• [2/3] Descuidaron a la hermanita.

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• [1/3] Descuidaron a la hermanita.

[2/3] Descuidaron a la hermanita.
[3/3] Descuidaron a la hermanita (próximamente).



La mañana siguiente, Fabri buscó directamente a Mili, la buscó en toda la casa y no la encontraba en ninguna parte hasta que se acordó de lo que habían hablado con su madre. La joven había salido y volvía recién a la tarde del viaje hasta la capital. La realidad es que estaba caliente más que algo de preocupación, la idea era incitar y provocar a su hermanita para ver qué podía sacarle, pero no iba a ser posible por lo menos hasta que volviera. Se pasó la mañana con videojuegos, el mediodía como cualquier otro con Gonza y su padre.

Buscó algo que hacer por la tarde para consumir el tiempo hasta que su hermanita volviera. Pasó por varios lugares donde tenía que hacer trámites e ir a buscar cosas de hace días, y en cada salida de los distintos lugares, se fijaba la hora; sentía que habían pasado dos pero había sido quizá con algo de fortuna solo media hora o menos. Con todos los trámites hechos, volvió a casa y entre la espera por su hermanita y la calentura, la estaba pasando bastante mal.

Se encerró en su habitación y el porno del internet era lo que restaba, se haría una paja y en algún momento recobraría la calentura nuevamente. Justo una propaganda en la página donde estaba con el video le dio una grandísima idea que no tardó en poner en práctica. Se guardó la verga en el short y salió casi trotando de su habitación y se dirigió a la primera planta de la casa. Recorrió el patio y toda la casa, no había nadie. Con sigilo como si, a pesar de estar solo alguien lo vigilara, abrió la puerta de la pieza de Mili lentamente y se adentró.

─ Gon... ¿eh? ¡Qué estás haciendo, imbécil! ─
─ Boludo, yo. Nada, nada. Buscaba un... ─
─ Pajero hijo de mil puta, ¡es la ropa interior de nuestra hermana! ─
─ ¡Callate, idiota! Pará, no te pongas así, esperá un segundo. Bancá. ─

No estaba solo, no por lo menos donde había revisado. Sin embargo el sondeo no fue perfecto, se encontró a su hermano mayor sentado en el piso contra la cama de su hermanita y una especie de vedetina envuelta en su verga pajeándose. Al parecer, Fabri no era el único que tenía una adicción a su hermanita. No podía decirle nada en realidad porque si tuviera que comparar la intimidad por la que pasó cada uno, lo de Fabri sería de un completo caradura.

─ Fabri, te lo pido y te imploro por favor, no le digas nada a Mili, yo la amo y nunca le... ─
─ Ya fue, chabón. Tranqui. Escuchá... ─ le decía él poniéndole una mano en el hombro.
─ ¿Estás seguro? Es que me merezco que me cagues a piñas. Soy un enfermo. ─
─ No boludo, tranqui. Escuchame. Los dos lo somos. Te eché un bardo y... yo soy otro enfermo, así que no te preocupes... ─ le decía él para calmarlo.
─ ¿Vos? Pero... ¿vos también te hacés una con las...? ─ y le señalaba la prenda de Mili.
─ Eso... ufff. Tengo mucho que contarte. Bajemos. ─

Ambos mayores y grandes, se sentaron a charlar con unas latas de cerveza de por medio para pasar la calentura y Fabri le explicó todo. Y todo incluia también lo que le pasó a Mili con Mario aquella tarde. La bronca era muy grande, haber tocado a su hermanita había sido ir demasiado lejos y del enojo le pegó una trompada a la lata de cerveza que le terminó cortando un poco la mano. Luego de eso siguieron las explicaciones de la paja, el pete, los masajes en la pileta y lo de la noche anterior. Gonza no lo podía creer, no podía culparlo tampoco y menos cuando Mili había aceptado e incluso haber iniciado todo esto.

A pesar de no estar lejos de conquistar chicas de la edad de su hermanita, era muy difícil encontrar a una con el cuerpo y la personalidad de Mili. Los dos aceptaron en darle una sorpresa a la señorita y salieron en el auto a buscarle un presente para sorprenderla cuando volviera a la tarde-noche con la madre del viaje.

En el camino la charla seguía siendo de lo mismo. Fabri le comentaba a su hermano la cantidad de cosas que había vivido con ella y lo sorprendido que lo tenía, ambos disfrutaban y halagaban a la princesa que tenían como hermanita, una putita poco experimentada pero perfecta igual. Pasaron por un local de tecnología y le consiguieron una tablet, algo que ella llevaba pidiendo ya de hace un mes al menos; intentaron sentirse mejor con ellos mismos regalándole el presente a la niña.

Gonza aprovechó el viaje y pasó por el club donde juega al rugby. Fabri configuraba la tablet en el auto y de paso desde su posición veía a las chicas de hockey entrenando, algunas trotando en la cancha, otras estirando, otras practicando, todas con esa especie de faldita y por supuesto, esas piernas perfectas y el ojete que se les sobresalía por todos lados. De lejos ya se acercaba Gonzalo al auto cuando de la nada sintió un grito a su lado que casi le hizo tirar todo.

