Tía, que guarrona eres…

Marcos tiene 18 años y se ha ido a la ciudad a iniciar ya estudios universitarios. En su pueblo no hay posibilidad de estudios superiores, así que se ha acogido en casa de sus tíos.

El tío es el verdadero, es decir, es hermano de la madre de Marcos. No tienen hijos y han aceptado encantados la compañía del sobrino. El tío ha tenido siempre un cariño muy especial por el chico y desde siempre ha pasado algunas temporadas con ellos. El tío es un hombre de 65 años, jubilado hace ya diez a consecuencia de un accidente de trabajo que le quedó una pierna maltrecha. Tiene que apoyarse en una muleta. La situación le ha generado una importante depresión, y no es sombra de lo que era. Pero no decae su buena disposición con el chico. Salen juntos a tomar unas cañas, a ver el equipo local de baloncesto, también alguna vez Marcos lo acompaña a ir de pesca, que es uno de los hobbys del tío. Vicente, que es su nombre, es también muy aficionado a las partidas de naipes en un bar cercano, junto a sus amigos, donde pasa bastante tiempo.

La tía, Marina, es más joven, tiene 55. Es menudita, de buen tipo, le gusta mucho arreglarse, es coqueta. Agraciada de cara, con unos bonitos ojos color miel. Suele vestir casi como una jovencita, ropa ajustada, faldas algo cortas.. Al ser más bien delgadita se lo puede permitir. También tiene especial cariño por el sobrino de su marido, el hecho de no tener hijos hace que vierta ese cariño maternal sobre él y siempre le ha gustado cuando se queda con ellos. Ahora, que está fijo en casa durante el curso, está contenta y lo cuida con esmero.

Pero aparte de ese cariño filial desde muy jovencito, Marcos ha sentido una predilección especial por su tía Marina. Siempre ha visto en ella algo más, se ha sentido atraído por ella como mujer. Ya con diez añitos, se sentía muy feliz cuando ella lo abrazaba y como sin querer, aprovechándose de ser niño aún, se apretaba bien contra los pechitos duros de la tía.

Ahora en su casa, le dedica buenas miradas de claro deseo, más o menos disimuladas, que ella capta bien, pero no le importa. Esa coquetería propia de ella y ese cariño especial que sienten el uno por el otro hace que ella esté cómoda y no hace nada por tapar los muslos cuando se sienta en el sofá cruzada de piernas frente al sobrino o cuando la bata de andar por casa se abre más de la cuenta, sin llevar sujetador. Los pechos, al ser más bien pequeños, se mantienen firmes y bien horizontales. En el silencio de la noche, en su cama, Marcos se hace más de una paja pensando en ellos.

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Este sábado Marcos ha salido ya tarde con varios amigos. Marcos es responsable y no suele meterse en juergas, pero hoy, sin darse cuenta se ha pasado bastante. Han comenzando a beber y al no estar acostumbrado, la borrachera ha sido completa.

Son ya las doce de la noche y llaman a la puerta de casa. La tía sale a abrir, estaba viendo la TV y esperaba al sobrino, no se acuesta nunca sin que llegue. El tío hace rato ya que duerme.

A Marcos lo traen dos amigos, que lo sostienen. Apenas puede andar ni hablar, solo balbucea. Los amigos algo avergonzados, hacen entrega del chico a la tía.

- Se ha pasado un poco señora, lo sentimos.

Se marchan rápido, no quieren complicaciones. Marina sujeta como puede a su sobrino y lo lleva hasta el baño, porque imagina lo que va a ocurrir. Y así es, Marcos empieza a sentir unas arcadas tremendas, y a la tía no le da tiempo a levantar la tapa del inodoro. El chico vomita copiosamente sobre el lavabo, menos mal que no lo ha arrojado al suelo.

El sobrino se ha manchado la ropa sin poder evitarlo. Viene además algo sucio, seguro que se ha caído por el suelo en la calle. Lo sienta y como puede lo despoja de la ropa y el calzado, quedándolo desnudo y lo mete en la ducha. El chico prácticamente no se entera de nada.

