Suzuky...

Después del polvo que me eche con el Doctor Valetta, nos pasamos los números de celular, y en mi caso le dí una de mis tarjetas personales de la Compañía.
-Por si quiere asegurarse con nosotros- le dije al mejor estilo promocional.
Habiéndonos reencontrado después de 16 años, la idea era no perdernos de nuevo.
La pasábamos demasiado bien juntos, en la cama éramos el fiel complemento el uno del otro, el Ying y el Yang, la cara y ceca de una misma moneda.
Podría no tener una verga descomunal, de esas que te hacen creer que el Mundo siempre puede ser un lugar mejor, pero la que tenía, me calzaba a la perfección. Parecía haber sido especialmente diseñada para mí, tanto anatómica como espiritualmente. Pero había algo más, algo que no llegaba a identificar.
De pendeja e incluso ahora ya más madura, cada vez que lo veía me moría por cogérmelo. No podía/no puedo estar a su lado sin que se me moje la bombacha. Pero no se trata de una simple calentura. La calentura te la sacás cogiendo y ya está, pero con él cuanto más cogía, más quería. No sé como explicarlo, es como si viniéramos cogiendo de vidas anteriores, y en ésta, ya estemos predestinados a seguir garchando. Yo, chocha de la vida por supuesto, ya que si alguien te da lo que tanto necesitás, no podés estar mas que agradecida.
Los días posteriores a aquel reencuentro, me la pasé como en las nubes, como una pendeja enamorada que solo piensa en su galán. Sí, ya sé que lo dije, no estoy enamorada, pero creo que se entiende la idea.
La tarde del martes, tras el feriado, estaba mas que nunca atenta al reloj. Eran las cinco y media y contaba hasta los segundos para dar por finalizada la jornada laboral y salir corriendo para verlo.
Ya habíamos hablado por la mañana, y por la tarde nos habíamos estado wasapeando, él entre consultas y yo entre clientes.
De solo leer lo que me escribía era suficiente para que se me humedeciera todo. En algún momento hasta tuve que ir al baño a ponerme una toallita para no provocar un desastre en mi asiento.
Así estaba, malhumorada como toda mina con ganas de garche, cuando lo veo entrar a la oficina, impecablemente vestido, envuelto en un halo de perfume que comenzó a sentirse ni bien abrió la puerta. Creí que me meaba ahí mismo.
Camila, la más jovencita de la oficina, 19 recién cumplidos, se dispuso a atenderlo. Y al ver como él la miraba, viejo devorador de pendejas, me empezaron a carcomer los celos. Cosa extraña en mí, porque no soy celosa, pero en ese momento, por primera vez en mucho tiempo, sentí en carne propia tal emoción.
Por suerte el Doctor blandió mi tarjeta ante la advenediza y muy cortésmente le dijo que me estaba buscando a mí. ¡Sí, a mí! ¡Tomá pendeja, quedate con las ganas!
Viene entonces hacia mi escritorio, me estrecha la mano y se sienta, guiñándome un ojo.
-No me dijiste que venías- le recrimino en un susurro.
-Quería darte una sorpresa- me dice y pasándome mi tarjeta personal, agrega: -Tal como me ofreciste vengo a asegurar mi auto-
No los voy a aburrir con todo el trámite de aseguramiento, pero voy a mencionar que cuando fuimos a sacarle las fotos al auto, que estaba estacionado en una cochera que tenemos a tales efectos, me arrinconó contra una de las columnas y a resguardo del vigilante me comió la boca. De más está decir que mi conchita ya estaba a punto caramelo.
Con todos los papeles listos y asegurado ya en la Compañía, me pregunta si me puede alcanzar hasta mi casa. Obvio que le digo que sí, pero que no me espere ahí, sino a unas cuadras. Entonces se despide, no sin antes dedicarle una mirada a Camila, quién le sonríe coquetamente, como hace con todo socio nuevo.
¡GRRRRR...!, me dan ganas de cortarle el pescuezo a la turrita esa, sobre todo porque me doy cuenta de que al Doctor le gustaría garchársela.
Me olvido de la conchuda de Camila y a la seis en punto salgo sin despedirme de nadie ni decir hasta mañana. Con un embale feroz voy hasta donde quedamos en encontrarnos. Y ahí está, esperándome tranquilamente al volante de su auto mientras se fuma un cigarrillo.
Me subo al asiento del acompañante y le estampo un beso como retribución por el que me dió en la cochera de la Compañía, volviendo a degustar entre mis labios el intenso sabor del tabaco.