─ ¡Fabri, Fabri! ─ le gritaba. ─ ¿Te asusté? ─ le preguntaba matándose de la risa.
─ No sos más boluda porque no te da el tiempo, ¿no, Dana? ─ le dijo él recuperándose del susto.
─ ¡Qué amargo! Solo te asusté. ¿Qué hacés acá? ¿Estás con tu hermano? ─
─ Sí, allá viene, estábamos de pasada nomás así que... nos estamos viendo. ─
─ Siempre tan dulce y tierno. Yo te sigo queriendo eu, por más que a mi hermano le joda. ─
─ Bueno pero yo no, Dana. Yo... ─ y Fabri la miró a los ojos nuevamente y congelado.
─ ¿Vos qué? ─ le dijo ella apoyándose en la ventanilla del auto.
─ Yo, ¿sabés? Este tiempo, he pensado y... tal vez si lo dejamos como un secreto, por ahí... ─
─ Ay boludo, no me hagas jodas. ¿En serio me decís? ¡Me encantaría! ─
─ Bueno, ¿volamos? ─ le dijo Gonza de lejos que no había visto a Dana. ─ Eu, Dana, no sabía que estabas acá, ¿todo bien? ─
─ ¡Siii, Gonzi, todo genial! ¡Preguntale a tu hermano! ─

Fabri miró a Gonzalo por la otra ventanilla, le guiñó el ojo y le hizo una seña de que lo siguiera con la charla, eran hermanos y ambos pensaron en lo mismo. Fabri volvió a mirar a la joven que parecían dibujársele un corazón en cada ojo como en las caricaturas. Dana se había enamorado de él hace ya unos dos años al menos, una simple cuestión de verlo prácticamente todos los días en la casa por la amistad que tiene, o mejor dicho, tenía con Marito.

Ella por su parte era un poco más grande que Mili, tenía ya veinte años que se le notaban en todo el cuerpo. Pelo lacio hasta por los hombros más o menos y castaño oscuro; ojos verdes que resaltaban bastante con el delineador. El fuerte de Dana no eran sus tetas, a pesar de que no era plana y podía notarse unas lindas lolas, lo impresionante de ella era su voluminoso culo. Parecía un culo operado, bien relleno, mucha carne pero era todo completamente natural, claro, los años de hockey aportaban lo suyo sin duda alguna.

─ Ay Fabri, no me hagas ilusión boludo. ¿En serio me decís? ─
─ Boluda, no te jodo. Mientras quede en secreto, todo tranqui. Igual... hace un tiempo, y no tengas vergüenza, me contaron por ahí que también te copaba Gonza. ¡La verdad eh! Gonza no se enoja. ─
─ Y... ─ y reía tontamente. ─ Sí, no sé. Los dos me gustan pero son amigos de mi hermano pero es cierto. Sin compromiso Gonza, si vos no sentís lo mismo, yo... ─
─ No, tranqui. Me pareces una chica hermosa, Dana. ─ le dijo Gonza avivándose.
─ Oy Gonzi, gracias. Pienso lo mismo de vos. ─ le dijo ella tirándole un beso.
─ Ahora. Pará, vamos a hablarlo más serio. ¿Querés entrar y lo hablamos mejor? ─ le dijo Fabri.
─ No, gracias. Con gusto pero recién salgo del gimnasio y... ─
─ Tranqui, Dana. Si sos como una hermana para nosotros. Pasá, da igual el auto. ─ y ella subió.
─ Te quiero proponer algo Dana pero no estoy muy seguro porque tu hermano... ─ se hacía rogar Fabri para que ella insistiera.
─ ¡No importa, Mario! ¿Qué me querés decir? ─ le decía ella entusiasmada.
─ Te hago la propuesta. Si te gusta, buenísimo; y si no, no te hagas drama porque acá somos todos amigos y no hay ofensa, nadie se enoja ni cosas de esas, ¿te parece? ─
─ Me parece genial. ¿Qué es? ─
─ ¿Te va la idea de hacer algo con los dos? ─

Ella se quedó dura y perpleja mirando a ambos a las caras que estaban dados vuelta charlando con ella sentada en la parte de atrás del auto. Hubo unos segundos de silencio y la primera reacción fue de parte de ella que estiró el brazo para llegar a la puerta. Los hermanos se miraron y pensaron en lo mismo, había sido demasiado y se estaba por bajar del auto. Dana alcanzó el botón de la ventana de la puerta y la subió, hizo lo mismo con la otra y acto seguido, se fue sacando la musculosa, muy sensual y sexy para los dos que se miraron triunfantes.

Estaba ya casi anocheciendo, la única luz era la de la vía pública y quedaban un par de autos más lejos de su ubicación. Ella los llamaba con la mirada y los dos muchachos atentos a los pedidos de la señorita, se bajaron y se sentaron uno a cada lado de ella en los asientos de atrás. Ella sentía ya la presión de los dos muchachos encima. Gonza tenía sus dudas hasta que vio a su hermano apoyarle la mano entera sobre una de las tetitas de la joven, por encima del corpiño deportivo que le duró poco, al igual que el short que con alguna dificultad, se lo bajó hasta las rodillas.

Esos pezoncitos duros y rosita eran un manjar, tenía a los hermanos prendidos de ellos, uno de cada pezón, ella los acariciaba y de a poco iba sintiendo manos recorriendo su cintura, espalda, piernas y por supuesto, esa concha que hervía de la calentura. Besos iban y venían, se turnaban para comerle la boca y amasarle esas tetitas hermosas. Ella aprovechó la oportunidad para poner una mano sobre cada una de las pijas de los muchachos que las tenían duras y que explotaban en los jean. Todo iba de maravilla hasta que algo los interrumpió hasta el punto de incluso asustarlos. Un celular.

→ ¿Dana? Eu, ¿dónde estás? Estoy en la entrada esperándote.
→ Marito, ehm... ah, ay... estoy...
→ ¿Qué? ¿Qué te pasa?
→ Yo ahm, estoy en, ya voy. Dame, un minut... ya.
→ Bueno, dal-.

