Un verano caliente. Capítulo 4

Un verano caliente. Capítulo 4

Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 4: Observada
Después de mi segunda noche con Celeste, todo indicaba que nos íbamos a seguir viendo bastante seguido y que incluso podía llegar a algo más serio (a pesar de que ella me había dicho que no), pero no fue así. El lunes siguiente al la noche que estuvimos, me habló para decirme que tenía un viaje con la familia por 20 días y que cuando volvía se quedaba solo 3 días en rosario para irse una semana más con sus amigas a la costa. Entre esto y aquello se iba un mes, por lo que tenía que arreglármelas por otro lado. Y ese lado era el club.
Noelia ya me había dicho que este verano quería tener tanto o incluso más sexo que el verano pasado, lo cual me encantaba. Noe era muy creativa a la hora del sexo y no tenía vergüenza de hacerlo en ningún lado. El problema era que no siempre se nos daba. El martes 15 de diciembre le tiré un par de indirectas para hacerlo, pero no la agarré en un buen día por lo que quedó todo en nada. Al día siguiente, ya sin discreciones le pregunté si esa noche quería hacer algo, pero con cara de nada me dijo que se juntaba con unas amigas y no podía.
Por el otro lado, las culonas me ponían cada día más duro. Cecilia, Paula, Florencia y Tatiana se paseaban por todo el club en malla, mostrando sus hermosos culos a todo el mundo. Y ya se nos era casi imposible disimular, en especial a Emanuel que cada día estaba más enganchado con Tati. Pero la que más me volvía loco a mi era Cecilia. El culo que tenía era increíble, y las mallas que usaba cada vez eran más chicas. Mis ojos se iban de acá para allá cada vez que la veía y lo peor de todo es que ella lo sabía.
El jueves 17 fue el día en que decidí que tenía que acostarme con ella. Y ahora les voy a contar porque:

Me levanté tipo 10 como solía hacerlo y me fui al gimnasio a entrenar. En el medio del entrenamiento me llega un mensaje de Emanuel diciendo que esa noche nos quedamos a comer, como no era nada raro que hagamos eso, yo acepto. Pero cuando llegué al club tipo 3 de la tarde me llevé una sorpresa. Emanuel estaba sentado él solo con todas las culonas. Me acerco a ellos, saludo y me siento al lado de él que tenía una sonrisa que le iba de oreja a oreja. Cuando las chicas se pararon para meterse un rato en la pile le pregunté qué pasaba.
- Tati me invitó a que me quede a comer y me dijo que te diga a vos y a los chicos.- Me empezó a contar a toda velocidad.- Pero Santi, Valen y Fer no pueden. Por favor te tenés que quedar. Me dijo que después podemos ir a su casa a tomar algo y “hablar”. Hoy estoy seguro que me la cojo.
La información me entró muy rápido en la cabeza. Las chicas se quedaban a comer y yo me quedaba con ellas y con Ema. No le vi el problema, después de todo solía quedarme todos los jueves a comer. Miré directo a donde estaban las chicas y justo vi cuando Cecilia se agachó para levantar el ganchito del pelo que se le había caído al piso, pero mi mirada fue a parar directo a su culo. Su enorme y hermoso culo.
- Dale.- Le digo a Ema que no pudo disimular una sonrisa.- Decí que me traje las cosas para bañarme, porque si me iba a casa no vuelvo ni en pedo.
Después de hacerle algunos chistes y de decirle que me debía una, nos fuimos a la pileta con las chicas. Boludeamos un rato, tomamos tereré, en un momento las chicas nos contaron sobre sus estudios y sobre lo que estaban haciendo y el día fue pasando. Pocas veces había hablado con Cecilia, casi siempre que estábamos juntos no nos poníamos serios o solíamos hacer comentarios estúpidos. Pero esta tarde “Chechu” (como le decían las chicas) demostró que era mucho más que una rubia con un lindo culo. Me contó sobre su facultad (estudia arquitectura), sobre sus planes de viajar a Europa con su prima, sobre algunos problemas con su familia y otras cosas que hicieron que mi interés por ella sea más que algo físico. Después de todo, me gustan las mujeres con lindo cuerpo, pero me atraen las que tienen algo más.