Se pone en marcha, y no sé si por Obra y Gracia del Destino, o porque ya lo tenía planificado, pero pasamos por la esquina del memorable y nunca olvidado Suzuky. Al darnos cuenta de la cercanía de "nuestro" telo, ambos nos miramos y sonreímos en forma cómplice. No tuvimos que decir nada, nuestras miradas hablaban por nosotros.
Dejamos el auto en la cochera que está enfrente, cruzamos la calle y nos metemos a ese Santuario amoroso que debería tener una placa en la entrada como recordatorio de los trascendentales polvos que nos echamos en sus camas.
-¡Ay Doctor, no estoy acostumbrada a que me hagan estas cosas!- le digo con voz de nena, al entrar en la habitación, cuando me abraza y empieza a meterme mano por todos lados.
-¡Te voy a coger toda pendeja, te la voy a meter hasta que me supliques que te la saque!- me replica interpretando a la perfección su rol de pervertidor de jovencitas.
Cuando nos conocimos yo tenía 18 años, y aunque ya tenía bastante experiencia gracias a mi tío, le dije que solo lo había hecho una sola vez con un exnovio. No sé si me creyó o no, pero que fuera casi virgen parecía motivarlo de una manera especial.
-Doctor- le digo poniéndome seria -Yo nunca le pediría que me la saque-
Se quita la ropa, para no arrugarla, y en calzoncillo y camiseta comienza a perseguirme alrededor de la cama, como lo haría un sátiro con una ninfa. La pija parada le sale por la abertura de la bragueta, por lo que cada vez que me da alcance, me la refriega por todos lados. Me deja escapar y me vuelve a atrapar, así hasta que caemos enredados en la cama, riéndonos a carcajadas. Él está encima, por lo que me acomodo de forma que la verga se clave en mi entrepierna. Todavía estoy en ropa interior, pero de solo sentir esa turgente dureza puntear mis zonas más íntimas, no puedo evitar estremecerme de placer.
No aguanto mas, casi desesperada me corro hacia un lado la bombacha y agarrándole la pija me la meto con propia mano, moviendo la cadera para que se me vaya acomodando adentro. De nuevo prescindimos del látex, me gusta sentirlo así, en carne viva, duro, caliente, palpitante.
-¡Ahhhhhh..., siiiiiiiii Doctor..., cojame..., metamela toda..., ahhhhhh...!- le pido, todavía con la voz de nena, abierta de piernas, sintiendo como su verga se va adosando a mis paredes interiores hasta producirse un calce perfecto.
Lo agarro de la nuca y atrayéndolo hacia mí lo beso con furia y pasión, mientras empieza a bombearme con esa firmeza marca registrada con la cual convulsiona todos mis sentidos. De repente ya no puedo seguir jugando a " La nena y el Doctor", las emociones que me inyecta con cada combazo son demasiado intensas como para concentrame en otra cosa que no sea esa batalla sin cuartel que se libra en mi entrepierna. Está por hacerme gozar, recién empieza a cogerme y ya estoy por echarme tremendo polvo.
-¡Ooohhhhhh Dios..., Diooosssss..., Dioooooooossssssss...!-
No soy de invocar a Dios cuando acabo, pero éste orgasmo es como alcanzar el Nirvana, como llegar a un estado superior y enfrentarse a la Energía creadora del Cielo, de la Tierra y de todos los seres que vivimos bajo su influjo. Me quedo temblando y casi llorando, emocionada hasta lo más íntimo por ese desborde de sensualidad que el Doctor Valetta suele dispensarme con tanta facilidad.
-¡Ufffffff..., Marielita! No me canso de cogerte- me dice levantándome las copas del corpiño y besándome las tetas.
Aunque él no ha acabado todavía, se detiene para permitirme disfrutar de ese maremágnum de sensaciones.
Mirándolo seria le digo entonando la voz de nena de nuevo:
-Bueno, yo sí me cansé de que me coja, Doctor-
Me mira sorprendido, sin comprender. Entonces remato con una pícara sonrisa:
-Ahora quiero que me culee...-
Si bien en los años de Suzuky nos habíamos echado los mil y un polvos, jamás me había tocado la retaguardia. Al conocernos aún era virgen del culo, y la verdad es que la pasábamos tan bien garchando de la forma tradicional que entre nosotros nunca había pintado el sexo anal. Pero ahora, habiendo pasado tanta agua bajo el puente, no iba a privarlo de disfrutar de algo que me hubiese gustado entregarle en su momento.
Me saco el corpiño y la bombacha, me pongo en cuatro y palmeándome fuerte las nalgas, le insisto:
-¡La cola, quiero que me haga la cola, doctor!-
-Marielita, sos una caja de sorpresas- comenta complacido mientras se sitúa tras de mí, las rodillas bien afirmadas en el colchón, una mano aferrándome la cintura y la otra blandiendo amenazante esa hermosura que tiene por verga.
