Un verano caliente. Capítulo 5

Un verano caliente. Capítulo 5

Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 5: El reencuentro
Después de haberla visto tocándose mientras se bañaba estaba completamente decidido en cogerme a Cecilia. Pero las cosas no iban a ser tan fáciles. Ese mismo jueves a la noche cada uno terminó en su casa y por lo que había escuchado en las duchas, ella creía que yo estaba enganchado con Noelia y que no tenía posibilidades. Tenía que buscar la forma de demostrarle que Noelia era solo sexo y que no tenía ninguna cadena. Pero el viernes el plan se complicó.
Las tetonas reaparecieron en el club al día siguiente y Noelia me abrazó en las dos ocasiones que las culonas pasaron por en frente nuestro y a pesar de que yo intenté sacármela de encima, Cecilia y las otras solo vieron el abrazo de ella. Por lo que esa noche me fui a dormir solo y algo molesto. Pero con la cabeza en otra cosa.

El sábado 19 de Diciembre amanecí un poco más tarde. El verano se hacía notar y calor empezaba a ser agobiante. Por lo que el club con Emanuel, Valentín, Santiago y Fer fue mucho más temprano de lo normal. A las 12 del medio día ya estábamos los 5 en la pileta hablando y escuchando como Ema contaba como se había comido a Tati. Obviamente decidí guardarme lo de Cecilia para mí solo. El día avanzó con normalidad hasta las 4 y algo que recibí un mensaje de Rodrigo.
¿Quién es Rodrigo? Mi mejor amigo de la secundaria. Dado que yo seguí odontología y la gran mayoría de los chicos siguieron ingeniería, arquitectura o diseño gráfico, me veía poco y nada con los de la secundaría. Pero con Rodrigo seguía una amistad que nos unía de vez en cuando y esa noche era la despedida de año con los chicos de la secundaria. A pesar de que solía ir poco a sus reuniones, que ya se habían convertido en reuniones de facultad de ingeniería o reuniones donde iba un montón de gente de sus universidades, a esa estaba decidido ir.
Así que a las 9 de la noche, Rodrigo me pasó a buscar en auto y fuimos. Esta vez la hacían en el primer piso de un bar, donde se podía reservar para eventos y dado que éramos casi 30 logramos ocupar todo el lugar. Nos pusimos un poco al día con Rodri y cuando llegamos lo primero que veo es a ella: Soledad.
¿Quién era Soledad? Mi ex novia. Empezamos a salir en el último año de la secundaria, en Bariloche nos matamos en la cama casi todas las noches y a fin de año nos pusimos de novios. La relación duró 2 años, pero después se cortó por cuestiones de desgaste, no éramos el uno para el otro. Pero lo peor vino después ya cada vez que nos veíamos, nos cruzábamos por la calle, o nos encontrábamos en las reuniones de la secundaria, Soledad no perdía la oportunidad de contarme lo bien que estaba, el buen sexo que estaba teniendo con alguien más o la cantidad de chicos que la codiciaban. Eso también hizo que dejara de ir a las reuniones.
Soledad tenía con que agrandarse. Estaba muy buena. Era alta, flaca, con un lomaso increíble y un culo tremendo, que siempre resaltaba con calzas y jeans apretados. Era rubia (teñida), de ojos claros y con unos labios de petera excelentes. Siempre se mantenía linda. Ese día se había puesto un jean azul clarito re-mil apretado, y una remera suelta que le dejaba descubierta la mitad de la espalda.
- ¡Hola chicos!- Nos dice al ver que nos bajábamos del auto.- ¿Cómo están?
Después de saludarla y hablar un poco entramos al bar y fuimos arriba. La gran mayoría ya estaban ahí. No es necesario que los nombre a todos, ya que no tienen importancia en la historia, solamente una chica más: Gianinna.
¿Quién era Gianinna? No llegó a ser mi novia por culpa de Soledad. También estuve con ella el último año de la secundaria y fue mi primera vez (yo también fui su primera vez). Era una chica linda, pero no hermosa de esas que te vuelven loco. 1,70 aprox, algo rellenita pero eso le resaltaban unas buenas tetas y un culo voluminoso, morocha y ojos marrones.
La pelea entre Gianinna y Soledad empezó porque las dos estaban atrás mío y yo estaba pelotudeando con las dos. Un día Gianinna me dio un ultimátum para que elija entre alguna de las dos y como eso no me gustó, me fui con Sole. Pero Giani no se rindió y me siguió buscando, incluso una vez de novio. Por lo que hasta el día de hoy, a pesar de que Soledad y yo ya no estamos juntos, se odian. Lo más lindo fue cuando yo me senté en frente de Gianinna y a dos lugares de Soledad.
A diferencia de todas las otras reuniones, mi ex novia no empezó a hablar de sus aventuras sexuales ni de sus amantes que parecían salir de la nada, sino que se dedicó a escuchar y a prestar atención a lo que pasaba alrededor. Lo más gracioso fue que cada vez que Gianinna me preguntaba algo o me decía alguna cosa, Sole le decía que lo hacía algo para llamar mi atención. Se lo decía en tono de broma, pero todos sabíamos que iba bien en serio.
Después de comer fuimos a bailar. No era mi idea, pero los chicos me terminaron convenciendo e hice muy bien en ir. Soledad, que antes acusaba a la otra de que quería llamar mi atención, se moría por hacerse notar. Me bailaba al lado, me empujaba para que me moviera más, se sacaba fotos conmigo y hasta me llegó a agarrar de la cintura para menearme. Era obvio que quería calentarme la pija para joderla a Gianinna.
