Belén, mi mejor amiga (2da parte)

Este relato es la continuación directa de:
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Nos despertamos los dos juntos. De golpe. El teléfono estaba sonando. En el frenesí de la noche anterior ninguno de los dos había puesto un despertador o alarma. Los venezolanos nos estaban esperando abajo.

Junté mi ropa, me vestí rápido y salí para mi habitación. Ducha, cambio de ropa y a esperar que ella llegara al lobby.

Como buena mujer se tomó su tiempo. Yo charlé un rato con la gente de seguridad, verificando que todo estuvieran en orden.

Belén bajó casi media hora después, me saludó como si nada hubiera pasado y se subió a la camioneta con los venezolanos. Mi trabajo, al menos ese día, estaba en Caracas.

Terminé temprano y un rato después del mediodía estaba en el hotel, en mi habitación y, por primera vez, con tiempo de pensar qué cuernos había pasado.

Como ya dije, no era la primera vez que garchábamos con Belén. Ya había pasado, pero ambos éramos unos pendejos inexpertos. Lo de anoche había sido mortal y lo que más me preocupaba era como íbamos a quedar. Belén no es un garche de una salida. ¡es una de las pocas personas que conozco desde siempre!

Sonó mi celular. Era Belu, avisándome que estaba en su habitación y quería verme para hablar.
Toqué su puerta y me abrió en seguida, estaba vestida con su ropa de campo, pantalones cargo, camisa y zapatos de trabajo… pero hasta eso le quedaba bien.

Nos besamos y ella me dijo que quería ducharse, que estaba llena de tierra de la inspección a los pozos, y que esa noche ella quería salir a un boliche.

Le expliqué que la situación en Caracas no estaba para andar saliendo de noche y medio a regañadientes aceptó, pero me dijo que de todas formas averiguara para ir al día siguiente. Después de eso me pidió que la esperara en mi habitación, que ella iba a ir para allá y que no me olvidara de decirle al conserje que nos despertaran al otro día.

Fui a mi habitación, me di un baño rápido, me puse unos pantalones cortos y una remera de gimnasio. La esperé una media hora, tal vez un poco más. Ya estaba súper ansioso.
Cuando tocaron la puerta estaba que explotaba, pero me tomé un par de segundos para abrir, fingiendo desinterés. Después me di cuenta que Belu me conocía de toda la vida y aún si no lo hiciera, bastaba con que supiese que soy un hombre.

Abrí la puerta y volví a quedar sin aire. Belén estaba vestida con un vestido corto, ajustado, peinado recogido, bien maquillada, medias negras y sandalias de taco fino de color negro. Lo único que me salió preguntar era si siempre andaba con esa ropa en la valija y me dijo que la había comprado mientras volvía de los pozos.

Nos besamos mientras íbamos yendo para la cama. Me senté en la cama y Belu empezó a jugar con levantarse el vestido. Las medias estaban unidas a un portaligas y se alcanzaba a asomar una tanga diminuta. Yo ya estaba durísimo. Me paré y colocándome detrás de ella, comencé a tocarle la cola, las piernas y las tetas. Ella me sobaba la pija por sobre el pantalón. Seguimos besándonos, le desabroché el vestido y ella se lo sacó, dejándolo caer hasta el piso, acompañándolo con sus manos.
La vista era espectacular. El sostén de encaje negro era totalmente traslúcido, al igual que la parte frontal de la tanga. Me pidió que me sentara y se arrodilló entre mis piernas, me tumbó hacia atrás y me sacó lo pantalones.

La pija me saltó hacia arriba cuando tiró los pantalones. Belu la agarró y empezó a lamerla y a pajearla muy despacio por unos segundos, hasta que se metió la cabeza en la boca y empezó a mamarla con fuerza, mientras con las manos acariciaba mis bolas. Estaba en las nubes. Siguió chupando y pajeando y sobándome durante un par de minutos. De repente se paró y se acostó boca abajo en la cama, levantó la cola y me dijo que ahora le tocaba a ella.