Me pone la punta en la entrada del agujero y presiona hacia adentro. No tiene que hacer demasiada fuerza ya que mis esfínteres están lo suficientemente elastizados como para permitir ingresar volúmenes incluso mucho más grandes que el suyo. Pero aunque no sea de las más provistas que haya probado, también por atrás me calza a la perfección.
-Después me vas a contar quién te rompió el culito- me susurra al meterse por completo dentro de mí.
Entusiasmado con ese nuevo acceso a mi cuerpo, el doctor Valetta me llena y rellena de carne, reventándome a puro embiste, haciendo de mi culo un agujerito sin fin. Me la mete toda, hasta los huevos, prodigándome una culeada de ensueño. En cierto momento hasta se alza sobre sus piernas y casi de parado arremete con todo, como queriendo comprobar en carne propia la profundidad de mi funda anal.
Quiero sentir su leche rebalsándome, marcándome con su efusividad, ahogándome, derritiéndome...
No pasa demasiado hasta que mi deseo se hace realidad y siento sus lechazos acribillándome a mansalva. Es tanto lo que me inyecta, que cuando me saca la pija, alcanzo a sentir como la leche empieza a derramarse por mis muslos. Cuando me levanto y me siento, me sigue saliendo semen del culo.
El doctor se echa a un lado y se apantalla cómicamente la verga.
-¿Y, me vas a contar quién te rompió el culito?- me pregunta dispuesto a tomarse un breve recreo.
Me acuesto a su lado, y apoyando la cabeza en su pecho pienso en si contarle o no la verdad. De chica siempre me preguntaba con quién lo había hecho. Apenas nos veíamos me olía y me preguntaba si había tenido y con quién. Pero no lo hacía de celoso, sino porque lo excitaba que le contara.
-Yo vengo de garcharme a mi amante, ¿y vos?- solía incitarme.
Y yo no venía de hacerlo con nadie, ¡si solo quería hacerlo con él!
Cuando me preguntó respecto a mi debut sexual, tuve que inventarle una historia, ya que no podía decirle que fue mi tío quién me había desvirgado. No sé, me parecía que eso era algo muy mío y no tenía por qué compartirlo con nadie. Sin embargo hoy, siendo ya adultos los dos, creí que ya no debía ocultarle nada.
-Me lo rompió un tipo que ni siquiera conocía-
Me mira sorprendido cuándo se lo digo. Entonces le explico de aquel tipo que me crucé en el subte cuando volvía de la facultad, un levante callejero, como cualquier otro, pero que terminaría rompiéndome el culo en el cuarto de una infame pensión del centro porteño.
-¿Y tuviste mas de esos levantes callejeros?- me pregunta interesado.
-En esa época todo eran levantes callejeros para mí- admito.
-¿Y cuando te estabilizaste?- me pregunta.
-Cuando me casé- le digo, o mejor dicho, le miento ya que lo que me interesa es que piense que decidí apartarme de la fidelidad cuándo me reencontré con él.
-¿Y desde que te casaste hasta ahora nunca le pusiste los cuernos a tu marido?- se sorprende.
-¡Nunca!- enfatizo -Es la primera vez..., bueno...- cuento con los dedos las veces que estuvimos juntos y me corrijo: -...ésta sería la segunda-
-Me parece que ya le estás agarrando el gusto- observa.
-A usted le agarré el gusto, doctor- le confirmo buscando su boca para besarlo con descontrolado frenesí.
Deslizo una mano hacia su entrepierna y le agarro la pija que ya está a media asta. Se la sacudo un poco y termino por ponérsela dura de nuevo. Esa pija está pidiendo una buena chupada, así que me corro abajo y me la devoro sin demasiadas concesiones. Me la como entera, llenándome hasta la garganta con su apetecible carne. Se la dejo en su punto más álgido, y me levanto. Camino unos pocos pasos y de espaldas a él, me abro de piernas, poniendo las manos contra el espejo de la pared, como si me estuvieran a punto de hacer un cacheo.
-¿Quiere más culito, doctor?- le pregunto incitante, moviendo las caderas en una forma por demás sensual y atrevida.
El doctor Valetta se levanta y con la erección a flor de piel viene hacía mí. Lo miro a través del reflejo, avanzando con la poronga firme y recta, sin sacudirse siquiera de tan dura que la tiene. Se coloca tras de mí y me la pone en la concha. Primero va a cogerme. Lo recibo con un plácido suspiro, disfrutando una vez más esa simbiosis perfecta que se produce entre nuestros cuerpos. Parece mentira que siendo tan distintos, seamos tan iguales. Indisolubles el uno del otro.