Los muchachos no la dejaron hablar tranquila. Marito del otro lado esperándola y ella con manos que le toqueteaban y exploraban todo el cuerpo. Los chicos insistían en que se quede un rato más pero ella no quería preocupar a Mario; ellos ya sabían que la tenían a sus pies, era cuestión de volver a encontrarse y que la situación se diera. Mientras ella intentaba vestirse, las manos seguían tocando, sobre todo ese hermoso culo que no pudieron disfrutar del todo.

─ Si así va a ser... por favor, nos juntemos pronto eu. No me dejen así. ─ les dijo ella que se vestía.
─ Esto no va a quedar así, Danita. No te preocupes. Igual, todo es secreto eh. ─ le repetía Fabri.
─ ¡Obvio, amor! Y Gonzi, ay. Te amo boludo, ¡gracias! No me daban bola ninguno y hoy vienen los dos, los amo. ─ le decía ella contenta y atándose el pelo.
─ Gracias a vos, hermosa. Igual, digo yo, ¿no, Fabri? Nos podrías dejar un recuerdo hasta que nos volvamos a ver. ─ insistió Gonzalo.
─ Mmm... creo que sé qué puedo dejarles, muchachos. ─

Dana se bajó y los muchachos la rodearon para que nadie la viera. Volvió a bajarse el short, esta vez junto con la bombacha casi tanga diminuta que tenía puesta previo a untársela entre los labios de la concha. Los dos miraban como la telita se iba despegando de impresionante ojete y se las dejó. Era algo inevitable no comerse con la mirada ese hermoso cuerpo. Se dieron cuenta de que tenía más o menos la altura de Mili, la saludaron con un beso, se puso el short y se despidió.

Los hermanos se dirigían a casa más que contentos. Tenían un arreglo con Dana, era al menos algo en “devolución” a lo que Marito hizo y le llevaban un gran regalo a Mili que por supuesto, verla a ella feliz era felicidad para ellos también. Llegaron a casa y el auto todavía no estaba así que siguieron esperando mientras se acomodaban en sus habitaciones. Fabri aprovechó que estaba algo fresco a pesar del calor sofocante que solía hacer así que abrió las ventanas de su habitación y se llevó con una sorpresa en el patio. Salió corriendo a contarle a Gonzalo.

Guio a su hermano hasta el ventanal que daba al patio. Era la primera vez para Gonza, estaba Mili muy motivada en la reposera tocándose. Con un toallón debajo de su cuerpito, tenía el corpiño tirado hacia abajo dejando sus hermosas tetas al aire y la parte de abajo de la bikini directamente desatada y a un costado de la reposera. Las piernas abiertas y acariciándose la conchita, masajeándose una teta y arqueando la espalda acompañando los movimientos de las caricias.

─ Vamos. Nos vamos al living y gritamos así para y viene. ─
─ Nah Fabri, dejala. ¿Sabés lo incómodo que es que te corten de la nada? ─
─ Sí pero si la dejas acabar, se le va a ir la calentura. ─ le explicaba Fabri muy convencido.
─ No seas forro, boludo. ¿Qué vas a hacer? ─
─ Me voy a hacer el boludo de que vinimos así la corta. No seas tan... si te gusta, es Mili, es nuestra hermana y está dispuesta a hacer cosas... y con vos también probablemente. Es solo cariño. ─
─ No voy a hacer nada con ella hasta que no me asegur... ─ y Fabri lo interrumpió.
─ Vamos entonces. Que conserve la calentura y yo le hablo esta noche. ─

Los dos hermanos bajaron y pegaron el grito desde el living. Unos segundos después apareció ella por la puerta que daba al patio. Envuelta en el toallón y con una sonrisa, se acercó a sus hermanos y le dio un beso en el cachete a cada uno, ambos la miraban con las manos detrás y ella empezó a sospechar un poco de lo que ocurría. Al mismo tiempo, ambos tendieron sus manos dándole la caja con la tablet a Mili que no entendía lo que pasaba, estaba muy sorprendida y se quedó congelada. Lo siguiente fue un gran grito de alegría tomando la caja y un gran salto que hizo que la toalla cayera al piso dejándola completamente desnuda frente a sus hermanos.

No se había dado cuenta, estaba muy contenta con su regalo en las manos, abrazándolo y luego los miró a ambos, ahora los congelados eran ellos y ahí se dio cuenta: todo su cuerpito desnudo frente a sus hermanos, frente a Gonza que nunca la había visto. Rápidamente levantó la toalla y la sostuvo a la altura del cuello, no se envolvió, solo le tapaba el frente. A ella no le importó demasiado, se acercó y esta vez le dio un pico a cada uno. Alertados por el sonido del portón, uno de sus padres estaba por entrar. La alertaron y Fabri con una palmadita en esa cola pomposa la hizo subir las escaleras. Ambos padres entraron sin sospechar nada.

Durante la cena, ambos padres los felicitaron por el detalle del regalo a su hermanita que todavía les seguía agradeciendo. Gonza notó, ya ahora al estar enterado de todo lo que ocurría, la mirada de su hermana con Fabri, las señas que le hacía cuando sus padres no miraban. No había mentido, todo lo que ocurría con ella era cierto y le daba algo de pena quizá saber que la joven no se interesaría en él por ser el mayor de todos. Al fin y al cabo, Fabri estaba más pendiente de ella que él.

