he probado con él y te aseguro que no se entera. Cuando tiene un día muy pesado se las doy por la noche y se queda fuera de juego. Le puedes hacer lo que quieras que nada. Además, te dejare intentar que me desvirgues el culito, que este imbécil quiere hacerlo desde antes de casarnos.

-Pues si estas tan segura…

Loli vació dos capsulas del medicamento en un vaso y lo dejo apartado. Salieron los dos hermanos y después de hablar un poco Loli les dijo si, les preparaba otra copa, isidro dijo que sí, pero el hermano dijo que no que se iba ya, puede ver como Loli cambio de vaso y puso la bebida en él.

Mientras Isidro se tomaba la copa y Loli se tomaba otra, yo dije que marchaba ya, que había quedado. Pero isidro me decía que aguantara un poco más, que media horita. Contestándole que de acuerdo que media horita nada más. Ya se tomó toda la copa y fui viendo como cada vez le costaba más hilar las frases, como se le iban cerrando los ojos, hasta que de pronto se quedó allí sentado, en uno de los sillones grandes y dormido como un tronco. Empezando a medio roncar.

Nosotros seguíamos hablando como si no pasara nada y llegado un momento ella se levantó. Le daba tortitas en la cara y le decía… “¿Sabes que esta noche serás un cornudo total? Que me va a desvirgar el culito con un rabo mucho más grande que el tuyo” el marido no decía nada. Ella me dijo que ahora volvía que iba a cerrar la puerta de la habitación de su hijo, que no quería que le oyera. Cuando ella se fue, no fiándome nada, pensando que podía ser toda una trama de ellos, me acerque a Isidro, le levante los parpados, tome su pulso y pude comprobar que estaba dopado total.

Cuando ella regreso, venía con una batita muy pequeña, prácticamente se le veía el culo y traía un bote de crema hidratante, lo que me dio a entender que estaba dispuesta a todo. Nada más llegar me dio un beso bestial. Estaba claro que estaba desinhibida total y que esa situación le ponía fuera de sí. Me desabrocho el pantalón a toda velocidad y se agacho a quitármelo, para luego como si de un regalo se tratase ir quitándome el boxers lentamente, nunca nadie me lo quito así. Lo mordía por encima, lo acariciaba, notándose cada vez más duro y al ser blanco se remarcaba más.

Cuando lo dejo libre, empezó a lamerlo con veneración, desde los huevos que se los metía en su boca lamiéndolos de una manera muy placentera para mí, para luego recorrer todo el tronco, hasta llegar al capullo y después de lamerlo bien, metérselo en la boca, de tal manera que en algunos momentos le dieron arcadas, que bestia era.

Algo parecido hice ya en una situación similar, pero nunca de esta manera. Ella se quitó la batita y era un espectáculo soberbio verla desnuda, tanta voluptuosidad era desconocida para mí. Se fue hacia el sillón donde estaba su marido y se colocó al lado, dejando el culo en pompa y luego me dijo mirándome, no esperes follame delante de este cabron, que se lo merece y también me merezco yo que me folle un rabo así.

Era increíble como chorreaba, mi polla entraba en su coño, como un cuchillo caliente en la mantequilla, era como si estuviera echo a mi medida. Que suavidad, era asombroso. Ella me repetía una y otra vez, que jamás había estado tan excitada, tan mojada. Y era cierto, sabía que me follaria ese culo sin ningún problema, eso ya no me preocupaba, pero quería saber hasta dónde estaba ella dispuesta a llegar. Me incline un poco mientras la follaba, hasta coger bien sus pezones y le dije que se los iba a apretar hasta que ella dijese que parara, no dijo nada, me chupe los dedos y luego de acariciarlos durante un rato, fui apretándolos poco a poco, subiendo de intensidad hasta que ella me dijese que parase, pero ella no decía nada.

Era sorprendente lo que aguantaba, no recordaba habérselo hecho a nadie así de fuerte, pero notaba que contra más fuerte ella más gemía y más culeaba. Al final pare yo, no me atrevía a seguir así, ella con voz palpitante me dijo… “joder habíamos quedado en que yo era la que tenía que decir cuando parabas, te has rajado, Jooooo…” me cabreo un poco y para salir del paso le dije que ahora seguiría, pero que pe apetecía hacer algo con el culo de una puta así y empecé a azotarla, dándole buenas palmadas en el culo, ella se dejaba, pero de pronto con el mismo tono de voz de cachonda, me dijo que con un cinturón estaría mejor. Cada vez me quedaba más sorprendido.

Notaba como cada vez se ponía más cachonda, creyendo que estaba sobrepasando los limites, hasta que se corrió y de qué manera, movió hasta la cabeza de su marido mientras lo hacía y le decía, que esto si era un hombre y no el. Una vez que se corrió se bajó del sillón y fue por mi cinturón, lo quito de mi pantalón y me lo dio, poniendo acto seguido el culo de nuevo en posición, como me vio indeciso me dijo, que si quería su culito antes había que prepararlo.

Dude bastante hasta que ella provocándome me dijo si era una nenaza como su marido. Y la muy zorra se abrió las nalgas para que viera bien ese hoyito tan cerrado que tenía. Eso fue el colmo y no me lo pensé más. Mis dudas terminaron. Empecé con correazos suaves y ella gemía, pero según aumente la fuerza sus gemidos eran desconocidos para mí, pero he de decir que me estaban poniendo cachondísimo, fuera de mí. El culo que estaba blanquísimo porque tenía las marcas de las braguitas del bikini, estaba ya súper rojo, parecía que había tomado el sol y se había quemado.