Bien plantado tras de mí, me agarra de la cintura y entra a darme con todo, haciéndome vibrar al ritmo de sus embestidas.
-¡Ahhhh..., ahhhhhh..., ahhhhhhhhh...!- mis gemidos se intensifican a medida que un nuevo orgasmo comienza a crepitar en mi interior.
Acabo casi enseguida, sumiéndome en una arrobadora agonía de la cuál no quisiera salir nunca. Cuando me la saca, me sale de la concha un fuerte chorro de flujo que cae pesadamente al suelo. Para él no es sorpresa, ya que a los 18 también solía acabar de esa forma, la de sábanas que habré empapado con esas acabadas. Una vez lo busque en internet, "Squirt" se llama, es la eyaculación en forma de chorro que tenemos las mujeres, algunas según leí. Bueno, yo soy una de ellas, me acabo la vida cuando estoy muy caliente. Y el doctor Valetta suele calentarme bastante.
Casi sin escalas, me la mete por el culo, haciéndome pegar un grito mucho más fuerte que los anteriores.
¿Alguna vez las encularon mientras están acabando? Se trata de una sensación única, distinta a todo. Sentir que la vida te estalla por un lado y al mismo tiempo te taponan por el otro es algo inconmensurable. No sé como describirlo. Si no lo experimentaron se los recomiendo. No se arrepentirán.
Bien sujeto de mi cintura me culea salvajemente, tanto que me levanta unos cuantos centímetros del suelo con cada clavada, dejándome suspendida en el aire, entre su cuerpo y el espejo. Los combazos retumban en mi cuerpo, firmes, certeros, implacables. No me da tregua alguna, pareciera como si quisiera comprobar ya no la profundidad, sino la resistencia de mi culo. A ver cuanto puede soportar antes de romperse.
Ya alguna vez tuve una fisura anal, pero eso fue cuando recién empezaba a sacarle provecho a mi ojetito. Ahora lo tengo tan abierto que difícilmente sufra alguna lesión. Igual, resulta placentero cuando lo intentan.
Me rodea la cintura con un brazo, y cargándome en el aire, me lleva con él. Por supuesto que me dejo llevar. Aparto las manos del espejo y las llevo hacia atrás, agarrándome de su nuca. Mis pies no tocan el suelo, él me arrastra, hasta que se sienta en el borde de la cama, conmigo encima, toda su pija enterrada en mi culo. Me muevo y me froto contra su pelvis, sintiendo ese furioso palpitar bien dentro mío.
-Tenés el culo tan rico como la conchita- me dice, amasándome las tetas, poniéndome los pezones al rojo vivo.
Con una mano me sacudo el clítoris, me lo refriego, me lo presiono, me lo pellizco como si quisiera arrancármelo. El placer que siento es demasiado. ¡TOO MUCH!
El doctor comienza a resoplar preanunciando ya la descarga. Una más...
Así que apoyo las plantas de los pies en el suelo y acelero mis movimientos. Arriba, abajo, a los lados, saltando pero sin que la pija se me salga del culo. Me muevo sin control, desquiciada, irrefrenable, impulsiva, hasta que... ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!..., me vuelve a acribillar a quemarropa. Y al mismo tiempo que me llena bien el orto, un fuerte chorro de flujo sale expulsado de mi concha, como si el lechazo que acaba de soltarme atrás hubiese pasado de largo y salido por adelante.
Exhaustos los dos nos derrumbamos en la cama, respirando agitadamente, convulsionando casi por la intensidad del orgamo que estamos compartiendo.
-Me gustaría que nos quedáramos acá para siempre- le digo luego, entre besos y caricias, disfrutando del aroma a sexo que impregna nuestros cuerpos.
Suzuky había sido una parte importante de nuestras vidas, y aunque quizás ya no volviésemos a ocupar una de sus camas, siempre estaría entre nuestros mejores recuerdos.
Tras la ducha de rigor, cuidando de no mojarme el cabello, eso sí, el doctor me lleva a casa. Claro que no me deja en la puerta, sino a un par de cuadras. Antes de despedirnos todavía me quedo un rato más con él, besándolo, llevándome su sabor conmigo.
Cuando llego a casa mi suegra ya hizo dormir al Ro, y hasta se hizo tiempo de preparar la cena. No sé que haría sin ella, es una genia. Mi marido llega poco después, por lo que cenamos los tres juntos. Luego, mientras él la acompaña hasta abajo para tomarse un taxi, aprovecho y le mandó un mensaje al doctor:
"Ya te extraño... 🙂 🙂 :)".
Acto seguido apago el celular, no vaya a ser que me conteste y tenga problemas con mi marido...

