Cojiendo a mis amigos. 4ta. parte.

Venimos de aca
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Abrí los ojos y vi la claridad del sol entrando por la ventana. Sentí el calor y mi sudor mezclándose con el de su piel apretada contra mi. El ventilador no alcanzaba a apaciguar el sopor. Me dolía la cabeza, sentía como un retumbar alejado, me pesaban los ojos. Un olor mezcla de transpiración y flujos corporales me invadía. Sobre todo el aroma a la concha de Belén había quedado pegado en mi rostro desde la noche anterior.
Aclarado un poco más el pensamiento empecé a reconocer la alarma de mi celular que sonaba sin cesar. En ese mismo momento entendí que era miércoles y que debería estar trabajando. Me incorporé apurado pero mareado. No podía tenerme derecho y desesperado buscaba el teléfono que no dejaba de escupir la maldita canción de Poison que elegí como ringtone en uno de mis proverbiales ataques de estupidez.
Finalmente lo encontré, era Caren, mi compañera de trabajo. Atendí. Mi voz era de ultratumba, no tenía que ser fingida.
- Estás bien Leo?.-
- Hola, si. Me levante con una descompostura fenomenal. No me puedo ni levantar Caren. Disculpá que no avisé pero me sentía para la mierda....-
- Figueredo está como loco, mañana trae certificado sí o sí porque te suspende.-
- Gracias Caren, decile que sin falta mañana voy con el certificado. Ahora me acuesto porque no doy más. Creo que hasta me dió fiebre.-
- Estás bien solo? Querés que pase más tarde y te ayude con algo? Llamá a la emergencia.-
- Todo bien, yo me arreglo, no hay drama. Gracias igual. Te quiero compañera!-
- Cuidate pendejo.-
Corté y tiré el celular sobre la cama. Betina ni se mosqueó con la conversación. Dormía boca abajo con la boca abierta y los pelos desparramados tapándole la cara. Con las piernas un poco abiertas me ofrecía el hermoso espectáculo de su ojete. Me acordé de mi pija abriéndolo y se me empezó a parar. A la vez me empezó a doler la cabeza, así que opté por pensar en otras cosas.
En que por ejemplo no sabía qué había pasado con los demás visitantes de la noche y ni siquiera tenía idea de cómo habían salido.
Desnudo abría la puerta de la habitación y un olor a limpio me invadió. Aroma a líquido de limpieza de piso mezclado con lavandina. Parecía como si alguien hubiese trapeado hacía no más de media hora. La mesa estaba limpia, así como las sillas acomodadas a su alrededor. En el sillón dormía de costado Belén. Desnuda en su hermosa redondez parecía una escultura de Bottero post punk. Con tatuajes en los brazos y muslo. Con una mano bajo la mejilla la vi y me gustó. Me detuve un rato a ver sus tetas. Esos pezones oscuros y no demasiado grandes que se movían con la respiración. Sus piernas redondeadas, sus pies gruesos pero bien formados me calentaron un poco. Me gustaba que se había pintado las uñas de diferentes colores.
Miré alrededor. Vi la puerta del patio abierta. Salí.
Afuera hacía muchísimo calor. Bajo la sombra del único árbol de mi casa, Perfidia estaba sentada en un reposera. Vestida solo con una vedettina blanca y calzada con borceguíes, fumaba un porro mirando el cielo. La saludé con una mano y llevé otra silla hasta dejarla al lado suyo y sentarme. Me extendió el brazo ofreciéndome fumar.
- Quieres? -
- No gracias, no fumo.-
- Haces bien.-
Tiré la reposera hacia atrás y me recosté a mirar el cielo como ella. Entre el sopor, el cansancio y la resaca, ese pequeño lugar de sombra me daba una tranquilidad apacible. Nos quedamos callados unos minutos. A lo lejos se escuchaba el pasar de miles de autos por la avenida que está a dos cuadras. Unos perros ladraban más cerca. Era un verano demoledor, pero así estábamos bien. Desnudos y apenas despiertos.
- Horacio y Rober se fueron hace mucho? - Pregunte rompiendo el silencio apacible que nos rodeaba.
- Horacio hace una hora más o menos, se quedó conmigo limpiando el desastre. Rober se fue cuando aún era de noche. -
- No hacía falta que limpien.- le dije comedido.
- Si hombre que hacía falta.- me dijo un poco fastidiada. - Es que no habeís escuchado nada ahí dentro? -
No había escuchado nada más que jadeos de ellos cojiendo antes de dormir profundamente. Pero no era nada que se pareciera a un desastre como me lo estaba pintando.
- En serio? Es que teneis un sueño a toda prueba!
Le pedí que me contara. Estaba muy intrigado por lo sucedido.