- Bueno.. –dice ella- me imagino que es como cuando tenía diez años…

Pero el chico ya tiene 18 y luce un miembro espectacular. Aunque sea en reposo, la tía aprecia que es una buena tranca.

- Carajo, pues cuando esté tiesa, tiene que ser digna de ver. Vaya pollón que tienes, hijo, menuda suerte la que lo tenga dentro…

La tía hace estos comentarios en voz baja, como para si misma, segura de que el chico con la tremenda borrachera ni se entera de nada. Lo ducha con cuidado, pero con trabajo, ya que se tambalea y tiene que sujetarlo. Bien enjabonado pasa la esponja por todo el cuerpo del chico, incluidos los genitales. El pene del joven con el roce y también a consecuencia del alcohol ingerido está entrando en media erección.

- Será mejor terminar, no sea que además de vomitar por arriba, acabe también eyaculando, no me extrañaría con esta borrachera.

Lo seca con la toalla y abrazándolo bien por la cintura para sostenerlo lo lleva hasta la cama, donde lo deja caer, sin que reaccione ni se entere de nada de lo que está ocurriendo. Para que no quede desnudo, la tía saca un calzoncillo y con esfuerzo se lo deja puesto. Ahora sí, dormido y más relajado, la erección es completa. La tía está bastante asombrada.

- Joder, nunca había visto nada igual. Ya quisiera tu tío tener todo eso…

Se va a la cama, se siente algo rara, pero feliz. Se acuesta echando un vistazo al marido que ronca plácidamente.

- Y éste, como siempre, sin enterarse de nada.

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A la mañana siguiente, Marcos se levanta tarde, con tremendo dolor de cabeza. Tras asearse y vestirse, acude a desayunar. La tía lo ve venir y le sonríe con complacencia.

- ¿ Qué, cómo te encuentras, hijo?

- Me duele mucho la cabeza, tía.

- Menuda borrachera te cogiste, eso no es normal en ti. Mejor que no se enteren tus padres.

- Ya. Lo siento tía, no volverá a ocurrir. No me acuerdo de nada.

- Pues te trajeron tus amigotes. Vomitaste, te tuve que duchar y acostar.

- Pues no me acuerdo, tía. ¿Y me quedaste desnudo?... Que apuro.

- Hijo, no me voy ahora a asustar a mis años… ajajaja.

- Vale, vale, tía… No me digas más, que me da vergüenza…

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Es domingo y Marcos y su tío se han ido al río cercano, a pescar. A Marcos no le gusta mucho esta afición pero lo hace por complacerle. A veces se lleva un libro y lee para pasar el tiempo.

Ahora están sentados, atentos a las cañas de pescar.

- ¿Y qué tal vas con las chicas, sobrino?. Ahora parece ser que es fácil, no es como en mis tiempos, que era imposible ligar.

- Bueno, depende, tío. No es tan fácil, no creas. Mucho coqueteo, mucho tonteo, pero no creas que se rinden fácilmente.

- Sí, lo imagino. Además las mujeres en tu edad son algo tontas, presumidas. Empiezan a captar el poder de sus encantos, los hombres las solicitan mucho y ellas se piensan que son las reinas de Saba. Se vuelven orgullosas y despreciativas a veces.

- Sí, creo que sí, tío.

Sigue un largo silencio, las miradas perdidas en el agua.

- ¿Sabes, Marcos?. Lo ideal para un chico de tu edad, que empieza a saborear los placeres femeninos, es soltarse con una mujer madura. Si tienes esa suerte, no la desprecies nunca, aprovéchala, porque serás afortunado.

- ¿ Y qué tienen de bueno las maduras, tío?

- Pues precisamente eso, que son maduras. Mujeres ya con experiencia, con el camino recorrido. Saben lo que quieren, saben ser tiernas y femeninas, apasionadas. Y sobre todo, para un chico como tú, la ventaja de follar a pelo, no tienes que andar con el rollo de los preservativos.

- Lo tendré en cuenta, tío.

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¿Sería una premonición el consejo del tío?. La vida tiene muchas vueltas y muchas sorpresas, y Marcos no podía imaginar que la madura que su tío le aconsejaba estaba muy cerca.