15 comentarios - Suzuky...

OliverioReyna
"mi conchita ya estaba a punto caramelo" Quien sos? La Gabriela Mistral de lo erotico?
kohinoor2k9
Mariela escribís unas historias alucinantes!
Me encantan, tanto la historia como la forma que están escritas.

Besos
chikabisex
Otros 10 punttos para vos y para este soberbio escrito......
vipower1top
Muy bueno!

este pasaje que copié de tu relato:

Así estaba, malhumorada como toda mina con ganas de garche, cuando lo veo entrar a la oficina, impecablemente vestido, envuelto en un halo de perfume que comenzó a sentirse ni bien abrió la puerta. Creí que me meaba ahí mismo.

Es precisamente cuando una mina está vulnerable, más allá de todos los conceptos o pre conceptos que tenga en su cabeza.

Incluso fuera del contexto de tu relato, tiene validez; y alcanza en forma general a todas las mujeres. Por eso yo no creo en la fidelidad. Uds las minas tienen sus mambos igual que nosotros.
Y obviamente, para mi, eso no tiene nada de condenable. Pasa. Y todos nos tenemos que hacer a esa idea. Nunca tenés seguro el amor de nadie por siempre,

Vos mina, estás bien con tu pareja y un día está más o menos,por cualquier motivo:)
ahora ubicate en esa parte del relato:)
voyeur18
TERRIBLE PUTA MARIELA .. ME DEJAS E CALIENTE CON GANAS DE SEGUIR LEYENDO HORAS Y HORAS
dantraloco
Buen relato. Mira que soys mentirosas las mujeres jajaja
Mañana te doy los puntos que hoy me quedé sin más.
dantraloco
Como prometí, hoy van los puntos
celta05
No se que mas se puede decir de vos. Eso si falta la foto de tu culo. Consejo, contactate con alguna productora de cine porno y vendele tus cuentos, a ver si por una puta vez las pekliculas tienen un argumento como debe ser.
spartaco_
Eres una gran escritora, tus historias son de lo mejor de Poringa.

Grandes exitadas me has hecho tener con tus relatos.

Eres la mejor
borracho_tuerto
"Podría no tener una verga descomunal, de esas que te hacen creer que el Mundo siempre puede ser un lugar mejor, pero la que tenía, me calzaba a la perfección"[/i]
Eso también me lo han dicho más de una vez...jajaja

b]"Parecía haber sido especialmente diseñada para mí, tanto anatómica como espiritualmente"

"...pero éste orgasmo es como alcanzar el Nirvana"

"¿Alguna vez las encularon mientras están acabando? Se trata de una sensación única, distinta a todo. Sentir que la vida te estalla por un lado y al mismo tiempo te taponan por el otro es algo inconmensurable. No sé como describirlo. Si no lo experimentaron se los recomiendo. No se arrepentirán"

"...disfrutando del aroma a sexo que impregna nuestros cuerpos..."[/b]


Esta historia de una hermosa relación entre un hombre mucho mayor que la mujer, me trae muy gratos recuerdos de una relación que tuve con una hermosa chica, muy similar a esta, y que todavía llena mi corazón y mi mente de mucha lujuria, alegría, e inolvidables recuerdos que atesorare por siempre, y con esa última frase "Ya te extraño", (frase que ella siempre me decía), más aún!! ❤️
Gracias mi querida Marielita por tan excelente relato, como siempre, y una vez más FELICITACIONES amiga!! 👏👏
Besos linda!! +10 💋
LEO


Suzuky...
elledany
Es una lucha ! Jajajaaaaa ! Excelente !
belumita
sos una genia. TE extrañaba.
Besos