Quería rudeza, pues la iba a tener, ni se lo consulte, me acerque a ella y acaricie su culo, debía estar tan sensible, que ella daba quejidos pequeños, coloque mi polla en la entrada de su culo y ella me dijo que nos pusiéramos crema, cuando se fue a quitar para ir por el frasco, no se lo permití y le di dos palmadas fuertes en el culo, ordenándole que se quedara quieta y le dije… “Como veo que te gusta el dolor, te follare el culo a pelo, sin nada y a callar” esta vez había ganado yo.

Sería la primera vez que me follaria un culito así y más siendo su primera vez. Fui metiéndoselo sin tantas precauciones habituales en mí. Ella me insultada, se quejaba, pero la muy puta movía el culo para atrás metiéndose ella también más de lo que yo le metía, así que se lo metí de un tirón y ella disfrutaba un montón, lo que me dejo perplejo. Agarre esas poderosas caderas, dedicándome a embestirla una y otra vez sin parar, oyéndole como insultaba a su marido con todo tipo de calificativos soeces y denigrantes.

Hasta que nos corrimos los dos y ella solo me decía que bárbaro, que como se notaba la corrida, que era un bestia. Una vez que se la saque ella dijo que necesitaba beber algo fresco y yo le dije que yo también, tal como estaba se fue para la cocina y luego desde la puerta del salón, me enseño una lata de refresco y me hizo señas de que le acompañase. Me dijo que no hiciera ruido y nos fuimos para su habitación. Una vez dentro de la habitación, echo el pestillo y nos tumbamos, mientras nos bebíamos los refrescos, ella me conto que hacía años que no disfrutaba así. Que con su marido nunca. Solo con un novio bastante mayor que ella que tuvo de muy jovencita.

Ella me dijo que además de ponerse cachonda con la pelea, más se puso con mi descaro mientras me curaba, que sabía que podría ser excitante y no se había equivocado. Me dijo que antes de irme me tenía que pedir un doble favor. Yo dije que si sin pensarlo. Era que quería follarme en su cama matrimonial y que cuando yo notara que estaba muy cachonda, le pusiera dos pinzas en los pezones, sacándolas a continuación. Eran dos pinzas de tender la ropa, de madera. medio hasta un escalofrío, pero insistía mucho y me deje convencer. Al momento ella me estaba haciendo una súper mamada, que exagerada era metiéndosela hasta la misma garganta, aguantaba como nadie hasta ese momento y cuando la sacaba era para respirar de forma acelerada, para luego volver a lo mismo. Cuando ya la tenía súper empalmada, ella se sentó encima, me puso una pinza en cada mano.

La habitación estaba muy iluminada, nada de luz tenue. Ella se movía como una autentica amazona, con unos movimientos bastantes exagerados, pero divinos. Veía también como se tocaba sus tetas y como apretaba sus pezones, para estirarlos después de tal manera que parecía que se los iba a arrancar.

Su cara lo iba diciendo todo, como gemía, como se mordía sus labios y sobre todo como me miraba, ahora dejo sus tetas y se tocaba de una forma violenta su clítoris, me di cuenta por su mirada de súplica que era el momento y primero le coloqué una pinza en un pezón, que eran grandísimos y vi como lo apretaba, me dio hasta apuro, luego hace lo mismo con el otro y más de lo mismo, pero desde ese momento la manera de moverse fue simplemente genial, era todo un desfase. Hasta que se corrió más abruptamente que las otras veces.

No me dejo quitarle las pinzas y se agacho haciéndome una mamada, totalmente distinta a la de antes, no sé qué hacía, ni como lo hacía, pero yo tardo en correrme la primera vez, pero después de correrme una vez, las siguientes tardo muchísimo más. Pues ella estaba consiguiendo con una caricia que me hacía con sus dedos entre mi ano y mis testículos, que estuviera otra vez a punto de correrme, lo notaba, pero no lo lograba, hasta que se fue acercando a mi ano y me metió un dedo, que en ese momento no supe donde narices tocaba, pero hizo que me corriese de una manera desconocida. Llenado su boca copiosamente.

Ella se lo trago todo y me quede relajadísimo, ella me dijo que era un hombre de palabra, me quede extrañado y ella al darse cuenta, me dijo que, porque ya le había dado la leche, me hizo gracia y nos reímos los dos.

Me vestí y cuando me marchaba, Loli me dijo… “Espero que como decían en Casablanca, esto sea el inicio de una buena amistad” le sonreí y le dije… “El tiempo lo dirá”. Ella sonriéndome también me confeso que nunca le había puesto los cuernos a su marido pero que sabía que algún día encontraría a alguien que la entendiera, diciéndome que no tuviera miedo que no me iba a presionar ni perseguir. Pero que no estaría mal verse de vez en cuando, aunque fueran pocas veces. Le di un beso de tal manera, que sé que ella me entendió. Y ella me sonrió, de tal manera que supe que me había entendido. Y mirándome me dijo… “Si, sabes que si” y le pregunte qué a que se refería y ella me dijo… “A lo que estabas pensando, que sí que haré todo lo que tú quieras y sin rechistar” era cierto, me había leído el pensamiento.

1 comentario - Loli, la madurita

grancucon
¡¡¡ Muy bueno su relato....Una maravilla Loli....La mujer soñada por todos....Felicitaciones y gracias por compartir su trabajo...!!!!