Es invierno y Marcos se ha cogido una buena gripe.

- Esa costumbre tuya, de hacer deporte corriendo por la calle con este tiempo - le recrimina su tía-, ves, te has resfriado pero bien.

Le sirve café bien caliente y el chico se acuesta temprano. Pero le va subiendo la fiebre. La tía da una vuelta de vez en cuando, le toma la temperatura, le arropa, con mucha dedicación.

Ya avanzada la noche, el sobrino comienza a temblar. La fiebre le provoca un frío tremendo, con tiritones fuertes. La tía le echa otra manta encima. Se queda a su lado, sentada en una silla, viendo como evoluciona el chico. Ya cercana la media noche, la tía entra un momento al dormitorio conyugal, para decirle al marido que se queda en la habitación del chico, que quiere vigilar como pasa la noche, que no está tranquila. El marido, medio dormido como siempre, dice que bien. El dormitorio del chico tiene dos camas, así que todo parece normal.

Marina se acuesta en la cama de al lado y se levanta de vez en cuando. Los tiritones del chico no cesan. Así que en un arranque de decisión, aparta sábanas y mantas y se mete en la cama del chico, que sigue temblando.

- Hazme sitio, cariño… Eso es. Arrímate a mí. Bien, así…. A ver si te doy algo de calor, estás helado. Pégate a mí, eso es, imagina que es como cuando tenías ocho añitos y te acostabas conmigo.

Están los dos echados de lado, frente a frente. Marina abraza al chico lo atrae contra ella, los cuerpos pegados. Incluso, para darle más calor, le pasa un muslo por encima de los suyos. Se quedan así, los rostros también muy juntos, sintiendo la respiración mutua. El chico ahora se adormece ya algo agotado, agradeciendo el calor que le presta la tía.

Sin apenas moverse, pasan un par de horas. Los medicamentos antitérmicos que le ha suministrado la tía hacen que la fiebre de Marcos vaya desapareciendo. Ya entrado en calor y tras el sueño reparador, el joven vuelve a la realidad y capta la situación.

- Uffffffffffffffff, joder. Tengo a mi tía aquí, pegada a mí….. ¿Qué hago?.

No sabe si apartarse despacio de ella, que duerme plácidamente e irse a la otra cama. Le da apuro, pero también está muy a gusto junto a la mujer. Siente su calor, su perfume y el contacto con su piel que es exquisito, es una piel tan cálida, tan suave. Así que se arma de valor y se aprieta bien contra ella, abrazándola por la cintura, con algo de miedo de que se despierte y al ver que ya no tiene fiebre, se levante.

La mujer lleva un camisón muy ligero y corto y como es normal al estar acostada lo tiene arremangado hasta la cintura, donde Marcos tiene su brazo apoyado. Algo envalentonado ya, comienza a mover el brazo despacio y lo hace metiendo la mano bajo el camisón, subiendo por la espalda. La sensación que le transmite la piel de la mujer, su calor, es deliciosa. No tiene prisas y no quiere tampoco hacer nada que pueda molestarla. Todo muy despacio, muy delicado. Deja la mano en la espalda, abierta, un buen rato. Luego la baja hasta la cintura. Espera otro rato.

Ahora ya se atreve a más. La mujer respira de forma pausada, tranquila, se deja hacer, se la nota relajada, adormilada. Marcos la aprieta fuerte y siente la suavidad del pecho femenino en el suyo a través del tejido de las prendas de dormir. Pero por abajo no se atreve a arrimarse a ella, porque tiene una erección tremenda, así que mantiene el culo algo apartado.

Siguen así, mientras pasan los minutos. El chico sube y baja la mano por su espalda, y la vuelve a bajar a la cintura. Sabe bien que si baja más se encontrará las nalgas desnudas de su tía, ella nunca se pone ropa interior para dormir, solo el liviano camisón.

- Si le toco el culo, quizás no quiera seguir y se levante….

Pero el tiempo pasa en esa mutua complacencia y al final Marcos se anima. Coloca la mano abierta sobre la nalga de la mujer. La deja quieta, esperando su reacción. Ella nada dice, pero su respiración cambia, es más agitada.