- Si seguís así no me hago responsable de mis actos.- Le digo después de que me meneara por segunda vez, ahora apoyándome todo el culo en la verga.
- ¿Qué actos?- Me pregunta acercándose a mi oído.
- Sabés a lo que me refiero.- Le digo riéndome.
- Capaz que te estoy buscando.- Me dice de nuevo al oído y después se aleja para mirarme mientras se mordía el labio.
No iba a perder más el tiempo, le tiré la boca probando a ver si me aceptaba pero ella se alejó.
- ¡Acá no!- Me dijo abriendo los ojos.- Están todos. Vení.- Agregó agarrándome de la mano.
Me empezó a llevar entre la gente, al principio pensé que íbamos a buscar algún lugar más alejado, pero cuando nos acercábamos a la puerta de salida, le pregunté a donde me estaba llevando.
- A mi casa.- Me dijo.- No me quiero calentar para después tener que irme a dormir sola.
Me sorprendió un poco su respuesta, pero Sole era igual que yo, si quería sexo iba directo al grano y no daba tantas vueltas. Así que fuimos hasta su auto, nos subimos y fuimos hasta su casa. En el viaje me saqué la duda si lo que decía de sexo en las reuniones era verdad o era para darme celos y me dijo que lo hacía por las dos razones. Y cuando le pregunté porque quería volver a hacerlo conmigo, me dijo que hacía mucho que no estaba con nadie y que le gustaba como cogía.
Cuando llegamos a su casa, fuimos derecho a su pieza (la de ella estaba en la planta baja al fondo), tratando de no hacer ruido para no despertar a sus padres o su hermana. Nos metimos en su cuarto, cerramos la puerta y volvimos a los besos.
Soledad era una trola a la hora de coger. Le gustaba todo lo que le gustan a las minas de los videos porno y que a vos nunca te pasan, bueno, ella es así. Le gusta que le digan que es una puta, que la dominen, le copan los juguetes y le fascina que le acaben en el cuerpo, ya sea la espalda, la boca o inclusive la cola. El único freno que ponía: obligatorio usar forro.
- Soy una puta en la cama, pero no quiero quedar embarazada.- Decía siempre.
Por lo que cada vez que te acostabas con ella era una aventura nueva. Esa vez, empezó como casi siempre. Los dos besándonos parados en el medio de su habitación. Enseguida nos fuimos sacando la ropa, tirándola por toda la pieza, hasta quedar en ropa interior. Ella me hizo sentar sobre la silla de su escritorio y me bajó el bóxer hasta los tobillos. Se arrodilló en frente mío y me la empezó a chupar.
Era muy buena mamando, lo hacía como una trola. Subía y bajaba la cabeza por todo el tronco de mi verga que ya estaba completamente dura y lo hacía a toda velocidad. La escupía para mojarla y mientras tanto te pajeaba. Te miraba con esos ojos de gato y después la chupaba como si fuese un helado. Una chupadora profesional.
Después de un rato se paró y se sacó la ropa interior (al contrario de Celeste, ella usaba ropa tranqui) y se puso en cuatro en la cama. Yo me clavé un forro que me dio y me acomodé atrás de ella. Le pegué un par de chirlos en el culo a lo que ella respondió con una risita que indicaban que le gustaba y después de escupirme en la mano y lubricarle la conchita, se la metí.
Sole era también gritona, gemía como loca y te decía cosas como “¡Sí, cógeme fuerte!” o “¡Ay como me gusta!”, pero esa noche se contuvo bastante, después de todo sus padres estaban durmiendo en el piso de arriba. Sin embargo, le fue difícil no gemir. Yo la tenía de la cintura y le metía y le sacaba la pija casi en su totalidad a una velocidad increíble. Ella se agarraba del otro borde de la cama y de vez en cuando estiraba su mano hacia atrás con intención de tocarme.
Seguimos cogiendo así un buen rato, después ella me volvió a pedirme que me sentara en la silla y se sentó encima de mí dándome la espalda. La abracé con las dos manos y la coloqué pegada a mi cuerpo. Sole dio vuelta la cabeza y nuestros labios quedaron a solo centímetros, pero no nos besamos. Empezó a mover su cintura en círculos, haciendo que mi verga bailara adentro suyo. Sentía su respiración bien cerca, sus gemidos ahogados de placer. Mis manos le apretaban las tetas impidiendo que se alejara de mí.
- ¿Dónde me querés acabar?- Me dijo mientras seguía moviendo su cuerpo.
- En la colita.- Le digo como lo hacía en los viejos tiempos.
Ella se paró y se puso en cuatro. Sin que se diera cuenta, me saqué el forro, me arrodillé atrás suyo y se la volví a meter. No le iba a acabar adentro, pero necesitaba sentirlo más a pelo antes de terminar. Le di fuerte un rato, apretándole los cachetes del orto, y agarrándola del pelo para tirar su cabeza hacia atrás, hasta que no pude más.
Le saqué la verga de adentro, me pajé durante apenas unos segundo y la leche empezó a salir a cantidades. 2, 3 y hasta 4 grandes chorros de semen fueron a parar a su culo y sus muslos. Cuando terminé ella se tiró al piso boca abajo y con las manos se empezó a esparcir la lechita por toda la cola.
- Si seguís necesitando a alguien para coger, llamame.- Le digo antes de irme de su casa cerca de las 5 de la mañana.
- ¿Y qué te hace pensar que no voy a encontrar a nadie?- Me preguntó riéndose.
- Vos simplemente llamame.- Le digo.
Y lo iba a hacer…


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