Terminaron de cenar y como ya era costumbre, una hora pasada de la madrugada, todos encaraban a sus piezas. Los hermanos charlaron, mientras Fabri convencía a su hermanita, le dejó la tarea a Gonza de que se encargara de Dana por mensajes mientras él charlaba con Mili. Quedaron en verse en el living luego de que todo ocurriera para darle las buenas o malas noticias. Por lo pronto, un rato más tarde después de que todos se fueran, la jovencita salió de su habitación en puntitas de pie para adentrarse a la de Fabri, que sabía que tarde o temprano ella iba a aparecer, estaba caliente por lo de la tarde-noche y él igual por lo ocurrido con Dana.

─ Son los mejores hermanos de planeta. ─ le dijo ella feliz y recostándose al lado de él en la cama.
─ Me alegro, Mili. La idea igual la tuvo Gonza, yo ni sabía. Aporté nada más. ─
─ Es un amor. Mañana se lo voy a agradecer también, muchísimo. ─
─ Eu, eu. Yo también quiero agradecimientos especiales de mi hermanita. ─ le recriminó bromeando.
─ ¿Si? ¿Y qué tipo de agradecimientos quisieras de tu hermanita? ─ sonriendo sensualmente.
─ Dígame usted pequeña gatita qué le gustaría hac... ─ y Mili lo calló apretándole la verga.

De un solo movimiento se giró y destapó a su hermano, ella se ató rápidamente una colita en el pelo y se subió encima del abdomen de Fabri. Él le levantó ya su clásico remerón para dormir, una tanga blanca le partía la conchita a la mitad prácticamente. Fabri la tomó de la cintura y empezó con unos mimos suaves, recorría esa colita bien descubierta, masajeándola y sentía el calor de su piel. Ella por su parte fue tanteando la verga de Fabri que por supuesto no tardó en endurecerse pero había algo que hacer antes de arrancar con todo esto.

─ Mili, pará. Tengo una buena idea. ─ le dijo él apoyando sus manos en las piernas de ella.
─ ¿Qué idea? ─ le respondió ella sonriendo.
─ Y si... este agradecimiento, ¿se lo das a Gonza? ─
─ ¿A Gonzi? Pero él... él es muy serio y grande... no creo que quiera... ─ le dijo ella triste.
─ ¿Pero a vos te gustaría? Porque te puedo contar un secreto, es raro igual. ─
─ ¡Sí, obvio! Yo quiero pero él no sé. ¿Qué secreto, Fabri? ─
─ Mientras vos quieras, es lo que importa. Y el secreto... es raro, sobre Gonza. ¿Te interesa? ─
─ ¡Siii! Decime de una vez. ¿Yo le gusto? ¿Eso es? ─ decía ella que jugaba con sus lolas.
─ A Gonza le encanta tu ropa interior. Tus bombachas, las tanguitas hermosas que usas así como esta que tenés ahora. Lo volverías loco y seguro que la pasarías muy bien con él. ─
─ ¿De verdad le gusta? Ay pero... ¿cómo sabés? Mirá si... ¿y si no es así y le cuenta a los papis? ─
─ Sos hermosa, Mili. Yo charlé con él, ¿no te gustaría? Yo sé que te va a gustar. ─

A la joven le brillaban los ojitos de la emoción. Fabri la convenció que fuera a buscarlo en ese mismo momento y haciéndose los tontos y con cautela para no hacer ruido, “sorpresivamente” encontraron a Gonzi mirando la tele en la sala. Fabri le dijo que fuera, que actuara juguetona, que se tire encima de él, y ella más con una sonrisa se acercó; él se quedó en la cocina mirando desde lejos todo lo que iba a pasar. Se ató mejor el pelo y encaró al sillón donde estaba Gonzalo.

Estaba todo bastante oscuro y ella apareció asustándolo un poco. Se acercó a Gonza gateando por el sillón y asentó su colita en la pierna de Gonza que ya sabía a qué venía todo esto. Le salió con la excusa de no poder dormir y que quería compañía así que simplemente la abrazó. Ella a propósito se iba deslizando y el remerón se le hacía más y más hacia arriba hasta dejarle la entrepierna un poco descubierta. Desde la vista de Gonza veía esa zonita del pubis hinchadita y la tanguita que de a poquito le iba marcando los labios de la concha.

Ella le agarró la mano a Gonzalo y se la colocó debajo del ombligo, pidiéndole con su dulce vocecita unos “mimotes” como ella le llama. Gonzalo empezó con caricias en la zona y tímidamente empezó a bajar, poco a poco hasta tocar la tela de esa tanguita de algodón. Al instante, ella se giró y abrazó a Gonza. Podía sentir las tetas presionando contra su cuerpo y ni qué hablar cuando bajó la mirada y esos dos cachetes perfectos relucían con la luz de la tele. Ella misma le agarró las manos a Gonza desde las muñecas y se las puso en la cola pidiéndole que no parara.

Tanta ternura y calentura estaban empezando a excitar a Gonzalo, obviamente tenía la pija dura y creciendo más y más mientras amasaba esa cola hermosa. Mili se separó del cuerpo de su hermano y lo miró a la cara con una sonrisa traviesa y tímida, mirando con sus ojitos a la entrepierna de él. Sin dudarlo, le apoyó una mano sobre la verga y empezó a juguetear.

Fabri ya la vio entonada y concentrada, Gonzalo había aceptado los mimos de su hermana así que hoy no iba a ser su turno de disfrutar a la princesa de la casa. Él la miró de reojo a la pasada cuando encaraba hacia la escalera; ella lo miró y le avisó a Gonza que ya volvía y se acercó de dos saltos a su hermano que encaraba a su habitación, lo tomó de la muñeca y lo llevaba hacia donde estaba con Gonzalo. Ambos se miraron cuando llegó al lugar y con un empujoncito lo sentó en el sillón.