- Creo que empieza a despertarse…

Ahora sí, se aprieta con todo su cuerpo contra la tía. La polla tiesa como un poste se introduce bajo la tela del camisón y presiona fuerte contra el estómago de la mujer. Al igual de lo que hizo ella con la fiebre, ahora es él quien le pasa el muslo por encima de los de ella. La mujer es menuda y el chico fuerte, así que el cuerpo de la tía está como oculto por el del sobrino.

Otro largo rato disfrutando de ese contacto mutuo. Después ella lo empuja suavemente para que la deje libre.

- Creo que esto ya se ha terminado, la tía no quiere más. Que pena.

Marcos observa en la penumbra la reacción de ella. Se ha sentado en la cama, y con un gesto muy natural ha sacado el camisón por su cabeza, levantando los brazos sin demasiada prisa, como recreándose en ese gesto previo a la desnudez. El sobrino mira entusiasmado. La tía le hace un gesto para que también se desnude y el joven obedece de inmediato, quedándose también en pelotas.

Ella se arriba de nuevo a él, pero sin fundirse en el abrazo de antes. Ahora se queda pegada a su lado, pero echada boca arriba. Marcos no entiende bien y espera. Ella coge la mano del chico y la lleva a sus pechos.

¡¡ Síiiiiiiii...¡¡. Son los pechos de su tía, los pechos más bien menudos que tantas veces ha deseado, que tantas veces ella ha insinuado con la blusa o la bata algo desabrochada. Cuánto semen ha derramado el sobrino a costa de esos senos en las noches de desvelo, masturbándose.

Son senos pequeños y firmes aún. De pezones muy salientes y gruesos. Al pasar la mano por ellos Marcos nota como se endurecen y se crecen más. Ninguno de los dos dice nada, el silencio parece ser el pacto mutuo. Aunque el tío tiene el sueño pesado, hay que ser prudentes.

Marcos masajea, aprieta, acaricia largamente las tetas de la mujer, durante mucho tiempo, no se cansa de esa delicia. Otra vez es ella la que decide el siguiente paso. Vuelve a agarrar la mano y la desliza por su vientre y sigue hasta que alcanza el pubis. Entonces se abre de piernas, ofreciendo su fruto al chico. Le da su coño, para él.

Marcos ya sabía lo que iba a encontrar, esa mata suave de pelo. Sabía que su tía tenía el coño peludo, porque muchas mañanas ha entrado así en su habitación a despertarlo, solo con el camisón, y a través del trasluz de la ventana se hacía notar el triángulo de vello. Dulce sensación, de sentir en su mano los pelos rizados y suaves del sexo femenino. Acaricia sin prisas, pasando los dedos por la jugosa hendidura de la mujer. Ahora la respiración agitada de ella se mezcla con un suave gemido de placer, muy tenue, pero continuo. Marcos se habla otra vez para sí mismo.

- No me lo puedo creer… No puede ser verdad esto… Mi tía, con las ganas que le tenía, se está dejando hacer de todo…¿Se dejará follar?.

Son las dudas propias de un joven aún inexperto. Cualquier hombre con experiencia sabría que una mujer al llegar a ese punto está dispuesta a todo. Marcos se aproxima más a ella para frotarla mejor y se incorpora un poquito para mirar también entre las piernas de la tía. Tiene el sexo bonito, gordito, hinchado, y lo más especial, entre los dos labios sobresale un poco el clítoris grande, erecto. El sobrino masajea despacio el botoncito del placer. Ella aumenta el jadeo.

Nueva iniciativa de la madura. Ahora lo agarra por el brazo y lo atrae hacia ella. La mujer habla muy quedo por fin, pero una sola palabra.

- Ven…

Marcos entiende y con cuidado se coloca encima de su tía. Se apoya en el codo derecho y en las rodillas, para no dejar caer todo su peso sobre ella, la encuentra frágil, delicada, como un valioso jarrón que se puede romper. Estar entre esos muslos que tanto ha deseado es algo excepcional. Ella se abre todo lo que puede y espera ansiosa la entrada de su sobrino, ahora su macho.

