Un día en la bodega

Era un sábado en la obra después de medios día, termine de pagar y me dirigí con el bodeguero la casa en donde nos preparaban la comida, nos sentábamos en un patio alrededor de un tronco de árbol habilitado como mesa y otros iguales como sillas, como cada fin de semana mandamos por la caguamas, no era nuestra ciudad, no había nadie más que nos presionara así que la tarde era nuestra para descansar, comer y beber. No bien empezábamos con la segunda botella cuando llego hasta ahí la señora que le vendía botanas al bodeguero y que era sabido por los trabajadores que salía en ocasiones ya tarde dela bodega, así que se presumía que el bodeguero se la tiraba, se sentó enfrente de mí, era una mujer normal, unos 40 años, delgada, pechos pequeños, pelo lacio, morena, con una plática entretenida. Empezó a tomar con nosotros y a hacer bromas, ya con unas copas adentro pronto agarro confianza y empezó a hacer relajo con ambos, ya entrada la noche el bodeguero se embriago más rápidamente y se empezó a dormir, ella se pasó en medio de los dos, para juguetear con él, al principio le hizo algo de caso luego empezó a cabecear, la señora al ver que no la tomaba en cuenta medio recostada sobre de él y frente de mí, estiro una pierna y me empezó a tocar la piel de la mía que quedaba entre mi pantalón y el calcetín, la deje hacerlo mientras terminábamos otra botella, por fin decidimos llevar al bodeguero a la obra, antes que se durmiera por completo, llame al velador para que se lo llevara, salimos del lugar y le dije que la acompañaría para que tomara un taxi, caminamos rumbo a la casa que rentaba y sin proponérmelo le dije que si no quería pasar un rato mientras se le bajaba un poco la borrachera, a lo que ella accedió, ni siquiera me había pasado por la cabeza tirármela, pero en ese momento paso por mi mente la idea de cogérmela, al fin supuse que si me había estado tocando era por algo, esta idea me prendió ya que empecé a sentir como se paraba el pene, me empezaba a apretar el pantalón, y sentía la necesidad de acomodarlo para que creciera a su gusto, llegamos a la casa, entramos pero no prendí la luz, le dije que caminara en la penumbra hacia un catre que te tenía, tomándola de la cintura por detrás y empujándola hacia adelante con el pretexto de que no fuera a chocar con las cosas, mientras la acercaba más a mi cuerpo hasta pegarle a sus nalgas mi pene ya parado, lo sintió y se dio vuelta, solo dijo: “órale, se ve que te calentaste”, la culpable eres tú le dije, para que me acaricias la pierna, así? Respondió ¿y qué vas a hacer?, nada que tu no quieras le dije mientras le bajaba las tiras de su vestido sobre los hombros y le besaba el cuello, no opuso resistencia y se dejó llevar, llegue hasta su oreja y la vi de reojo, estaba quieta con los ojos cerrados y solo lanzaba suaves quejidos, sonreí para mis adentros, conocía ese tipo de reacción, no había que esperar más, termine de bajar su vestido, y saque sus pequeños pechos de su sostén, me senté en el catre, ella seguía de pie y mientras le succionaba los pezones, me acariciaba mi cabello con sus manos, las mías mientras se ocupaban de bajarle las pantaletas, ahora sus gemidos eran ya libres, le separe las piernas y metí mi mano en medio de ellas, tocando con la yemas de los dedos su vagina, la empecé a mover de atrás hacia adelante, sentía sus labio labios y su centro húmedo, y mi boca succionaba sus pezones apretándolos con los labios los jalaba y los soltaba, empecé a meterle un dedo, estaba muy rica, bastante mojada y caliente, esto me excitaba más, sentía mi pene bastante duro, así que la jale y se sentó quedando yo parado, ella me quito el cinturón, me bajo el cierre y el pantalón, saco mi de mis calzones mi pene junto con la bolas por un lado y empezó a masturbarme con una mano mientras con la me acariciaba la bolas, era una sensación muy rica, yo solo la veía, después de un rato me dijo: huyy ya está babeando, por supuesto que si le dije, por esa rica rajita que me está esperando, la empuje hacia atrás, y mientras se recostaba me quite los calzones y la camisa, me abrió sus piernas, las cuales alce poniéndolas en mis brazos, mientras con mi pene se lo restregaba en su conchita, la sentía caliente, y sentía como movía las caderas tratando se ensartárselo, ya no quise hacerla esperar y se lo deje ir hasta el fondo, empecé mis arremetidas, ahora sus gemidos ya eran bastante audibles, eso me encantaba, me excitaba que gimiera pues sentía que le estaba gustando, le solté las apiernas para que ella sola moviera sus caderas a su gusto, las movía frenéticamente para ensartarse lo más que pudiera, la deje un rato y luego le alce completamente las piernas hasta mis hombros, lo que encantaba de ese catre no era que fuera cómodo, pero me permitía apoyar mis pies en el piso y tomando con las manos cada uno de sus lados, le pude dar unas arremetidas a mi antojo, sentía como se la metía hasta el fondo, mientras ella gemía a cada metida, le di duro una y otra vez, hasta que sentí como corría mi leche y le llenaba su conchita caliente, mientras la dejaba bien atrincada entre el catre y yo, así la tuve hasta que se exprimió completamente hasta la última gota de semen. Mi bodeguero bueno a otro día solo pregunto cómo se había ido, algo preocupada por cómo te habías quedado le dije, así que prepárate.

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