─ Yo le tengo que agradecer a los dos, porque los dos me cuidan. ─ decía ella tímidamente.
─ Eso no es problema, Mili. Sos nuestra hermanita, es nuestro deber. ─ le explicó Fabri.
─ Como dice Fabri, es nuestro deber y obligación que vos te sientas bien. ─
─ ¡Y también es su deber jugar conmigo! ─ les dijo ella con mucho entusiasmo.
─ Sí, Mili pero no grites, peque. Vas a despertar a los viejos. ─ le advirtió Fabri.
─ Ay sí, perdón. Bueno. Vamos a otro lado entonces. ─ les decía ella susurrando.

Gonzalo la tomó de la cintura y la cargó a su hombro, dejándole la colita descubierta justo a su lado. Podía sentir el calor que salía de su suave piel y la tanguita que se iba colando en la rajita. Fabri los seguía por detrás hasta la habitación de la joven. Gonza la bajó en su cama, cerraron la puerta con un giro de la llave por las dudas y cuando Fabri se acercó, llevó sus manitos a los bultos de cada uno de ellos que estaba muy marcados. Ella empezó a masajearle los testículos y poco a poco las vergas de ambos se iban endureciendo y marcando.

Cuando notó el tronco ya marcado en ambos muchachos, les fue bajando el short buscando con la mirada la aprobación de sus hermanos que no iban a decirle que no. Las dos pijas salieron erectas y como catapultas de adentro. La pequeña boquiabierta por ver dos vergas tan grandes y largas, más o menos del mismo tamaño ambas, venosas y bien cabezonas. Las tomó y se reía porque su manito no cubría casi nada el largo de esos miembros que hervían. Miró a Fabri y él le indicó que hiciera lo mismo que aquella noche. Ella asintió con la cabeza.

Se abrió bien de piernas aunque apoyando sus rodillas en la cama arqueando la espalda para estar a la altura de las dos pijas. El remerón no podía cubrirle la preciosa cola bien empinadita y partida a la mitad por la tela de la tanguita. No sabía qué hacer, estaba desesperada por chupar una y seguir con la otra así que fue turnándose con movimientos de paja en una y mandándose a la boca la otra. Los chicos disfrutaban de verla a ella entretenida con sus miembros, ese culito monumental frente a ellos y el sonido de la saliva de Mili correteando en su boca.

Sin interrumpirla con el pete, Fabri intentaba de a poquito con algunas caricias, ir retirando de a poco la tanga de la niña que se giró incluso a mirarlo. Con una sonrisa, ella solita juntó las piernas para así poder bajarle la prendita hasta los tobillos y volver nuevamente a su posición. Gonza lo miraba, él todavía no sentía tanta confianza pero Fabri ya la conocía. Aprovechando la saliva espesa, le metió el dedo del medio en la boca que ella chupó con gusto dejándole un puente de baba a la salida. Él se ayudó con un poco más y le apoyó el dedo húmedo en el agujerito de la cola que hizo estremecer y largar el primer gemido a la niña.

Miraba con ojitos tristes a Gonzi, pareciera no querer aprovechar a mimar su bello cuerpito así que para despertarlo, se enfocó en su verga intentando mandársela todo lo que podía hasta la primera arcada y tosidas. Comprendiendo la indirecta, aprovechó para recostarse de costado al lado de ella y tener más a mano esa preciosa cola y por supuesto, una conchita que estaba más que húmeda ya. Fabri se acercó para que se la chupara, tenía la de Gonza a su lado y ambos hermanos disfrutando uno del ano y el otro de la conchita que empezaba a mimar suavemente.

Gonza estaba muy tentado a chuparle todo a su hermanita; hasta hace unos días se conformaba con sus tanguitas, ahora podía comerse lo que tanto imaginaba de las prendas de ella. Se cruzó al otro lado de la cama y ella lo miraba preocupada pero cuando notó la primera lamida en la conchita, no pudo evitar una sonrisa y gemido que la debilitó prácticamente. Por su parte, tenía la pija de Fabri ahora solamente y podía enfocarse tanto en eso pero al mismo tiempo estar pendiente de lo que su otro hermano hacía atrás. Empezó con el verdadero pete, moviendo la cabeza ahora de abajo hacia arriba con la pija que le golpeaba el fondo de la garganta.

Gonza por su parte tenía la lengua sumergida en medio de la conchita húmeda y rosita de Mili, y no paró con el jueguito del dedo en el ano que había iniciado Fabri. Cada tanto la niña bajaba de golpe, las chupadas le debilitaban las piernas hasta al punto de hacerlas temblar un poco. Fabri intentaba ayudarla como podía y los movimientos empezó a hacerlos él. Le sostuvo la cabeza apoyándole las manos a los lados de la carita y le empezó a coger la boca; ese sonido de la saliva escurriéndose por todas las cavidades de la boca y la saliva chorreando era una sinfónica.

─ Gonza, ¿vos sabías de esto por casualidad? ─ le dijo Fabri mientras hurgaba un cajón a su lado.
─ ¿Qué cosa? ─ le dijo él que seguía jugando con la conchita de su hermana.
─ Teníamos una chanchita de hermana y nunca lo supimos. ─ le dijo él mostrándole el vibrador.
─ ¡Ah pero no lo puedo creer! ¿En serio, peque? ─ le dijo él agarrándole la cola con la mano.
─ Siii, ese es mi juguetito, Gonzi. Usalo. ─ le pedía ella con su suave voz.