Se agarra la polla con la mano izquierda y la dirige al coño peludo. No es que haya follado mucho el chico, pero alguna experiencia tiene y ya sabe algo de este asunto. Le resulta fácil, un empujón con la decisión debida, y el miembro, aunque grueso, se desliza con suavidad en la cavidad húmeda de su tía, que está dilatada y mojada al máximo. Otra vez la mujer habla, otra vez un monosílabo apenas audible.

- Bien….

El suave gemido ahora es más largo, más profundo. Ella cierra los ojos y abraza al chico por el cuello, atrayéndolo. Él inicia un movimiento de mete y saca que lo transporta a un placer nunca sentido. Tenía razón su tío, menuda diferencia de follar con preservativo a hacerlo como ahora, libre totalmente. Cada entrada y salida es más deliciosa. La mujer sigue mojándose y la polla chapotea en ese coño húmedo con la mayor confianza.

- Joder… me estoy follando a mi tía….y está buenísima…

Siempre los pensamientos, sin atreverse a hablar. Ambos follan en ese silencio impuesto por la cercanía del tío, que aunque nunca suele levantarse de la cama por la noche, hay que andar con precaución.

Marcos siente que algo pasa. Ella se agita, le aprieta con las piernas, le abraza con más fuerza por el cuello. Levanta las caderas como puede para apretarse más. El sobrino siente como la humedad de ella aumenta. El gozo de la madura lo siente perfectamente el chico. Ahora la mira por primera vez desde que inició el coito, antes no se atrevía. La tía está realmente guapísima con el orgasmo. Ella tiene los ojos cerrados y él lo agradece pues mirarla cara a cara tan cerca le daría vergüenza. Es el primer polvo y por muy natural que quieran verlo hay una relación de parentesco, aunque sea político.

Tras el potente orgasmo ella abre un poco los ojos, como mareada. Relaja los músculos antes tensos, de los brazos y piernas. Ahora Marcos se atreve a decirle algo.

- ¿Te has corrido, tía…?

- Sí, cielo. Termina tú….

El joven comprende que ella está incómoda, con el marido en el dormitorio cercano. Así que como lleva ya un largo rato controlándose todo lo que puede la eyaculación, se limita a dar media docena de pollazos con energía, y luego persona con toda su fuerza, castigando con su pubis el clítoris de su tía. Enseguida un fuerte chorro de semen, propio de la juventud, acaba en lo más profundo de ella. La mujer ha sentido perfectamente la corrida del chico en su interior, espera un momento para que se relaje el joven y después le da unas palmaditas en la espalda, animándole a descabalgar. Marcos se deja caer a un lado, exhausto y feliz. Ella se levanta ágil y el joven la oye ir hasta el baño para asearse y después dirigirse al dormitorio conyugal. Se ha consumado el adulterio, así, en la misma casa, de la forma más discreta.



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Ha sido muy placentero para ambos, una experiencia deliciosa y la tentación de estar ambos tan cerca, tan discretamente todo, conduce a que los dos quieran repetir.. ¿a quién le amarga un dulce?.

Así que el próximo encuentro tiene lugar esa misma mañana, pero ya más sosegado, más tranquilo, ya solos en casa, sin ese miedo, ese silencio obligado por la presencia del otro. Esta mañana la madura se desinhibe.

Es sábado y Marcos no tiene clases, lo que le permite levantarse más tarde y aparte de eso, la fiebre de la noche, unido al inesperado polvo, le hacen quedarse más tiempo en la cama que lo habitual. El tío, siempre cariñoso, ha entrado para preguntarle como está. Después se ha marchado a la calle a dar su paseo habitual por la zona, acompañando de alguno de sus amigos.

Al poco de marcharse entra la tía. Lleva un camisón distinto, algo más atrevido que el de la noche y sigue sin ropa interior, cosa que Marcos enseguida capta. Además, está más arreglada, muy bien peinada, ligeramente maquillada, perfumada. Está realmente guapa y el sobrino se deleita mirándola. La tía lo nota y se mueve coqueta por la habitación, colocando algunas cosas, pero en realidad se está exhibiendo. Se agacha y con ese camisón corto, insinúa el trasero y por delante muestra parte de los senos. Nadie que la mire se imagina que tiene ya 55 años, piensa el chico. Ella se sienta en un lado de la cama, con gesto dulce de madre cuidadosa.