La cuestión fue que una vez que todos acabaron se pusieron a tomar whisky y fernet y a jugar a los dados. Tan borrachos estaban que empezaron a apostar. La prenda era que quien perdía debía recibir la pija de Rober por el culo.
Me dijo Perfidia que la que peor estaba era Belén, a quien la mezcla le había caído bastante pesada y se reía sin parar y muy borracha.
La cuestión es que Belén fue la que perdió y todos, incluído Rober, la obligaron a cumplir con la prenda.
Parece que se puso en cuatro en el piso del living, que Horacio fue el encargado de preparar a Rober chupandolo y que Perfidia fue abriendo el culo con los dedos llenos de gel. Una vez listos, Rober fue introduciendo su socotroco dentro del culo hasta los huevos. Ella no se daba mucha cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que sintió que sus intestinos le jugaban una mala pasada y le pidió por favor a Rober que se la sacara. Al retirarla parece que saliió del cuerpo de Belén eso que no debería salir y directamente al cuerpo del DJ que entró en una especie de ataque de nervios. Belén a su vez, al darse cuenta de lo sucedido empezó a llorar desconsolada.
La histeria general duró unos minutos. Rober se duchó y se fué sin decir palabra. Belén quedó durmiendo la mona al rato después de que la calmaran y limpiaran entre Horacio y la española, que quedaron solos a la hora de ordenar, trapear, y volver a limpiar el desastre que había pasado.
Una vez que todo estuvo en su lugar, Horacio se fue y Perfidia se retiró al patio a fumar un porrito como Calamaro y ahí es donde entré yo en escena.
Me dió risa la situación. Ella se contagió y empezamos a las carcajadas durante un par de minutos.
Una vez calmados nos pusimos a charlar. Me dijo que era vasca, que su verdadero nombre era Aines y que había venido a Argentina detrás de una chica que conoció en Barcelona y que ya no veía. Dijo trabajar como traductora free lance. Me gustaba su tono de voz un poco ronco y su acento ibérico. No era muy tetona, pero tenía lo suyo. Sus largas piernas eran bien formadas y me gustaba y calentaba un poco que anduviese en borceguíes.
En un momento me miró y con cara seria me dijo.
- No quiero ser cargosa, pero me haces un favor?.-
- Por supuesto, qué? - le contesté intrigado.
- Es que la noche estuvo muy buena pero terminó mal y ahora que me he relajado y charlando contigo....-
- Que pasa, contame.-
- Me dió ganas, si tu quieres, de que me chupes el coño.- dijo abriendo las piernas y corriéndose la bombacha a un costado. A mi me dolía cabeza, pero su concha rosada y lampiña me llamaba para lamer con ganas.
Me agaché frente a ella y empecé con la lengua a recorrer sus labios. Ella se tiró hacia atrás disfrutando. Su concha olía espléndidamente a pesar de la faena de la noche. Evidentemente también se había bañado. Encontré su clítoris enseguida. Era enorme y rosado. Salía de su pequeño prepucio con ganas. Lo lamí y después empecé a chuparlo como si fuese una pequeña pija. Ella se pellizcaba los pezones con la cabeza hacia atrás. Empezó a moverse caliente. Me agarró la cabeza empujándome hacia sí. Su calentura era evidente. Seguí acelerando el ritmo hasta hacerla acabar. Quedó dura un instante y después se soltó aliviada y sonriendo de placer.
Justo en ese momento se asomó Belén por la puerta. Después me di cuenta que estaba viendo todo desde antes.
Le hizo unos planteos a Perfidia de por qué la había dejado sola y que se sentía mal y quería irse. La española me dió un pequeño piquito, pidiéndome perdón por no atenderme. Se vistieron rápido y salieron raudas con rumbo desconocido.
Quedé tirado en el sillón que olía a flujos de Belén. Mi resaca era más fuerte que la calentura así que no me importó no acabar. Así tranquilo me dormí.
Me despertó el timbre dela puerta. Insistía. Miré el reloj de la pared, eran las 4 y 20 de la tarde. Pensé que era alguno de los visitantes que se había olvidado algo. Me levanté desnudo y junto a la puerta pregunté quién era.
- Caren, Leo.-
Caren! Mi compañera de trabajo venía a verme. Le dije que me esperara y salí corriendo a la habitación para vestirme. Betina seguía durmiendo desnuda y hermosa en la cama. Me puse lo primero que encontré y me apresueré a abrir la puerta. Ahí estaba ella. Una mujer que en ese momento tenía unos 45 años bien conservados. Era bastante alta, muy morocha y tetona. Levanté la vista porque los tacos la elevaban mucho más. Me sonrió, traía unas bolsas.
Le dije que pasara. Le intenté explicar la verdadera situación. No solíamos mentirnos. Ella entendió, dijo que suponía que había pasado algo así y que me había conseguido el famoso certificado de un médico amigo suyo. En una de las bolsas traía unas facturas. Me dijo que preparara unos tereré. Recordé a Betina durmiendo en mi habitación, pero no importaba. Seguro si se despertaba se sunaria a nosotros.