Fabri se lo alcanzó y con la vibración a todo lo que daba, se lo refregó a lo largo de la rajita usando los juguitos de la vagina para lubricarla y lentamente se la fue metiendo. Anticipándose a todo, Fabri le mandó la verga hasta el fondo para tapar el gemido que soltó la joven. Estaba siendo demasiada carga para la niña. Con una pija en la boca, un dedo en la cola y el vibrador en la conchita, ambos se dieron cuenta cuando empezaron los espasmos y temblores, más evidente era cuando Gonza vio el líquido ese fluyéndole por la conchita como había pasado antes.

Ella con todo ese orgasmo recorriendo su cuerpo se giró. Se estremecía en todas las posturas y no dejaba de frotarse el clítoris y agarrarse las tetas. Ambos hermanos la miraban y se pajeaban a la par. Fabri le encajó la pija en la boca y Gonza volvió a bajar a esa conchita llena de fluidos cremosos y le avisaron que aguante, que ya acababan ellos también. Ella empezó a pajear a Fabri escupiendo las burbujas de saliva que le caían a lo largo de la cara y con las piernas le empujaba la cabeza a Gonza contra su conchita mientras él se pajeaba por su cuenta.

Los dos se pararon rectos al mismo tiempo apuntando las vergas al cuerpo de su hermanita miraba los dos cañones que estaban por llenarla de leche. Sacaba la lengüita y jugaba con sus tetas. Fabri la acomodó más al borde dejándole la cabeza colgando del borde de la cama, le cogió la boca un par de veces más sin previo aviso y largó un chorro directo a la boca de la niña y los siguiente a lo largo del cuerpo que cuando cayeron, del otro lado llegaban los chorros de semen de Gonza que le iban cayendo en las tetas, panza y pubis.

Ambos se miraron y la miraron a ella que estaba acostada entre medio, algo inmóvil pero mirándose el cuerpo, estaba bañada en semen y una mezcla de leche con saliva espesa que le corría por al lado de la nariz y le bajaba hasta la frente. Se empezó a refregar la leche en todo el cuerpo con las manos y reír lo que dejó tranquilo a ambos porque estuvo callada todo ese rato. Ella seguía siendo la niña juguetona de siempre. Juntaba la leche amontonándola entre sus tetas y de a poquito se la iba metiendo en la boca, Gonza aplaudía prácticamente por el acto de su hermanita.

Se intentó parar y casi se cayó en el intento, las piernas todavía estaban débiles por el orgasmo, ella solo se reía de las cosas que podía sentir. Se despidió de los hermanos succionándoles a los dos los glandes para sacarle la última gotita de leche que quedaran. Ellos se aseguraron de su estado hasta que entrara a bañarse. Fuera de la habitación ambos se miraron, no podían creer lo que pasó, el que más sorprendido estaba era Gonza evidentemente. Ambos partieron a sus habitaciones también.

A la mañana siguiente durante el almuerzo, la joven no les sacaba la mirada a los dos hermanos que comían un poco incómodos. Era una mirada sexy, tierna y a la vez hipnotizante. Todo lo divertido y agradable de esa tarde se desvaneció cuando Mili tuvo que irse con la madre otra vez. Los chicos se bajonearon un poco por ello pero no estaba todo perdido. Minutos luego de que Mili partiera, Gonza le mostró cómo iba con la tarea que le había dejado. Dana estaba algo obsesionada y lo transmitía abiertamente en cada uno de los mensajes en esa charla.

« Eu Gonzi, dale. ¿Cuándo nos vamos a ver? ¿Qué dice Fabri? »
« Estoy con él ahora, queremos saber qué día te queda cómodo así nos juntamos... »
« ¿Con los dos? Hoy estoy libre a la tarde. »
« Te pasamos a buscar por tu casa entonces, ¿te parece? Vamos los dos. »
« Ay obvio, dale. Los espero entonces, muchachitos. »

Los hermanos se miraron, esa sonrisa fue suficiente para decirse todo lo que iba a ocurrir. Pasaron las horas en la piscina hasta que más o menos fuera la hora en que quedaron con la jovencita. Allá partieron ambos algo arreglados para la ocasión. Dejaron el auto lejos de la casa de Dana. Al llegar, ella los recibió a ambos con una sonrisa y los hizo pasar directamente. Marito no estaba y los padres todavía en el laburo, tenía la casa para ella sola, aunque ahora tenía compañía.

Los hizo pasar y sirvió algo para tomar y charlar por ahora. Ella muy provocativa con un short de jean que pareciera quedarle como un culotte. Era muy ajustado y chico para semejante orto, parecía una prenda de ropa interior un poco más gruesa y una remera de las holgadas y que le dejaban a la vista una pancita plana y un piercing que decoraba su ombligo. Se quedó sentada entre medio de los dos pidiendo alguna explicación de por qué ese cambio de actitud con respecto a ella. Con poca charla y más manoseos, ella simplemente se dejó llevar.

Como ya había ocurrido en el auto, más allá de su cuerpo en general, esa cola era la misión principal de los dos y ella lejos de ser tímida, puso una mano encima de ambas vergas que no tardaron para endurecerse por la presencia de la joven. Una vez sin la remera, Fabri le comía la boca y sentía a Gonza recorrer cada rincón de su cuerpo con sus manos, pasando sin pudor por entre medio de sus piernas y haciéndola despegar la cola del sillón para más comodidad. Le desabrochó el short y ella sola fue tirando hacia abajo para sacárselo.

Los dos muchachos se quedaron duros al ver ese hilo dental que rodeaba la cintura de la joven que no podía taparle nada. Un diminuto trocito de tela le cubría la conchita porque no alcanzaba siquiera a cubrirle un pubis con bastante pelo pero controlado y recortado con precisión. Entre los hermanos se peleaban para manosearle la concha hirviendo y mojada de la joven que se retorcía con cada una de las caricias. Tenía la prenda partiéndole los labios al medio.