- ¿ Qué tal, cariño? ¿Has dormido bien? ¿No tienes ya fiebre?.

Le pone la mano en la frente para comprobar su temperatura.

- Muy bien, estás ya normal. Quizás sudaste algo anoche….

El comentario lo acompaña con un gesto algo pícaro. Marcos se anima.

- Tía, estás realmente guapa, me encanta.

- Gracias, cielo. Pero espera un momento, que me falta un complemento importante.

Abandona un momento el dormitorio del chico y vuelve con zapatos de tacón de aguja. Erguida, elegante, ahora está aún más espectacular. Tras dar un par de vueltas por el dormitorio, vuelve a sentarse en la cama del joven, en una postura atrevida. Tiene una pierna doblada, arriba de la cama y el otro pie en el suelo. Un poco abierta. Con el camisón cortito subido y los movimientos, asoma el triángulo peludo del pubis. Marcos mira a su entrepierna. Ella se da cuenta.

- ¿Te gusta, cielo?

La tía quiere que él vea bien su intimidad. Ahora se abre del todo de piernas y estira con las manos la piel de los lados de su sexo, que se abre, enseñando el interior, rosado y jugoso.

- ¿Qué te parece, mi amor?

- Precioso, tía, sobre todo el clítoris, es enorme..

- Sí, es grande y cuando me pongo cachonda se pone espectacular. Tengo que tener cuidado cuando llevo ropa ajustada o cuando me pongo el bikini, porque se nota.

A marcos se le va poniendo un poco dura la polla, bajo la sábana.

- Dime.. ¿te gustó lo que pasó anoche?.

- Muchísimo tía, muchísimo… me hiciste muy feliz. Pero no sé, me da algo de apuro, por el tío…Creo que no está bien.

- No te preocupes, cariño. Somos solo hombre y mujer, no pienses ahora en tu tío, ni en tu madre, o en tu padre….No tenemos consanguinidad, sencillamente nos necesitamos un poco el uno al otro. ¿No te parece?.

El chico asiente. Ella mientras habla suavemente, con voz muy melosa, aparta la sábana y agarra el miembro masculino y lo masajea despacito. Él se deja hacer, sin oponer ninguna resistencia, faltaría más.

- Eres muy hombre, cariño….Qué viril eres, de verdad. ¿Te excito?.

- Claro, tía, claro… como no… si estás riquísima…

- Uufffffffff, que alegría me das, cielo. Riquísima yo, ya con 55 años. Bueno si así me ves, yo tan feliz, me halagas. ¿Y cuándo quieres repetir lo de anoche, mi vida?.

- Ahora mismo si quieres, tía…

- Estoy de acuerdo, mi amor, ahora mismo. Tu tío tardará un buen rato en volver.

Ella hace de nuevo el gesto de la noche, sacarse despacio el camisón. Se queda los zapatos puestos, segura de que le gusta al chico y le ofrece ese toque de coquetería. Marcos espera acontecimientos, de momento sin saber bien lo que hacer. Pero no hace falta, es ella otra vez la que decide. Y se coloca a horcajadas sobre él, desnuda, abierta, golosa, sin la tensión de la madrugada. El rostro de la mujer revela bien su deseo, es un rostro de hembra lujuriosa, necesitada.

- No te muevas cariño, déjate hacer…

La mujer agarra la dura estaca, la pone vertical y de rodillas la dirige a su jugosa entrada. Está muy caliente. El sobrino ha sentido incluso unas gotas del flujo sobre sus testículos. La tía se deja ahora caer y se inserta totalmente el miembro sin pestañear. Orgullosa de su poderío femenino mira al chico con esa sonrisa de hembra en celo. Se sienta totalmente, dejando caer su menudo peso sobre el cuerpo de su sobrino. Totalmente empalada, no le entra más, porque no hay más que meter. Marcos siente en esa postura la penetración profunda, completa todo su pene encajado en el coño hasta lo más profundo de su querida tía. No hace nada, ella manda, ella se empieza a mover despacio, rozando la vulva húmeda contra el chico.