- Me voy a bañar.- Dijo Ceci a eso de las 7 y pico de la tarde.
- Te acompañamos.- Le dijo Paula, señalándose a ella y a Florencia.
Enseguida las tres me miraron fijo y entendí todo. La idea era dejar a Emanuel y a Tatiana solos. Así que les dije que yo aprovechaba para bañarme y Ema dijo que él se encargaba de comprar las cosas para comer. Los vestuarios están uno al lado del otro, ambos tienen dos pisos y para tener algo más de privacidad, yo suelo irme al primero. Cuando llegué me doy cuenta que estoy solo y me busco un lugar casi al fondo, bien cerca de las ventanas que dan afuera. Empecé a sacar la ropa de la mochila y a desnudarme para irme a bañar, cuando algo llamó mi atención.
A pesar de que no están exactamente al lado, desde ese lugar del vestuario se puede ver el de mujeres. Ya nos habíamos dado cuenta hacía unos años con los chicos, pero una sola vez logramos ver a una chica unos años más grande que nosotros, completamente desnuda y fue solo por un momento. Pero esta vez estaban ellas, Cecilia, Paula y Florencia. Un poco a la distancia pero bien claro, las logro distinguir mientras iban dejando las cosas y se iban empezando a desnudar.
Hoy en día no entiendo muy bien cuál es el escándalo, después de todo, las minas usan mallas que le tapan absolutamente nada y que dejan el culo completamente la vista. Pero esa escena me empezaba a gustar. Era la escancia de lo incógnito lo que me excitaba, el hecho de que ellas no tenían ni idea de que yo las estaba viendo.
Se fueron sacando la ropa y pude verlas completamente en bolas. Eran hermosas. Paula con ese culito diminuto pero bien firme que me encantaba mirarlo, Flor con esa cola carnosa y esas tetas firmes y paradas que tenían pezones bien chiquitos y Cecilia con el increíble orto que me moría de ganas de tener en mis manos. Las tres ahí paradas, hablando como si nada, sin darse cuenta de que yo las miraba a través de la ventana abierta.
Decidieron irse a bañar por lo que las dejé de ver, ya que las duchas las tapaba el resto de nuestro vestuario. Pero no me pude contener. Rápido y guardando todas las cosas de un saque en la mochila salí corriendo del vestuario y me metí entre los árboles y moviendo una reja que estaba rota, llegué a la parte de atrás del vestuario de mujeres. Para mi beneficio, la mayoría de las ventanas estaban abiertas. Me escondí atrás de un árbol que estaba muy cerca de donde estaban ellas y las empecé a espiar. Se habían metido en tres duchas individuales, pero la única que no había cerrado las cortinas era Cecilia. Con él silencio, pude escuchar todo lo que decían.
- A mí me gusta más Valentín.- Decía Florencia. Estaban hablando de nosotros.
- Es que es tu tipo.- Le respondió Paula.- rubio, ojos claros, de la high society. Igual me re gusta la pareja Emanuel y Tati. Ella le tiene un hambre hace años.
- A mi me sigue volviendo loca Julián.- Dijo de la nada Cecilia. Yo me metí aun más en la conversación.- Pero la trola esa de hándbol, ¿cómo se llama?...
- ¿Noelia?- Le respondieron las dos al unísono.
- ¡Esa!- Les agradeció Ceci.- Esa trola lo vive histeriqueando. Me contó mi hermano (era un pibe dos categorías más grande que yo), que el año pasado lo vieron como se la cogía por todo el club…
Y así siguieron hablando un rato más. Después de que Cecilia confirmara que estaba atrás mío y de que las chicas le dijeran que si yo estaba con Noelia no se metiera, la dejaron sola. Aparentemente le gustaba estar abajo del agua en la ducha, porque pude escuchar incluso, como se empezaban a vestir más adelante. Pero yo seguía inmóvil mirando a Cecilia, que una vez que se dejaron de escuchar las voces de sus amigas, empezó a actuar.
Primero se tocó las tetas (chiquitas pero lindas) dándose masajes en forma de círculo, mientras hacía que el agua le caiga encima. Pero el show solo había empezado. Enseguida se apoyó contra el borde de la ducha y abriendo un poco las piernas se empezó a tocar la conchita. Era todo un espectáculo y yo era el único espectador. Los movimientos que iba haciendo con la mano fueron cambiando a medida que pasaban los segundos. Primero fue algo tranquilo y sensual, pero después empezó a masturbarse con ganas. Gemía algo que no podía oír al principio.
La escena era muy caliente, sin darme cuenta tenía la mano adentro de la malla y me estaba tocando la verga que ya la tenía completamente dura. Cecilia parecía disfrutar a pleno tocarse. Una de sus manos se paseaba por sus tetas, mientras que con la otra se daba placer tocándose la concha y metiéndose dos dedos a más no poder. Seguía gimiendo y diciendo algo. Enseguida entendí.
- ¡Ay Juli!- Gritó mientras su cuerpo se empezó a mover con más violencia.- ¡Ay Julián cógeme!- Volvió a decir, esta vez bien fuerte y claro.
¡Se estaba tocando mientras pensaba en mí! Sí, en mí. No lo podía creer, Ceci estaba completamente atrás mío y ahí me calló la ficha. Cuando la escuché hablar con las otras dos, pensé que solo decía que le parecía lindo, pero todo el tiempo que estuvimos hablando esa tarde, la cantidad de veces que me saludaba por el club, Cecilia me tenía ganas.
Y mi menté se me puso a jugar con la imagen que tenía en ese momento. Yo salía de atrás del árbol y empezaba a meterme al vestuario por la ventana, a Cecilia no le parecía raro, sino que se ponía muy contenta de verme. Me llamó con las manos y una vez que los dos estuvimos debajo de la ducha nos empezamos a besar. Sin filtro, con muchas ganas, comiéndonos la boca a más no poder. Los dos completamente desnudos.
De a poquito fue bajando para chupármela un rato. Lo hacía bien, me daba placer como las mejores, con esa boca hermosa. Después bajé yo y se la chupé un rato, mientras el agua de la ducha me caía en la cara. Pero el climax llegó cuando se abrió de piernas y me pidió que me la cogiera. La agarré del culo, la levanté y apoyándola contra la pared me la empecé a coger con ganas. El agua nos caía encima y mientras ella me abrazaba y nos besábamos con ganas, yo se la metía y se la sacaba a toda velocidad.
- ¡Ay sí!- Volvió a gritar Cecilia.
Abrí los ojos. Volví a estar atrás del árbol, y ella sola en el vestuario y a decir por el grito, había acabado. Cerró la ducha y se fue a la parte de adelante para cambiarse. Yo corrí como loco al vestuario de hombres, me bañé a toda velocidad y volví a la mesa donde ya estaban todos esperando que Ema termine de hacer el asado.
La vi ahí sentada, sacudiéndose el pelo y con cara de felicidad. Después de haberla visto tocándose de esa manera, no quería hacer otra cosa más que cogérmela.


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