Desesperada por esas pijas, ella solita se levantó y tiró de los jeans de cada uno de los muchachos. Tomó un almohadón del sillón donde estaban y lo colocó en el piso donde se arrodilló. Los dos se pararon al lado de ella, tenía la cabeza justo a la altura de ambas porongas que no tardó en sacar de un manotazo. Dos pijas juntas para Dana que se turnaba chupando y a otra algo tímida, mientras le hacía una paja al que esperaba su turno por adentrarse en esa boquita.

Le pegaba lengüeteadas de abajo hacia arriba succionando de vez en cuando los testículos con los que también jugaba masajeándolos. A pesar de no ser un pete muy profundo, esos otros detalles los hacía muy bien y aportaban bastante pero no era suficiente para ellos. En algún que otro momento aprovechaban y metían algún empujón de más que hacía atragantar un poco a Dana que no decía una sola palabra por ello. Con los minutos al no escuchar quejas de la joven, empezaron a empujar más y más hasta el punto de empezar a cogerle la boca.

Con algunas lágrimas en los ojos por el esfuerzo, ahora sí cada pijazo le acariciaba el fondo de la garganta en cada entrada y salida. Las arcadas eran cada vez más pronunciadas así como el exceso de baba que chorreaba por el costado de su boca que le caía en el corpiño y el piso. Notándolo, le desprendieron el corpiño y empezaron a jugar con sus tetitas al mismo tiempo que ella continuaba empapando los dos miembros con la saliva concentrada de su boquita.

Gonza con la mirada le indicó a Fabri la siguiente maniobra. Se sentó en el sillón y acomodó a Dana más cerca de él, abriendo las piernas para que le quede la poronga bien a mano. Ella igual un poco desconcertada seguía a Gonzalo con la mirada que la empujó para que se inclinara y le dejara paso a ese enorme y precioso culo que al sentir la primera chupada muy cerca de la rajita, se convenció y continuó con el pete a Fabri que no aflojaba y le dejaba la pija enterrada por unos segundos hasta que la notara con alguna dificultad para respirar y la dejara retirarse.

Por otra parte, Gonza le sacó el hilo dental viendo como de a poquito iba surgiendo de ese enorme culo que hervía. Le separó ambos cachetes y le enterró la lengua en medio de la concha que la hizo gemir profundamente por primera vez en la tarde. No podía evitar arquearse para que Gonza pudiera enterrar más la lengua en esa concha que no paraba de largar juguitos por de la excitación. Fabri no quería que la joven se desconcentrara, la empezó a guiar él con los petes tomándola de los costados de la cabeza y empezar a cogerle la boca.

Con la concha perfectamente lubricada y ni qué hablar de la verga de Fabri, los hermanos cambiaron sus posiciones. Gonza se sentó igual con las piernas abiertas, había un pete más por hacer todavía y Fabri por su parte, obsesionado con el culo de la jovencita, se lo empezó a chupar y de a poquito ir apoyándole un dedo en el ano como hacía con Mili. Ella lo miraba intentando negarse con la mirada pero no iba a suceder. Flexionó las rodillas para apoyarle la poronga en el orto y hacerse una paja al frotar su miembro en medio de los cachetes del culo.

Fabri le separó ambos cachetes y con ayuda de su saliva y los fluidos de la conchita le fue frotando los dedos entre medio de los labios que sobresalían de la carnosa vagina. Con un hilo de saliva que lubricó la cabeza, le apoyó el glande en la entrada de la conchita e intentó empujar cuando la joven se giró y preocupada se negó. Se giró tapándose la entrepierna con una mano y miraba a los dos que al mismo tiempo se miraban entre ellos algo confusos por la reacción de ella.

─ ¿Qué pasó, Dana? Iba a ir tranqui, no... ─ y ella interrumpió a Fabri.
─ No, es que, ¿ya quieren coger? O sea, pensé que era solo un pete y... no sé... ─
─ Dana, no seas niña. Mirate. Mirá cómo estamos. No iba a ser solo un pete. ¿No querías esto? Es lo que me estuviste diciendo por celular. ─ le recriminó Gonzalo.
─ ¡Es que sí pero no pensé que...! No creí que querían ahora. ─
─ ¿Y qué va a cambiar si es otro día y no ahora? Dale, Danita. Si la estamos pasando bien. ─
─ Ya sé, Fabri. Pero es que, creí que íbamos a ir tranqui y... ─
─ Dale, Danita. Si te gusta. Nos vamos seguir viendo, saliendo. Empecemos bien. ─

Algo preocupada, la joven volvió a su posición dejándole la cola a disposición a Fabri y retomó su tarea con la verga de Gonza. Previo aviso a que se cuidaba, él volvió nuevamente a chupársela bien para volver al clima caliente de antes. Danita estaba en cuatro y miraba por encima de su hombro lo que Fabri hacía, sentía la gran poronga en la entrada de la conchita y sorpresivamente, Gonza la llamó y al mismo tiempo que le enterró la verga en la boca, Fabri le enterró la mitad de la pija en la concha que le hizo estremecer.

En la misma sintonía y ritmo, los dos hermanos adentraban sus vergas en la boca y la concha de la joven que le costaba ahora mantenerse en cuatro con las embestidas que recibía de ambos lados, aunque la poronga esa adentrándose en su ser por atrás era difícil de controlar. Fabri le metía la pija y se la sacaba por completo, le separaba los labios de la concha y volvía a adentrar su verga que la hacía gemir aunque atragantándose con la verga de Gonza que tampoco aflojaba. Los hilos de saliva ya le bajaban hasta los huevos, chorreando incluso ya en el sillón. Fabri fue compasivo al comienzo hasta recordar a Mario y lo que hizo con Mili. Escupió sobre el ano de la joven y de a poco empujaba con su pulgar, adentrándose en esa cola carnosa.