- Joder, que gusto, cielo.. Estoy totalmente llena, que delicia, me encanta.

Ahora, así, con el cuerpo recto, los pechos de la mujer le parecen más grandes a Marcos. Los tiene sobre su cara cuando ella se echa hacia delante y se los mete en la boca.

- Chúpame las tetas, cielo….cómeme los pezones…eso, sí sí, eso es…

Con las manos apoyadas en el pecho del sobrino, la mujer mueve el culo con estilo, atrás adelante, en círculos. El joven se nota cada vez más mojado con los flujos femeninos. Siente perfectamente el clítoris crecido, duro, como roza en su piel, por encima de su polla.

Ella para un poco de vez en cuando y se incorpora sobre sus rodillas, sacándose el miembro. Quiere prolongar un poco más el delicioso momento. Cuando lo hace, se inclina hacia delante y regala al joven una larga tanda de besos intensos. En esos breves descansos charlan un poco.

- Qué falta me hacía esto que me estás dando, cariño, estaba tan necesitada…

- ¿El tío no te tiene satisfecha?

- No. Para nada. Es un buen hombre, me quiere mucho, pero no es un macho a mi altura. Hace mucho que no tenemos sexo.

- ¿Y has sido infiel ya alguna otra vez?

- Pues no, no me he atrevido, hasta ahora contigo. Pero si lo llego a saber antes…ajajajaa.

- Mira que eres guarrona, tía…

- No lo sabes bien lo putita que puedo llegar a ser, ya te irás enterando, cielo.

La tía vuelve a bajar y se inserta de nuevo el falo hasta las entrañas.

- Ummmmm… cabronazo, que gusto me das, puñetero…

- Creo, tía, que me voy a correr. No puedo aguantar.

- Vale, amor, lo haremos juntos, yo también estoy a punto. Muévete un poco, eso…apriétame las tetas, asíiiiiiiii, asíiiiiiiiiiiiiii.. Clávamela, síiiiiii, métemela toda, todaaaaaa………..

-

Ya la tiene bien metida, así que Marcos para complacerla empuja fuerte hacia arriba, subiendo las caderas y levantando en vilo a la tía, bien agarrado a las caderas de ella.

Ahora no es como en la madrugada, que el silencio era obligado. Ahora ella se desahoga bien, gimiendo sin recato, mientras el segundo orgasmo del día le viene ahora ya sin freno. Marcos ya ha eyaculado en la mujer, pero ella sigue moviéndose y gimiendo durante unos momentos más, para asombro del sobrino que no conocía orgasmos femeninos tan intensos y largos.

- Razón tenía mi tío, con eso de las maduras…vaya hembra…..

Luego ella se deja caer sobre el chico, con su cuerpecillo ligero. Marcos sube la sábana para arroparse los dos y la deja allí un rato largo. Pesa poco y aguanta bien el delicioso contacto de su cariñosa tía. A pesar de su eyaculación, mantiene aún el miembro duro un largo tiempo, dentro de su tía. Los dos muy relajados, en ese íntimo y delicioso contacto. Al fin el miembro se afloja y sale del interior de la madura.

Ella, satisfecha, se incorpora.

- Me voy al baño, cariño… Me tienes el chichi que no veas… Me dejas como nueva, no sabes la falta que esto me hacía. Anda, levántate también, date una ducha y te vistes para que cuando venga tu tío esté todo en orden. Esta tarde después de comer se irá a jugar su partida de cartas. Quien sabe, a lo mejor echamos el tercero…ajajajaa.

Con una risita traviesa la mujer abandona el dormitorio.

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Han pasado unos tres meses, tiempo en el que los encuentros íntimos entre tío y sobrino se han producido cada vez que han tenido ocasión. Ahora es un nuevo domingo de pesca. A la orilla del remanso del río, el tío, sentado en su silla de pescador, observa las cañas, en esa mirada infinita, cargada de paciencia, de los pescadores. Marcos, echado sobre la hierba, la cabeza apoyada en la mochila a modo de almohada, mira al cielo viendo pasar las nubecillas entre las copas de los árboles del río. Largos silencios, cosa también típica de pescadores.