Me puse detrás de ella, le saqué la tanga y empecé a pasarle la lengua por los labios, subiendo hasta la cola. Ella se agarraba de las sábanas y ronroneaba. Me tomé un rato chupándole la concha constantemente hasta que empecé a meterle dos dedos. Estaba muy mojada y los dedos resbalaban dentro de su concha caliente. Ella se apretaba las tetas y se las masajeaba. Me paré, sin dejar de mover los dedos dentro de ella y buscando su culo con mi lengua. Ella seguía boca abajo con el culo levantado y yo perdía mis dedos en la húmeda y tibia oscuridad de su sexo, mientras mi lengua comenzaba a abrirse paso por su cerrado culito. Belén empezó a gemir con más fuerza y de repente se puso tensa. Yo seguí trabajándole la conchita, pero la tensión expulsó a mi lengua de su tesoro posterior.

Belén se dio vuelta y me coloqué entre sus piernas, ella guio a mi pija con sus manos, hasta colocarla en la entrada de su concha. Los jugos lubricaron el acceso, en dos segundos tenía toda mi pija dentro de ella y empecé a moverme despacio. Belu me miraba a los ojos y me decía que le gustaba mi pija y le gustaba tenerla adentro.

A medida que íbamos encontrando el ritmo mutuo, empezamos a aumentar la intensidad de las bombeadas hasta que la posición ya no nos permitió seguir mas allá. Belén se puso en cuatro y la ensarté de inmediato. Ella subió su cuerpo hasta poner su espalda pegada a mi pecho y retomamos donde habíamos dejado en la posición anterior.

El ruido de sus nalgas golpeando contra mi pelvis era notorio, pero ninguno de los dos quería parar. Belu dejó de hablar y empezó a respirar más y más rápido, hasta que le llegó el nuevo orgasmo.

Ella volvió a bajar hasta el colchón y yo aproveché para aumentar la fuerza de las bombeadas. Ella, que todavía estaba acabando, empezó a gritar contra la almohada y yo empecé a sentir que estaba cerca de acabar. Cuando sentí que no daba más, salí de su concha y empecé a pajearme. Le llené la cola de leche, ella pasó la mano, desparramándoselo por toda la cola. Nos acostamos en la cama y quedamos ahí unos minutos, tratando de recuperar el aliento. Después de unos diez minutos ella se levantó y me dijo que iba a ducharse. Le dije que la acompañaba, que tenía todo pegoteado de acostarme con ella en cucharita,

Ella se sacó la ropa que le quedaba y los zapatos y se metió en la ducha. Yo entré atrás y empecé a enjabonarle la espalda, ella puso sus manos hacia atrás y me enjabonada la pija y las bolas, pero en seguida paró y empezó a enjuagarse. Yo hice lo mismo, salimos, nos secamos. Belu abrió mi placard y se puso una camisa mía y yo me puse solo un calzoncillo. La idea era pedir algo para comer en la habitación.

Ella quería comer sushi y a mí me pareció bien, además es una comida para comer después de coger.
Mientras esperábamos la comida, ella se sentó en la cama y me dijo que quería charlar un poco de “todo esto”. Acto seguido me miró a los ojos y con una firmeza tremenda me dijo que ella lo estaba pasando muy bien, pero que, a pesar de quererme muchísimo, ella no estaba dispuesta a dejar a su familia, Esas eran las reglas y que, si yo me sentía bien con esto, ella estaba dispuesta a continuar con esto en Buenos Aires, me dijo algo sobre lo que no quise pedir aclaración en ese momento, me dijo que “esto” lo estaba necesitando y mucho.

Yo me senté al lado de ella y en dos segundos me di cuenta que mi posición respecto de toda esta situación era exactamente la misma.

Nos dimos un beso largo y nos interrumpió la cena, que había llegado.

(continuará)

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