─ Ay Fabri, no. Por favor. ─ le dijo ella preocupada y nerviosa.
─ Es solo un dedo, Danita. Tranqui. Relajá la colita. ─ mientras insistía con el dedo.
─ Pero, nunca probé y no, solo no quiero. Hasta ahí nomás. ─
─ Sí, Dana. Relajate. Y no me mientas con eso de que nunca probaste. ─
─ ¡Aaau! ─ gritó ella con el pijazo de Fabri en la concha. ─ Es verdad, bobo. Soy virgen de la cola, nunca lo hice y... en serio, por favor. ─ le pedía ella.

Gonzalo notó en la mirada de Fabri que haberle dicho que tenía la colita virgen no fue la mejor idea para ella que no conocía realmente sus intenciones. Lo miró a la cara y le pidió el cambio, Fabri dejó de bombear y después de un chirlo en la cola le cambió el lugar a su hermano. Ella seguía quietita en cuatro entregando la conchita a esas dos pijas. Miraba a Gonza que acomodaba su lubricada pija previo a colocarse un condón incluso sabiendo que ella se cuidaba. De la nada Fabri la tomó de las mejillas y obligándola a abrir la boca le enterró la verga hasta la garganta, dejándola así unos segundos hasta que empezó a toser más saliva.

La soltó y dejó que ella tomara la iniciativa y empezó a chupársela tímidamente hasta que Gonzalo le metió el primer empujón que la hizo hasta adelantarse más y chocarse con la pija de Fabri en toda la cara. Se sentía las piernas de Fabri chocar contra esos gigantes glúteos, parecían aplausos entre la fuerza y lo pegajosas que estaban las pieles de ambos por la calentura. Volvió a mandarse la pija a la boca, y Gonza paró con la cogida para meterle un par de dedos que entraban y salían fugaces de la conchita que ya desprendía unas cuantas gotitas de flujos.

Fabri le hizo la seña de que juegue con su culito mientras ella seguía entretenida chupándole la pija. Gonza le hizo caso a su hermano y le apoyó el índice justo en el ano y ella volvió a alertarse, podía ver cómo hacía fuerza con la cola para dejar ese agujerito bien cerrado a cualquier intruso pero todo el lubricante estaba haciendo su trabajo para que eso no ocurra. Con cada embestida en la concha, el dedo se fue descontrolando y metiéndose un poco más.

Intentó pararse para evitar que Gonzalo siguiera con su dedo, se sintió el ruido a una solapa cuando se despegan de alguna superficie cuando la pija se salió del interior de la vagina. Sin una sola cosa dicha, cayó por la debilidad de las piernas sobre Fabri que aprovechó la situación, la tomó de ambos glúteos y se la apoyó encima acomodándole la poronga justo en la concha. La tomó de la cintura y empezó a entrarle al comienzo algo suave y luego con más y más fuerza. Gonza miraba esa concha cabalgando sin cesar la pija de su hermano.

Luego de unos minutos, Fabri se ayudó con las piernas y la levantó, separándole bien los glúteos y así la dejó a disposición de Gonza que le metió la verga rápidamente. Sentía las tetas de la niña en su pecho y los besos se hacían algo complicados porque se iba cada vez más arriba con cada pijazo de Gonza. La bajó y volvió a meterle la verga y sacársela, Gonza se acercó y se la metió y sacó. Los hermanos se fueron compartiendo esa concha jugosa y muy colorada un vergazo cada uno; ella solo respondía ya con algunos gritos lejos de ser tímidos gemidos como al comienzo.

En la misma posición, con ella encima de Fabri. Besándola ahora sí más tranquilos, iba a insistir con el ano de la joven. Sin permiso alguno le metió el dedo del medio en el agujero de la cola, no estaba haciendo fuerza por lo que entro una falange y media sin problemas; Gonza se llenó un par de dedos de saliva y se los metió en la concha igual sin ningún aviso y entró a meter y sacar rápidamente.

Tanta fuerza entre los dedos y excitación hicieron de la vagina de la joven una catarata de flujos que caían directamente sobre el abdomen de Fabri, ella ya a los gritos y Gonza que no paraba de frotarle más y más la conchita para que siguiera cayendo. Cayó sin fuerza alguna en las piernas sobre Fabri que la intentaba acomodar sobre su pija nuevamente para seguir cogiéndosela. Tenía la colita bien hacia arriba empinada y perfecta para que se la desvirgaran pero un ruido extraño alarmó a los tres que tuvieron que pensar rápido.

─ ¡Es el portón de afuera! ¡Agarren sus cosas y vamos de acá! ─ les advirtió ella entre gemidos.
─ ¿Pero no estaban laburando tus viejos? ─ le preguntaba Gonza mientras agarraba su ropa.
─ Seguro es Mario, no son mis papás, es imposible. Vamos. ─




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8 comentarios - • [2/3] Descuidaron a la hermanita.

jowiil
Genial loco... espero la tercer parte!!
DrawGray
Sale un diego papu, excelente relato
Espero con ganas la tercer parte
cogote_14
Cuando sale la 3ra parte?? Muy buen relato ..
charuto22
cheeeeeeeee la 3ra parteeeeeeeeeeeeeee que me hago viejoooooooooo
jeeero +1
Donde queda esto??? Quiero la tercera parte y mas
quzilax
y la tercer parte? dale papu
__rafa_ +1
Nunca mas la 3ra parte viejooo