Al final el tío habla.

- ¿Cómo te va con tu tía, Marcos?.

- Bien, tío, bien. La tía siempre ha sido muy cariñosa conmigo, todo dispuesto, la comida que me gusta, mi ropa, etc. Estoy muy a gusto con vosotros.

Marcos le ha contestado con sencillez y sinceridad, sin pensar en otra cosa que no sea esa respuesta. Pero el tío insiste.

- Lo sé, lo sé.. Bien por ahí, por ese lado. Yo me refiero a otra cosa…

- Pues dime, tío.

- Me refiero a la cama, querido sobrino, a la cama, si te entiendes bien con tu tía en la cama…

Marcos palidece, enmudece, traga saliva. No se esperaba esto. Tartamudea y se incorpora algo asustado.

- Eh, eh, tío, esto….eh….

El tío lo tranquiliza con una mirada breve y una leve sonrisa.

- Tranquilo, Marcos, tranquilo, no pasa nada. Lo sé desde hace algunas semanas, estoy limitado físicamente pero no de mente. Eso se capta, los detalles, la felicidad de mi mujer…Era fácil de imaginar.

-

Marcos no puede articular palabra. El tío sigue hablando pero con voz tranquila, sin alterarse, sin manifestar ningún tipo de crispación.

- Mira, Marcos. Es muy triste que un hombre no pueda complacer a su mujer, y yo con tu tía hace tiempo que no cumplo, estoy muy limitado en ese sentido. Y te digo, que en esa situación, nada más egoísta que un marido que no cumple y que encima obligue a su mujer a ser fiel. Es un contrasentido, tenerla castigada, necesitada, frustrada. No hay derecho.

Sigue el monólogo del tío, con espacios de silencio.

- Así que lo he estado meditando. Duele, por supuesto que duele, ser cornudo y encima consentido. Pero para mí vale más la felicidad de mi esposa. Y desde luego prefiero que tú también seas feliz con ella, eres como un hijo y quiero lo mejor para ti. No me gustaría que ella tuviese un amante desconocido, un hombre que cualquiera sabe su condición y de la calle, que podría salir a relucir. Aquí todo queda en casa, nadie sospecha.

- Y verás, he llegado a esa conclusión, dejaros en esa relación sin interferir. Pero te pondré dos condiciones.

Marcos mira al tío, esperando.

- Primera, nunca le dirás que yo lo sé.

- Segunda, quiero que la trates como una reina, con la mayor delicadeza, con la mayor ternura. Que la hagas muy feliz. Dale todo lo que te pida. Ella es muy sensible, merece un trato exquisito, suave. También en la cama. ¿Me prometes que cumplirás todo eso?.

El sobrino está agobiado, tenso. Nunca hubiera imaginado esa confesión de su tío. Pero al final, habla.

- Sí, tío, sí. Te lo prometo.

- Gracias, hijo, sé bien que cumplirás. Después de esta conversación, jamás hablaremos ya de este asunto.

Marcos deja caer la cabeza sobre la mochila, y cierra los ojos. Al final un dulce sueño le entra y medio adormecido piensa que aunque el tío tiene algo de razón, no la tiene del todo.

- Que curioso, tantos años casados y el tío no ha descubierto la hembra que tiene en casa. La tía no es exactamente como dice mi tío. Sabe ser muy sensible y suave, pero le gustan más cosas. Es muy mujer. Estoy seguro que poco a poco querrá sexo fuerte y yo tendré que darle caña, al tiempo...

Se queda dormido finalmente, y entra en un sueño erótico. Sueña que está solo con su tía, vestida con lencería fina y tacones. Están en el salón de casa, ella de pie, doblada sobre el sofá con el trasero expuesto, mientras él por detrás la sodomiza sin compasión mientras le da fuertes cachetes en las nalgas ya enrojecidas. La mujer grita descompuesta pero pide más y más….

¿Será cierto que los sueños son muchas veces premonitorios de lo que ocurrirá después

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