La invité al patio a charlar bajo la sombra del árbol.
La relación con Caren era en esa época como si fuesemos tía y sobrino. Ella disfrutaba de mis cuentos juveniles y yo recurría a ella en caso de dudas o solo para descargarme si algo me pasaba. La sentía mi amiga grande.
Le empecé a contar lo sucedido la loca noche anterior. Ella no podía creer y largaba una carcajada ante cada suceso extraño. Veía sus enormes pechos moverse debajo de la fina remera blanca que traía puesta. Veía en el brillo de sus ojos que le movilizaba el relato. Me gustaba verla reir.
Hasta que en un momento se apareció totalmente desnuda Betina en el patio. Al ver que estaba Caren quedó petrificada viéndonos. Unos segundos después salió corriendo nuevamente hacia adentro. Yo salí detrás de ella que se había metido en el cuarto. Entré y cerré la puerta detrás mio.
- Sos boludo, como no me avisaste que había alguien. Tarado!-
- Perdón, dormías y no te quise despertar. Es Caren, mi compañera de trabajo. Vino a traerme un certificado. Ya se va. Esperame, no te vistas todavia. -le dije porque se empezaba a poner su vestidito.
- En serio? Querés guerra todavía?.-
- Si, vos? -
- Me levanté un poco quenchi...- dijo con una sonrisa picarona.
Salí del cuarto. Caren ya había agarrado todas sus cosas y esperaba al lado de la puerta. Me dijo que se iba, que me dejaba tranquilo. Pedía disculpas a la chica. Le dije que no se preocupara y le agradecí por el certificado. Le abrí la puerta, ella me sonrió y me dijo que me cuidara. En ese momento nos quedamos mirándonos. Ella tenía la vista fija en mis labios. Dejó las bolsas en el piso y en un movimiento rápido me agarró de la nuca y me dió un beso alocado en la boca. Sentí su lengua meterse dentro mío con pasión contenida. Su respiración excitada me apretaba contra ella en sus ansias calientes. Luego me soltó y limpiándome el rouge que quedaba en mis labios con el dedo gordo de la mano derecha me dijo.
- Anda, cojete a la pibita que está re linda. Y lavate un poco la cara que tenés un olor a concha que matás. - Agarró sus bolsas y salió a la calle.
Todo era tan extraño en ese día,,,
Quedé parado, como petrificado viéndola irse por la calle. El sol la iluminaba entre los árboles y el calor seguía siendo insoportable.
Me fuí al baño y me lavé la cara con jabón. Me miré en el espejjo y me dije:
- qué pasa hoy?- como no entendiendo.
Entré en el cuarto y Betina estaba desnuda tirada en la cama.
Poniéndose de costado golpeó tres veces el colchón con la palma de su mano, como llamando a una mascota.
- Veni, sacate todo.-
Me desvestí y me acosté boca arriba a su lado. Empezó a besarme el cuello y la oreja. Sentí como la pija se me ponía dura al mínimo contacto. Siguió por el pecho y los pezones, en los que se detuvo un rato. Me hervía la sangre de calentura sintiendo su piel sobre la mía en medio del calor agobiante. Su sudor y el mío mezclados en esa calentura hermosa. Fue bajando y lamiéndome por la panza hasta llegar a la pija. No se detuvo demasiado, simplemente se la metió en la boca y empezó a chuparla con ganas, mirándome fijo a los ojos. Agarré un forro de la mesa de luz (el último que quedaba), se lo dí y le pedí que me coja.
Me lo calzó, se montó encima y me empezó a cojer con ganas. Agarré sus tetas con las manos y las empecé a chupar. Ella se movía sobre mí, metiéndose y sacando la pija de su concha y acelerando el ritmo. Nuestras respiraciones aumentaban, así como el calor que ibamos sintiendo. Dejé las tetas. La agarré de la nuca con ambas manos y empecé a bombear yo mirándola a los ojos. Acabamos juntos en un larguísimo suspiro. Cayó a mi lado con la respiración agitada. Después de un par de minutos que nos calmámos me dijo:
- Me muero de hambre. Me baño y vamos a comer una pizza?
- Dale. - Le dije dándole un piquito. Sabía que iba a estar con ella un largo tiempo.

4 comentarios - Cojiendo a mis amigos. 4ta. parte.

dantraloco +1
Muy bueno, si las vascas "normales no suelen ser guapas y si rompepelotas, una vasca lesbiana ya tiene que ser de recor guines jajajajaj
Buen relato, ya nos contarás la continuación
Lady_GodivaII +1
Muy buena la historia completa y no conocia esa cura para la resaca 😀